A 25 años de los Acuerdos de Paz: una mirada feminista a la realidad de las mujeres salvadoreñas – Por D. Cheyne
En agosto de 1993, luego de un proceso intenso de reflexión y análisis colectivo, una amplia concertación de mujeres auto-denominada “MUJERES 94” dio a conocer una plataforma reivindicativa y política que pasó a la historia como la “PLATAFORMA DE LAS MUJERES SALVADOREÑAS”, cuyo lema era: “Mujeres…Decidamos por nosotras mismas”.
Un año y medio antes, el 16 de enero de 1992, la guerra civil de 20 años había llegado a su fin, luego de un proceso de negociación que culminó con acuerdos políticos denominados “Acuerdos de Paz”.
Decenas de mujeres participantes de la guerra, reinsertadas de nuevo a su vida cotidiana, supimos que los acuerdos de paz que habían puesto fin al conflicto militar, no reconocían los derechos específicos de las salvadoreñas ni se proponían cambios en torno a la desigualdades por razón de género. Fueron acuerdos políticos entre las dos partes en guerra para reformar el sistema político y permitir la inclusión de la insurgencia en la vida política, cambiar el papel represivo de las fuerzas armadas y suprimir su rol gobernante y posibilitar la construcción de una sociedad democrática que diera paso a la participación ciudadana cuyos derechos humanos tenían que empezar a ser promovidos y respetados por el nuevo Estado en construcción.
Este nuevo pacto, logrado después de una lucha armada que había dejado más de 70 mil muertos y desaparecidos, fue recibido con mucho optimismo y esperanza por las mujeres que vimos en él, la gran oportunidad histórica para asumir la lucha por la liberación de las mujeres. Al fin de la guerra, muchas combatientes y luchadoras sociales se habían encontrado ya con el feminismo a partir de numerosos acontecimientos internacionales que visibilizaban la necesidad de luchar contra la discriminación de las mujeres y vislumbraron la necesidad de identificar claramente cuales eran las condiciones sociales, económicas, políticas, culturales y ambientales en las que nos tocaría reconstruir la sociedad bajo una perspectiva de igualdad y de equidad para las mujeres.
Con este análisis, Mujeres 94 elaboró el primer diagnóstico post guerra sobre la posición, situación y condición de las mujeres salvadoreñas y con este insumo fue posible estructurar una plataforma programática y reivindicativa que recogía las principales demandas de las mujeres y los desafíos para retomar la lucha especifica por nuestros derechos.
Esta plataforma fue concebida como una herramienta política para participar en las llamadas “elecciones del siglo”, tratando de influir en los actores políticos que se fueron configurando después de la guerra y que se preparaban para la primera contienda electoral de 1994. El lema de la plataforma: “Mujeres… Decidamos por nosotras mismas” expresó desde ese momento la claridad política del movimiento de mujeres de defender su autonomía como estrategia para su desarrollo y fortaleza.
La lectura de la plataforma, 25 años después, sorprende y reconforta, pero al mismo tiempo, obliga a reflexionar en lo que se ha avanzado y en lo que aún falta por lograr en el terreno de los derechos de las mujeres. La mirada feminista con la que vimos la realidad de aquel momento logró visualizar el camino a seguir precisando bien las metas de mediano y largo plazo, y explícitamente focalizamos al Estado como el responsable de atender aquellas demandas.
Por qué, sin embargo, nos invade una inquietud enorme al querer hacer un balance del camino recorrido. Por qué los logros alcanzados no llenan nuestras expectativas feministas al revisar el panorama actual. Sin duda es importante hacer un estudio concienzudo de los avances y logros alcanzados a la luz de la agenda trazada hace 25 años, destacando cada uno de los ámbitos de discriminación identificados, pero más importante puede ser, detectar obstáculos, límites y hasta retrocesos que hemos sufrido a lo largo de esta llamada “transición democrática”. Subrayo sin falta el retroceso civilizatorio que implicó la reforma al Artículo 1 de la Constitución que prohibió el aborto terapéutico en nuestra legislación, vigente hasta 1998, y que ha significado la privación de libertad de decenas de mujeres, acusadas injustamente de homicidio agravado y de aumento de muertes por abortos mal practicados.
El contexto que hoy rodea la lucha feminista tampoco es el mismo que el que teníamos hace 25 años. La violencia y la pobreza de hoy, feminizadas como entonces, ahora son más complejas por sus nuevas formas y expresiones. Tanto el capitalismo neoliberal como el patriarcado moderno se refuerzan mutuamente y se ensañan más contra las mujeres, sus cuerpos y sus vidas. La perspectiva de género con que hoy analizamos la realidad nos agudiza los sentidos para percibir mejor la discriminación, la subordinación, la explotación y la opresión femeninas.
Algo que fue claro en 1993, y que fue plasmado en la plataforma, indicaba la convicción de construir un movimiento “pluralista e independiente”, “desde la sociedad civil y sin sobredeterminación partidaria”. La vida puso a prueba esta convicción y hoy es valido el análisis del estado actual de nuestro autonomía como movimiento social. Sin duda, el lema de la Plataforma Mujeres 94: “Mujeres…Decidamos por nosotras mismas”, sigue siendo más válido que nunca.
(*) Directora del Instituto de Investigación, Capacitación y Desarrollo de la Mujer