Las izquierdas y derechas en 2025 – Por Soledad Buendía

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Las izquierdas y derechas en 2025

Por  Soledad Buendía *

Este año se cierra la primera cuarta parte del siglo XXI, en términos cronológicos. Pero para la teoría de los siglos cortos y largos del historiador marxista Eric Hobsbawm, el siglo XXI nació luego de la caída del muro de Berlín, en 1990 y el posterior colapso de la Unión Soviética. Bajo este paraguas, ya no se habita un siglo naciente y por lo tanto no se inaugura nada. Esta era está marcada por la incertidumbre en todos los niveles. Además, por el desarrollo tecnológico en el ámbito virtual, la velocidad de las informaciones verdaderas o falsas y la denominada inteligencia artificial. Es un tiempo de disputa entre lo público y lo privado. De disputa de símbolos, de narrativas, de los datos, de la comunicación, disputa del sentido común. Y para disputar debemos radicalizar, salir de la falsa neutralidad, debemos tomar posición, esto implica entonces politizar para construir esa alternativa real de transformación social desde el territorio para y con la gente.

Ante este contexto, ¿Cómo se ven las izquierdas y las derechas en 2025? Esta es una pregunta que puede responderse ampliamente desde un sinfín de perspectivas e ideologías. En esta ocasión les propondré algunas ideas para una respuesta desde el punto de vista político, con perspectiva de género.

Aunque para muchos teóricos la antítesis izquierda/derecha es anacrónica para un análisis de la realidad actual con argumentos válidos, se tomará esta distinción para plantear un acercamiento a la disputa política global, sin que ésta pretenda clausurar fronteras de ningún tipo. Vale la pena apuntar, a manera de saldar la deuda, que en este análisis hablaré de las izquierdas y las derechas en plural.

Latinoamérica marcó un punto de inflexión para el tiempo presente global, delineado por las políticas progresistas y de izquierda de múltiples gobiernos. Como no había sucedido en ningún otro momento de la historia, los modelos latinoamericanos se vienen estudiando y hasta replicando en otras latitudes. Lo anterior debido a los éxitos que han alcanzado los gobiernos de izquierdas latinoamericanos.

Es imprescindible marcar una ruptura para el curso de la historia latinoamericana actual, determinada por la llegada al poder de las izquierdas. Éste podría encontrar inicio en el ascenso de Hugo Chávez Frías a la presidencia de Venezuela en 1998, pasando por Néstor Kirchner primero y Cristina Fernández posteriormente en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y Lula da Silva en Brasil, por mencionar los más importantes. Todos los anteriores han hecho política a juego con el ya tradicional gobierno de Cuba, primero con Fidel Castro y luego con sus dos sucesores, Raúl Castro y Miguel Díaz Canel.

Actualmente, las izquierdas en Latinoamérica, en términos aritméticos, emulan aquella denominada segunda ola progresista. Son 11 las y los que han llegado al gobierno compitiendo contra opciones de derechas, pero que siguen disputando el poder, estos se siguen enfrentando a los medios de comunicación hegemónicos, a las elites económicas, y a la acción permanente de injerencia del departamento de Estado norteamericano. De norte a sur estos son: México con Claudia Sheinbaum, Guatemala con Bernardo Arévalo, Honduras con Xiomara Castro, Nicaragua con Daniel Ortega, Cuba con Miguel Díaz Canel, Colombia con Gustavo Petro, Venezuela con Nicolás Maduro, Brasil con Lula da Silva, Bolivia con Luis Arce, Chile con Gabriel Boric y Uruguay con Yamandú Orsi que tomará posesión del cargo en breve.

Vale la pena apuntar que sólo dos de once están en manos de mujeres: México y Honduras. Lo anterior evidencia que las izquierdas aún tienen muchos retos en materia de despatriarcalización. De hecho, los feminismos al interior de los partidos de izquierda en Latinoamérica son considerados como las más grandes fuentes de oxígeno para el debate. Claudia Sheinbaum llevó durante su campaña y ahora en su gestión la consigna de “Es tiempo de mujeres”, misma que está siendo portada en otras latitudes, tal es el caso de la ecuatoriana Luisa González, candidata a la presidencia de Ecuador por el correísmo. Y en esta misma sintonía, del otro lado del océano, es sabido que la fuerza de izquierda PODEMOS en España, viene preparando la máxima candidatura de la eurodiputada Irene Montero.

Los gobiernos más gravitantes para la región de este conjunto, dado los tamaños de sus economías y sus ubicaciones geopolíticas son los de México, Brasil y Colombia. Para algunos especialistas en geopolítica, Venezuela también debiera estar dentro de este subgrupo tomando en cuenta que en este país caribeño están las reservas comprobadas de petróleo más importantes del continente.

