Luis Guillermo Solís, presidente de Costa Rica, sobre los migrantes cubanos: “El problema está en vías de solución”

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Por Reinaldo Escobar

Costa Rica se ha visto trastornada este mes de noviembre por la llegada masiva de miles de cubanos. Procedentes de Ecuador, intentaban llegar a pie hasta Estados Unidos, pero Nicaragua les impidió el paso y, desesperados, se encuentran varados en la frontera norte costarricense. Sobre esta crisis migratoria conversó este domingo el presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, en exclusiva para 14ymedio.

Pregunta. ¿Cómo ha respondido la sociedad civil costarricense ante esta crisis?

Respuesta. Ha tenido un papel medular. La gente ha aparecido para ayudar de manera voluntaria y espontánea, han traído ropa y comida. También las iglesias han estado al lado de nosotros y de los migrantes, gestionando los albergues. Si no hubiera sido por toda esa ayuda, habría sido muy difícil gestionar algo así, especialmente en los primeros días.

P. ¿También en las zonas más pobres del país?

R. El cantón de La Cruz, donde estuvieron ubicados en un principio prácticamente todos los cubanos, es uno de los cantones más pobres de Costa Rica y sin embargo la gente de allí nunca dijo «denme a mí primero».

Los números fueron impresionantes. El primer domingo de la travesía, cuando llegaron los migrantes, en el distrito central de La Cruz llegó a haber más cubanos que ticos, por la acumulación que se produjo allí específicamente. Sin embargo, no hubo un solo incidente, no hubo un solo pleito. Todo lo contrario. La gente quería buscar soluciones y fue muy solidaria.

P. ¿La solidaridad ha trascendido al hecho de brindar techo y comida?

R. Le pedimos al Ministerio de Cultura y al Ministerio del Deporte que prepararan algunas actividades lúdicas, porque tantos días, tanta gente sin hacer nada y metidos en un albergue, se iban a volver locos. Se compilaron 500 libros, que no eran muchos, y también se empezaron a preparar partidos de fútbol, de béisbol, conciertos, obras de teatro. El Patronato Nacional de la Infancia llevó obras para los niños. Con eso fue posible también constatar esa otra parte de la migración, que se trataba de gente muy educada que quería leer, ansiosa de interactuar también en la parte cultural.

P. ¿Le resultó una sorpresa el cierre de la frontera por parte de Nicaragua?

R. Fue muy lamentable el cierre que hizo Nicaragua, pues hasta ese momento habían estado dejando que los migrantes pasaran. Pasaban con la visa, con un procedimiento que técnicamente se oye feo pero que se llama «deportación», que significa que se les trasladaba para que continuaran viaje a través de Nicaragua. No parece que quieran volver a abrir la frontera, a no ser que este lunes en las conversaciones entre los Gobiernos de Cuba y Estados Unidos, que son sobre migración precisamente, se arregle alguna cosa.

P. ¿Qué solución vislumbra a esta crisis?

R. Son varias las soluciones, porque tienen que alinearse un montón de factores. Uno ya se produjo que fue que Ecuador ralentizara la entrada de cubanos a su territorio, porque eso estaba generando un flujo muy grande que inexorablemente subía al norte. Eso era muy complicado. Segundo, necesitamos que los países de paso documenten a los migrantes y hay voluntad para ello. Sólo Colombia y Panamá no han empezado todavía ese proceso. En el caso de Colombia, porque asegura que le resulta materialmente imposible controlar una frontera tan grande como la que tiene con Ecuador.

En la reunión de San Salvador, creo que se logró que los gobiernos reconozcan la necesidad de darles una visa. Porque no es lo mismo viajar con visa que sin visa. Hemos insistido mucho en ello por cuestiones humanitarias. Porque si no, ¿cómo hacemos para protegerlos? Necesitan una visa que les permita moverse. Con una visa no tienen miedo, van al mercado, se conectan a Internet, compran una tarjeta de telefonía móvil.

Queremos tener la seguridad de que las personas que hagan esta ruta no caigan en manos del crimen organizado, que es lo que más nos angustia. Estamos haciendo también un llamado a mantener la calma.

Lo otro es que, si Estados Unidos quiere resolver este problema, debería cambiar la Ley de Ajuste. Porque no deja de ser algo perverso aceptar que puedan entrar, pero no por la vía más fácil, sino por la más difícil. Así, los cubanos quedan atrapados entre sus aspiraciones y los peligros de hacerlo por esa vía. Eso genera unas dinámicas muy complicadas, de orden geopolítico, por una parte, y de orden práctico, por otra.

No estoy diciendo que se haga un puente entre La Habana y Miami, pero de seguro cuando la relación entre Cuba y Estados Unidos esté completamente normalizada se deberá establecer un intercambio fluido y normal. Por eso digo que son soluciones múltiples. Todos tenemos que poner de nuestra parte.

