Lino Barañao, ministro de Ciencia y Tecnología argentino: «El mayor reaseguro va a ser que los científicos defiendan lo logrado en estos doce años»

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Por Matías Ferrari

Con el aval de Cristina Kirchner, Lino Barañao seguirá conduciendo el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva más allá del 10 de diciembre, bajo la presidencia de Mauricio Macri. Su continuidad, inédita, despertó contradicciones en la comunidad científica, que durante la campaña realizó junto a él una acérrima defensa del modelo actual. “Si el objetivo del nuevo gobierno fuese desmantelar la ciencia y vaciarla de recursos, no me hubiesen elegido a mí”, dijo Barañao en diálogo con Página/12. El ministro contó que aceptó quedarse para “mejorar la economía del conocimiento” en el país. Objetivo que, según expresó, también comparte el presidente electo, quien se lo aseguró a través de un llamado telefónico que Barañao recibió el jueves pasado, mientras inauguraba junto a Cristina Kirchner el último tramo de las obras del edificio de Y-TEC, emprendimiento conjunto entre YPF, el Conicet y su ministerio. “No hay margen para volantazos” en el área científica, dijo Barañao, y agregó que “está garantizada la continuidad de todos los proyectos” que el Estado financia para la investigación. Sin embargo, aseguró que no está “atado al sillón”. Entre otros temas, habló del “dilema ético” de su decisión, de su rol dentro del futuro gabinete y de cómo será su relación con CFK de cara a lo que viene.

–Su continuidad generó sorpresa…

–A mí también me sorprendió. Yo había definido que me iba, tenía la mitad de la oficina empacada y las vacaciones arregladas. El martes tuve una breve charla con Marcos Peña para darle a conocer que estaba dispuesto a colaborar con la transición. Me preocupaba el riesgo cierto del desmantelamiento de la estructura y la administración de los subsidios. Peña me dice que no tienen a nadie para el cargo. Que la persona que eligió Macri era yo. Fue una sorpresa. Mi respuesta fue obviamente que debía consultarlo con la Presidenta, no sólo por ser su ministro y ella mi jefa, sino también porque fue ella la que creó el ministerio. Cristina me pidió que me quede como ministro y que lo haga explícito.

–¿Qué elementos pesaron más a la hora de tomar la decisión de continuar?

– La Presidenta fue expresa en que era necesario cuidar a los científicos, militantes o no, que son un recurso muy valioso. Pesó mucho el compromiso con la gente que se sentía abandonada por mí si salía del ministerio. Mantener el financiamiento y el personal fueron las claves. Mi evaluación era que, si yo me quedaba al margen y se daba un retroceso, iba a estar tranquilamente desde afuera denunciando que pasó lo que todos decíamos que iba a ocurrir. Y al revés: cuando supe que había voluntad de que yo siguiera y siguieran las mismas políticas, no podía no hacerme cargo. La disyuntiva ética fue esa.

–La comunidad científica fue la primera sorprendida, compartió con usted la campaña en defensa de lo conseguido.

–Es lógico tener previsiones. De todas formas lo que más recibí fueron mensajes de aliento y felicitaciones, además de algunas posturas contrarias. Lo que se planteaba como alternativa a mi continuidad era el desmantelamiento de este vehículo que es el ministerio, más allá de hacia dónde vamos. Hay gente que prefiere pensar que como no sabemos adónde vamos es mejor que se rompa el vehículo, que costó mucho construir. Mi postura es cuidar el vehículo y mantener el rumbo. Hay quienes piensan, tal vez desde afuera del sistema, que es mejor que esto fracasara, para así demostrar que únicamente un proyecto como el del FpV garantiza el desarrollo tecnológico. Eso no es lo que piensa la mayoría de la ciencia. Los investigadores no pueden pasar cuatro años sin tener subsidios, sin tener becarios, para demostrar una posición ideológica. Puede parecer muy pragmático, pero el mayor reaseguro va a ser que los científicos defiendan lo logrado estos doce años.

