América Latina: el cambio ya empezó – Por Rafael Cuevas Molina

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En una sola semana, el mapa continental ha dado un vuelco, y si por las vísperas se saca el día, ojalá no estemos lamentando dentro de poco que otro baluarte del proyecto nacional popular latinoamericano, Brasil, también termine por tierra.

La derecha latinoamericana ha utilizado todas las formas posibles a su alcance para volver al poder. Ahora, en Argentina y Venezuela, lograron triunfos significativos por la vía electoral, pero ésta no ha sido sino la culminación, o solamente una faceta, de un largo proceso en el que confluyeron múltiples actores nacionales e internacionales, y diversas estrategias que pusieron bajo asedio a los gobiernos nacional-populares.

El caso venezolano es de antología, como lo fue el chileno en su momento. Durante todo el proceso previo, que al final desembocó en las elecciones del 6 de diciembre, y ante la guerra económica a la que se sometía al país, no pocos fueron los que vieron en ambos casos grandes similitudes. Y guardando las diferencias, piénsese también en Nicaragua, en su momento asediada por fuerzas armadas irregulares apoyadas por los Estados Unidos y con su principal puerto marítimo minado.

Es decir, no ha habido muchas diferencias en la estrategia que se ha utilizado en América Latina en la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días. Es un guion que se aplica solo con ciertas variaciones en función de las circunstancias concretas, pero que al final da resultados.

Pero no solo las estrategias de los oponentes de la derecha son las que tienen grandes similitudes, sino también muchas de las falencias de las fuerzas progresistas y de izquierda. Una de ellas es el de los grupos de izquierda que se entienden a sí mismos como los más radicales, los más revolucionarios, los más consecuentes, y que con su purismo miope no hacen sino llevar agua al molino de la derecha.

En una sola semana, el mapa continental ha dado un vuelco, y si por las vísperas se saca el día, ojalá no estemos lamentando dentro de poco que otro baluarte del proyecto nacional popular latinoamericano, Brasil, también termine por tierra.

Lo que sucede es grave y tendrá repercusiones en todos los rincones de América Latina. La derecha vuelve en todos lados por sus fueros envalentonada, buscando profundizar los cambios que o dejaron a medias o les fueron revertidos ahí en donde perdieron el poder.

Así como en Europa se desmantela los restos del Estado de Bienestar, aquí se busca limitar o eliminar conquistas de los trabajadores con tal que el capital encuentre las mejores condiciones posibles para expandirse y realizarse.

Y si con los gobiernos nacional-populares ya hubo espacios de conflictividad social por la implementación del modelo neo extractivista, ahora las puertas le estarán abiertas al capital que viene a cebarse con las riquezas naturales de nuestro continente, y la resistencia social será aún más criminalizada y reprimida.

En estas circunstancias, a pesar de los llamados a la reflexión, el análisis y la reconvención; a pesar de las consignas que voluntaristamente anuncian el pronto retorno al poder y la transitoriedad de la derrota, la tendencia que se advierte que dominara en los próximos años no es favorable para las fuerzas progresistas y de izquierda.

Hay que prepararse, en estas circunstancias, a que logros como la ALBA, las posiciones dignas y solidarias en el seno de UNASUR, y otros proyectos que nacieron al calor del ascenso del bolivarianismo, con el empuje de aquella magnífica triada conformada por Chávez, Lula y Kirchner que hizo morder el polvo al proyecto del ALCA hace 15 años en Mar del Plata, sufran paulatinamente cambios hacia posiciones más conservadoras, alejadas de los principios originarios de tener una voz latinoamericanista autónoma frente a los Estados Unidos.

Aunque será paulatino, y en cada país las circunstancias concretas irán dictando el enfrentamiento entre las dos grandes posturas en conflicto, el cambio ya empezó.

*Rafael Cuevas Molina. Escritor, filósofo, pintor, investigador y profesor universitario nacido en Guatemala. Ha publicado tres novelas y cuentos y poemas en revistas.
Es catedrático e investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos (Idela) de la Universidad de Costa Rica y presidente AUNA-Costa Rica.

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