Colombia: economía y fiscalidad en el 2025

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Colombia: economía y fiscalidad en el 2025

Jorge Iván González

Al terminar el 2024 es inevitable reflexionar sobre los retos que tiene la economía en el 2025. Y se podrían resumir en dos. El primero es avanzar hacia una economía limpia e incluyente. Y el segundo es enfrentar la paradoja fiscal.

1 – Hacia la economía limpia e incluyente

Este propósito no es nuevo, y no se resolverá en el 2025. Pero este objetivo se tiene que mantener con una perspectiva de mediano y largo plazo. El crecimiento anual del PIB en el tercer trimestre del 2024 fue de 2 por ciento. El rubro más dinámico es el de “actividades artísticas, de entretenimiento y recreación”, que creció 14,1 por ciento. Lo sigue “agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca” con un aumento anual porcentual de 10,7. Después, en orden de importancia, las “actividades financieras y de seguros”, con un crecimiento del 4,4 por ciento.

En el primer grupo, la dinámica fue impulsada, principalmente, por los juegos de azar. Y en el segundo, el mayor ritmo fue del café, que creció 33,6 por ciento, seguido por la pesca y acuicultura con un crecimiento del 18,2. Vale la pena resaltar el mal comportamiento de la manufactura, que cayó 1,3 por ciento.

Este panorama todavía no refleja los énfasis estructurales de la administración Petro. Los cambios en el tipo de economía que se propusieron en el plan de desarrollo Colombia Potencia Mundial de la Vida, requieren tiempo. Son procesos complejos que no se pueden lograr en dos o tres años.

El gobierno no definió una política especial para los juegos de azar, así que su crecimiento no se explica por medidas especiales de la administración pública. En el caso de la agricultura, el Plan de Desarrollo destaca la importancia de la agroindustria, pero ésta todavía no se consolida. El país avanza bien en la producción de plátano, banano, aguacate, limones, espárragos, arroz altamente mecanizado, etcétera, pero el café mantiene un lugar predominante. Y en estos días el precio internacional ha subido a niveles históricos, llegando a 3 dólares la libra en la bolsa de New York.

Los buenos precios del café, a diferencia del petróleo o de los minerales, tienen efectos muy positivos sobre la economía regional. Se traducen en encadenamientos productivos hacia delante y hacia atrás, ya que los hogares de las zonas cafeteras perciben directamente los beneficios. Este mayor ingreso estimula la economía doméstica, y tiene efectos multiplicadores favorables. Las bondades de la actual coyuntura cafetera no responden a política específicas del gobierno, sino a factores exógenos internacionales.

Persisten problemas que el sector tiene que mejorar. La productividad todavía es baja, y casi la tercera parte de los hogares cafeteros están en el límite de la pobreza y tienen que recibir subsidios del Estado. Se deben buscar los mecanismos para que todas las familias que viven de la producción del grano, tengan los recursos necesarios para llevar una vida digna. Las fincas muy pequeñas, de una hectárea, no generan el valor de una unidad agrícola familiar (UAF), que equivale a 3 salarios mínimos. Sería necesario que la finca más pequeña tenga, por lo menos, tres hectáreas, así que habría que hacer una reforma agraria en la zona cafetera.

La modernización del sector agropecuario está íntimamente ligada al ordenamiento del territorio. Por esta razón, en los próximos años se tiene que consolidar el catastro multipropósito. Esta tarea es urgente pero se ha topado con numerosos obstáculos. En el Plan de Desarrollo se fijó la meta de llegar a una cobertura del catastro del 70 por ciento de los predios, equivalente a 660 municipios. A pesar de que el ritmo de actualización ha sido lento, se debe mantener como una prioridad de la política agropecuaria del gobierno.

En su conjunto, el sector financiero crece, pero hay bancos que están en situaciones difíciles (Banco Popular, AV Villas…). La tasa de interés de referencia, o la tasa de política monetaria, fijada por el Banco de la República, continúa siendo alta, 9,75 por ciento anual. Aunque ha habido una reducción –a mediados del 2023 era de 13,25 por ciento–, todavía no ha bajado lo suficiente para estimular la inversión privada. La tasa de política monetaria determina el costo del crédito ofrecido por los bancos, y el nivel actual continúa siendo oneroso, y ello desestimula el endeudamiento de los empresarios y de los hogares, y aumenta la cartera morosa.

Y en el sector externo, las importaciones continúan siendo mayores que las exportaciones. En el tercer trimestre del 2024, el aumento anual de las exportaciones fue de 3,8 por ciento, y de las importaciones de 11 por ciento. Este desbalance no favorece el desarrollo. Los países que tienen balanzas positivas (exportaciones mayores que las importaciones) crecen más que los que presentan balanzas negativas.

