Colombia hacia la paz completa: las claves y la agenda de negociación entre el gobierno y el ELN
Gobierno y Eln instalan los diálogos de paz en Ecuador
El Gobierno y el Eln instalaron formalmente en la tarde de este martes la mesa de diálogos en Quito, Ecuador para poner fin al conflicto armado.
El acto de instalación comenzó a las 5:15 de la tarde en la hacienda Cashapamba, a las afueras de Quito, y estuvo encabezado por el canciller de Ecuador, Guillaume Long, y los jefes negociadores del Gobierno, Juan Camilo Restrepo, y del Eln, Pablo Beltrán.
Primero comenzó hablando Juan Meriguet, delegado de Ecuador, que resaltó el cumplimiento de lo acordado en marzo de 2016 y dijo que culmina una etapa de 3 años de conversaciones exploratorias en ese país.
“Se está cumpliendo lo acordado en marzo de 2016. Se inicia una nueva etapa que seguramente va a ser menos complicada que la anterior”, indicó Meriguet.
Por su parte, Pablo Beltrán, jefe de la delegación de paz del Eln, inició su discurso titulado “Todos debemos cambiar”, diciendo que todos debemos dejar a un lado lo que nos separa y luchar por la búsqueda de la paz.
“El Gobierno de Santos nos invitó a dialogar y aquí estamos. Desarrollar una salida política al conflicto significa trazar unos propósitos nobles y se necesita más fuerza que la que tenemos nosotros, por lo que tenemos que sumarnos por la paz. Dejemos a un lado lo que nos separa”, afirmó Pablo Beltrán.
El guerrillero agregó que el principal propósito nacional debe ser esa búsqueda de la paz y dijo que estas conversaciones abrirán las puertas a la democratización del país. Agradeció también el respaldo de la población y la comunidad internacional, pero invitó a los líderes de la oposición a que compartan los valores por la paz.
“Esperamos que los líderes de la otra parte hagan lo mismo. Hay que movernos de las posiciones que hemos mantenido”, indicó.
Sostuvo también que el Gobierno debe realizar algunos cambios para lograr la paz y lamentó el “ambiente adverso” que existe para la implementación de los acuerdos.
“No venimos a pedir una revolución por decreto. Pero sí unos cambios urgentes que abran camino para una Colombia democrática y soberana”, insistió.
Beltrán recordó además las amenazas que viven en estos momentos los líderes sociales. “Cada tres días matan un líder social, hoy ni el Estado ni nadie de las elites dominantes responden por este accionar”, agregó Beltrán.
El cabecilla guerrillero insistió en concretar un acuerdo humanitario para aliviar los dolores de la guerra y prometió presión social contra los violentos.
“Seguiremos organizando la presión social y seguiremos resistiendo a aquellos que se aferran a sus privilegios por la violencia”, insistió.
Y agregó que a esta guerrilla le alienta la esperanza de la mayoría de los colombianos de ponerle fin a la guerra. “Es mejor echar lengua que echar bala. Pueden contar con nosotros y no los defraudaremos”, concluyó.
Los colombianos tenemos derecho a la paz
Juan Camilo Restrepo, jefe del equipo negociador del Gobierno, afirmó este martes que la paz está por encima de nuestras diferencias y es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento.
“Nos convoca para estas conversaciones la grandeza para poner la paz por encima de nuestras diferencias y para entender que son precisamente esas diferencias las que nos enriquecen como nación”, dijo Restrepo.
El jefe del equipo negociador resaltó que la mesa de diálogos será para no será para ahondar en las diferencias sino para encontrar “caminos para superar las heridas del conflicto y crear las condiciones para que no se repitan”.
Resaltó el papel que va a jugar la ciudadanía acompañando el proceso y dijo que “su interés, su conocimiento, y sabiduría pueden facilitarnos la tarea de llegar a acuerdos”.
