¿Por qué tenemos que recuperar la soberanía efectiva de las Islas Malvinas?
Por Ezequiel Magnani *
¿Por qué tenemos que recuperar la soberanía efectiva de las Islas Malvinas? Esta nota identifica y examina cuatro respuestas a una pregunta que, en principio, parece obvia. La primera razón está vinculada al pasado y a la justicia. La segunda razón está asociada al presente y a la economía. La tercera y la cuarta están relacionadas al futuro y a la seguridad internacional. Todas ellas son complementarias entre sí y suficientes en sí mismas para direccionar ya mismo todas las fuerzas de la nación a la recuperación de la soberanía efectiva de nuestras Islas Malvinas.
I. Tenemos que recuperar la soberanía efectiva de las Islas Malvinas porque son nuestras
La primera razón es la más evidente y la que está más difundida en la ciudadanía argentina. Tenemos que recuperar la soberanía efectiva de las Islas Malvinas porque son nuestras (Kohen y Rodríguez, 2017; Argentina, s/f). El 3 de enero de 1833 el RUGBIN usurpó las Islas Malvinas y expulsó de forma violenta a nuestras autoridades y población, colocando a su propia gente y autoridades. Un acto militar, forzoso y violento en donde se expulsaron a las autoridades de una Nación que ejercía soberanía efectiva sobre las islas. En tal sentido, la presencia colonial del RUGBIN en el Atlántico Sur desde 1833 parte de un acto profundamente ilegal, ilegítimo y violento. El paso del tiempo no anula, socava ni morigera la ilegalidad, la ilegitimidad y la violencia sostenida en el tiempo de la ocupación colonial británica en las Islas del Atlántico Sur.
Concretamente, las Islas Malvinas son argentinas por tres contundentes razones (Rodríguez, 2021). En primer lugar, porque la Argentina tiene su título fundamentado en la sucesión de los derechos del Reino de España sobre la base del principio del uti possidetis iuris. Como las Islas Malvinas eran parte del Virreinato del Río de la Plata (hecho que era reconocido por el RUGBIN), luego de la Revolución del 25 de mayo de 1810 y la declaración de la independencia el 9 de julio de 1816; la Argentina recibió los títulos legítimos sobre las Islas del Atlántico Sur. En segundo lugar, porque la Argentina no solo sucedió a España en los derechos de las islas, sino que también ejerció de forma concreta la soberanía efectiva de las Islas Malvinas de 1810 hasta la usurpación violenta británica en 1833. En tercer lugar, porque la Argentina nunca dejó de reclamar frente a la usurpación británica de las Islas Malvinas. Es decir, nuestro país nunca mostró consentimiento frente a la ocupación del RUGBIN.
En definitiva, esta primera razón es normativa y asociada al pasado. Las Islas Malvinas son argentinas y recuperar la soberanía efectiva implica reivindicar un reclamo histórico justo, mientras que el perjuicio implica sostener una evidente injusticia contra nuestro país y la comunidad internacional (Campagna, 2022a). Ahora bien, la injusticia se combate con poder y decisión política. En política internacional no alcanza con tener razón y un reclamo justo. Para cambiar las cosas, tener razón solo importa si también tenés poder y voluntad de ejercerlo. Los argentinos no tenemos que inventar nada nuevo, solo tenemos que hacernos cargo de nuestros intereses.
II. Tenemos que recuperar la soberanía efectiva de las Islas Malvinas por nuestros RR. NN
La segunda razón también es evidente, muy mencionada por los políticos argentinos y difundida por los estudiosos y promotores del tema. Tenemos que recuperar la soberanía efectiva de las Islas Malvinas por nuestros recursos naturales presentes en el Atlántico Sur. La importancia de los recursos en el Mar Argentino es un tema que se ha investigado extensivamente (Koutoudjian y Félix Martín, 2015; Ministerio de Economía de la Argentina, 2022).
Dos cuestiones centrales deben tenerse en cuenta a la hora de abordar este tema. En primer lugar, que la resolución 31/49 de la Asamblea General de Naciones Unidas de 1976 exhorta a la Argentina y al RUGBIN a no realizar actos que modifiquen de forma unilateral la situación en las islas mientras los territorios sigan sujetos al proceso de negociación establecido por la resolución 2065 (XX). En segundo lugar, que los recursos económicos presentes en el Atlántico Sur y explotados ilegal e ilegítimamente por el RUGBIN pueden distinguirse entre recursos vivos y no vivos (Valladares, 2016).