2 – Paradoja fiscal

Desde la perspectiva macro se presenta una paradoja: dificultades fiscales estructurales, acompañadas de una bajísima ejecución de las entidades.

El panorama fiscal del 2025 es muy difícil. Para mirar la complejidad de la situación actual basta con comparar el monto de recursos destinado al servicio de la deuda (SD) y a la inversión (I). Entre el 2011 y el 2025 la relación SD/I fue en promedio 1,08. Es decir, el servicio de la deuda fue ligeramente superior a la inversión. Este panorama cambiará de manera sustantiva en el 2025, cuando el indicador SD/I pasaría de 0,95 en el 2024 a 1,37 en el 2025, que es el nivel más alto de los últimos 15 años.

Esta situación no tiene precedentes. El servicio de la deuda pasará de $94,5 billones en el 2024 a $112,6 billones en el 2025. Mientras tanto, la inversión caerá de $99,8 billones a $82,4 billones. Pero al no aprobarse la ley de financiamiento, la inversión podría reducirse a $69 billones. Solamente para el pago de intereses, en el 2025, se destinarán $59,4 billones. Estas cifras son elevadísimas. El presupuesto anual de la Universidad Nacional se acerca a los $2 billones, así que los intereses de la deuda equivalen a 60 universidades.

Para tratar de sanar estas dificultades, el Gobierno presentó al Congreso la ley de financiamiento, que es una verdadera reforma tributaria. Con ella se buscaba recaudar $12 billones. Desde que se presentó la primera versión de la norma, el ambiente en el Congreso no era propicio para aprobar la reforma. La relación entre el Congreso y el Gobierno se ha deteriorado de manera significativa. El momento para presentar la ley de financionamiento no era oportuno. Los congresistas no aceptaron que después de la reforma tributaria del 2022 se volviera a presentar una ley de financiamiento que, en realidad, era otra reforma tributaria.

No obstante las dificultades, cuando se mira el conjunto del presupuesto, más allá del Presupuesto General de la Nación (PGN), los recursos para inversión son significativos. En el 2024 llegan a  $224,5 billones. La cifra resulta de sumar el PGN, $99,9 billones, más el Sistema General de Participaciones (SGP), $70,5 billones, más el Sistema General de Regalías (SGR), $14,1 billones, más la inversión de las ciudades y de los departamentos, $40,1 billones. Esta última cifra incluye la inversión de las ciudades.

A pesar de la abundancia de recursos para inversión, los niveles de ejecución son muy bajos. Y, además, la plata se dispersa en proyectos pequeños, sin que se articulen en programas estratégicos de mediano y largo plazo. No hay concurrencia de recursos. Es notoria, por ejemplo, la falta de coordinación entre los proyectos financiados con el SGR y el SGP. De igual manera, las inversiones nacionales muchas veces no se articulan con las realizadas por las entidades territoriales. Este desorden termina en un manejo ineficiente del gasto.

En el caso del gobierno nacional, al comparar los presupuestos de gasto del 2024 y del 2025, se observa que hay ineficiencia en numerosas carteras.

De acuerdo con las prioridades definidas en el plan de desarrollo, Colombia Potencia Mundial de la Vida, el sector agrícola es fundamental, y por esta razón en el 2024 se le asignó un presupuesto considerable de $9,2 billones, que debería ser suficiente para avanzar en la reforma rural integral, tal y como fue definida en los acuerdos de La Habana. La compra de tierra tiene que estar acompañada del desarrollo agropecuario. Es incomprensible que terminando el año, el Ministerio de Agricultura presente una ejecución bajísima, que a duras penas llegará al 50 por ciento. Pero como la ejecución ha sido muy baja, en el presupuesto del 2025 el monto del Ministerio de Agricultura se redujo a $5 billones, equivalente a una disminución del de 45,33 por ciento.

La segunda reducción importante corresponde a la inclusión social. Entre el 2024 y el 2025 el presupuesto pasa de $15,1 billones. a $10 billones. Una disminución de 33,7 por ciento. La falta se gestión se expresa, sobre todo, en el Departamento de Protección Social, que disminuirá su presupuesto, pasando de $10,7 billones. a $5,6 billones.

El gasto destinado a tecnología de la información baja de $4 billones. a $2,6 billones. El cambio es de 32,75 por ciento.

No se justifica la mala administración del presupuesto dadas las necesidades que existen en el país. De manera equivocada, el gobierno ha despreciado la relevancia de la gerencia pública. En vista de las dificultades que se presentarán en el 2025 es fundamental mejorar la coordinación y el manejo eficiente del gasto.

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