“Ejercicios de deliberación democrática sobre problemas como la educación, la pobreza, la exclusión social, la corrupción y la degradación ambiental, todos ellos incluidos en la agenda pactada con el Eln para estos diálogos, pueden beneficiar de manera notable a departamentos como Arauca, Norte de Santander, Cauca o Chocó, por solo mencionar algunos”, dijo el jefe negociador.
Restrepo aseguró que la mesa de diálogos no reemplazará las instituciones e insistió en que serán fieles al acuerdo suscrito en marzo de 2016.
Agregó que el Eln y el Gobierno ejecutarán los temas con la mayor “celeridad y rigurosidad”, pero sin caer en una “paz exprés”.
“Las partes nos hemos comprometido a avanzar. Avanzar con tanta celeridad como la prudencia lo permita. No venimos a esta mesa a explorar; ya la fase exploratoria quedó atrás. Evitaremos caer en discusiones interminables, en un marasmo de conversaciones, o en un permanente estado dialogante”, indicó.
Algo importante en el discurso de Restrepo fue reconocer al Eln como una organización “con su identidad e historia propias” y dijo que será independiente del proceso con las Farc con un tratamiento particular.
“Claro, deberemos tener la madurez para incorporar del acuerdo de La Habana aquellos aspectos que convengamos necesarios, siempre con una mirada constructiva y realista de los grandes avances que éste incorpora”, reiteró.
Restrepo dijo que se establecerán mecanismos con la mesa de La Habana para identificar temas en que se requiera coordinación y sincronía.
Por otro lado, el jefe negociador dijo que le cumplirán a las víctimas en materia de justicia, verdad y reparación. “Las víctimas juzgarán si estuvimos a la altura de este enorme reto”.
Del mismo modo, invitó al Eln a renunciar públicamente al secuestro. “No es aceptable en ningún caso, ni en el humanitario, ni en el plano ético, ni en el político, ni jurídico. El secuestro fue, ha sido y será injustificable”.
Dijo que sin esta decisión por parte del Eln será muy difícil avanzar en la construcción de acuerdos y garantizar mejores niveles de credibilidad de esta mesa de diálogo.
“Colombia, la comunidad internacional aquí presente y las familias de quienes aún continúan secuestrados por el Eln esperan prontamente este anuncio”, agregó.
Por último dijo que estas conversaciones inician con dos temas de manera simultánea. Las dinámicas y acciones humanitarias y la participación de la sociedad en la construcción de la paz.
El jefe negociador no terminó su discurso sin agradecer a Ecuador, Brasil, Chile, Cuba, Noruega y Venezuela, además de la Iglesia Católica, por su especial persistencia para que continuaran estos diálogos.
Agenda de negociación entre el gobiero y el ELN
Discurso del líder del ELN: Todos Debemos Cambiar
En 1.781 durante la insurrección triunfante de los Comuneros, el imperio hispánico se vio obligado a negociar con los sublevados, pero enseguida traicionó el pacto que firmó; entregó a sus líderes a los matarifes para que los descuartizaran y condenó al destierro a las comunidades que apoyaron la revuelta. De esta manera, los colonialistas enviaron a estas gentes, al lugar más inhóspito y aislado que existía; que es allí donde Suramérica se junta con América Central, en la impenetrable selva del Darién; allí fue su sitio de confinamiento.
Ciento ochenta años después, al finalizar la guerra civil que en Colombia llamamos como La Violencia, el régimen dominante procedió de igual forma que los colonialistas, tras firmar un pacto de paz con las guerrillas triunfantes. Uno a uno fue eliminando a sus líderes, mientras a los combatientes los confinó en lugares apartados y agrestes, como las llanuras del Ariari y el territorio que ahora forma el Departamento de Arauca. El corazón de este pacto fue la constitución de un Frente Nacional, entre las dos facciones de la elite dominante, que excluyó a las fuerzas de izquierda existentes.
