Cese al fuego en Gaza: un análisis crítico de los próximos desafíos – Por Eduardo Meneses
Cese al fuego en Gaza: un análisis crítico de los próximos desafíos
Por Eduardo Meneses
El cese al fuego alcanzado éstos días en Gaza fue recibido con grandes gritos de alegría y festejos en las calles de Gaza. No es para menos, en 470 días de Genocidio cometido por las fuerzas de ocupación israelíes se estima que han sido asesinadas más de 64.000 personas[1], sólo contando las muertes por heridas traumáticas. Se estima que el 92% de las víctimas de este genocidio son civiles y más del 70% son mujeres y niños[2]. Es además importante recordar que esta cifra podría estar por encima de las 250.000 si se cuentan las muertes indirectas[3] debidas a la destrucción de casi la totalidad del sistema, la hambruna y la crisis humanitaria creada por el bloqueo ilegal de la Franja de Gaza por parte del ejército de ocupación israelí. Frente a esto, la celebración en las calles de Gaza, va mucho más allá que el simple alivio de no seguir viendo caer bombas sobre sus niños, es un profundo acto de resistencia de un pueblo que no está dispuesto a dejar que borren su identidad, y su futuro en su tierra ancestral. La felicidad en las calles de Gaza es el más legítimo acto de afirmación de la existencia de un pueblo palestino que resiste a su exterminio y que confirma su determinación inamovible para seguir habitando su tierra.
Sin embargo, más allá de la indudable buena noticia de que se abra una ventana para que los bombardeos intensivos sobre la población gazatí por fin puedan cesar, hoy más que nunca es esencial efectuar un análisis crítico del cese al fuego acordado y de las perspectivas que este abre. A la luz de la estrategia de colonización incesante de Israel y su historia de rupturas de acuerdos, es evidente que tanto el pueblo palestino cómo quiénes somos parte del movimiento global de solidaridad con la lucha de liberación palestina sabemos que habrá que estar listos y listas para enfrentar una nueva fase de agresión. Sin duda el cese de las bombas transformará radicalmente las posibilidades de pensar el futuro próximo de Gaza, pero debemos recordar que el genocidio no ha acabado, la crisis humanitaria construida por Israel sigue matando a decenas de personas cada día y por el momento el cese al fuego acordado está enfocado en el intercambio de rehenes sin mayores garantías de que un proceso de retirada de Israel vaya a llevarse a cabo.
Lo primero que es fundamental clarificar, frente a la narrativa triunfalista que han asentado los medios hegemónicos occidentales éstos días, es que el final de un genocidio no es algo que deba “negociarse” o que pueda estar sujeto a “acuerdos”, es un crimen de lesa humanidad que no tiene justificación sea cual sea el conflicto en el cual esté enmarcado. Si ha logrado acordarse el cese de los bombardeos y el intercambio de los rehenes, es únicamente gracias a la resistencia incansable del pueblo palestino que nunca pudo ser derrotada, a pesar de haber recibido más del equivalente de 6 bombas atómicas en un año, y gracias a la presión internacional desde la sociedad civil. Sólo éstas han logrado hacer que el fin de los bombardeos logre entrar en la agenda institucional de organizaciones tales como la Corte Internacional de Justicia o en la agenda política de la transición presidencial estadounidense de Trump.
El hecho de que el acuerdo al que se ha llegado estos días sea esencialmente el mismo que Hamas ya había aceptado en mayo y luego en julio del 2024 dice mucho acerca de lo poco que le interesa a Israel “negociar” algo. En estos meses, lo que dictó la continuidad del genocidio no fue una incapacidad de llegar a “acuerdos”. En efecto, su motivación fueron los intereses geopolíticos estadounidenses en medio Oriente, fue la radicalización del proyecto sionista colonial (incluyendo la radicalización de la sociedad israelí en su conjunto) y la búsqueda de supervivencia política de Netanyahu. En ningún momento se trató de seguridad nacional ni de los rehenes israelíes, que hubieran podido ser liberados al día siguiente del 7 de octubre si Netanyahu hubiera accedido al intercambio de rehenes que Hamas propuso desde el primer día del genocidio.
Es tomando en cuenta que estos factores siguen siendo estructuralmente los mismos, que es necesario leer el nuevo momento político que se abre para la lucha de liberación del pueblo palestino. En este sentido lo primero que es necesario poder entender es porqué se llegó a este acuerdo en este momento. Se pueden mencionar 4 puntos fundamentales.
¿Por qué se dio el cese al fuego en éste momento preciso?
1) El primero tiene que ver con el hecho de que los objetivos militares de Israel, relativos a derrotar a Hamas, no fueron alcanzados y en realidad es muy difícil imaginar que puedan serlo. Hamas es simplemente uno de los contenedores principales, en este momento de la historia, de la lucha de liberación del pueblo de palestino. Esta lucha seguirá existiendo más allá del asesinato de un líder político o de una organización en particular. Es justamente frente a esto que el secretario de estado estadounidense Antony Blinken dejaba ver, hace pocos días, la evaluación de la administración norteamericana saliente frente a ésta situación. En efecto, resaltaba en su última conferencia de prensa que Hamas había reclutado casi el mismo número de militantes que los que había perdido desde el inicio del genocidio, dejando sus fuerzas en un estado muy similar al que tenían antes del 7 de octubre.
