Este 2025
Por Raúl García Linera*
Este 2025 Bolivia se encuentra determinada por un hecho simbólico y otro fáctico, estamos ante el bicentenario del acta de la independencia y todo el proceso que dio paso a ello desde el levantamiento de Tupaj Katari, junto a una coyuntura política fuertemente incierta y un proceso electoral de la Presidencia y Asamblea Legislativa.
Ya ingresamos a la onceaba semana del año y todo hecho social y estatal se lee a través de estos lentes. El tema electoral nos demanda un análisis algo exhaustivo.
La derecha conservadora “neoliberal y anti-masista”, así se definen, postula un frente único que saque de la administración del Estado al masismo (llámese Evo o Luis); se presentan en cuando menos dos propuestas. Por un lado, se encuentra Súmate-APB con Manfred Reyes Villa y, por el otro, el “bloque de Unidad” compuesto por el empresario Samuel Doria Medina, el ex presidente Jorge Tuto Quiroga, el ex líder cívico y gobernador electo de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, el ex presidente Carlos Mesa, el actual rector de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (UAGRM), Vicente Cuéllar, y la activista Amparo Ballivián. Por su parte, también se proclamó candidato a la presidencia Branko Marinkovic, ex dirigente Cívico cruceño articulador del intento de separatismo el 2009 y ministro de la ex presidenta golpista Jeanine Añez el 2020.
Este último, Marinkovic, no logró tejer un colectivo amplio y menos un frente, lo que terminó apegándose a la candidatura de Quiroga a cambio de una parte de la bancada, principalmente la referida al oriente del país.
Manfred Reyes Villa con Súmate-APB, entró a la campaña electoral hace 5 meses llamando a la unidad detrás de él. Gozó de una idílica primavera como único candidato, tan así que sus conmilitones mas cercanos ya hablaban de las carteras ministeriales que podrían ejercer. Reyes Villa fue alcalde del municipio de Cochabamba y también Prefecto electo del mismo departamento, fue parte del enfrentamiento contra el gobierno de Morales en los tiempos del separatismo y es conocida su frase “Adelante Santa Cruz con su independencia”. Perdió el referendo revocatorio de 2008 y fue candidato presidencial el 2002 y 2009; persona muy ligada a los republicanos en EEUU, su partido era la Nueva Fuerza Republicana (NFR). Esta cercanía habilita una duda, si el departamento de Estado instruyera bajarse de la candidatura para facilitar un solo frente, ¿Reyes Villa cumpliría la instructiva? ¿O en una acción autónoma seguiría en la elección?
A su vez, se le abrieron varios juicios resultados de sus gestiones. En varios de ellos estuvo a puertas de una sentencia ejecutoriada, pero fueron anulados porque la anterior constitución concedía juicio de privilegio a todas las autoridades electas, devolviendo los casos al vicio más antiguo, que es el tratamiento en la Asamblea Legislativa para habilitar el juicio. No hubo ningún elemento que cuestione la culpabilidad demostrada en el proceso, sino que todo versa en la forma, debían ser juicios de privilegio.
A diferencia de los otros actores políticos, Reyes Villa, no peca de un colonialismo “come indio”. Más aún, su elección actual a la alcaldía tuvo como actores claves los sectores populares combativos de base indígena de la zona sur de la ciudad de Cochabamba. Es el único candidato de derecha que no se configura desde el clivaje K´ara/T´ara y desde esta perspectiva puede disputar una parte del voto evista en los valles; aunque se define, al igual que los otros, desde un anti-evismo explícito.
Por cuerda separada corre el “bloque de Unidad” con dos ex vices que se hicieron presidentes neoliberales, todos ellos fueron parte del golpe de estado del 2019 y soporte del gobierno de Jeanine Añez. Próximos a cumplir tres meses de su configuración, el acuerdo refiere a decidir vía encuesta quien será el candidato. A poco de haber firmado el acuerdo, el expresidente Carlos Mesa optó por retirar su posible candidatura y hacer de mediador y una especie de “arbitro”; la pugna esta entre el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga y Samuel Doria Medina; Quiroga, activista rabioso de la derecha internacional y con cercanía al Departamento de Estado, en particular de Marco Rubio con quien coordinaba las intervenciones en América Latina; Samuel Doria Medina, quien lleva en campaña un par de años, fue parte del Gobierno de Jeanine Añez, postuló como candidato a vicepresidente de Añez, cuando pretendió terciar en las elecciones del 2020 y, a diferencia de Jorge Quiroga, hacía gala de ser parte de los Demócratas en EEUU.
