Un debate presidencial que no debe dejar incógnitas – Diario La Nación, Argentina

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Finalmente, todo indica que la Argentina tendrá su primer debate presidencial con el cupo completo de candidatos a la primera magistratura del país. Y lo tendrá por partida doble, pues no será uno, sino dos: el primero, el 11 del mes próximo, en el canal de cable Todo Noticias, y el segundo, cuatro días después, en la UBA, organizado por Argentina Debate.

La doble pulseada será con vistas al ballottage del 22 de noviembre entre quienes resultaron ser los dos candidatos con mayor cantidad de votos en la primera vuelta, realizada el domingo pasado: Daniel Scioli y Mauricio Macri. Ese día la Argentina definirá quién será su nuevo presidente por los próximos cuatro años. Será un hecho histórico, como lo son todos los comicios indudablemente, pero en este caso tiene la particularidad de que se producirá después de 12 años continuados de gobiernos encabezados por personas del mismo apellido e integrantes de la misma familia.

Además, no cuenta con precedente en su tipo, ya que se trata del primer ballottage presidencial por concretarse en la Argentina tras la frustrada segunda vuelta electoral de 2003, cuando Carlos Menem desistió de presentarse para dirimir la presidencia de la Nación con Néstor Kirchner.

A todos esos condimentos se les agrega uno que no podemos dejar de señalar: será un desafío importantísimo tanto para Scioli como para Macri, pues la diferencia de votos entre ambos en los comicios del domingo ha sido exigua y nadie podría hoy aventurar con cierto grado de certeza qué puede llegar a ocurrir el 22 del mes próximo.

Muchas cosas cambiaron desde que Argentina Debate -plataforma integrada por diversas organizaciones no gubernamentales, medios de prensa, periodistas y empresas, entre otras personas y organizaciones de la sociedad civil- logró reunir por primera vez en el país a cinco de los seis candidatos a presidente surgidos de las PASO. Ese encuentro tuvo lugar el 4 de este mes y el único postulante que no asistió fue Scioli. La silla vacía que graficó su deserción en el escenario fue una imagen lamentable. Scioli intentó justificar su ausencia en varios puntos por los que fue duramente criticado: que no estaban claras las pautas por seguir en la discusión, que él no necesitaba debatir porque lo hacía todos los días con los ciudadanos y porque para concretar un debate se necesitaba una ley. Curiosamente, ninguno de esos requisitos parecen impedir ahora a Scioli aceptar enfrentarse con Macri. Las reglas del debate son las mismas que ya había aceptado su equipo de negociadores antes del 4 de octubre; él puede seguir discutiendo sus ideas cara a cara con los ciudadanos y eso no le impide hacerlo con sus contrincantes políticos, y está visto que no se necesitaba una ley que, por otro lado, fueron los propios legisladores oficialistas en el Congreso los que se encargaron de cajonear.

Sin dudas, hoy las circunstancias son otras para el gobernador: no ganó en primera vuelta, como daba por hecho; lo sucedido el domingo aporta un dato más para defenestrar el mito que dice que no le conviene debatir a quien va primero en las encuestas, y está visto que el temor a perder en la elección definitiva termina siendo más fuerte que el de confrontar ideas públicamente.

El análisis, sin embargo, no debe quedarse en el pasado, debe ser superador. Por eso, lo que debería importarnos de aquí y hasta los debates prometidos es qué tienen para decirnos los dos hombres que han sido elegidos por un amplio margen de la voluntad popular con vistas a tomar el timón del país el próximo 10 de diciembre.

Hasta el momento, salvo algunos temas muy puntuales, los hemos escuchado hablar de generalidades. Han sido reacios a entrar en detalles. Incluso, elípticos. «Pobreza cero», ha dicho Macri. «Llevar las Unidades de Pronta Atención (UPA) a todos el país», ha prometido Scioli. «Un millón de créditos hipotecarios», lanzó el candidato de Cambiemos. «Modificaciones en el impuesto a las ganancias», prometió el representante kirchnerista.

En esta instancia electoral, la definitiva, no alcanza con los grandes trazos. Se necesita conocer los detalles: el fondo, pero también las formas; los recursos con los que llevarán a cabo las promesas y la procedencia de esas partidas; los nombres de los encargados de diseñar los planes y los plazos estimados para su concreción.

Urge saber qué y cómo harán para encarar temas tan sensibles como la inseguridad, el narcotráfico, el cuidado del medio ambiente y la calidad educativa; qué se hará con el todavía hoy altísimo empleo en negro; con las absurdas y falaces mediciones del Indec; con el cepo, el déficit fiscal y la inflación y con otros temas centrales de la economía; con la inserción de la Argentina en el mundo; con la transparencia en los actos de gobierno, y el sobredimensionamiento del Estado.

La lista es larga y es hora de empezar a desbrozarla. Ya hemos dicho y con insistencia desde estas columnas que debatir no es una concesión altruista que la ciudadanía hace a los candidatos, sino la materialización del derecho que tienen los habitantes de un país de conocer en profundidad qué piensan quienes se postulan para semejante responsabilidad institucional.

Y si de responsabilidad se trata, es necesario reclamar que el debate se dé en el tono civilizado, de mesura y respeto que nos merecemos todos desde siempre, pero más aún en estas épocas en que se ha intentado dividir y enfrentar a la sociedad como nunca antes.

La Nación

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