Desde entonces, han pasado 6 décadas y están a la vista de todos los resultados de aquel pacto elitista, que excluye,elimina y destierra a sus opositores, porque nos hundieron en un conflicto desfigurado, que afecta gravemente a la sociedad colombiana y a los pueblos vecinos.
Por fortuna, hoy en Colombia estamos intentando desarrollar una salida política al conflicto, El gobierno de Juan Manuel Santos nos invitó a dialogar, para buscarle fin al conflicto armado y aquí acudimos dispuestos a lograr una salida política.
Nos alienta la esperanza de la mayoría de los colombianos de ponerle fin al enfrentamiento fratricida. Nos alienta el decidido respaldo que recibe el proceso de paz, por parte de los pueblos y Estados vecinos, y de toda la comunidad internacional.
Desarrollar una solución política del conflicto, con transformaciones, verdad, justicia y soberanía, significa trazar unos nobles propósitos nacionales de largo plazo; que para lograrlos se necesita más fuerza que la que tenemos nosotros los elenos, por lo que necesitamos sumar fuerzas de las mayorías que quieren la paz.
“Unámonos alrededor de las coincidencias y dejemos a un lado lo que nos separa” es el gran legado unitario que nos dejó Camilo a los colombianos, y en este momento histórico, el principal propósito nacional es la búsqueda de la paz.
Resolver la diferencias que nos han separado por décadas, pensamos que comienza con la voluntad, que tengamos cada Parte para cambiar.
Asistimos a estas conversaciones, con la convicción que debemos cambiar lo que haya que cambiar, con tal que se abran las puertas a una democratización del país, que brinde a Colombia una vida digna como sociedad y como nación, que es el camino de la paz.
Las grandes empresas de comunicación difunden su mensaje sobre el cambio de esencia que debemos hacer la guerrilla; pero poco dicen del cambio que debe hacer el régimen, para que llegue la paz. Pensamos que estos cambios no deben ser solamente de apariencia, ni solamente de una de las Partes.
Nos preocupa que mientras cursa el proceso de paz, continúa la persecución abierta y encubierta, legal e ilegal contra la protesta social, la oposición de izquierda y contra todo aquel, que cuestione el modelo económico y el régimen imperantes.
Con Camilo decimos que son las clases gobernantes, quienes deciden cuál será el camino para que el pueblo acceda al poder. Ellas tienen la palabra.
Sería ingrato de nuestra parte no reconocer el aporte a este proceso de paz de los países Garantes: Brasil, Cuba, Chile, Ecuador, Noruega y Venezuela. Así como del recién conformado Grupo de países de apoyo, acompañamiento y cooperación, integrado por: Alemania, Holanda, Italia, Suecia y Suiza. A sus pueblos y sus gobiernos les estaremos eternamente agradecidos.
En especial, reconocemos el apoyo que recibimos de Ecuador, del presidente Rafael Correa, del Canciller Guillaume Long, de los distintos partidos y sectores de la sociedad.
A todos les decimos, que pueden contar con nosotros y que no los defraudaremos.
Muchas gracias. cambiar a fondo, y para la muestra están los acuerdos firmados con los compañeros de las FARC; proceso del cual estamos dispuestos a aprender; a la vez que amentamos el ambiente adverso, que existe para la implementación de estos acuerdos.
No venimos a estas conversaciones a pedir una revolución por decreto, si esperamos aportar a sintetizar entre todos, unos Cambios Básicos Urgentes, que abran la puerta a un camino hacia una Colombia en paz, democrática y soberana. Si esperamos, que el régimen se disponga a ceder de sus privilegios, para que haya una redistribución de la riqueza y del poder.
Creemos que un Diálogo Nacional es el mejor medio para llegar al entendimiento entre los colombianos y para lograrlo, está a disposición esta mesa de conversaciones; porque como decía el maestro Darío Echandía: “es mejor echar lengua, que echar bala”.
Consideramos que sería positiva la presencia en estas conversaciones, de los partidos opuestos a una solución política, porque todos somos colombianos y por tanto, todos estamos comprometidos en el logro de la paz.
