Colombia: crean primer sindicato de trabajadoras sexuales
El trabajo sexual no es indigno, lo indignas son las condiciones en las que se realiza. Esa es la idea de las mujeres de Sintrasex, el primer sindicato de trabajadoras sexuales legalmente constituido en el país.
La Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC) apoyó la creación de este sindicato, registrado oficialmente en noviembre pasado. “La CTC lo hace con una visión laboralista del tema, es decir, desde la consideración de la prostitución voluntaria como un trabajo que surte derechos para las personas que lo ejercen”, declaró la organización en un comunicado de prensa.
Este sindicato cuenta, por el momento, con 28 miembros en Bogotá. Es resultado del trabajo de la Asociación Nacional de Mujeres Buscando la Libertad (Asmubuli), que reúne a más de 600 trabajadoras sexuales de todo el país.
Sintrasexco busca lograr que el trabajo sexual sea reconocido como cualquier otro oficio, con los derechos y garantías laborales que esto implica. “Queremos que se nos reconozca como trabajadoras, no como putas”, declaró a Fucsia.co Fidelia Suárez, presidente del Sindicato.
Fidelia lleva más de 20 años como trabajadora sexual y considera que es necesaria una ley que proteja a quienes prestan este servicio, sin victimizarlos o tratarlos como población vulnerable, sino como verdaderos sujetos de derechos que realizan un oficio como cualquier otro.
Para Fidelia, términos como ‘puta’ o ‘prostituta’ son violentos, y estigmatizan y victimizan a las trabajadoras sexuales. Esta mujer, oriunda de Corozal, Sucre, ha realizado este oficio en varias ciudades de Colombia y Ecuador.
Gracias a él, ha logrado mantener a sus tres hijos. “Dios me la puso en el medio para mi remedio», dice en broma. «El trabajo sexual no es pecado, pecado es dejar que mi familia se muera de hambre. No somos víctimas, y aunque nuestros tìtulos son de la Universidad de la Calle, somos sicólogas de los clientes y frenteamos el mundo».
En Colombia, el trabajo sexual realizado voluntariamente por un mayor de edad no es considerado delito. Gracias a la sentencia T-629 de 2010, resultado de la demanda que instauró una trabajadora sexual, este oficio es reconocido como un trabajo.
Sin embargo, muchas mujeres que realizan esta labor se encuentran con discriminación y abuso de poder de la fuerza pública. Este 20 de enero, el colectivo Pares en Acción-Reacción Contra la Exclusión Social denunció el maltrato que vivieron varias trabajadoras sexuales en la plaza de San Victorino.
Según Fidelia, estas mujeres también se enfrentan con explotación por parte de ONGs.“Usando recursos que deberían ser para nosotras, algunas ONGs se dedican a victimizarnos, a traumatizarnos, a decirnos que no valemos nada, en lugar de, por ejemplo, educarnos sobre medidas que debemos tomar para proteger nuestra salud, o qué debemos hacer ante el abuso de un cliente”, opina Fidelia.
Las trabajadoras sexuales también se enfrentan a menudo con discriminación en los centros de salud, en donde son tratadas, en palabras de Fidelia, como un “foco infeccioso”.
“Si dices que eres trabajadora sexual, cuando llega tu turno, te llaman ‘a la prostituta le toca o te atienden de última‘», declaró una trabajadora en un informe realizado por la Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe (RedTraSex).
“Una vez pedí una cita para odontología. El día de la consulta sale la enfermera y dice que ella es ‘de las putas‘, refiriéndose a mí. Había mucha gente, yo quería que la tierra se abriera y me tragara”, dice un testimonio recogido por RedTraSex.
En 2014, el senador Armando Benedetti presentó un proyecto de ley para reglamentar el trabajo sexual y garantizar la seguridad social a quienes lo ejercen. Pero Fidelia no lo consideró apropiado. “Fue un proyecto creado por personas que no tienen conocimiento del tema, que no representa las necesidades de nuestra comunidad y que nos trata como discapacitadas”.
Por eso, Sintrasex quiere una ley con voz propia que garantice a las trabajadoras sexuales sus derechos y las reconozca como mujeres capaces y autónomas, en lugar de hacerlas sentir menos por la elección que hicieron en sus vidas. En palabras de Fidelia, “Mi cuerpo es mi herramienta y el trabajo es mi decisión. Nadie me está obligando a hacer esto. Entonces, ¿Cuál es el problema?».