Realidad y simbolismo en la política del nuevo gobierno de Donald Trump – Por Magda Arias

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Realidad y simbolismo en la política del nuevo gobierno de Donald Trump

 

Por Magda Arias*

Tras ser juramentado para su segundo mandato, El presidente Donald Trump dijo que estaba decidido a “restaurar a Estados Unidos” y a iniciar la “revolución del sentido común”. Este segundo Trump, “recargado”, como le llaman algunos analistas, llega al poder en un momento de profunda crisis política, económica, social y moral en su país, cuando el poderío con que apabullaban al mundo se ha devaluado no solo por los fenómenos internos que lo corroen, sino por la emergencia de nuevos poderes internacionales y por el caos que ellos y sus aliados han desatado en el planeta.

Por ello, para hacer grande a Estados Unidos otra vez (Make America Great Again, MAGA) e intentar sostener o restaurar la supremacía en declive, el Presidente y la clase política de aquella nación, que se autopercibe “superior” (Mailer, 1989) y se autoproclamó guardiana del orden global, tratan de avanzar hábilmente en el empleo e impulso del poder simbólico y coercitivo para legitimar y perpetuar las estructuras históricas de dominación.

Los anuncios del gobierno

Al anunciar el plan de gobierno que revertiría varios años de progreso y con el que parecía bastante entusiasmado el presidente, todos sabían que su país no tenía la preponderancia de tiempos atrás. No obstante, con la firma de órdenes ejecutivas, la anulación de decretos de gobiernos anteriores y la promulgación de nuevas disposiciones hizo gala de su gran prepotencia. Una combinación de poder simbólico y amenazas mal disimuladas que por momentos parecía olvidar que la política incluye también, negociación y transacción.

Nombró en el gabinete que acompañará su gestión a halcones, mercachifles del complejo militar e industrial, truhanes financieros, partidarios del sionismo (Borón, 2025), famosos mediáticos y amigos que le garantizan lealtades. En ese grupo se ubica como Secretario de Estado a Marco Rubio, un exsenador sobrevalorado, mezquino, oportunista, charlatán, extremista, belicista, capaz de comprometer sus principios, pero afín a las lógicas del poder. Un hombre dispuesto a todo con tal de acumular caudal político con el negocio anticubano y con las amenazas a países de América Latina que no acepten el dictado neocolonial.

La relación con Cuba

Respecto a Cuba, el presidente Trump conservará la relación enmarcada en el patrón legado por los presidentes James Monroe en el siglo XIX de “América para los americanos”, y William McKinley en el siglo XX de “derecho natural” a controlar el continente y a mantener la isla ligada a Estados Unidos por vínculos especiales incluyendo el uso de la “fuerza”.

A las acciones, sanciones y medidas que por más de 60 años han afectado todos los sectores económicos y la vida cotidiana de los ciudadanos, se sumaron 242 medidas adicionales durante el primer gobierno de Trump (2017-2021) que revirtieron varios acuerdos alcanzados entre los gobiernos de Cuba y de Estados Unidos durante la presidencia de Obama; restringieron los viajes bajo la categoría «pueblo a pueblo», impusieron limitaciones a los vuelos regulares y chárter, reforzaron las sanciones bajo la Ley de Comercio con el Enemigo y expulsaron a diplomáticos cubanos.

El conjunto de las injustas y absurdas medidas y sanciones impuestas sobresalen por su sistematicidad y profunda capacidad de causar daño en la economía y la sociedad cubanas. No obstante, los efectos provocados no han sido insuficientes para asfixiar del todo al país, subvertir el orden interno y crear una situación de ingobernabilidad que justifique la intervención militar estadounidense. La inteligencia, la resistencia y la creatividad de los cubanos han contenido el afán anexionista y demostrado la capacidad creada por la revolución para no volver a caer como “fruta madura” en las manos de Washington.

Tampoco han funcionado según esperaban las actividades subversivas y de desestabilización por parte de elementos contrarrevolucionarios desde el interior y el exterior, ni los intentos de aislar política y diplomáticamente a Cuba para restarle apoyo interno y solidaridad internacional, pero buscan desesperadamente la forma de hacer más. Revelaciones recientes del propio gobierno estadounidenses dan cuenta de la asignación de más de 300 millones de dólares en los últimos treinta años, canalizados a través de la USAID, para alcanzar esos fines.

Según Rubio, ahora está cerca de lo que llamó «la hora de la verdad” en su audiencia de designación. Un anuncio que por repetido desde 1959 parece inasible. Al menos, así ha sido para las 12 últimas administraciones de Estados Unidos.

