Venezuela: Diálogo para qué – Por Julio Escalona

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La oposición no ha demostrado interés en un dialogo sincero para encontrar, por lo menos, un Modus Vivendi, es decir, una manera de convivir en paz resolviendo las diferencias mediante negociaciones formales y/o informales. Un preacuerdo que permita avanzar en conversaciones más amplias. En el caso de la Venezuela actual se trata de establecer un compromiso para erradicar la violencia en las relaciones gobierno-oposición, regla básica para la convivencia democrática.

Frente a este panorama surge la siguiente pregunta, ¿es posible la convivencia democrática con la oposición? Tiene ella, la oposición, ¿algún interés en esa convivencia? En las actuales circunstancias es conveniente que sea la oposición misma la que sobre la base de los hechos ante Venezuela y el mundo, despeje esa interrogante. Por sus hechos los reconoceréis.

La experiencia indica que la oposición no ha tenido interés en ese tipo de acuerdo por cuanto siempre ha tenido guardado un plan para derrocar al gobierno bolivariano. Ello se debe a que en lo fundamental ella expresa intereses imperiales.

El Golpe de Estado de abril de 2002 culminó con el retorno al poder del Presidente Chávez. El Presidente Chávez pudo haber tomado medidas de emergencia, tales como suspender las garantías constitucionales, ordenar la detención preventiva de varios dirigentes de la oposición, aquellos que directamente participaron en el golpe de Estado, suspenderle la concesión a los principales medios de comunicación pertenecientes a sectores sociales de la economía privada, por su participación directa en la organización y ejecución del golpe de Estado.

El presidente no hizo eso. Por el contrario, con un crucifijo en la mano se dirigió al país, pidió perdón, llamó al diálogo y reintegró a los ejecutivos de PDVSA a los cargos de dirección de la industria petrolera. Nombró a José Vicente Rangel como coordinador del dialogo y constituyó mesas para formalizar las conversaciones.

La oposición buscó una excusa y se retiró del diálogo. Pronto se supo por qué: tenía preparado un nuevo golpe de Estado mediante el paro petrolero. Eso tampoco les resultó. Provocaron la perdida de $ 20.000.oo millones, pero el gobierno no se derrumbó, por el contrario, se fortaleció.

El último intento de diálogo fue convocado por el presidente Maduro el 10 de abril de 2014. El presidente maduro los invitó a Miraflores, la sede del gobierno, les dio un tratamiento de interpares y les permitió plena libertad para hablar en cadena nacional a través de los medios radioeléctricos. Mayor apertura no se podía pedir.

Un aspecto relevante fue que todos los representantes de la oposición irrespetaron al presidente, pues ninguno fue capaz de dirigirse a él como presidente de la Republica. Como si estuvieran en una partida de dominó simplemente se dirigían a él diciéndole: mira Nicolás… o sin nombrarlo. Una actitud que prefiero no calificar. Parecida a la prepotencia clasista.

Sin embargo, la oposición se empeño en no avanzar en el diálogo si previamente no se ponía en libertad a los que ellos llaman presos políticos. Pero, las conversaciones de alto nivel, las conversaciones interpares, se realizan sin condiciones previas y ellos lo sabían y lo saben. La libertad de los detenidos como una condición previa sólo podía conducir al fracaso de las negociaciones. Ellos lo sabían. Leopoldo López sigue detenido, ello tiene que ver con una política de querer imponérselo al gobierno, como ocurrió en abril de 2014. Ahora quieren imponerlo mediante una Ley de Amnistía aprobada por la Asamblea Nacional. Eso lo que provocará es que Leopoldo López continúe detenido y ellos lo saben. Vale la pena preguntarse entonces ¿De verdad la MUD desea la libertad de Leopoldo López? Si quieren diálogo, ¿por qué no toman el camino de la negociación sincera, que no sea otra manera de crear condiciones para el derrocamiento del gobierno?

Es conveniente aceptar el diálogo para ante Venezuela y el mundo exponer cuáles son las verdaderas intenciones de los dirigentes de la oposición. Si lo que desean es chantajear buscando debilidades para imponer un programa neoliberal, eso debe quedar en evidencia.

Está claro que un programa socialista no se impone en una negociación, pero unas medidas nacionalistas, si en verdad la MUD no está coaligada con la derecha internacional, ¿por qué no serían aceptables?

Ignoro si el gobierno está dispuesto a negociar un tema tan grave como la libertad de Leopoldo López, donde ha habido muertos y heridos ¿Quién resarcirá a los muertos? Lo que sé es que el gobierno rechazará cualquier intento de obligarlo a tomar una medida como esa. Por la fuerza no habrá solución alguna, a menos que logren derrocar al gobierno, pero eso no está a la vuelta de la esquina y si se intenta, forzando procesos, costará gran derramamiento de sangre y terribles sufrimientos. La vía diplomática abre otras posibilidades.

En el diálogo de abril 2014, convocado por el presidente Maduro, se empeñaron en esa condición previa que sabían de sobra que el gobierno no aceptaría y de esa manera cerraron toda posibilidad de dialogo.

La oposición no ha ganado la guerra como para imponer condiciones. Eso es lo que nunca han querido comprender. La prepotencia clasista es enemiga del diálogo.

*Julio Escalona. Economista venezolano. Exembajador ante Naciones Unidas.

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