La ausencia de una posibilidad de victoria militar tal y cómo había sido formulada por Netanyahu y el desgaste que esto ha significado tanto al interno de Israel como a nivel internacional apelaba a un cambio de estrategia. Aquí es necesario ser claros sobre el hecho de que el cambio de estrategia tiene mucho más que ver con un cambio de forma en la acción militar directa (tal vez los bombardeos masivos serán reemplazadas por acciones militares de “baja intensidad”) y sobre todo un cambio en la narrativa. Nada de esto implica un cambio en la dinámica colonial expansionista de fondo. De esta manera lo que estaba en discusión era en realidad el momento en que podrían alinearse los intereses de EEUU e Israel para efectuar dicho cambio.
2) El segundo punto fundamental tiene que ver con las transformaciones geopolíticas acontecidas en los últimos meses en cuánto al afianzamiento de la influencia estadounidense en ciertos territorios claves de Medio Oriente. En efecto, el derrocamiento de Bashar Al-Assad por milicias islamistas históricamente ligadas a Al Qaeda, y respaldadas por un lado por Turquía (parte de la OTAN) y por otro lado por Israel y EEUU, significó una consolidación importante de la influencia estadounidense en Siria. Éste es un territorio clave, tanto en términos de recursos como en términos militares, siendo ésta la frontera por la cual la resistencia libanesa se abastecía materialmente para su lucha en contra del expansionismo sionista en su territorio. Justamente Líbano es el otro territorio donde ha logrado consolidarse una influencia política favorable a los intereses estadounidenses e israelíes. Así, luego de meses de bombardeos, y luego del asesinato de algunos de los lideres políticos de Hezbollah, se crearon las condiciones para la elección del nuevo presidente libanés, el general del ejército libanés Joseph Aoun, luego de una crisis de cerca de dos años en que el parlamento no había podido generar una mayoría capaz de dar este paso. Estos dos cambios se tradujeron además por una ocupación militar israelí de territorios en el sur de Líbano y en el oeste de Siria, que materializan la radicalización expansionista de una parte de la clase política israelí.
3) El tercer factor importante que es necesario tomar en cuenta para entender por qué se llegó al cese al fuego en este momento tiene que ver con la situación interna en Israel, donde Netanyahu está llamado a testificar en los próximos días el juicio que se está llevando a cabo en su contra por corrupción. Este hecho se une al descontento popular que se ha ido incrementando por la falta de prioridad dada a la liberación de los rehenes israelíes y a la fuerza que han ido tomando los opositores políticos de Netanyahu en este contexto tanto fuera como dentro de su gobierno de coalición. La incertidumbre de su futuro político empujó a Netanyahu a buscar una narrativa de victoria relativa a los rehenes, aún en detrimento de las posturas más radicales de su coalición, entre las cuales ya han dimitido 3 ministros, incluyendo al ministro de Seguridad Nacional Ben Gvir. Esta es una cuestión que queda aún totalmente abierta y la situación es muy volátil como para poder hacer un ejercicio de prospección a mediano plazo del futuro del gobierno de Netanyahu. La única certeza es la división interna y el hecho de que históricamente Netanyahu ha utilizado el conflicto externo para fortalecer el proceso de unidad nacional que lo ha mantenido en el poder.
4) El cuarto punto importante para entender el momento actual es la toma de posesión de Trump como el nuevo presidente norteamericano el 20 de enero. Trump no ha escondido desde hace meses su voluntad de presentarse como un presidente que es capaz de obtener resultados rápidamente y la situación de Gaza había estado claramente posicionada en su agenda política. Sin duda la presencia del enviado de Donald Trump para Medio Oriente, Steve Witkoff, durante la última fase de “negociaciones” jugó un rol importante para que el acuerdo pudiera concretarse a tiempo para la posesión de Donald Trump. Sin embargo es fundamental entender que esto no implica en ningún sentido un cambio radical en lo relativo al apoyo estadounidense al proyecto sionista. Primeramente, por el hecho de que este proyecto está en sí configurado en torno a los intereses geopolíticos de Estados Unidos, este es un factor estructural. Pero a esto se suma el hecho de que Donald Trump ha sido y sigue siendo abiertamente un apoyo de Israel. Las decisiones tomadas durante su mandato anterior en lo relativo a mover la embajada estadounidense a Jerusalem o el apoyo a la colonización de Cisjordania son líneas políticas que no han sido en nada abandonadas por el nuevo presidente estadounidense. De nuevo aquí el cese al fuego se vislumbra claramente como una estrategia de cambio de narrativa, que tal vez podría modificar en algo la forma del proceso de colonización sionista, pero en ningún caso implica un abandono del mismo.