El primer mes la voz cantante de esta interna fue la de Doria Medina, el siguiente mes el articulador de proclamaciones y alianzas fue Quiroga, en la última etapa retomo iniciativa Doria Medina y ahora se debate la empresa que realizará la encuesta. La pregunta es si el perdedor resignará su candidatura ya que ambos se creen los mejores candidatos y potenciales ganadores del proceso electoral. Quiroga reclama poseer el mandato del metapoder del norte, tener los contactos que le permitirían un acuerdo pronto con el FMI, BM y BID para alcanzar los recursos y la reinstalación del modelo neoliberal. Por su parte, Doria Medina lleva 20 años “invirtiendo” en la política con resultados paupérrimos, considera que su poder económico debe tener un correlato en el poder político. Otrora ministro de Jaime Paz en los 90´s, ofrecía en Europa privatizar una empresa estatal por semana con la esperanza de conseguir inversiones, búsqueda que terminó sin mayores resultados; en sus candidaturas a la presidencia enfrentando a Evo asumió una condición neoliberal vergonzante, aunque hoy retoma explícitamente el proyecto neoliberal.
A ello debe sumarse la intervención del millonario Marcelo Claure que, desde una condición antievista, pretende hacer de cobijo a la oposición neoliberal bajo el supuesto de una victoria que, sin importar cuál de ellos, le permitan ser el enlace de la explotación del litio con los intereses de Elon Musk.
El escenario político a cinco meses de las elecciones nos muestra a una derecha que proclama la unidad como garantía de la victoria, pero los tres candidatos reclaman ser la cabeza de dicha unidad. A diferencia de otros procesos electorales, el presente tiene la característica de fuertes vínculos a los mandatos de una derecha internacional y su epicentro en EEUU, lo cual habilita que puede ser que desde aquellos confines se exija el alinearse detrás de una candidatura y dicha orden se acate. Por ello, no se puede descartar una candidatura única, aun no es posible hacerlo, a pesar de la confrontación dura entre Reyes Villa y el Bloque de Unidad.
Al otro lado del tablero, en el bloque de izquierda y durante 14 años indianista, la cosa esta muy difícil. Dos primeros años de desencuentros y dos años de ataques viscerales y miserables condujeron a un desgaste de los liderazgos tanto estatal como político del Proceso de Cambio. La incompetencia del gobierno hizo imposible un trabajo político que habilitara una gobernabilidad parlamentaria, lección aprendida de forma fatídica con el gobierno de la UDP. La condición de minoría en la Asamblea, en ambas cámaras, y la incapacidad de sus operadores políticos, han puesto al gobierno en la imposibilidad de conseguir dólares vía empréstito, dólares de urgente necesidad para la importación de combustible. El escenario actual es un gobierno acorralado sin dólares, y por ello con un dólar paralelo un 60% por encima del oficial, sin combustible, tanto para el privado como el transporte público, con un sector agro productivo en las puertas de la cosecha y sin diésel para iniciarla, una minería del oro sin combustible y a punto de movilizarse y con una inflación en algunos alimentos jalados por el dólar paralelo (carne de res, pollo, cerdo, huevo, arroz, aceite, azúcar, etc.), inflación de todos los productos importados, pues se importan con dólar paralelo. Un gobierno que hace conferencias de prensa para pedir a la cámara de Senadores que aprueben los créditos, confundiendo la política con masajes a la conciencia. A ello podemos sumar los ataques a los gestores públicos por posibles actos de corrupción, actos despóticos de poder y la retención en cárceles de ya 4 meses a 120 ciudadanos por haberse movilizado en las carreteras.
En este escenario calamitoso de un desastroso manejo económico, que pone a pagar a las mayorías vía reducción de la capacidad adquisitiva del salario y el ingreso, por no recurrir al control del comercio exterior reduciendo las super ganancias extraordinarias de los exportadores; también observamos un accionar gubernamental político incapaz de conseguir gobernanza en la asamblea luego de que decidieron desprenderse y atacar al fundamento y origen del proceso de cambio, Evo Morales y los suyos, con lo que perdió la mayoría en ambas cámaras.
Todo esto tiene origen ya en el propio 2020, cuando el entorno político del gobierno trabajó una falaz interpretación de los resultados electorales, falacia que se configuró en su credo: del 55% obtenido, 30% corresponde al voto duro de Evo, pero el otro 25% es obra de Lucho y los “luchistas”; entonces, si se logra alejar a Evo y los evistas de la política, ese 25% se expandirá garantizando una segunda gestión. Esta fue la madre del cordero, la angurria por la reproducción del poder, de allá partió la política de diferenciarse de Evo y el evismo para luego dar paso al ataque despiadado contra Evo con las mismas falacias que siempre usó la derecha nacional e internacional, pero que en boca de los “compañeros” de Evo tienen otra dimensión e implicancia. Se buscó denostar la imagen del caudillo político y articulador del Proceso en busca de alejarlo de la política y arrebatar todo lo trabajado por más de tres décadas, intento fallido que se topó con una resistencia propia de quien construyó palmo a palmo todo lo logrado y no arrebatando trabajo ajeno. En el escenario actual y consecuentes con el origen de su accionar, el gobierno tiene una nueva máxima: se debe ser la única candidatura de “izquierda”, ello llevará a que lo nacional popular vote por esa candidatura ya que la alternativa sería la derecha neoliberal conocida.