P. ¿Y las diferencias entre los migrantes cubanos y los de otros nacionalidades?

R. Ahora mismo en Centroamérica hay un debate que alude a una parte medular del problema. Para países que emitimos migrantes, y no quiero excluir a Costa Rica de eso, es muy difícil lidiar con una población migrante que en su destino es recibida, documentada, eventualmente legalizada y se le entrega un documento de residente, mientras que hay una población propia que va al mismo lugar y que se le rechaza en la frontera.

Por otra parte, los migrantes cubanos vienen todos con su pasaporte, están documentados, pero por nuestra frontera sur también entran migrantes que vienen desde África, Asia, Pakistán sin papeles. EL desafío de lidiar con esta población indocumentada es un reto, porque ni siquiera existen legalmente. Ese es un drama espantoso.

P. Usted había anunciado un viaje a Cuba para el próximo 15 de diciembre antes de que todo esto ocurriera. ¿El tema de la migración ocupará un lugar privilegiado durante las conversaciones?

R. Será obligado hablar sobre el tema. Afortunadamente, yo entiendo que el problema está en vías de solución, o sea, el proceso para trasladar a la población cubana que está ahora mismo en Costa Rica, y a los que lleguen todavía, se está trabajando por la cancillería. Estuve con el presidente electo de Guatemala hace cuatro días y él va a continuar con la política del actual Gobierno, que es facilitar que pasen por su país. Ya el Gobierno de México dijo también que iban a pasar, así que estamos en vías de solución.

Aunque el tema de los cubanos en Costa Rica es parte de la agenda, las razones por las cuales voy a Cuba son también de otra naturaleza; van mucho más allá, porque estaba prevista desde antes. Vamos a consolidar un proceso de normalización de relaciones que comenzó en los años noventa, vamos a establecer en Cuba uno de nuestros puntales de trabajo hacia la cuenca del Caribe. Este Gobierno ha estado fomentando un diálogo y un involucramiento mayor de nuestros inversionistas con esa zona.

He tenido un desayuno en Nueva York con los jefes de Estado del Caricom orientada a esa lógica. Estamos desarrollando nuestra provincia caribeña, Limón, con el fin de que sea la puerta de Costa Rica hacia el Caribe. Cuba es una nueva realidad que nos puede hacer competencia en algunos temas para la economía costarricense, pero también es una oportunidad de intercambio y cooperación.

P. ¿Qué opina del pueblo cubano?

R. Tengo un gran cariño por el pueblo cubano. Aunque lo que hemos hecho por la migración cubana lo haríamos por cualquier otra migración. De hecho, una de las paradojas de toda esta historia es que con Nicaragua, Costa Rica ha sido un país abierto y fraterno, pero ahora ellos no parecerían tener la misma actitud con respecto a Cuba, que, dicho sea de paso, tanto les ha ayudado.

P. ¿Qué le dice a quienes afirman que Costa Rica está usando a los cubanos como «punta de lanza» contra Nicaragua?

R. Nosotros tenemos «nuestras pulgas que matar» con Nicaragua, tenemos una agenda complicada. En el caso nuestro, eso está judicializado, está colocado en la Corte Internacional de Justicia y se va a fallar pronto, en las próximas seis u ocho semanas, uno de esos contenciosos fronterizos, limítrofes y complicados. En las sedes internacionales es donde deben estar esos pleitos; nosotros no tenemos ninguna necesidad de usar a los cubanos como punta de lanza. Eso no tiene sentido.

P. ¿Cómo ha manejado la oposición al Gobierno costarricense esta crisis?

R. He visto a todos solidarios, sin quejarse. Hay casos aislados de gente que ha venido preocupada. En el propio gabinete, el shock del primer momento fue de tal magnitud que algunos venían a preguntar, ¿cuántos más van a llegar, presidente?» Pero era más la angustia de no saber.

P. ¿Cómo evitar en el futuro crisis como esta?

R. Primero hay que entender esto como un problema regional y que por lo tanto requiere de un alineamiento internacional importante. He sido un integracionista convencido desde hace muchos años. Creo en la integración centroamericana. En este caso particular, la integración no sirvió para nada. Lo sabíamos, por eso no queríamos ir a la reunión del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), porque ese no era el foro idóneo para hablar de este tema. No obstante, promovimos que más países participaran.

La dimensión de este problema obliga a ponerle luz, obliga a que se documente a los migrantes.

P. Se ha hablado de un puente aéreo. ¿En qué punto está esa solución?

R. Estamos justamente discutiendo sobre eso, pero como no hay un acuerdo regional, cada país decidió anunciar sus medidas en su propio tiempo.

14 Y Medio

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