Evo Pueblo: más que un Instrumento, una gran marcha hacia la Bolivia de y para el Pueblo
Por Paula Giménez y Matías Caciabue
Bolivia se enfrenta a un proceso de redefinición de su rumbo. El lanzamiento del instrumento político Evo Pueblo desde Villa Tunari los últimos días de marzo, no es solo un acto electoral; es una reafirmación de la lucha por la continuidad del proceso de cambio en Bolivia. Frente al intento de despojar a Evo Morales del Movimiento al Socialismo (MAS) y la traición de quienes hoy controlan el aparato estatal, las bases populares han respondido con un masivo respaldo a quien sigue siendo el líder natural de la revolución plurinacional boliviana.
Si retrocedemos a los últimos meses del 2024 es importante recordar la “Marcha para salvar la Bolivia», que fue motivada no sólo por la disputa política de cara a las próximas elecciones en 2025, sino el reclamo por un contexto en el que predominan la escasez de dólares y de combustible, la caída de la producción de gas natural y un aumento desproporcionado de los precios de los alimentos. El gobierno nacional enfrenta problemas para mantener reservas internacionales, lo cual ha generado dificultades en la importación de bienes esenciales, aumentando así la inflación mientras que la reducción en la exportación de gas, crucial para la economía boliviana, ha afectado aún más la situación financiera del país.
Podríamos pensar el lanzamiento de Evo Pueblo como otra parada de la gran marcha para salvar Bolivia, una parada de participación y debate, no solo de refundación de un instrumento político sino de construcción de un programa transformador con proyección de cinco décadas, ya que el encuentro donde participaron más de cien mil bolivianas y bolivianos en 27 comisiones de debate durante tres días expresa la necesidad y convicción de darle continuidad a un proceso de cambio transformador desde abajo.
La fractura dentro del MAS-IPSP no es casualidad ni un hecho espontáneo. Tampoco producto de disputas de egos o intención de tal o cual dirigente de perpetuarse en el poder. Es el resultado de una estrategia planificada por sectores que, bajo el pretexto de la «renovación», han vaciado de contenido revolucionario lo que fue la herramienta electoral del proyecto político que desde el 2006 transformó a Bolivia. La decisión del Tribunal Constitucional de entregar la dirección del instrumento político a los aliados de Luis Arce es un claro ejemplo de cómo se instrumentaliza la institucionalidad para alejar del poder a quienes representan al sujeto histórico boliviano.
No conforme con eso, se especula con los tiempos formales ya que según los plazos establecidos por la Ley de Partidos Políticos, Evo Pueblo no podrá participar en las elecciones presidenciales del 17 de agosto de 2025, dado que la entrega de personería jurídica podría tardar entre 90 y 120 días, mientras que la inscripción de partidos vence el 18 de abril. Para sortear este obstáculo, Morales firmó una alianza con el Frente Para la Victoria (FPV), un partido de poca trayectoria, que le permitirá postularse pese a su supuesta inhabilitación legal.
La persecución política y la guerra jurídica contra Evo Morales combina, en un escenario multidimensional de ataque, múltiples causas en su contra y el pedido de captura por delitos no probados, un intento de magnicidio reciente y la aún no concretada, inhabilitación para cargos electorales. La violencia politica se expande en la coyuntura boliviana, tal como indica el reciente asesinato del joven Jhonny Cruz, dirigente nacional de la Secretaría de Juventudes de la CSUTCB. La exigencia de justicia por Cruz y contra toda manifestación de violencia, transversalizó el debate de las jornadas del movimiento político reunido en Villa Tunari.
Por otro lado, el bloque opositor tradicional representado por el gobernador encarcelado de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, anunció su renuncia a la candidatura presidencial, manifestando su apoyo al aspirante que surja de la coalición denominada Unidad de la Oposición Democrática Boliviana. Además de Camacho, el bloque está compuesto por Carlos Mesa y Jorge Tuto Quiroga, ambos ex presidentes, el empresario Samuel Doria Medina, la ex ministra Amparo Ballivián y el rector universitario Vicente Cuéllar. Días atrás anunciaron que el candidato único del bloque surgirá de la implementación de tres encuestas presenciales con igual metodología y cuatro preguntas idénticas, cuyos resultados se exhibirán en la primera quincena de abril.
EvoPueblo para la victoria
El pueblo reunido en el Chapare refleja que el respaldo a Morales no es una cuestión de nostalgia, sino una necesidad política y la continuidad de un proyecto de poder popular en un contexto donde el gobierno de Arce pareciera haber abandonado las banderas de la lucha que lo llevaron al gobierno, cuando el pueblo recuperó con ofensiva en las calles la democracia truncada por el golpe de Estado que instaló el gobierno de facto de Jeanine Áñez. Ese Golpe avalado por la OEA, en complicidad con la derecha local y regional, cuya represión dejó un saldo de 37 muertos en las masacres de Senkata y Sacaba, cientos de heridos y miles de detenidos en todo Bolivia, no se olvida.
El conflicto continúa en pleno desarrollo, mientras las fuerzas sociales se reagrupan, bajo programas enfrentados. La traición de Arce a las fuerzas revolucionarias, abrió un periodo de profundización en la disputa electoral, en un escenario tripartito, que no se planteaba hace tiempo. En Villa Tunari, la consolidación de EvoPueblo, es la expresión más acabada de que la democracia participativa, con miras a la redistribución de la riqueza material y a la defensa política del sujeto histórico boliviano, seguirá batallando por recuperar la senda del proyecto político que les dió 14 años de dignidad y autodeterminación.
*Giménez es Licenciada en Psicología y Magister en Seguridad y Defensa de la Nación y en Seguridad Internacional y Estudios Estratégicos, directora de NODAL. Caciabue es Licenciado en Ciencia Política y ex Secretario General de la Universidad de la Defensa Nacional UNDEF en Argentina. Ambos son investigadores del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).