Dolarización: la necesidad de democratizar un debate serio e informado – Por Andrés Chiriboga

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Dolarización: la necesidad de democratizar un debate serio e informado

Por Andrés Chiriboga *

La segunda vuelta presidencial del 13 de abril ha tenido nuevamente como uno de sus grandes protagonistas al dólar. Lamentablemente, un tema de tal importancia y que amerita una discusión seria, es utilizado esencialmente para la campaña sucia. En Ecuador, una economía formalmente dolarizada desde el año 2000, esta discusión es central en la política. Esto es producto de la gran popularidad que tiene el dólar a quien la gran mayoría de la población asocia con estabilidad y certeza económica. Este sentido común se ha consolidado, a pesar de no existir hay una relación causal entre dolarización y la buena salud de una economía. En realidad, la dolarización se ha mantenido saludable cuando hay más dólares (físicos y contables) dentro de la economía en comparación a los muchísimos que salen por pagos al exterior y la histórica fuga de capitales de las élites económicas. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), los activos de ecuatorianos en el exterior superan los 60 mil millones de dólares, cifra que representa aproximadamente el 54,6% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. A pesar de la salida de dólares, varios momentos de altos ingresos petroleros para el estado, las remesas de migrantes y el endeudamiento gubernamental ha permitido dotarle de sostenibilidad a este restrictivo esquema monetario.

La dolarización no es buena o mala per se. El Ecuador vive con este esquema monetario y su buen desempeño depende de shocks externos y de decisiones de política económica. Por ello, es necesario de complejizar y democratizar el debate sobre sobre los mecanismos para promover que haya más dólares en la economía de los que salen de ella. Así mismo, es cada vez más urgente que se investigue y discuta el rol del dólar con la economía del narcotráfico. Lamentablemente, la discusión electorera sobre el dólar se utiliza siempre como campaña sucia y con el objetivo de generar miedo.

El correísmo, como se llama comúnmente al partido de la Revolución Ciudadana que lidera el ex Presidente Correa, es el blanco permanente de este ataque. El pecado de economistas del partido como el propio Correa, el ex candidato presidencial Andrés Arauz y el actual candidato vicepresidencial Diego Borja ha sido haber entrado en la discusión fina sobre el dólar, sus bondades, restricciones y discutir cómo se puede hacer una gestión de la liquidez en dolarización. La campaña sucia sobre la dolarización ha forzado a que estos voceros, junto a su actual candidata Luisa González, le juren lealtad al dólar cuando el debate debería girar alrededor de sus ideas sobre cómo hacer una mejor gestión de las bondades y límites que implica vivir con moneda ajena.

Poco se discute los verdaderos intereses de quienes promueven estos ataques y campaña sucia. En realidad, la defensa acérrima del dólar por parte de las élites económicas y sus voceros políticos es muy distinta al sentido común de la mayoría de la población y sus preocupaciones. Para entenderlo, basta mirar cómo la historia de la dolarización ecuatoriana está ligada y ha variado en función de los modelos de extracción de renta de las élites. Durante la dolarización informal de la década de 1990, sectores de la banca que hoy son grandes defensores de la dolarización, estaban opuestos a la desaparición de la moneda local. ¿Por qué? Porque habían encontrado en el arbitraje monetario entre sucres (la extinta moneda local) y dólares una manera de hacer réditos económicos. Fueron otras élites, principalmente vinculadas al comercio exterior, que impulsaron una dolarización total en el marco de una de las más graves crisis financieras que vivió el país y que tuvo como peor consecuencia una masiva migración. De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), 1.5 millones de ecuatorianos salieron del país entre 1999 y 2007. Fueron las remesas de estos migrantes y el esfuerzo estatal que dieron salud a la dolarización mientras que las élites económicas continuaron extrayendo y gestionando sus dólares fuera de la economía. A diferencia de la mayoría de la población que gana, gasta y (si puede) invierte en dólares en Ecuador, las élites defienden una dolarización que facilite su fuga de capitales que va en detrimento del desarrollo del país. A estas élites pertenece el presidente de turno, Daniel Noboa, que busca se reelecto este 13 de abril.

Además de facilitar la fuga de divisas, hay otros dos elementos que se deben discutir sobre los intereses de las élites económicas. La dolarización implica una mayor dependencia de fuentes de financiamiento internas y externas, algunas con participación y vínculos de las propias élites, sobre todo cuando no hay tantos dólares en la economía por menores ingresos (por ejemplo, cuando caen los precios de los commodities), pagos externos y la permanente fuga de capitales de las élites. Mucho del endeudamiento proviene de organismos multilaterales como el FMI y préstamos bilaterales. Así mismo, el gobierno se financia en el mercado local donde los recursos son de las élites y en los mercados de capitales internacionales.

Además de esta economía política formal, donde organismos multilaterales, prestamistas bilaterales y mercados privados, ganan más control sobre la economía del país, hay una economía política más oscura y muy poco discutida. El negocio del narcotráfico, cuya expansión es la principal razón de la violencia e inseguridad que caracterizan al Ecuador de los último años, es un negocio que se maneja ampliamente en dólares físicos. Por su posición geográfica Ecuador históricamente ha sido destino apetecido por las mafias que controlan la producción y el transporte de cocaína desde Sudamérica (principalmente Colombia y Perú) hacia los EEUU y Europa (aunque ahora los mercado destino se han diversificado de manera exponencial). Además de ello, la economía dolarizada del Ecuador favorece las transacciones y el lavado de recursos de este negocio. El lavado de narcodólares no es ajeno a los grandes grupos económicos y el sistema financiero. Esto explica, además de una histórica posición rentista, la reticencia del sistema financiero a modernizar sus medios de pagos y a oponerse a cualquier iniciativa gubernamental que facilite la gestión digital de la moneda. Este fue el caso del pionero proyecto de dinero electrónico del Banco Central ecuatoriano al que rápidamente tacharon las élites de un intento desdolarizador.

Quizá en un futuro, la discusión electoral ecuatoriana abordará a detalle los mecanismos para gestionar la dolarización y su economía política. Por el momento, los electores y electoras deberán optar por el miedo y la desinformación o reconocer al menos que tras la “vieja confiable” de acusar a un candidato de desdolarizador hay mucha mala fe, irresponsabilidad y sobre todo, mucha hipocresía.

(*) Es sociólogo y economista. Doctor en Sociología por el Instituto de Estudios Políticos de París donde es docente e investigador para el Observatorio de la polarización de los mercados (AxPo) y el Centro de Investigación sobre las Desigualdades Sociales (CRIS). Actualmente es investigador posdoctoral en el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.


 

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