Mas allá de que es un infantilismo izquierdista falaz y tonto, es perverso, pues para poder ser la única candidatura de izquierda, buscarán inhabilitar la candidatura de Evo Morales a través del control del Tribunal Constitucional prorrogado inconstitucionalmente mediante el control que tiene este sobre el Tribunal Electoral, autoridad máxima para la habilitación o no de las candidaturas. Pero no solo eso, van a intentar acorralar a Andrónico Rodríguez (dirigente de las 6 federaciones del trópico del Chapare, hechura de Evo Morales y Presidente del Senado 4 años) para que sea su candidato a Vicepresidente o, en su defecto, buscar inhabilitarlo a cualquier candidatura presidencial.
Por ultimo y más importante, está el ex Presidente Evo Morales Ayma, candidato presidencial habilitado, quien, en su enfrentamiento con el Presidente Luis Arce y su gobierno, denostó implacablemente a Luis Arce y su familia, denunció un sin número de hechos de corrupción en diferentes ministerios y ministros, logrando dañar de manera irreparable la gestión de gobierno. Los ataques políticos pronto se reflejaron en una fuerte desconfianza en la gestión y con ello en la economía, inestabilidad económica que no hizo más que acrecentar en el tiempo, conduciendo al actual fracaso de la gestión gubernamental.
El ataque desplegado por cada uno de los sectores al antes compañero y ahora principal enemigo, condujo a un desgaste del propio Proceso de Cambio, los daños causados a la imagen del caudillo indígena, como el ataque político que devino en la pésima gestión gubernamental, recaen sobre el propio Proceso de Cambio generando desconfianza y distancia sobre el mismo.
Pero no es solo eso el problema, ambos candidatos (Evo y Luis) tienen una lectura mono determinista sobre la realidad: lo único importante es la economía (lo mismo plantea la derecha). Por lo tanto, el debate electoral se reduce al planteamiento de la salida a la crisis económica, abandonando toda interpelación política, incluida la étnica. La rama luchista plantea que el gobierno de Evo resolvió la contradicción T´ara/K´ara y que el nuevo sujeto político es generacional, aunque no hace consecuencia de ello; por lo tanto, el Proceso de Cambio se define como un proceso de industrialización y obtención de dólares vía crédito bilateral y acomodo de bonos estatales. Es tan brutal el abandono de la política desde una lectura economicista, que podemos ver a los ministros rogando y recurriendo a masajes a la conciencia dirigidos a los asambleístas pidiendo que aprueben los créditos ya obtenidos por el ejecutivo, olvidando las lecciones aprendidas sobre gobernabilidad parlamentaria desde fines de los 70s y de forma dramática en el gobierno de la UDP.
Por su parte, Evo plantea un esquema de obtención de recursos e inversiones que permitan reconfigurar y proyectar la economía. La diferencia es la fuente de financiamiento y el tipo de inversión; uno va por la sustitución de importaciones, el otro por bienes de exportación para obtención de divisas. Pero ninguno de los dos se plantea el sector social que soportará el ajuste, ninguno problematizó las ganancias extraordinarias que obtienen los exportadores con estructuras de costos en moneda nacional a cambio oficial y venta de los productos en dólares a cambio mercado paralelo, un 60% superior, ninguno cuestiona la obligación que debieran tener los exportadores de ingresar los dólares vía el banco central. Es decir, ninguno se cuestiona el control del mercado externo, que implica exigir a los sectores exportadores responder al país la renta de la tierra que usufructúan y dejen de expoliar ganancias extraordinarias a costa del deterioro de los salarios e ingresos del 90% de los bolivianos. En el tema étnico indígena, Evo somatiza esta contradicción, pero no hace conciencia de ello sino cuando aduce discriminación; en términos locales, maneja la indianitud desde una mirada “Condepista” (del pidipidi) desde la busqueda de lastima y solidaridad y no desde una mirada Mallku (Felipe Quispe) katarista de poder indígena.
Esta posición es difícil de entender cuando es la derecha quien mantiene presente las lecciones del golpe de estado del 2019 y elude cometer los errores que posibilitaron la victoria de Arce el 2020. Evitan y eluden el clivaje étnico, pues este empodera al Proceso de Cambio. Esto, que lo tiene entendido la derecha, pasa desapercibido para la izquierda, en un caso por supuesta “superación” (olvidan el 2019) y en lo otro por irrelevante desde una lectura chapareña.
Este escenario electoral no debe confundirnos, no estamos ante un proceso de derechización de lo social, ni siquiera ante una desesperanza social por una crisis prolongada. El escenario es el de una desesperanza política, de una perdida de creencias, de una ausencia de horizontes, de una falencia en la politización de lo sustancial. Perdida de la política como colectividad organizada y el retorno a los intereses individuales, sectoriales y parciales. Este vaciamiento de la política y la preminencia de la incertidumbre, es lo que marca el tiempo y, por tanto, hace incierto la forma que tomará el proceso electoral.
*Raúl García Linera, analista político, Bolivia.