8M: El ajuste de Milei en las mujeres trabajadoras argentinas – Por Yesica Leyes

El primer paro internacional feminista fue el 8 de marzo de 2017. Imagen: Leandro Teysseire

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8M: El ajuste de Milei en las mujeres trabajadoras argentinas

Por Yesica Leyes *

Este sábado 8 de marzo, se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora y al igual que cada año, el movimiento feminista y transfeminista de Argentina se moviliza y lleva adelante diversas jornadas y actividades que reúnen a miles de mujeres y diversidades. A poco más de un año de la asunción de Javier Milei a la presidencia, el retroceso en materia de derechos se ha hecho evidente en múltiples dimensiones: desde la hostilidad discursiva y la exacerbación del discurso de odio, hasta la eliminación de políticas públicas orientadas a la igualdad de género y el deterioro de las condiciones laborales.

En un contexto de avanzada del neofacismo en el mundo, Javier Milei se posiciona como un representante local y desde el sur de América busca atacar la agenda feminista y de conquistas sociales. Desde la campaña electoral, se posicionó en contra de las políticas de género, una postura que luego de ser electo presidente se tradujo en decisiones concretas: eliminó el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad; desfinanció programas claves; intentó desmantelar la Ley Micaela; promovió proyectos para derogar la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE); planteó la eliminación de la figura de femicidio del Código Penal y modificó por decreto la Ley de Identidad de Género, entre otras cosas.

Las consecuencias de estas acciones se reflejan en cifras alarmantes: la desocupación femenina creció, la brecha salarial se amplió y la pobreza tiene rostro de mujer.

El ajuste de Milei profundizó las desigualdades de género

El impacto de estas decisiones es cuantificable. Según datos del Presupuesto Abierto y el Instituto Nacional De Estadísticas y Censo (INDEC), el Gobierno de Javier Milei redujo en un 21% el gasto en políticas orientadas a cerrar brechas de género. En el periodo enero-diciembre de 2023, la ejecución del gasto destinado como Presupuesto con Perspectiva de Género fue de $21.566.302, mientras que en el mismo periodo de 2024 la cifra cayó a $17.032.692. Si se ajusta la ejecución de 2023 por la inflación del 117,8%, su equivalente en 2024 sería de $46.971.406, lo que implica que el recorte real del presupuesto con perspectiva de género fue del 63,7% en términos reales.

El mercado laboral no quedó exento de la crisis. En noviembre de 2023, la tasa de desocupación general era del 5,7%, con una brecha de género de un punto porcentual (5,3% en varones y 6,3% en mujeres). Un año después, la desocupación aumentó al 6,9%, pero con un mayor impacto sobre las trabajadoras: mientras que la tasa en varones subió al 6,2%, la de mujeres escaló al 7,9%. La desigualdad laboral, lejos de reducirse, se profundiza.

La brecha salarial también se amplió. Durante el tercer trimestre de 2024, los varones percibieron ingresos un 27,7% mayores a las mujeres, un aumento del 1,3% respecto al mismo periodo de 2023. La diferencia es aún más pronunciada en el sector informal: las mujeres ganaron un 24,8% menos que los hombres en 2023, cifra que en 2024 trepó al 33,3%. Mientras que, en el empleo formal, la brecha pasó del 15,7% al 21,4%.

Pobreza, precarización y feminización de la crisis

El rostro de la pobreza en Argentina es mayoritariamente femenino. De cada 10 personas en el decil más pobre, 6 son mujeres. Según datos del INDEC, el 61,4% de quienes integran este sector son mujeres, mientras que los varones representan el 38,6%.

En el otro extremo de la pirámide social, la riqueza sigue concentrada en manos masculinas. Tres de cada cuatro personas que pagan el impuesto a las ganancias son varones: el 75,4% frente al 24,6% de mujeres.

La crisis golpeó con fuerza a los sectores más precarizados, como el trabajo en casas particulares, donde el 96% de las trabajadoras son mujeres. En este rubro, se perdieron 15.748 puestos laborales en el último año, reflejando despidos y mayor informalidad. A enero de 2025, el salario real de estas trabajadoras cayó un 21,8% respecto a noviembre de 2023.

