Uruguay | Vanessa Santana Arijón, Movimiento de Participación Popular, Frente Amplio: “Solo con la construcción de estrategias colectivas podremos frenar el avance neoliberal en la región”

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Vanessa Santana Arijón, Movimiento de Participación Popular, Frente Amplio: “Solo con la construcción de estrategias colectivas podremos frenar el avance neoliberal en la región”

Vanessa Santana Arijón es integrante de la Dirección Nacional (s) del Movimiento de Participación Popular del Frente Amplio y militante de la Colectiva feminista La Llama Violeta de la ciudad de Toledo, ubicada en el departamento de Canelones, Uruguay. Además es Técnica en Relaciones Laborales y estudiante de la Licenciatura en Desarrollo.

En diálogo con NODAL compartió su análisis sobre la situación de las mujeres y diversidades trabajadoras en Uruguay, así como los debates y desafios que atraviesa el movimiento feminista en el contexto geopolítico actual.

¿Cuál es la situación de las mujeres y diversidades trabajadoras en Uruguay?

Uruguay atraviesa un proceso de deterioro que coincide con el gobierno del expresidente Luis Lacalle Pou, quien ejerció su mandato desde el 1 de marzo de 2020 hasta el 28 de febrero de 2025.

Durante este período, las políticas públicas dirigidas a la población más vulnerable sufrieron un desmantelamiento progresivo, reflejado en la reducción de recursos económicos, edilicios y de personal. Este impacto se sintió con mayor fuerza en las infancias, dejando un saldo de más de 100.000 niñes por debajo de la línea de pobreza. Asimismo, la adolescencia se vio afectada por un incremento en la deserción escolar, tanto en centros educativos formales como no formales. Las mujeres jefas de hogar y las disidencias también se encuentran entre los sectores más golpeados.

En términos de empleabilidad, el panorama es complejo para las jóvenes que buscan su primera experiencia laboral, así como para las mujeres a cargo de familias, ya que los cuidados recaen principalmente sobre ellas. También enfrentan mayores dificultades las personas en situación de discapacidad y las de la tercera edad. En general, las mujeres son las más afectadas por el desempleo y la precarización laboral, con salarios estancados durante el último quinquenio, lo que ha generado una pérdida del salario real. Esto pone en riesgo la seguridad alimentaria, aumenta las problemáticas de salud y agrava las dificultades para acceder a servicios esenciales y productos de primera necesidad.

La precarización del empleo ha llevado al aumento del trabajo informal, con un vínculo directo con el microtráfico de drogas ilícitas y el trabajo sexual en condiciones desfavorables, especialmente entre adolescentes y jóvenes. Además, se ha registrado un incremento en la incorporación de menores de edad al mercado laboral de forma prematura.

En el ámbito rural, estos fenómenos se acentúan debido a la lejanía de los centros poblados y las dificultades de acceso a servicios básicos. Uruguay mantiene una histórica división entre el campo y la ciudad, lo que profundiza las desigualdades y complejiza aún más la situación de las mujeres y diversidades en zonas rurales.

¿Cuáles son las principales iniciativas y qué debates están atravesando en términos organizativos?

El 1 de marzo de este año se produjo el cambio de gobierno en Uruguay, con la llegada a la presidencia de Yamandú Orsi, del Frente Amplio. Este retorno de la izquierda o centro izquierda al poder ha generado expectativas en el movimiento feminista y en otros movimientos sociales.

Si bien el nuevo gabinete no es paritario, se han designado mujeres en ministerios estratégicos para el desarrollo del país, así como en mandos medios. Además, el Frente Amplio ha experimentado un recambio generacional significativo tanto en el Parlamento como en el Poder Ejecutivo, lo que abre la posibilidad de que los varones incorporen una perspectiva de género en la agenda política. En este marco, Uruguay cuenta hoy con el Parlamento con mayor cantidad de mujeres en su historia.

Sin embargo, dentro del movimiento feminista persisten diferencias en la forma de organización y vivencia del feminismo en Montevideo en comparación con el resto del país. En ciudades pequeñas, barrios suburbanos y zonas rurales, el feminismo es más tímido en cuanto a la exposición pública, aunque no por ello menos comprometido, ya que las problemáticas de género atraviesan a toda la sociedad.

Las demandas actuales del movimiento incluyen una mejor asistencia en alimentación, salud mental y acceso a la educación, así como mejores condiciones laborales y salariales, y un fortalecimiento del sistema de cuidados. Otro desafío importante es la consolidación del feminismo a nivel nacional, que pueda trascender matices y logrando una mayor horizontalidad entre las mujeres de la capital, las zonas suburbanas y el ámbito rural.

Asimismo, es urgente agilizar los procesos judiciales, garantizar mejores recursos para la prevención de la violencia de género y ofrecer respuestas reales a las víctimas y sus familias. Abordar estas problemáticas de manera seria y con la participación de especialistas de distintas disciplinas es fundamental para construir una sociedad más justa y equitativa, donde las mujeres podamos sentirnos libres, vivir sin miedo y que mañana el noticiero no anuncie otro feminicidio.

¿Cuáles son los principales desafíos en el contexto geopolítico actual para las mujeres y diversidades organizadas? 

América del Sur atraviesa un ciclo de alternancia entre gobiernos de izquierda y gobiernos neoliberales, lo que dificulta la consolidación de un proyecto regional sólido, como ocurrió durante la primera ola de gobiernos progresistas a principios de los 2000, con figuras como Néstor Kirchner en Argentina, Tabaré Vázquez en Uruguay, Hugo Chávez en Venezuela y Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil.

En este contexto, el movimiento feminista debe trascender la gobernabilidad de los diferentes partidos políticos y consolidarse como una herramienta de lucha contra el avance neoliberal y el despotismo del capital financiero transnacional.

Es crucial el posicionamiento y la defensa de los bienes naturales, en la lucha contra el extractivismo y en la promoción de un uso sostenible de bienes esenciales como el agua y la tierra, garantizando su aprovechamiento para la producción de alimentos de calidad sin comprometer el medioambiente.

Otro desafío central es fortalecer la articulación entre los movimientos feministas de la región, permitiendo el intercambio de experiencias y saberes, así como visibilizar las diversas realidades que enfrentamos las mujeres y disidencias en cada país.

Vivimos tiempos de resistencia y organización. Solo mediante la construcción de estrategias colectivas podremos frenar el avance neoliberal en la región.

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