Chile conmemora los 43 años del Golpe de Pinochet contra Salvador Allende

Soldiers guard members of the presidency of former Socialist President Salvador Allende outside the La Moneda presidential palace during the coup d'etat in Santiago in this September 11, 1973 file picture. Chilean Judge Victor Montiglio ordered the indictment and arrest of more than 120 members of the DINA, the Chilean intelligence service during Augusto Pinochet's dictatorship, for human rights abuses committed during Pinochet's 17-year rule, local media reported on September 1, 2009. REUTERS/Stringer/Files (CHILE POLITICS CONFLICT SOCIETY) BLACK AND WHITE ONLY
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Bachelet: «Nuestra memoria es un potente instrumento para la paz»

Este domingo 11 de septiembre, el gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, conmemoró los 43 años del Golpe de Estado, junto a los familiares de Salvador Allende.

La Mandataria recibió en La Moneda a los familiares del ex presidente y más tarde,asistió a la ceremonia interreligiosa en su memoria.

En su discurso, Bachelet aseguró que “hoy los ecos del más dolorosos hitos de nuestra historia reciente, resuenan en estos pasillo. Este es el epicentro de una historia que duraría demasiado, una historia de horror muerte y desapariciones, hechos vergonzoso, una historia terrible”.

“Nuestra memoria es un potente instrumento para la paz. Nuestros muertos merecen que honremos su memoria y no solo hoy, sino siempre. 43 años han pasado desde que se instalara momentáneamente la dictadura, pero hoy somos una sociedad que vive en libertad sin medio”, agregó.

La Mandataria sostuvo que es necesario conmemorar esta fecha, ya que es importante que las nuevas generaciones sepan “lo que hemos vivido”, pues ha sido ese pasado el que “nos ha conducido a este momento”.  “Tenemos frente a nuestros hijo la tarea de dar a la memoria el lugar que merece”, indicó.

En esa línea, la Presidenta comentó que se han dado pasos sustantivos para defender de la democracia, avanzando en una política integral de Derechos Humanos, donde la subsecretaria será el ente fundamental. En la ocasión, pidió a Lorena Fries que se haga cargo de la tarea, “dando continuidad y nuevo impulso a lo que se ha hecho en esta materia”.

“Es esta democracia, la que hoy debemos honrar. Perfeccionándola y haciéndonos cargo de sus carencias y este gobierno se ha hecho cargo”, terminando con el binominal, avanzando en una nueva Constitución, restableciendo las clases de educación cívica, fijando el voto de chilenos que viven en el extranjero y fortaleciendo la agenda de transparencia, explicó la Mandataria.

“Valorar y revitalizar la democracia es un ejercicio de memoria, para garantizar que nunca más seremos una sociedad fragmentada. En cada acción por nuestra democracia, estaremos eligiendo la vida, la fraternidad y el encuentro. Mientras la luz de la memoria siga viva nadie estará vencido y nada estará olvidado”, enfatizó.

En la instancia, participaron diferentes autoridades políticas, ya que en conjunto, han hecho un llamado a conmemorar esta fecha, visitando los diferentes «sitios de memoria». Entre ellos, destacaron los ministros de Estado y el ex presidente Ricardo Lagos.

La Jefa de Estado encabezó, también, la entrega de ofrendas florales en Placas Recordatorias y en el Salón Blanco.

La Tercera


Con emotiva ceremonia conmemoran 43 años del golpe militar en Los Ángeles

Publicado por

Nicole Briones/La Información es de Jorge Monares

En una emotiva e íntima ceremonia, un grupo de amigos y familiares se congregaron frente al memorial que recuerda al director de la Universidad de Concepción, campus Los Ángeles, y a cuatro estudiantes que fueron víctimas del Golpe de Estado de 1973.

El acto se realizó al mediodía de este sábado al interior del plantel educacional en víspera de la conmemoración de los 43 años que han pasado desde el derrocamiento del gobierno del presidente Salvador Allende.

En la oportunidad, Sergio Lara y Silvia Soto, compañeros de los universitarios asesinados y desaparecidos, dijeron que es importante “mantener la memoria histórica”, en especial en este monolito que fue inaugurado en diciembre del año 2010.

Sergio y Silvia hicieron recuerdos de Eduardo Miranda, Fabián Ibarra y Luis Cornejo, quienes fueron detenidos y se encuentran desaparecidos.

Además de Jaime Araya, ejecutado el 23 de septiembre de 1973 en el regimiento de Los Ángeles y el director de la universidad en los años 1971 y 1972, Pedro Ríos Castillo, asesinado el 2 de octubre del 1973 en el Regimiento “Tucapel” de Temuco.