El panorama para las jubiladas también se agravó. El 79,4% de las mujeres que accedieron a la jubilación lo hicieron a través de moratorias y reciben la jubilación mínima de $279.121, por lo que su poder adquisitivo se redujo un 13,3% desde la asunción de Milei a la casa rosada. A esto se suma la ya estipulada finalización de la moratoria previsional para marzo de este año, dejando sin cobertura a 9 de cada 10 mujeres en edad de jubilarse.

Cabe agregar que, a esta desigual realidad que encontramos en el considerado trabajo formal e informal, se le suma la dimensión del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, que representa el 16% del PBI de nuestro país. Detrás de esta labor invisibilizada y no paga, encontramos que 9 de cada 10 mujeres se ocupan de las actividades domésticas en sus hogares.

Al impactar el ajuste en el acceso a servicios esenciales como educación y salud, son las mujeres quienes se sobrecargan con tareas de cuidado no remuneradas. La reducción del financiamiento en jardines maternales, escuelas y centros de atención primaria implica que muchas mujeres deban asumir más horas de cuidado infantil y de personas mayores, limitando su inserción en el mercado laboral y reforzando su dependencia económica. Según datos del INDEC, las mujeres dedican en promedio 6,4 horas diarias al trabajo doméstico y de cuidados, el triple que los varones. Son quienes sostienen la crisis con su cuerpo y tiempo.

Desfinanciamiento y violencia económica: cuando el ajuste es política de Estado

Los recortes también afectan los programas de asistencia a mujeres en situación de violencia de género. El Programa Acompañar, diseñado para brindar apoyo económico a mujeres y diversidades en riesgo, sufrió un fuerte ajuste: su poder adquisitivo cayó un 29,8%, se redujo de 6 a 3 meses y se impuso la obligación de presentar una denuncia policial para acceder al beneficio, un requisito que desconoce las múltiples barreras que enfrentan las víctimas para denunciar a sus agresores.

El ajuste también impactó en el ex Programa Potenciar Trabajo, del que el 63% de las beneficiarias son mujeres. Su poder adquisitivo se desplomó un 64,6%, siendo hoy de $78.000, profundizando la precarización de las trabajadoras de la economía popular.

La desprotección económica agrava la violencia de género. Según datos del Registro Nacional de Femicidios, en el 75% de los casos las víctimas eran económicamente dependientes de sus agresores. El desfinanciamiento del Programa Acompañar y la reducción de ayudas sociales como el ex Potenciar Trabajo, cuyos beneficiarios son mayoritariamente mujeres, limitan aún más las posibilidades de las víctimas para salir de situaciones de violencia. Al debilitar estas redes de apoyo, el Estado refuerza la vulnerabilidad de miles de mujeres y diversidades, dejándolas sin opciones reales para escapar de relaciones violentas.

El feminismo no se ajusta

Desde el hecho que dio origen a esta fecha de conmemoración allá por el 8 de marzo de 1908, cuando 129 trabajadoras textiles fueron encerradas e incineradas por reclamar una reducción de la jornada laboral y condiciones de trabajo dignas, hasta las expresiones más actuales de movimientos como el #MeToo, #MareaVerde, #NiUnaMenos o #UnVioladorEnTuCamino, demuestran el rol protagónico de las mujeres en las conquistas y transformaciones sociales.

El ensañamiento de las expresiones neo reaccionarias de figuras como Donald Trump, Jair Bolsonaro, Nayib Bukele y Javier Milei, entre otros, contra el movimiento feminista y transfeminista, oculta una gran verdad: la potencia de este movimiento para evidenciar las bases estructurales de un sistema capitalista en crisis que se sostiene en la explotación de las mujeres y diversidades trabajadoras.

En Argentina, el ajuste no es neutral: tiene un impacto diferencial sobre las mujeres y diversidades, precarizando sus condiciones laborales, reduciendo su autonomía económica y limitando sus posibilidades de acceder a derechos básicos. Este 8 de marzo, las calles vuelven a ser escenario de lucha. Frente al ajuste y la desigualdad, la respuesta es clara: unidad, organización y lucha.

 

*Yesica Leyes, Secretaria Nacional de Juventud de la CTA-T

 

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