La hora de los empresarios – Por Rafael Cuevas Molina

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Los empresarios han tomado la estafeta del protagonismo político que otros pierden. Véase por ejemplo en el otro extremo del continente, al señor Mauricio Macri comandando con ánimo empresarial a la Argentina y desmantelando los logros de las administraciones kirschneristas anteriores.

Carlos Slim, empresario mexicano cuarto hombre más rico del mundo según la revista Forbes, llamó inusitadamente a conferencia de prensa en Ciudad de México este viernes 27 de enero, citó repetidamente el libro de Donald Trump Great Again, y se ofreció como mediador entre el gobierno mexicano y el estadounidense en las negociaciones que se avecinan entre ambos, en el marco de lo que caracterizó como un “cambio civilizatorio”, y cuyos efectos estamos sufriendo y sufriremos más, según él, en el futuro.

Desde su lógica empresarial, a Carlos Slim no parecen asustarle los exabruptos de Trump. Los ve más bien como una oportunidad para México, toda vez que ese cambio civilizatorio, piensa él, no apetece ir hacia atrás, como predica Trump -es decir, hacia la reindustrialización nacional-, sino hacia delante, que él considera que es hacia más globalización tal y como viene sucediendo hasta ahora.

Dado el ascenso del señor empresario Trump al puesto de presidente de los Estados Unidos, no fue extraño que ante esta inusitada conferencia de prensa se le preguntara al señor Slim si estaba interesado en iniciar una carrera política que, eventualmente, lo llevara a él también a la presidencia. Respondió que no, pero lo más probable es que quién sabe.

Lo que sí podemos asegurar, dadas las evidencias, es que los empresarios han tomado la estafeta del protagonismo político que otros pierden. Véase por ejemplo en el otro extremo del continente, al señor Mauricio Macri comandando con ánimo empresarial a la Argentina y desmantelando los logros de las administraciones kirschneristas anteriores, tal y como su homólogo norteamericano lo ha hecho con los logros de la administración Obama desde el primer fatídico día en que se sentó en la silla que le corresponde en la Casa Blanca.

Los que pierden protagonismo son los organismos que, como nunca, deberían estar muy especialmente activos ante estas circunstancias continentales. En este caso concreto, nos referimos a la CELAC, que este 25 de enero recién pasado culminó sin pena ni gloria su reunión bianual en Punta Cana, República Dominicana.

Si se lee con atención las veintisiete páginas de la resolución final del encuentro, se puede constatar que no hay alusión ninguna a las nuevas circunstancias que enfrentará América Latina a partir de la recién instalada administración norteamericana, la cual, el mismo día en que concluía el encuentro latinoamericano en las paradisíacas playas del Caribe, firmaba el decreto para la construcción de un muro fronterizo entre México y Estados Unidos.

Independientemente que estemos de acuerdo o no con el análisis que el empresario Carlos Slim hace desde México, es por lo menos un esfuerzo de explicación de lo que está pasando, una apreciación de lo que puede deparar el futuro y una propuesta de participación activa en el proceso.
La disminuida reunión de la CELAC -a la que solo concurrieron seis presidentes de los 32 que deberían haber estado- no se dio, sin embargo, por enterada. ¿Fue por precaución, debilidad, susto u oportunismo? ¿Estarán con miedo a ser fusilados a twitazos trumpianos?

Efectivamente, en América Latina se está afirmando cada vez más este momento político en el que las fuerzas progresistas y de izquierda van perdiendo terreno frente al empuje de la derecha y los intereses empresariales. Y, en primer lugar, esto se debe a sus propios errores y su timoratez.

(*) Rafael Cuevas Molina. Escritor, filósofo, pintor, investigador y profesor universitario nacido en Guatemala. Ha publicado tres novelas y cuentos y poemas en revistas. Es catedrático e investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos (Idela) de la Universidad de Costa Rica y presidente AUNA-Costa Rica.

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