Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Alejandra Dinegro Martínez *
Desde su fundación en 2010, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños-CELAC, ha buscado consolidarse como un organismo regional autónomo, libre de la influencia de Norteamérica. Su objetivo ha sido fortalecer la cooperación política, económica y social entre los países de América Latina y el Caribe. Sin embargo, su consolidación ha sido obstaculizada por la inestabilidad política, por la debilidad institucional dentro de ella, posturas ideológicas diversas y la falta de un horizonte a largo plazo que le otorgue continuidad.
El regreso de Donald Trump al poder reaviva las tensiones entre el actuar intervencionista en América Latina y las posturas de rechazo a ese tipo de actuaciones para el mantenimiento y reforzamiento de la hegemonía en Sudamérica. Ante este escenario, la CELAC podría consolidarse como la alternativa real para la autodeterminación latinoamericana, promoviendo una agenda propia sin la intromisión de Washington.
¿Las políticas de Trump que pueden acelerar la integración latinoamericana? La respuesta no es inmediata. Trump ha prometido retomar y endurecer las políticas migratorias de su primer mandato, incluyendo deportaciones masivas, la expansión del muro fronterizo con México y restricciones severas a los programas de asilo. Estas acciones podrían forzar a los países latinoamericanos a buscar soluciones colectivas para la crisis migratoria, estableciendo acuerdos multilaterales dentro de la CELAC en lugar de negociar de manera unilateral con Washington.
Trump ha dejado claro que su política comercial seguirá la línea del «America First», promoviendo el proteccionismo y revisando acuerdos comerciales con países de la región. Esto podría llevar a América Latina a reforzar sus lazos comerciales internos, promoviendo tratados regionales y reduciendo la dependencia de EE.UU. como socio comercial prioritario.
También ha demostrado un desinterés por organismos multilaterales que no estén alineados con sus políticas. Durante su primer mandato, retiró a EE.UU. de la OMS y debilitó la ONU.
Si mantiene esta línea, podría reducir el apoyo financiero y político a la OEA, debilitándola como actor regional y dejando espacio para que la CELAC asuma un rol más protagónico.
A pesar del potencial de la CELAC para convertirse en un bloque fuerte y autónomo, su mayor debilidad ha sido la falta de institucionalidad y mecanismos efectivos de acción. Para que la CELAC logre consolidarse como un actor clave en la región, debe avanzar en los siguientes aspectos:
- Institucionalización formal: Crear estructuras de gobernanza claras y permanentes que permitan coordinar políticas a largo plazo.
- Mayor cooperación económica: Impulsar la creación de un mercado común latinoamericano que reduzca la dependencia de EE.UU. y fortalezca las economías regionales.
- Defensa conjunta de la soberanía regional: Desarrollar una política común frente a la injerencia externa y a las crisis internas, evitando que la OEA sea la única instancia con poder de mediación en conflictos latinoamericanos.
El segundo gobierno de Donald Trump representa un desafío, pero también una oportunidad para América Latina. Sus políticas pueden actuar como un catalizador para una mayor integración regional, impulsando a la CELAC como un organismo más fuerte y autónomo. La clave estará en la voluntad política de los gobiernos latinoamericanos para pasar de la retórica integracionista a acciones concretas que permitan consolidar un bloque unido, capaz de defender sus intereses en un mundo cada vez más multipolar.
En este contexto, el liderazgo de figuras clave como la presidenta de México y el presidente de Brasil serán importantes. México, con su histórica relación comercial y migratoria con EE.UU., podría asumir un rol protagónico, promoviendo una agenda común, estableciendo alianzas estratégicas con otras potencias emergentes.
La unidad latinoamericana dependerá de la capacidad de estos líderes para articular una estrategia común que supere las diferencias ideológicas y fortalezca la cooperación regional. Si la CELAC logra consolidarse como un organismo con peso real en la política internacional, América Latina podría finalmente dejar de ser un espectador pasivo en el tablero global y convertirse en un actor con voz propia y mayor poder de negociación frente a potencias como Estados Unidos.
*Socióloga peruana por la Universidad de San Marcos, articulista de Diario Uno y Otra