Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
llke Toygür y Luis de Lossada *
El sistema multilateral internacional está sometido a crecientes tensiones debido a las presiones geopolíticas, la fragmentación económica y al aumento de la demanda de reformas institucionales. Las guerras y los conflictos recientes han puesto de manifiesto las múltiples limitaciones de las estructuras de gobernanza internacional, desvelando profundas divisiones entre Occidente y el Sur global. Las potencias medias emergentes han ganado protagonismo dentro de la gobernanza global y exigen un sistema más integrador y representativo.Para la Unión Europea, este cambiante panorama geopolítico presenta tanto retos como oportunidades. Aunque aspira a consolidarse como un pilar de estabilidad en un orden multipolar en evolución, su capacidad para generar confianza con socios clave del Sur global sigue siendo incierta. A esto se suma la incertidumbre provocada por la reconfiguración de la relación transatlántica con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y la posición de su gobierno sobre la cooperación internacional. El distanciamiento de Estados Unidos en foros multilaterales y sus cambios en política exterior están forzando a Europa a reconducir su estrategia exterior, haciendo más crucial que nunca fortalecer sus lazos con el Sur global y las potencias emergentes.En este contexto, la reforma del multilateralismo se convierte en una de las múltiples áreas clave en las que la Unión Europea debe colaborar estrechamente con el Sur global. La necesidad de un sistema de gobernanza más inclusivo y eficaz es un punto de convergencia clave con actores como Brasil, India y Sudáfrica, que buscan transformar, sin desmantelar, las instituciones existentes. Además, la creciente militarización europea y su búsqueda de autonomía estratégica requieren un enfoque más amplio que equilibre seguridad, diplomacia y desarrollo internacional.Entablar relaciones sólidas con estos actores exige a la Unión Europea una estrategia recalibrada que reconozca su creciente influencia y se alinee con sus aspiraciones. Debe alejarse de enfoques unilaterales y adoptar una visión más pragmática, centrada en su autonomía estratégica. Esto implica generar confianza, ofrecer alternativas tangibles y comprometerse activamente con las potencias emergentes en áreas clave como la reforma del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la restructuración de las instituciones de Bretton Woods y la cooperación en desafíos mundiales, como el financiamiento climático y la resiliencia económica.El informe “Global Bridges: The EU and the Global South for an Inclusive Multilateralism”, elaborado por el Global Policy Center de la IE University, reúne las perspectivas europea, brasileña, india y sudafricana sobre cómo la Unión Europea debe replantearse su compromiso con las principales potencias medias emergentes. Estas voces ofrecen una hoja de ruta crucial para avanzar hacia un sistema multilateral más inclusivo, que equilibre los intereses europeos con las realidades de un panorama geopolítico inestable y en transformación.Entre la autonomía estratégica y la influencia mundialDurante años, la Unión Europea ha intentado definir su papel en un orden internacional cada vez más fragmentado posicionándose como líder en la defensa del multilateralismo y la gobernanza basada en normas. Sin embargo, su búsqueda de autonomía estratégica la ha hecho parecer a veces encerrada en sí misma, socavando relaciones tanto con sus aliados transatlánticos como con sus socios del Sur global. La búsqueda de una interdependencia estratégica pragmática podría permitir a Europa navegar sus relaciones de forma más eficaz, reconociendo que el compromiso con las potencias emergentes es esencial para mantener su influencia mundial.A pesar de los esfuerzos por ampliar el alcance de su influencia mediante iniciativas como el Global Gateway, las aspiraciones europeas siguen siendo limitadas por prioridades contrapuestas y recursos financieros acotados. Si la Unión Europea quiere reforzar su posición como actor mundial, debe ofrecer alternativas convincentes, sostenibles y beneficiosas para sus socios del Sur global.Brasil aboga por un sistema multilateral más representativoDesde hace tiempo, Brasil se ha posicionado como puente entre el Norte y el Sur global, abogando por reformas en las instituciones de gobernanza global que reflejen las dinámicas de poder contemporáneas. El país sudamericano es un firme defensor de la ampliación de la representación en el Consejo de Seguridad de la ONU y de la restructuración de las instituciones de Bretton Woods para conceder a las economías emergentes un mayor poder en la toma de decisiones.Como último ostentador de la presidencia del G-20, Brasil ha situado la reforma de la gobernanza global en el centro de su agenda. Su llamamiento a la acción incluye propuestas para restructurar instituciones clave, como la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de la ONU, así como la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el sistema financiero internacional. A su vez, su participación en los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y en el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) es una clara señal de su compromiso con el fortalecimiento de la cooperación Sur-Sur.Sin embargo, Brasil es pragmático: aunque valora los BRICS como contrapeso a las instituciones dominadas por Occidente, desconfía de los esfuerzos de China y Rusia por convertir la agrupación en un bloque antioccidental. Brasil es partidario de un sistema de gobernanza global inclusivo en el que las potencias emergentes desempeñen un papel más importante sin desmontar las instituciones existentes.El equilibrio geopolítico de IndiaIndia aboga por un multilateralismo inclusivo. Siendo la democracia más poblada del mundo y una potencia económica en expansión, se ha posicionado como un interlocutor de confianza para el Sur global, ya que aboga por una distribución de poder más equitativa en las instituciones internacionales.Un éxito reciente clave de la diplomacia india ha sido su impulso a la adhesión de la Unión Africana al G-20, reforzando así su compromiso de aumentar la representación de los países en desarrollo. India también pretende reformar la OMC de forma que se garantice que las normas del comercio mundial no beneficien desproporcionadamente a las grandes economías y limiten el crecimiento de los países en desarrollo.