El supuesto colapso de Cuba es parte de la “mentira necesaria” que en función de los intereses imperiales manipula e intoxica a la opinión pública y trata de demostrar que el gobierno estadounidense no es responsable de lo que ocurre. Esa vieja táctica centra la atención en el gobierno cubano e intenta demostrar su responsabilidad cuando en una situación modelada desde Washington.

Para definir el programa de gobierno contra Cuba no se han escatimado medios y recursos. En este han participado activamente las elites bipartidistas, el poderoso lobby anticubano, los tanques de pensamiento más reaccionarios y los líderes más conservadores de ambas organizaciones. Todos trabajan en función de causar daños profundos que creen serán definitivos. Llevan una guerra que va más allá de lo económico y piensan que para ganarla, vale todo.

Así, en las primeras semanas del nuevo mandato de Trump, se aprobaron siete medidas coercitivas unilaterales, algunas de carácter extraterritorial. En el comunicado de prensa “Restaurando una política dura entre Estados Unidos y Cuba” (Rubio, 2025) el Secretario de Estado explicó lo que harán. Es un texto que emplea el lenguaje de la guerra fría y las enseñanzas de Allen Dulles cuando “exige” al gobierno cubano rendir cuentas por “oprimir” a su pueblo y causar una “interferencia maligna” en las Américas y el resto del mundo.

Con la anterior justificación decidieron volver a incluir a Cuba en la Lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo, decisión que refleja el juego político con un tema de especial sensibilidad al ignorar las certificaciones que las diferentes agencias de seguridad nacional y aplicación de la ley de ese país habían dado respecto a la conducta antiterrorista de la vecina isla, así como el reconocimiento a su colaboración con el gobierno estadounidense en la lucha contra el flagelo. También actualizaron la lista de entidades cubanas restringidas para prohibirles la realización de transacciones; activaron el Título III de la Ley Helms-Burton permitiendo realizar demandas sobre propiedades nacionalizadas por Cuba; suspendieron las licencias de Western Union para realizar transacciones con la empresa cubana Orbit, S.A. como receptora; suspendieron el Parole Humanitario y los procesos de reunificación familiar a quienes fueron admitidos en EE.UU.; paralizaron el otorgamiento de visas para intercambios culturales, deportivos, académicos, científicos y otros; restringieron y/o cancelaron las visas a personas vinculadas a programas de cooperación internacional que Cuba ofrece, en particular los de salud.

El ensañamiento con los programas de cooperación en salud incluye tanto a los funcionarios del gobierno cubano como de gobiernos extranjeros y sus familiares inmediatos, quienes serán tratados como responsables o participantes en “trata de personas”, una manera cínica de nombrar a los integrantes voluntarios de las misiones médicas cubanas que brindan sus servicios de salud en el extranjero.

Otras acciones que pudieran generar conflicto son la utilización del territorio cubano ilegalmente ocupado por la Base Naval de Guantánamo para trasladar hacia allí hasta 30 mil migrantes considerados «peores criminales», las deportaciones de emigrantes obviando el Acuerdo Migratorio vigente entre Cuba y Estados Unidos, así como la intención de prohibir la entrada de inmigrantes cubanos y de otros países considerados «enemigos de la humanidad” por el gobierno de Trump.

Anticipaciones

Si bien algunas decisiones adoptadas por esta administración han sido revertidas por fallos judiciales y presiones políticas (Holliday, 2025), la nueva administración confía más en el poder simbólico de las medidas, que en los desafíos burocráticos, logísticos, operativos y las dudas que deberán superar.

Lo que ocurre en Estados Unidos con Trump «es una situación política tan aterradora como creo que no teníamos desde la Guerra Civil» ha opinado Steven Levitsky, Profesor de la Universidad de Harvard (Lissardy, 2025), quien considera que el país se desliza hacia un régimen híbrido que caracteriza como autoritario competitivo.

El pueblo de Cuba y sus dirigentes rechazan las acciones provocadoras y los pretextos engañosos utilizados por la administración Trump que no debe hacerse ilusiones porque los cubanos seguirán luchando y resistiendo su agresividad y corruptora influencia con el escudo de la verdad, las ideas y la fuerza de la obra revolucionaria.

 

*Magda Arias es Doctora en Ciencias Económicas. Profesora Titular. Centro de Estudios de Técnicas de Dirección (CETED), Universidad de La Habana.

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