La explotación de los RR. NN en las Islas Malvinas por parte del RUGBIN está atravesada por la constante omisión de la resolución 31/49. Dicho de otra manera, la potencia colonial violó sistemáticamente esta resolución modificando unilateralmente la situación en las Islas Malvinas. Desde el final de la guerra hasta la actualidad, el control británico se amplió de 3 a 200 millas náuticas de cada isla del Atlántico Sur (Mapa 2), lo que le permitió mejorar la economía de las islas pasando de una producción centrada en el ganado ovino a otra asociada a licitaciones de pesca y de explotación offshore de hidrocarburos (Rattenbach, 2022).
En materia de hidrocarburos, las Islas Malvinas tienen tres cuencas en sus adyacencias. La primera es la Cuenca Malvinas Oeste, la cual está bajo la soberanía efectiva de la Argentina. Las otras dos cuencas son la del Norte y la Oriental. Estas son las que constituyen el problema en materia de RR. NN debido a las licencias ilegales de exploración y explotación que son otorgadas por la potencia colonial en violación a la resolución 31/49 de Naciones Unidas. En la actualidad, las principales empresas que participan en las tareas de exploración y eventual explotación son la británica Rockhopper Exploration PCL y la israelí Navitas Petroleum. Ambas compañías están asociadas desde el 2020 y fueron sancionadas por la Argentina, que además elevó protestas formales ante estos actos ilegales y unilaterales.
En concreto, la segunda razón es económica y vinculada al presente. Las Islas Malvinas tienen RR. NN que están siendo usufructuados por una potencia colonial que ocupa militarmente el 25% de nuestro territorio. Es decir, el RUGBIN nos está robando recursos que son nuestros por historia y derecho. Además, son recursos que necesitamos para potenciar nuestro desarrollo y crecimiento económico.
III. Tenemos que recuperar la soberanía efectiva de las Islas Malvinas porque no podemos dejar que nuestro territorio esté atado a dinámicas de seguridad internacional que no nos involucran directamente
Las Islas Malvinas son argentinas por derecho e historia. La ocupación británica es ilegal, ilegítima, colonial y se fundamenta simplemente en la asimetría militar. En la práctica, esta usurpación implica que el RUGBIN administra las islas, siendo consideradas por ellos como parte de los Territorios Británicos de Ultramar. En otras palabras, la Argentina tiene soberanía en las Islas del Atlántico Sur, pero no tiene la soberanía efectiva al no tener el control material, militar y objetivo de la tierra. Esto implica que el 25% del territorio nacional está sujeto al accionar unilateral de una potencia colonial que opera militarmente a nivel global junto al país más poderoso del mundo: los Estados Unidos de América (EUA). Tenemos que recuperar la soberanía efectiva de las Islas Malvinas porque no podemos dejar que nuestro territorio esté atado a dinámicas de seguridad internacional que no nos involucran directamente.
Dado que el RUGBIN es el principal aliado militar de los EUA, la presencia colonial británica en las Islas Malvinas hace que cualquier conflicto de escala global involucre a territorio argentino. Dicho de otro modo, la potencia colonial trae a nuestras costas dinámicas de seguridad internacional que no tienen por qué involucrarnos directamente. En este punto, coincidimos con González Levaggi (2023) en que “no hay mejor remedio que fortalecer las propias capacidades estatales con una agenda de autonomía estratégica que articule vigilancia y reconocimiento desde el espacio submarino hasta el espacio ulterior para una posterior presencia y control efectivo del Atlántico Sur” (p. 190). Dado que cualquier tipo de cooperación militar asimétrica y aquiescente con el RUGBIN solo fortalece el statu-quo en detrimento de los intereses argentinos, la única opción posible –si el objetivo principal es recuperar la soberanía efectiva de las Islas Malvinas– es utilizar a la defensa nacional para fortalecer la posición geopolítica de la Argentina en el Atlántico Sur con el objetivo de revisar el statu-quo vía imposición de costos a la potencia colonial (Magnani, 2024).
IV. Tenemos que recuperar la soberanía efectiva de las Islas Malvinas porque tenemos intereses en la Antártida y conocemos el comportamiento imperial del RUGBIN
La Argentina tiene intereses concretos en la Antártida (Zingoni Vinci, 2020), un continente que está dentro del mismo sistema geoestratégico que las Islas del Atlántico Sur y la Patagonia Argentina (Eissa y Caplan, 2015; Ministerio de Defensa de la Argentina, 2021). Es decir, lo que pasa en las Islas del Atlántico Sur y la Patagonia Argentina afectan a las actividades en la Antártida y viceversa. En este asunto vinculado al continente blanco, la presencia colonial del RUGBIN constituye una amenaza a los intereses argentinos producto del historial de comportamiento imperial de la potencia. Tenemos que recuperar la soberanía efectiva de las Islas Malvinas porque tenemos intereses en la Antártida y conocemos el comportamiento imperial del RUGBIN.