Al homenaje póstumo, viajó desde Santiago, Carlos Miranda, hermano de Eduardo, quien militó en el Movimiento Izquierda Revolucionario (MIR).

Miranda lamentó que su madre al cumplir casi 99 años siga con la incertidumbre de saber qué pasó con él después de su detención por parte de la Dina, el 7 de octubre de 1974 cuando tenía 27 años.

BíoBío


Salvador Allende: el ilustre chileno derrocado por la dictadura

Nacido en Valparaíso, Chile, Allende fue lider del Partido Socialista, del que también fue fundado en 1933. Fue presidente de ese país en 1970 hasta el 11 de setiembre de 1973, cuando el golpe de estado de Augusto Pinochet irrumpió en su mandato democrático.

Allende perteneció a una familia de clase media acomodada. Estudió medicina y, desde su época universitaria, era muy afín a la política.

 A lo largo de toda su carrera política, fue diputado, ministro de salud y senador. Fue candidato a la presidencia de la república en cuatro ocasiones, y en la última logró alcanzar el puesto.

Una presidencia con muchos retos

Desde el comienzo mismo de su mandato, Allende se encontró con un país es graves dificultades sociales, fragmentado en muchas corrientes políticas que no lograban un consenso nacional. Desde antes de comenzar su gobierno, se realizaron intentos de evitar que eso sucediera. El más grave de estos terminó con el asesinato del Comandante del Ejército, general René Schneider, por parte de un comando de ultaderecha apoyado por la CIA estadounidense.

A pesar del duro comienzo, Unidad Popular, el conglomerado de partidos de izquierda que llevó a Allende al poder, comenzó a emprender su plan de acción buscando llevar a cabo las políticas socialistas que tenían en mente. Se nacionalizaron importantes empresas que habían sido privatizadas o que nacieron en la figura privada; entre otras medidas semejantes, se hizo estatal la producción de cobre, pero sin pago de indemnizaciones a las transnacionales estadounidenses, lo que enfrentó a Chile y EE.UU. en distintas instancias.

La debacle económica, la división social y el golpe

Durante su mandato, Allende luchó por mantener una economía que venía sangrando hacía años como un animal herido. La sociedad se polarizó mucho. La inflación se hizo incontrolable, pues las alzas salariales para contrarrestar el alto costo de vida se financiaron con emisiones de bonos estatales sin respaldo en la producción, la cual se vio disminuida por el bloqueo por parte de EE.UU. tras los conflictos por las expropiaciones impagas. Problemas de distribución de alimentos se vieron presentes cada vez más en todo el país, como consecuencia del bloqueo mismo, pero la gente -y la derecha- se volvió contra Allende.

Hacia 1973, el presidente decidió motivar instancias de diálogo, tras las fuertes protestas, huelgas y marchas que habían por todo el territorio chileno. Negoció con la oposición socialcristiana y aceptó la entrada de militares al gabinete, a la vez que ofreció realizar nuevas elecciones anticipadas, si eso resolvía la crisis.

La derecha y algunos otros sectores del espectro político consideraron que la situación era insostenible, y decidieron, de una forma más o menos abierta, llevar a cabo el golpe de estado militar contra Salvador Allende. En junio del 73 hubo un primer intento, llamado popularmente “el Tancazo”; un regimiento de blindados de la capital se volcó contra el gobierno, pero las fuerzas leales (operadas desde el gabinente) lograron mermar la situación.

Finalmente, el 11 de setiembre de 1973, el general Augusto Pinochet lideró el por fin exitoso golpe militar, durante el cual se bombardeó el Palacio de la Moneda, sede central del gobierno. Allende rechazó las exigencias de Pinochet y su séquito, y murió atrincherado la Moneda.

Durante años ha tenido lugar una polémica sobre la muerte, pues algunos afirman que fue asesinado (la versión más difundida) mientras que otros historiadores, literatos e intelecutales aseguran que se habría suicidado.

En 2011, un estudio presentó al tesis de que Allende habría intentado suicidarse, pero que el primer impacto que se auto infringió no fue certero, por lo que uno de sus escoltas había hecho el segundo disparo, a solicitud del presidente.

El 11 de septiembre de 2012 la Tercera Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago determinó el cierre definitivo del caso por la muerte del ex presidente. El fallo está basado en la presunción de que por ser disparos a corta distancia «en medicina legal puede ser atribuible al suicidio»

La Red 21


A 43 años del Golpe de Estado fascista en Chile contra Salvador Allende

Por Blas García

l martes 11 de septiembre de 1973, las Fuerzas Armadas chilenas, dirigidas por el general Augusto Pinochet Ugarte, salieron a las calles, cortaron las comunicaciones y bombardearon el Palacio de La Moneda, iniciando un golpe de estado fascista.