Somos conscientes del daño que esta guerra causa a las naciones vecinas, por lo que una solución política del conflicto en Colombia, sería una contribución apreciable, para Terminar el conflicto armado exige reconocer, que el conflicto social y político continuará y que su trato debe hacerse de manera dialogada… como lo expresa la Agenda de conversaciones, que acá vamos a iniciar a discutir; que en su Punto Quinto dice que vamos a sacar la violencia de la lucha política.
El año anterior, en Colombia, mataron un líder social cada tres días, pero en lo que va de este año, han incrementado la persecución política y están asesinando a un líder popular cada dos días.
La Fiscalía sostiene que las fuerzas oscuras, no hacen estos crímenes de manera sistemática, ni con propósito político… pero la realidad demuestra que sólo matan a activistas de fuerzas alternativas y de izquierda.
No se va a detener este nuevo genocidio con medidas policiales, como colocar escoltas o aparatos de alerta a los miles de amenazados… lo que se requiere es voluntad, para optar por la solución política del conflicto.
Hace medio siglo, ya terminada la guerra civil llamada La Violencia, el dirigente de la derecha más dura, Gilberto Alzate Avendaño, tuvo valor civil para decir, que: “creamos los paramilitares, pero se nos salieron de las manos”… pero, hoy nadie de las elites dominantes asume responsabilidad por el accionar de estos grupos ni por la actividad ilegal de las fuerzas represivas estatales.
Nosotros estamos dispuestos a asumir responsabilidad por los hechos ocurridos durante el conflicto, y esperamos que los líderes de la otra Parte, hagan lo mismo. Sin esta asunción de responsabilidades no vamos a entregar la verdad completa a los millones de víctimas colombianas.
Los puntos 1, 2, 3 y 4 de la Agenda apuntan a una amplia participación de la sociedad en el proceso de paz, para lograr una democratización de la vida del país. Pero se requieren garantías, para que la gente se anime a participar y para que no sea victimizada por ello.
Un aporte que debe hacer esta mesa de conversaciones, es ir concretando progresivamente un Acuerdo Humanitario, que reduzca la intensidad del conflicto, por la vía de aliviar todos los dolores de esta guerra. En una progresión de acuerdos sucesivos, proyectados a materializar un cese bilateral del fuego.
El resultado de estas conversaciones depende de que cada parte nos movamos de las posiciones tradicionales que hemos mantenido, por lo que estos diálogos son para demostrar voluntad política de cambio.
El país ha visto que en la guerrilla estamos dispuestos a hacer de América Latina y el Caribe una región de paz.
Al día siguiente de que fuera elegido el actual presidente de los Estados Unidos, el Papa Francisco dijo, que “Cristo habló de una sociedad donde los pobres, los débiles y los marginados sean quienes decidan”, y para que esto ocurra seguiremos organizando la presión social y seguiremos resistiendo a quienes se aferran a sus privilegios por medio de la violencia.
Es una verdad histórica que las elites dominantes no regalan nada y que todo hay que arrebatárselo con la movilización y la presión de las mayorías nacionales; por ello la solución política y la paz también debemos conquistarlas entre todos.
Por este motivo llamamos a las colombianas y a los colombianos a movilizarnos y a participar en el logro de la paz; a cuyo servicio se encuentra esta mesa de conversaciones.
Somos una expresión político-militar de la clase popular, de los empobrecidos y excluidos, del pueblo trabajador; de los campesinos, indígenas, afros, mujeres, LGTBI, jóvenes, migrantes, presos políticos, profesionales, medianos empresarios. Pero no por esto les quitamos su vocería indelegable; a ellos invitamos a estar movilizados en este momento histórico, para dejar atrás una historia de exclusiones violentas.