Independientemente de los reclamos territoriales congelados evidenciados en el Tratado Antártico, la Argentina tiene interés en seguir manteniendo al continente blanco como una zona de paz, de investigación y de cooperación entre países. Hasta el momento, los intereses con el RUGBIN son convergentes en la medida que ellos tienen objetivos similares asociados a la estabilidad en dicho continente. No obstante, la historia de asertividad militar que tiene el RUGBIN a la hora de hacer prevalecer sus intereses es evidente. Particularmente en aquellas regiones del mundo que se encuentran alejadas de las islas británicas y contra países que, a priori, perciben como inferiores. Entre los ejemplos más icónicos tenemos la Guerra de Independencia de los Estados Unidos (1775-1783), las dos Guerras del Opio (1839-1842 y 1856-1860), las dos Guerras Bóer (1880-1881 y 1899-1902), la Guerra de Malvinas (1982) y la Guerra de Afganistán (2001-2021) llevada adelante por la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
La cuestión no es demasiado compleja, los poderosos siempre utilizaron su poder, específicamente en su dimensión militar, para intentar imponer sus intereses de escala mundial. Los seres humanos, los Estados y el sistema internacional no cambiaron sustantivamente como para que el presente y el futuro sean distintos del pasado. Una visión realista propia de las Relaciones Internacionales tiene en claro esto. Una perspectiva constructivista puede pensar, equivocadamente, que la conexión identitaria entre la Argentina y el RUGBIN hace que los intereses de ambas naciones son los mismos. Por su parte, un enfoque institucional puede confiar sin demasiadas certezas en que, llegado el caso, los británicos no van a utilizar su fuerza militar porque sus acciones van a estar constreñidas por los acuerdos internacionales suscriptos dentro del Sistema del Tratado Antártico. Cada uno puede analizar las Relaciones Internacionales desde la perspectiva que más le guste, pero esta nota recomienda la prudencia, la maximización de beneficios y la minimización de los riesgos.
Ahora bien, querer recuperar la soberanía efectiva de las Islas Malvinas porque conocemos el comportamiento imperial del RUGBIN no implica desconocer la capacidad de concentración de fuerzas que tienen los británicos. Es decir, que pueden concentrar todo su poder militar en una parte específica del mundo en pocas horas. Esto es una realidad y si hay conflicto en la Antártida, ellos van a ser capaces de hacer eso junto a sus aliados. Dicho esto, recuperar la soberanía efectiva de las Islas Malvinas y quitarles la posibilidad de tener una base militar y soporte logístico-operativo a pocos kilómetros es una cuestión fundamental para los intereses de la Argentina.
La estabilidad y la paz en la Antártida requiere tener capacidad militar para disuadir e impedir que las potencias extranjeras actúen de manera militar y unilateral para hacer prevalecer sus intereses. En el largo plazo, los intereses de la Argentina en el continente blanco son distintos a los del RUGBIN. Nuestros centros urbanos, economía y recursos están a pocos cientos de kilómetros de la Antártida, mientras que los británicos están a miles de kilómetros. Ellos se pueden dar el lujo de que el Atlántico Sur sea inestable y conflictivo, nosotros no. La presencia del RUGBIN en las Islas Malvinas es una amenaza que atenta contra la capacidad de la Argentina de mantener la estabilidad y la paz en el continente blanco.
Finalmente, aumentar la magnitud de recursos públicos destinados a la defensa nacional es fundamental para no perder la Antártida (Battaleme, 2018), pero no es lo único que hay que hacer. Si invertimos en defensa y cooperamos militarmente con el RUGBIN, lo único que hacemos es fortalecer un statu-quo en el Atlántico Sur que nos perjudica. En este escenario, la Antártida la perdemos igual. Es decir, invertir más en defensa es una condición necesaria pero no suficiente en sí misma. También hay que tener claridad respecto de quiénes son nuestros amigos y nuestros rivales internacionales. Hay que aprender de las lecciones de la Guerra de Malvinas y entender que los conflictos interestatales con las potencias están más vigentes que nunca (Battaglino, 2022a; 2022b).
* Miembro del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Magíster en Estudios Internacionales por la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT). Senior fellow de la Fundación Meridiano de Estudios Internacionales y Política Exterior. Profesor de seguridad internacional y defensa en la UTDT y en la Universidad Austral.