Derrocan violentamente al gobierno de la Unidad Popular, de Salvador Allende Gossens, elegido democráticamente en elecciones libres, quien muere dentro de la sede gubernamental, luego de ser atacado por fuerzas aéreas, tanques y tropas.

Allende murió luchando, sin darse por vencido. Y de esta forma se termina con el Estado de Derecho y las instituciones democráticas, dando inicio a 17 años de dictadura, en un régimen militar que se impuso por la fuerza y se mantuvo de manera violenta, como un orden autoritario de facto, en un período desdichado marcado por las represiones, allanamientos, exilios, violaciones a los derechos humanos, torturas y muertes.

Esto permitió la instalación del salvaje modelo económico neoliberal en Chile. La desnacionalización de los recursos públicos y la supresión de los derechos de los trabajadores fueron impuestas por la represión al pueblo chileno, estableciendo la injusticia social y una desigualdad desmedida en la distribución del ingreso y la riqueza. Un drama que ocurrió en Chile, pero nos marcó a todos, para siempre.

Participación yanqui 

El golpe militar, que el 11 de septiembre de 1973 derrocó en Chile al presidente constitucional Salvador Allende y provocó un baño de sangre en ese país, fue decidido y planificado tres años antes, en 1970 y pocos días después de que la Unidad Popular resultara victoriosa en las elecciones celebradas el 4 de septiembre de ese año.

El entonces presidente yanqui Richard Nixon y su consejero de seguridad nacional, Henry Kissinger, intervinieron personalmente en la planificación del golpe militar contra Allende.

La participación directa de Nixon y Kissinger en el golpe contra Allende quedó revelada hace poco tiempo, cuando el gobierno norteamericano liberó del secreto a una serie de documentos clasificados.

Plan golpista e intervencionista

Inmediatamente después de las elecciones que ganó Allende y antes de que asumiera, el 24 de octubre de 1970, intentaron forzar un pronunciamiento militar para impedir la asunción, y no vacilaron en asesinar al general Schneider para conseguirlo. Pero el plan fracasó.

Luego decidieron que Allende fuese derrocado por un golpe (sin fecha fija) y trazaron un plan que incluyó, entre otras medidas, acciones secretas de la CIA en Chile, un cuidadoso ahogo de la economía chilena, un apoyo manifiesto, aunque en las sombras, a los opositores de Allende y una campaña de propaganda persistente sobre supuestas restricciones a las libertades individuales y debilidad del régimen de Allende.

La intervención del Gobierno de los Estados Unidos en la política interna de Chile fue cada vez más abierta y desenfrenada.

Los grupos de derecha del Partido Nacional y el movimiento Patria y Libertad intentaron por diferentes medios terminar con el gobierno, apoyados y financiados por la CIA, que también conspiraba para terminar con el gobierno de la UP, debido a que lo consideraban una amenaza para los intereses yanquis en la región.

Durante el gobierno de Allende, los medios de comunicación masivos desempeñaron un papel fundamental en cuanto a la formación de criterio de la población. Además, manipularon la información para desacreditar las acciones y la figura del mandatario chileno.

La prensa de derecha comenzó una campaña publicitaria contra la coalición de la Unidad Popular que tenía como objetivo desacreditar al socialismo y despertar el miedo entre la población chilena.

Las noticias sirvieron como pretexto para defender los intereses del gran capital, que se encargó de decidir cuáles noticias debían tener una circulación preferencial y manejaron constantemente la ironía, el ridículo, el apodo ofensivo y el insulto. Incluso, documentos desclasificados de la CIA revelan que el gobierno estadounidense financió periódicos y revistas de derecha en perjuicio del gobierno de Allende.

Los métodos democráticos para sacar a Allende fracasaron y se preparó el derrocamiento de la experiencia socialista en libertad. Los camioneros, financiados por la oligarquía chilena y la embajada norteamericana, habían sumido al país en el desabastecimiento.

Una vida segada en La Moneda

Allende gobierna mil días que revolucionaron la historia chilena. Desde la nacionalización del cobre al vaso de leche para cada niño chileno, todo bajo el incesante hostigamiento y la intervención yanqui en los asuntos internos.

El golpe militar de septiembre de 1973 desató una ola de asesinatos y violaciones a los derechos humanos en Chile. Salvador Allende muere con su arma en la mano, fiel a sus convicciones y a su pueblo. Muere virilmente y con dignidad, defendiendo su cargo, no huye ni se esconde. En esta acción destaca, no sólo, su autoridad política, sino también, su enorme autoridad moral.

