Finalizan en Brasil los I Juegos Mundiales Indígenas

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La llama de la antorcha de los primeros Juegos Mundiales de los Pueblos Indígenas se apagó en Brasil en medio de cánticos, rituales y un espectáculo de fuegos artificiales y bajó así el telón de esta competición, que reunió a cerca de 2.000 indios de una veintena de países.

La localidad brasileña de Palmas, capital del estado amazónico de Tocantins, fue testigo durante nueve días de la diversidad cultural de los pueblos indígenas, que llegaron hasta el país suramericano procedentes de diferentes partes del globo, como Finlandia, Estados Unidos, Canadá y Latinoamérica.

La intensidad de las pinturas corporales, la delicadeza de los tocados -llamados «cocas»- y la variedad de las vestimentas dejaron patente ante los ojos de 5.000 espectadores las grandes diferencias étnicas.

Rusia puso la voz en esta despedida y la cantante Saina, quien desafió al calor con un traje de terciopelo, entonó una canción indígena con base de electrónica, ofreciendo una muestra más de tradición y presente.

El pueblo Terena, ataviados con pluma de avestruz, fue el encargado de apagar el fuego sagrado, el mismo que dio vida a estos juegos mundiales y que se volverá a encender dentro de dos años en Canadá, sede de la segunda edición de esta competición internacional.

Mientras los Kayapó se rendían ante las llamas, un dron captaba cada instante de esta ceremonia, marcada por la confraternización de los pueblos originarios, como la que demostraron los maoríes de Nueva Zelanda y la etnia brasileña Gaviao.

Pyrkre Jimokre, de 72 años, recibió una por una a las mujeres maoríes con un beso en la frente y un abrazo después de que las «guerreras» de Oceanía vencieran la final de la modalidad de tira y soga, en un alarde de fuerza y concentración.

«Es una fuente de inspiración para las nuevas generaciones. Inspira solidaridad. A pesar de que nos gusta competir, lo importante para nosotros es la participación», comentó Anna, quien celebró la victoria con el haka, un tipo de danza de guerra antigua que se utilizaba tradicionalmente en el campo de batalla y cuando los grupos se reunían en paz.

Los fuegos artificiales colorearon el cielo de Palmas -ciudad fundada hace menos de 30 años- y pusieron punto y final a este evento.

Durante nueve días los atletas practicaron las modalidades de tiro con arco, lanzamiento de lanza, carrera de tronco y la canoa rústica. También hubo espacio para el fútbol de cabeza, la natación y el huka-huka, un estilo de lucha tradicional brasileña de algunos pueblos indígenas del estado de Mato Grosso.

Hubo medallas para los vencedores, aunque el lema de los juegos ya lo decía: «Lo importante no es competir y sí celebrar».

CMI

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