Debacle del neoliberalismo “progre” en Chile – Por Pedro Santander
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Las recientes elecciones municipales realizadas en Chile dejaron un sabor más que amargo en la alianza de gobierno (Nueva Mayoría, NM), un gusto a triunfo a la derecha y una inyección de vitamina a la izquierda.
La NM estaba moderadamente optimista frente a este evento electoral, la propia Presidenta Bachelet se mostraba con cierto optimismo, y el Ministro de Interior, Mario Fernández (un numerario del Opus Dei) señalaba – ante las malas evaluaciones del gobierno en todas las encuestas- que la verdadera encuesta serían las de estas elecciones. De ese modo cometió el error – que hasta hoy le critican sus camaradas- de presidencializar unas elecciones locales. Y los resultados de estas “encuestas” fueron catastróficos para la NM: perdieron con la derecha tanto en número de votos como en número de ciudades. Y lo que es peor, perdieron las principales comunas del país, las más numerosas en términos de habitantes y populares en su composición socio-económica.
Además, la derecha logró recuperar dos importantísimas comunas que había perdido en las elecciones del 2012: Providencia y Santiago-Centro. La primera de ella, situada en lo que llamamos el “barrio alto”, siempre fue cuna de la derecha, de hecho, un ex guardaespaldas de Pinochet, Cristián Labbé, vinculado a crímenes de lesa humanidad era el sempiterno alcalde, hasta que en 2012 una coalición ciudadana, liderada por una mujer independiente, Josefina Errázuriz, apoyada por el progresismo de la comuna y por la NM logró arrebatárselo. Pero esta vez, la derecha, aun dolida por haber perdido su reducto, presentó como candidata a la ex candidata presidencial Evelyn Matthei, pinochetista acérrima e hija de uno de los Generales de la Junta Militar que gobernaba con Pinochet. El ex presidente Sebastián Piñera la apoyo intensamente y logró un triunfo con el 53% de los votos.
Peor para la NM fue lo ocurrido en Santiago-Centro. La alcaldesa oficialista, Carolina Tohá, hija del asesinado ex Ministro del Interior de Salvador Allende, José Tohá, también fue derrotada por la derecha en lo que era considerado – de cara a las presidenciales del 2017- la madre de las batallas. Tohá (militante del PPD) también fue salpicada por los escándalos de corrupción política del país, al descubrirse que la minera no metálica, Soquimich (las más grande del mundo y propiedad del yerno de Pinochet), financiaba a su partido, mientras ella fue presidenta de la colectividad. Si bien ella señaló desconocer el financiamiento, simplemente nadie le cree. Además, Tohá es “hija política” de Ricardo Lagos, candidato presidencial oficialista. Esta derrota lo golpea directamente.
Así las cosas, la coalición oficialista quedó completamente desmoralizada, tanto por la pérdida de sus candidatos como por otro hecho: las cifras demuestran que más que una victoria de la derecha esto fue una derrota de la NM pues su electorado, al menos un 40% de éste, no fue a votar. Porque en votos nacionales la NM logró el 37.07% y la derecha el 39.2%. Es decir, la derecha subió en preferencias marginalmente en relación con el 2012, lo que ocurrió es que su gente sí fue a votar, mientras que el electorado del oficialismo se quedó en casa, castigando de este modo, al neoliberalismo “progre” de Michel Bachelet, caracterizado por escándalos de corrupción política, de errores de gestión, de falta de liderazgo e incumplimiento de promesas electorales que anunciaban cambios estructurales.
En cuanto a la abstención, ésta llegó al 65%, en algunas comunas hasta el 80%. Otra cifra más que da cuenta de la degradación del actual sistema política chileno, que fue consensuado a principios de los ’90 por la derecha pinochetista y el oficialismo para conformar un bloque neoliberal que perdura hasta hoy. De este modo, la candidatura de Ricardo Lagos quedó muy dañada, casi tan dañada como las relaciones entre los partidos del oficialismo. De hecho, al momento de escribir estas líneas, la Democracia Cristiana, el partido más importante de gobierno, aún mantiene las relaciones políticas con el Ejecutivo congeladas, decisión anunciada al día siguiente de la debacle electoral. Por el contrario, la candidatura de Sebastián Piñera, empresario, ex presidente y uno de los hombres más ricos del país, quedó fortalecida. Y quien no quedó ni debilitado, ni fortalecido, sino desaparecido es Marco Enríquez Ominami, el candidato del “progresismo”. Su partido PRO apenas obtuvo 2 alcaldes y el 1.95% de los votos. Y lo que ha terminado por sepultar su candidatura presidencial es la acusación que este jueves 27 de octubre realizó contra él el Consejo de Defensa del Estado, por fraude fiscal.
Como vemos, aguas turbulentas por todos lados en Chile, “un año interesante”, como dirían los chinos. Y lo que lo hace aún más interesante es el triunfo arrollador de la izquierda en Valparaíso, la segunda ciudad del país. El candidato Jorge Sharp, militante del Movimiento Autonomista (que cuenta con un diputado nacional, el congresista Gabriel Boric) logró conquistar la alcaldía doblando por sí solo tanto al candidato del gobierno como al de la derecha, siendo, además, cuarta mayoría nacional. Lo ocurrido en Valparaíso es toda una lección para la izquierda chilena. Es el resultado de una acumulación de fuerza social que por años viene luchado contra la escandalosa apropiación que el capital realiza del puerto y del suelo en esta ciudad, y que en esa lucha ha logrado articularse, unirse y, sobre todo, crecer transversalmente hacia otros sectores de la población. También es resultado del triunfo (nada fácil) de las posiciones en la izquierda de Valparaíso convencidas que sí hay que dar la pelea institucionalmente, no sólo en la calle, y ganar espacios de poder institucional.
Se trató de una campaña llena de voluntarios, que fueron sumando voluntades a medida que ésta avanzaba. Fue la única candidatura que contó con cientos de porteños y porteñas que trabajaron motivados por sus convicciones apoyando a Sharp, a diferencia de las otras en las cuales sólo se trabaja por dinero. Estudiantes, profesionales, artistas, pobladores, sindicatos, etc. fueron contagiados por un candidato de izquierda que no ocultó nunca sus convicciones y sus ideales, y desde ahí planteó soluciones no neoliberales a la crisis que vive nuestra ciudad. La izquierda, de este modo, tensionó al máximo a los partidos del oficialismo, como el Partido Socialista que se quebró ante esta candidatura; también volvió a inyectarle energía utópica a un amplio sector de los ciudadanos que se movilizaron y triunfaron.
Hace muchos años que la izquierda no conocía victorias de esta magnitud en Chile. Ahora toca gobernar y demostrar, también en ese terreno, que sí se puede.