Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Manuel Restrepo Domínguez *
Las fuerzas de derecha y ultraderecha de Colombia vienen dedicando valiosos esfuerzos a aplicar una estrategia de “pánico moral” conduciendo a la sociedad a una crisis moral sin precedentes, similar a la que llevó a Gaitán hace 75 años a clamar por “la recuperación moral de la república”. El pánico moral es un fenómeno social, que ha resultado efectivo para extender la idea de que un poderoso enemigo amenaza acabar con los valores, instituciones y normas de la sociedad.
En la década del 70 Stanley Cohen (sociólogo) definió el concepto como una acción sistemática para crear temor y así generar reacciones exageradas y a menudo irracionales para conjurar la amenaza. El pánico busca desencadenar un efecto sensacionalista, apoyado por los medios de comunicación (propiedad de los pocos potentados dueños de la riqueza global o local), y es reforzado por políticos y empresarios con autoridad o líderes alineados con esa narrativa, que eficazmente modula conciencias.
El pánico moral de hoy tiene bases en la narrativa de la “doctrina de la seguridad nacional” que creó al enemigo interno del que quedaron, entre otros, el exterminio de la Unión Patriótica y la conformación del paramilitarismo. El enemigo fue reafirmado con la “seguridad democrática” a comienzo del siglo XXI, que alinderó a la ultraderecha del nacional-uribismo con sectores menos radicales, en la idea común de refundar la patria y pacificar el país en una cruenta e interminable guerra que dejó en su recorrido de cinco décadas a medio millón de muertos, 10 millones de víctimas, 120.000 desaparecidos y un país empobrecido, endeudado, atado a sistemas de corrupción, una sociedad mentalmente afectada, materialmente derrumbada y moralmente destruida.
Con pánico moral la ultraderecha combate con todos los medios de lucha el asentamiento del poder popular, promueve la polarización, empuja la guerra y etiqueta de enemigos internos al gobierno, su presidente, vicepresidenta atacada con racismo, ministros y por fuera del gobierno a los sectores democráticos, defensores de derechos, líderes sociales, firmantes de paz, sindicalistas, jóvenes y grupos vulnerables, presentados todos como una peligrosa amenaza para los valores que sostienen la sociedad y que, por tanto, se requiere de medidas urgentes para restaurar el orden.
El pánico moral identifica como «chivo expiatorio» o «enemigo público» a sus adversarios, a quienes culpabiliza de una variedad de problemas sociales (que ellos mismos crearon), como déficit fiscal, pago impagable de la deuda, despojo de tierras, tramas de corrupción, desfinanciación en salud, educación, vivienda, altos costos de servicios de energía, agua potable, gas, enajenación de activos públicos, entre otros, que los medios recrean como si fueran problemas nuevos y propagan de manera sensacionalista con la idea (subliminal a veces) de que el enemigo debe ser destituido, atacado, irrespetado, castigado, enjuiciado, eliminado, con distorsión de la realidad y amplificación de la percepción de amenaza que fácilmente puede convertirse a reacciones hostiles, desesperanza o caos.
*Profesor de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, miembro del Observatorio de Derechos Humanos