–Uno de los planteos críticos a su decisión sostiene que el modelo científico no puede separarse el modelo de país.

–Yo acuerdo con esa mirada. El debate está en el para qué se va a usar la ciencia, que es una herramienta. Está planteado que estamos en un período de desarrollo en el que hay que generar trabajo genuino en el país y para eso es necesaria la ciencia. En el plano económico, creo que es necesario aumentar la competitividad de las empresas que dan trabajo en el país, ese es un objetivo incontrastable y me parece que sería suicida pensar en una política que atentara contra las fuentes de trabajo. Me han elegido sabiendo que yo voy a defender mi postura. Si el objetivo del nuevo gobierno fuese desmantelar la ciencia y vaciarla de recursos, hubieran elegido a otro que fuera más fácil de manipular y no a mí. Más allá de ser ministro, tengo 18 años de sindicalismo en el Conicet, corté calles, tengo una trayectoria que no pienso dejar de lado.

–¿Qué habló con Macri?

–Me dio la bienvenida y me dijo que esperaba tener resultados y mejorar la economía del conocimiento. Si espera resultados es porque está dispuesto a poner los recursos para alcanzarlos. Fue un apoyo a lo que venimos haciendo.

–¿Le generan alguna inquietud las posiciones públicas conservadoras y pro-mercado de algunos de los que serán sus compañeros de gabinete?

–A muchos no los conozco. Sería irresponsable juzgar por antelación. Yo estoy dispuesto a defender una visión del rol de la ciencia en un país como el nuestro y generar trabajo de calidad. Esos son mis principios. Insisto en que si me eligieron es porque saben cuál es mi postura. Si hay una política de apertura total y salvaje que destruye las pymes que tratamos de acompañar con tecnología, desaparecen las pymes, y si desaparecen las pymes no necesitamos científicos. He hablado con Francisco Cabrera y me negaron que vaya a hacer eso. No tengo evidencias de que vaya a pasar. He discutido esto con el área más involucrada en esto del PRO. En la práctica, las posibilidades se acotan más que en la teoría. Esta es mi hipótesis de trabajo, que se comprobará experimentalmente y ahí uno tomará sus decisiones. No estoy atornillado al sillón.

–¿Qué planes de trabajo tiene el ministerio para la transición?

–Estamos trabajando con gente especializada del PRO para ocupar áreas políticas. Partiendo de la idoneidad para el cargo, lo que siempre hemos revisado. Necesitamos introducir caras nuevas y otras visiones. Después de ocho años de gestión, necesitamos darle aire, cambiar, rotar de funciones incluso.

–¿Consultará decisiones con la Presidenta?

–La Presidenta es una persona extremadamente inteligente, con mucho conocimiento de la realidad política. En la ciencia no se obedece la autoridad sino que se respeta la autoría, la creatividad. Y por Cristina tengo mucho respeto intelectual. Lógicamente, más allá de que aporte su opinión, hay muchos temas que son específicos y se van a consultar con el resto del gabinete. Además, mantendremos la línea de acción de estos ocho años, plasmada en un plan que fue elaborado por 3500 personas, con prioridades establecidas por todos los actores empresariales y sociales, que ya es política de Estado. El plan lo tenemos y el financiamiento también. Es un tren en marcha que tiene que seguir andando al mismo ritmo. A diferencia de otros ministerios, el de Ciencia tiene un libreto establecido. Muchos temas ya están en marcha, toda la planificación de base ya está comprometida. No habrá retraso en los proyectos que están en marcha. No hay margen para volantazos.

–Más allá del financiamiento, ¿cuáles son los ejes de las políticas en materia de ciencia que deberán continuar?

–Fundamentalmente, trabajar para la innovación productiva y la innovación inclusiva. Producir bienes y servicios intensivos en conocimiento para distribuir mejor la riqueza. Diversificar la matriz productiva, que mejora el índice de Gini y distribuye la riqueza. Ese sigue siendo el objetivo.

Página 12

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