Palabras del Jefe de la Delegación del Gobierno de Colombia, Juan Camilo Restrepo, en la ceremonia inaugural de la Mesa Pública de Conversaciones con el ELN
Colombia hoy no es el mismo país que hemos conocido en las últimas décadas. El de hoy, es un país con renovadas esperanzas de futuro, de unidad, de progreso; con desafiantes mandatos y expectativas de la sociedad. Nuestra nación hoy es un laboratorio universal de construcción de la paz, quizás el más vanguardista de esta época.
A lo largo de toda su vida republicana, Colombia ha enfrentado múltiples conflictos y expresiones de violencia; ha vivido grandes frustraciones y barbaries vergonzantes. Ha acumulado dolor y resentimiento. Sin embargo, ha continuado su camino hacia delante. Hoy estamos ante la oportunidad de, por fin, terminar el conflicto armado y pasar la página de la guerra.
Por años, Colombia, gobierno tras gobierno, emprendió la difícil tarea de conseguir la paz; por diferentes caminos, con resultados muy disimiles. Es una historia valiosa que nos ha dejado experiencias y aprendizajes invaluables.
Hemos aprendido a ponernos objetivos y a definir rutas concretas para avanzar en la dirección que el país necesita.
Hemos aprendido que tenemos visiones muy diferentes acerca de la naturaleza del conflicto y que las mesas de conversaciones, como esta que hoy se inicia, no son para ahondar en ellas, sino para encontrar los caminos para superar las heridas del conflicto y crear las condiciones para que no se repitan.
Hemos aprendido la trascendencia del papel de la ciudadanía al acompañar estos procesos, y cómo su interés, su conocimiento, y sabiduría pueden facilitarnos la tarea de llegar a acuerdos.
Hemos aprendido, también, que una mesa de diálogos tiene la enorme tarea de acordar el fin del conflicto armado, pero en ningún caso reemplazar las instituciones.
Construyendo sobre estos aprendizajes, de una manera franca, seria, realista, respetuosa y con un claro objetivo en mente, adelantaremos este proceso con el ELN.
Nos convoca para estas conversaciones la grandeza para poner la paz por encima de nuestras diferencias y para entender que son precisamente esas diferencias las que nos enriquecen como nación.
Unas conversaciones que materialicen el mandato constitucional de que “la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”.
¡Los colombianos tenemos derecho a la paz!
El acuerdo de diálogos de marzo de 2016: nuestra carta de navegación
Seremos fieles al texto y al espíritu del acuerdo suscrito en marzo de 2016; las agendas temáticas escogidas, su filosofía, sus principios y procedimientos serán nuestra carta de navegación.
De esta agenda quiero comenzar por rescatar dos elementos: la decisión de las partes de ejecutar los temas con la mayor “celeridad y rigurosidad”, así deice el acuerdo, criterios estos que quedaron expresamente consignados allí, por lo tanto, esto que hoy comenzamos no debe confundirse con una paz exprés.
Pero sí quiere decir, y quiero recordarlo en esta ocasión, que las partes nos hemos comprometido, a avanzar. Avanzar con tanta celeridad como la prudencia lo permita.
No venimos a esta mesa a explorar; ya la fase exploratoria quedó atrás. El objetivo de esta mesa –cito nuevamente el texto de marzo del año pasado- es “subscribir un Acuerdo Final para terminar el conflicto armado y acordar transformaciones en búsqueda de una Colombia en paz y equidad.” Esa es nuestra misión.
En esta fase pública, y en ella, nuestro espíritu es el de lograr un proceso creativo, innovador y pragmático que nos permita cumplir con los objetivos trazados. Venimos con una actitud propositiva para lograrlo.
Evitaremos caer en discusiones interminables, en un marasmo de conversaciones, o en un permanente estado dialogante. Estamos ya en un camino, debemos seguirlo recorriendo y estamos decididos a hacerlo.
Colombia y el mundo reconocen que esta oportunidad que hoy tenemos para terminar el conflicto armado y sentar las bases para la construcción de la paz muy difícilmente se nos volverá a presentar en el futuro. Esperamos que el ELN también valore y comprenda que éste es el momento de la paz.