Ese once de septiembre de 1973 Allende cayó combatiendo por Chile y por su pueblo, luego que dejara -en un discurso sereno e inteligente- testimonio de fe inquebrantable en sus principios políticos. Murió en La Moneda y su muerte fue heroica, porque cayó enfrentando a un enemigo poderoso. Demostró más dignidad, más honor, más valor y más heroísmo que todos los militares fascistas juntos.

Allende, con sus últimas acciones, nos da una lección histórica de una enorme trascendencia política. Y treinta y seis años después, vive en el corazón agradecido de la mayoría de los chilenos, en el recuerdo de los revolucionarios, de los hombres progresistas, de los que luchan por el pueblo y sus problemas en toda Latinoamérica.

Santiago ensangrentada 

Con el golpe, Santiago se cubrió de sangre. Dos meses después del golpe, el 15 de noviembre, un informe del Departamento de Estado norteamericano titulado «Ejecuciones en Chile» reveló, entre otras cifras del terror, que los fusilamientos reconocidos por el gobierno de Pinochet eran 100, que las fuentes de inteligencia afirmaban que eran 320 y que otras 40 personas habían muerto al intentar huir de la custodia militar.

El informe destacaba en las conclusiones que el total de muertos a dos meses del golpe era: Según autoridades chilenas 600 aproximadamente; según un artículo de Newsweek del 8 de octubre de 1973: 2.796; según el artículo del The Washington Post del 21 de octubre sobre la declaración del director de la CIA, William Colby al Comité del Congreso: 2.000 o 3.000 chilenos.

Entre siete y ocho mil personas estaban detenidas en el Estadio Nacional de Santiago. Las personas eran llamadas a viva voz y las que respondieron de entre la multitud fueron ejecutadas en el mismo lugar, como es el caso del artista Víctor Jara.

Modelo neoliberal chileno

Desde 1973, la dictadura de Augusto Pinochet remodeló de un sablazo la economía chilena mediante de la reducción de los salarios y la liberación de los precios; y a través de la apertura unilateral de la economía, un patrón de crecimiento hacia afuera que diversificó las exportaciones, realizó rotundos recortes fiscales y encaró privatizaciones masivas.

Tres años antes que Argentina, que inició el giro neoliberal en 1976, y que Estados Unidos y Gran Bretaña, que tuvieron que esperar hasta los ’80 para la revolución conservadora, Chile avanzaba hacia la sociedad de mercado.

Continuidad del modelo

En 1990, cuando Pinochet finalmente dejó el poder, después de 17 años de asfixia política, económica y cultural, algunos especularon con un cambio económico, pero los cuatro presidentes de la Concertación decidieron no modificar la esencia del modelo, asentado en un manejo macroeconómico riguroso, sin déficit fiscal ni inflación, una estructura impositiva regresiva (los impuestos al consumo afectan incluso a los productos más básicos, como la leche y el pan, mientras que el impuesto a la renta es muy reducido).

Todo esto en el marco de leyes laborales hiperflexibles, con una de las tasas de sindicalización más bajas de la región (menos del diez por ciento) y servicios públicos carísimos. Como el huevo de la serpiente, la historia de Chile fue la historia de América Latina.

La vuelta a la democracia se dio en condiciones singulares, Pinochet continuaba al mando de las armas y el nuevo gobierno se había comprometido con el respeto a una transición pactada entre políticos y militares. Una de esas condiciones fue el respeto al modelo económico y el no cuestionamiento a la gestión económica de la dictadura, en especial a la venta de más de 300 empresas públicas a un precio muy por debajo de su valor, como un botín de guerra para la derecha económica.

Legalidad instaurada por la dictadura

La transición de la dictadura a la democracia se hizo, en 1989-1990, con la condición expresa que la legalidad instaurada por la dictadura y el esquema económico imperante fuesen conservados.

Este acuerdo, concluido en secreto, evocado de vez en cuando incluso por aquellos que lo alcanzaron, nunca fue publicado. Chile vive con una Constitución diseñada a medida por Pinochet y votada en 1980 en condiciones injustas: en plena dictadura, con un millón de chilenos exiliados por la fuerza, con decenas de miles en prisión, con miles de dirigentes políticos y sindicales desaparecidos en las mazmorras, sin listas electorales, y en medio del Estado de Sitio, sin garantías constitucionales.

Los chilenos sufren ese acuerdo tácito, secreto, que hace que si gracias al coraje de los magistrados un cierto número de militares pueden ser llevados a la justicia por atentados contra los derechos del hombre, los responsables políticos de la dictadura, los ideólogos y todos los apoyos de los militares, -que avalaron el golpe de Estado y justificaron todas las traiciones y todos los horrores-, siguen impunes.

La Opinión Popular

 

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