El futuro geopolítico de la Unión Europea dependerá de su capacidad para forjar alianzas relevantes, apoyar un multilateralismo inclusivo y reforzar su papel como actor internacional creíble y de confianza.
De igual forma, India ha invertido en marcos multilaterales alternativos, como la Alianza Solar Internacional y la Coalición para la Infraestructura Resistente a los Desastres. Estos esfuerzos no solo refuerzan su liderazgo en materia de desarrollo sostenible, sino también resaltan su capacidad para crear nuevas iniciativas multilaterales que operan al margen de las instituciones multilaterales tradicionales.Al mismo tiempo, India equilibra cuidadosamente sus alianzas estratégicas. Aunque participa en el Diálogo Cuadrilateral de Seguridad con Australia, Estados Unidos y Japón, también mantiene fuertes lazos con los BRICS y con agrupaciones regionales, como la Organización de Cooperación de Shanghái. Esta flexibilidad le permite posicionarse como un actor no alineado, pero muy influyente, en la configuración de la gobernanza mundial.El liderazgo de Sudáfrica en la representación del continente africanoSudáfrica desempeña un papel crucial en la defensa de los intereses de los africanos en la escena internacional y, en particular, por medio de su lucha para incrementar la representación de estos países en las instituciones internacionales. Ha sido una voz destacada en el Consenso Ezulwini por su reclamo de dos puestos permanentes en el Consejo de Seguridad para países africanos y un sistema de voto más equitativo en el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.Como miembro de los BRICS, Sudáfrica ha adoptado instrumentos financieros alternativos, como el NBD, que proporcionan financiación para proyectos de desarrollo en condiciones más favorables que las instituciones financieras dirigidas por Occidente. Sin embargo, la expansión de los BRICS plantea tanto oportunidades como riesgos para Sudáfrica: si bien aumenta la cooperación Sur-Sur, también suscita preocupación sobre si la influencia de Sudáfrica dentro del grupo se diluirá.En el terreno de la diplomacia climática, Sudáfrica sigue siendo un socio fundamental para la Unión Europea. Sin embargo, han surgido tensiones en torno a políticas como el Mecanismo de Ajuste en la Frontera del Carbono, que algunas economías africanas perciben como proteccionistas. Equilibrar los objetivos climáticos con el desarrollo económico sigue siendo un reto clave en las relaciones entre Sudáfrica y la Unión Europea.El camino a seguirLa reforma del sistema multilateral ya no es opcional, es un imperativo. El Consejo de Seguridad, las instituciones de Bretton Woods y la OMC requieren de una restructuración urgente para garantizar su legitimidad y eficacia en un orden internacional cambiante.Para la Unión Europea, las relaciones con potencias medias emergentes deben ir más allá de la autonomía estratégica y deben basarse en su búsqueda de interdependencia estratégica, reconociendo que las asociaciones con el Sur global son esenciales para mantener la influencia geopolítica. Potencias emergentes como Brasil, India y Sudáfrica no pretenden desmantelar el sistema actual, sino reformarlo para que refleje las realidades contemporáneas. Europa debería aprovechar esta postura reformista para crear coaliciones que promuevan una transformación institucional constructiva.El comercio, la inversión y el desarrollo sostenible deben ocupar un lugar central en la estrategia de compromiso de la Unión Europea. La iniciativa Global Gateway de la Unión Europea debe ir más allá de plantearse como un contrapeso geopolítico a China y ha de ofrecer resultados tangibles impulsados por demanda que refuercen los lazos económicos con socios clave. Además, la Unión Europea debe abordar el déficit de confianza del Sur global, reconociendo los errores cometidos en el pasado —especialmente en su gestión de la guerra en Ucrania— y fomentando un enfoque diplomático más inclusivo y menos prescriptivo.El G-20 constituye una plataforma esencial para salvar las distancias entre las potencias tradicionales y las potencias emergentes. La Unión Europea debe explorar formatos minilaterales y centrarse en la cooperación sectorial en áreas como la financiación climática, la gobernanza digital y la resiliencia de las cadenas de suministro.Por último, la Unión Europea debe integrar las cuestiones de seguridad y desarrollo en una estrategia de política exterior coherente. Las asociaciones con el Sur global no deben enmarcarse como una competición de suma cero con China o Estados Unidos, sino como una oportunidad para construir un orden internacional más justo y resiliente.El futuro geopolítico de la Unión Europea dependerá de su capacidad para forjar alianzas relevantes, apoyar un multilateralismo inclusivo y reforzar su papel como actor internacional creíble y de confianza.* Toygür es Directora del Global Policy Center (GPC). De Lossada es investigador asociado en el GPC. Publicado en Foreign Affairs LatinoaméricaRevista FAL