El proceso que hoy inicia es un proceso independiente de otros, y por lo tanto merece un tratamiento único, particular; las discusiones serán autónomas y con esto pretendemos llegar a los acuerdos que respondan a la naturaleza de esta mesa. Reconocemos al ELN como una organización con su identidad e historia propias.
Claro, deberemos tener la madurez para incorporar del Acuerdo de La Habana aquellos aspectos que convengamos necesarios, siempre con una mirada constructiva y realista de los grandes avances que éste incorpora.
Tal como está consignado en nuestra carta de navegación, cito de nuevo, “Una vez hecho público este proceso”, es decir, a partir de este momento, “se establecerán mecanismos con la mesa de La Habana para identificar temas en que se requiera coordinación y sincronía”, hasta allí el texto. Este también será un elemento esencial que nos guiará en estas conversaciones.
Terminar el conflicto para construir la paz
A lo largo de los últimos años hemos enfatizado la importancia de llegar al fin del conflicto. Es decir, superar la etapa de la confrontación armada, y permitirnos empezar otra, marcada por las transformaciones necesarias para alcanzar la paz. Como indica nuestra carta de navegación, el objetivo de este ejercicio en uno de sus puntos es: “ponerle fin al conflicto armado para erradicar la violencia y propiciar el tránsito del ELN a la política legal”.
Cada dilación innecesaria en la búsqueda de la paz, significa el sacrificio de vidas y es tiempo que se pierde para sembrar las bases de la reconciliación nacional.
No es posible realizar los cambios que Colombia necesita, y sobretodo atender aquellas regiones más afectadas por la guerra si no somos capaces de detener la violencia.
Por supuesto que debemos cerrar las brechas en las condiciones económicas y sociales de que adolece el país. Que todos los colombianos, indistintamente del lugar donde vivan, tengan acceso a las mismas oportunidades. Que los derechos de todos se garanticen de la misma manera.
Queremos también profundizar nuestra democracia; alcanzar plenas garantías para la libre expresión de las ideas, que nadie sea estigmatizado por la forma como piensa, y así como decimos que el tiempo de la paz ha llegado, decimos también con la misma convicción, que el tiempo de la política con armas debe terminarse en Colombia.
Entendemos que modernizar nuestro Estado pasa por asegurar una mayor participación de la ciudadanía en los asuntos que la afectan directamente; promover una ciudadanía activa que contribuya a la toma de decisiones y al ejercicio del control político, como ha sido el espíritu de nuestra Constitución vigente y lo han reiterado nuestras Cortes.
Ejercicios de deliberación democrática sobre problemas como la educación, la pobreza, la exclusión social, la corrupción y la degradación ambiental, todos ellos incluidos en la agenda pactada con el ELN para estos diálogos, pueden beneficiar de manera notable a departamentos como Arauca, Norte de Santander, Cauca o Chocó, por solo mencionar algunos.
Hace pocos días en el departamento de Arauca, sus habitantes nos señalaron su deseo de emprender proyectos para las comunidades, y la urgencia apremiante de tener oportunidades económicas y opciones productivas. Pero también señalaron que esto debe hacerse en un ambiente sin la coacción armada que les pone tantas limitaciones y les viola sus derechos.
De eso se trata este proceso: de reconocer a las comunidades, entenderlas, saber escucharlas para acordar planes y programas que mejoren su calidad de vida.
La prioridad son las regiones. Poner en marcha la construcción de la paz supone respetar sus necesidades, su vocación, su propia historia, y su cultura. Una paz desde los territorios.
Las víctimas
Colombia honra a las víctimas de este conflicto. Insistiremos, como lo hemos hecho sin cesar, en que los derechos de las victimas están en el centro de estas conversaciones. La verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición son las raíces profundas y reales de la reconciliación. Estamos aquí para garantizar y defender esos derechos.