En el caso de México, la irrupción de la izquierda en su gobierno constituye un contraste importante con la denominada primera ola, que no pudo compartir mesa de coordinación política ideológica con este país del norte del continente. De hecho, los quiebres para muchas izquierdas coincidieron en términos cronológicos con la inauguración del mandato del expresidente Andrés Manuel López Obrador. No es un dato menor que el morenista haya reabierto la institución del asilo político mexicano luego del golpe de Estado en Bolivia de 2019 y la crisis política de ese mismo año en Ecuador.

Las izquierdas latinoamericanas han jugado un papel central en la historia política de la región, buscando la justicia social, la equidad y la transformación de estructuras de poder. Sin embargo, en muchos casos, estas fuerzas políticas han mostrado una tensión constante en cuanto a la incorporación de perspectivas de género en sus discursos y prácticas. Los feminismos latinoamericanos, por su parte, han sido un actor clave en la lucha por la emancipación de las mujeres, y han jugado un papel crucial en redefinir las luchas sociales dentro de las dinámicas de poder y resistencia. La incorporación de la perspectiva feminista dentro de las izquierdas latinoamericanas ha sido conflictiva, hay que reconocerlo.

En muchos casos, los partidos y movimientos de izquierda, centrados en la lucha de clases, han relegado las cuestiones de género a un segundo plano, como si la emancipación de la mujer fuera una cuestión secundaria que se resolvería una vez lograda la revolución social. En este orden de ideas, Marcela Lagarde propone que la emancipación de las mujeres no puede ser entendida como un resultado secundario de la lucha de clases, sino que debe ser considerada como prioritaria. La lucha contra la opresión económica y social es también una lucha contra las estructuras patriarcales y coloniales que sostienen las desigualdades de género.

Ahora bien, qué pasa con las derechas. La nueva carta capitalista para la restauración conservadora aparece bajo formas populistas, pero sin ocultar para nada su rostro radical de derecha, en algunos casos, con rasgos muy nítidos de fascismo, reivindicando las formas más perversas de hacer política como la guerra judicial. Esta nueva derecha, que pregona la libertad individual, vuelve con fuerza al juego político.

La crisis de los gobiernos de izquierda o progresistas ha dado paso a un resurgimiento de las posiciones más radicales y conservadoras del liberalismo. En 2025, el panorama político mundial muestra un notable ascenso de líderes y movimientos de derecha y ultraderecha en diversas regiones. La reelección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos ha influido significativamente en este contexto, reforzando tendencias autoritarias, fascistas y nacionalistas a nivel global.

Se trata de un fenómeno que no se da solamente en nuestro continente, sino que va alcanzado dimensiones mundiales, que no solo deben ser motivo de preocupación, sino que deben urgir la generación de propuestas dirigidas a frenarlo. Una rápida revisión de esta arremetida nos permite observar a Javier Milei, el “Trump de las Pampas”, en Argentina; Bolsonaro en Brasil; Noboa en Ecuador; Boluarte en Perú; Mulino en Panamá, desde luego Bukele en El Salvador y Santiago Peña en Paraguay.

Obviamente, encabeza esta lista, y con mérito propio, Trump, quien inicia un segundo periodo al mando del gobierno estadounidense. Su triunfo, sin duda, es uno de los alicientes e impulsos más importantes para el resurgimiento de las derechas en todo el planeta.

La derecha europea, pretende consolidar su supremacía con Vox en España, a la cabeza de Santiago Abascal, Giorgia Meloni, lideresa de los Hermanos de Italia, Geert Wilders en Países Bajos, Marine Le Pen en Francia, Alice Wiedel en Alemania, algunos de ellos, ya con triunfos electorales como es el caso de Wilders o Meloni y el resto con evidente crecimiento en la preferencia ciudadana. Más allá del continente europeo sigue siendo determinante la presencia de Netanyahu en Israel y se debe tomar muy en cuenta al nuevo gobierno de Siria y, pese a los problemas últimos, Corea del Sur mantiene una posición claramente de derecha.

No se trata de hacer clarividencia para afirmar que desde la Casa Blanca se brindará apoyo político, y seguramente económico, a todos estos movimientos ultraliberales y nacionalistas, en los cinco continentes, pero con mayor énfasis en lo que los estadounidenses consideran su patio trasero, centro y Sudamérica, para las elecciones previstas en 2025 y 2026, en Ecuador, Bolivia y Chile y un año después en Brasil, Colombia y Perú, países donde es crucial que  los sectores populares recuperen la iniciativa y el respaldo.

*Exsecretaria Nacional de Gestión de la Política del Ecuador durante el Gobierno de Rafael Correa y exasambleísta. Colaboradora del Instituto para la Democracia Eloy Alfaro (IDEAL). Activista por los derechos de las mujeres.


 

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