Las victimas juzgarán si estuvimos a la altura de este enorme reto.
Fin de la violencia. No más secuestro
De todo esto se trata este proceso, y fundamentalmente, que se termine la violencia que se traduce en la amenaza de las armas.
La ciudadanía no quiere más enfrentamientos en los que mueran nuestros jóvenes, los ataques contra la infraestructura que afectan a la población; la intranquilidad de vivir acosados e intimidados por la violencia diaria y de la inaceptable práctica del secuestro.
Quiero aprovechar esta ocasión para invitar al ELN a darle, ojalá pronto, la mejor noticia a los colombianos con una renuncia pública al secuestro. No es aceptable en ningún caso, ni en el plano humanitario, ni en el plano ético, ni en el político, ni el jurídico; el secuestro fue, ha sido y será injustificable.
Sin esta decisión por parte del ELN será muy difícil avanzar en la construcción de acuerdos y garantizar mejores niveles de credibilidad de esta mesa de diálogo. Colombia, la comunidad internacional aquí presente y las familias de quienes aún continúan secuestrados por el ELN esperan prontamente este anuncio.
Temas con los que inicia la mesa
Empezamos estas conversaciones con dos temas de manera simultánea o mejor con dos mesas:
Las dinámicas y acciones humanitarias: Lo humanitario y la construcción de gestos de confianza serán preminentes en el proceso que hoy inicia. Esto debe generar mejores condiciones para la discusión de otros temas de la agenda.
Y la segunda, es la participación de la sociedad en la construcción de la paz: Para que ésta sea útil, debe ser ordenada; para que sea provechosa debe acotarse en tiempos determinados, y para que sea relevante, debe enmarcarse en el espíritu participativo de la Carta del 91.
Este propósito de la Constitución del 91 ya cuenta con un desarrollo institucional para lograr la participación y sin duda será un soporte básico para cumplir los propósitos ya mencionados: una participación útil, provechosa y relevante.
Leo textualmente el acuerdo de marzo de 2016, “Las delegaciones definirán la metodología de trabajo y las formas en que estas iniciativas se considerarán, así como los mecanismos y formas de participación de la sociedad.”
Esta es la primera tarea a la que debemos abocarnos en esta mesa.
Teniendo una metodología clara, confiamos en que las propuestas de la sociedad, sin tener un carácter vinculante, serán de vital importancia en esta mesa.
Sabemos que estas propuestas, sumadas a aquellas que lleven a dicha mesa Gobierno y ELN, nos permitirán enriquecer el análisis de los temas que vamos a discutir.
Ese es el espíritu y el texto de lo ya acordado, y sobre el que empezamos a trabajar desde hoy.
Hacia una Colombia en Paz
La paz es para todos los colombianos; es la paz de la región, y una luz de esperanza para el resto de la humanidad.
Las nuevas generaciones, las víctimas del conflicto y el mundo entero están esperando que tengamos la sabiduría y la grandeza para superar esta guerra inútil.
Creemos en la importancia que tiene el paso que damos hoy. Un paso firme hacia esos ideales supremos de la nación.
Nuestro agradecimiento al Gobierno de la República del Ecuador por la generosa hospitalidad que le brinda a este encuentro por la paz y a la Universidad Católica por esta magnífica sede para que aquí tengan lugar estas conversaciones.
Agradecimientos también a todos países garantes: Brasil, Chile, Cuba, Noruega y Venezuela, que con dedicación y profesionalismo vienen acompañando este proceso. Y a los demás países que acompañan y lo apoyan.
Agradecimiento también, y muy especial, a la Iglesia Católica que con su acompañamiento desinteresado y sincero viene prestando un apoyo invaluable a este proceso.
No podemos ser inferiores al mandato que por la dignidad y la paz le reclaman a estas negociaciones los colombianos. Queremos responder a ese llamado.
Queremos dar pasos firmes hacia una Colombia en paz.
Muchas gracias.