¿Cuáles son las implicaciones del proceso de cese al fuego acordado?
El proceso de cese al fuego propuesto está dividido en tres fases de 42 días y empezó éste 19 de enero. Por el momento lo único que tiene cierta certitud dentro de éstas tres fases es la primera, en la cual se prevé un cese al fuego temporal, la entrada de ayuda humanitaria en cantidades limitadas y sobre todo el proceso de intercambio de rehenes. En este proceso Hamas debería liberar a 33 rehenes, dando prioridad a civiles, mujeres y heridos, mientras que Israel debería liberar a más de 1800 rehenes. Lo primero que debe ser resaltado aquí es la proporción del intercambio, que permite recordar la cantidad de rehenes detenidos por el Estado de Israel en total violación con el derecho internacional. En efecto, cerca de 10.000 palestinos y palestinas están detenidos de manera ilegal en las prisiones israelíes[4].
En lo relativo al cese al fuego en sí, en la primera de las tres fases de 42 días, se prevé un cese total de hostilidades, que deberá ser negociado en fases posteriores en vista de un cese al fuego “duradero”. Sin embargo, el historial de violaciones de acuerdos de cese al fuego por parte de Israel, tanto en los territorios palestinos desde hace años, como en el reciente cese al fuego acordado en Líbano, deja pocas esperanzas de que éste sea realmente respetado. Este historial ha demostrado que el patrón que caracteriza a Israel es el de la construcción de narrativas de justificación para seguir manteniendo operaciones militares sostenidas. Si bien éstas podrían tomar otra forma que los bombardeos masivos observados durante este genocidio, es muy probable que las operaciones militares y asesinatos se mantengan, aun durante éstos primeros 42 días.
En lo referente a la ayuda humanitaria, un punto fundamental que es necesario resaltar es que el genocidio no ha parado con el cese del bombardeo. Los escasos 600 camiones diarios que están previstos ingresar a Gaza durante la primera fase del acuerdo son totalmente insuficientes para hacer frente a la crisis humanitaria provocada por Israel. La destrucción de una gran parte de la infraestructura de salud y de saneamiento han sido una parte fundamental de un genocidio que no se efectúa únicamente a través de bombas, sino también a través del hambre, la sed y las enfermedades.
En lo referente a las siguientes fases del proceso, los dos puntos críticos serán la retirada de las fuerzas militares del territorio gazatí y los condicionamientos ligados a la administración política de la franja. Ambos puntos parecen estar muy lejos de poder concretar acuerdos que permitan caminar hacia un cese al fuego permanente. En efecto, los pronunciamientos tanto de Netanyahu (muy explícito en la cadena televisiva mediante la cual anunció el cese al fuego) como de varios responsables políticos israelíes han dejado claro que continuarán las operaciones militares hasta erradicar a la resistencia palestina. Como lo hemos dicho anteriormente, esto no es un objetivo alcanzable militarmente, y ha servido desde hace más de un año para justificar el genocidio, la limpieza étnica y la ocupación militar. En este sentido, es muy poco probable que Israel abandone el corredor de Filadelfia (frontera entre Egipto y Gaza) o el corredor de Netzarim que dividió durante este genocidio a Gaza en dos (norte y sur). De igual manera la formulación de un retiro de las tropas de las zonas urbanas habitadas, tiene semejanzas muy cercanas con las formulaciones del acuerdo de Oslo de 1994, mediante el cual Israel mantuvo presencia militar en zonas rurales, las mismas que sirvieron de protección para el proceso de colonización de esos territorios. Es probable que esa sea una de las estrategias que se encuentra ahora sobre la mesa, como nueva etapa de la colonización de Gaza.
En lo referente a la administración política de la Franja, estamos aquí frente a un desafío que queda aún bajo muchas indeterminaciones. Israel ha estado empujando por un gobierno de la franja de Gaza bajo tutela internacional de otros países tales como Emiratos Árabes Unidos y Estados Unidos. Su propuesta es que éstas naciones se hagan cargo temporalmente de la administración, la seguridad y la reconstrucción de Gaza. En cuanto a Estados Unidos, aún queda por determinar la postura clara de Trump sobre este tema. Sin embargo, la administración Biden reiteró varias veces su voluntad para impulsar un gobierno de Gaza bajo la Autoridad Palestina (AP) que gobierna actualmente Cisjordania. Sin embargo, dicha postura no aparecería como una solución estable a largo plazo por el gran desgaste actual que sufre la AP, sobre todo en los territorios de Gaza. Esto no sólo se debe a factores históricos indirectamente atribuibles a la ocupación israelí, sino que está también directamente ligado al rol que jugó la autoridad palestina en los últimos meses para reprimir a fuerzas de resistencia palestina que se estaban estructurando en Cisjordania, y en particular en el campo de refugiados de Jenin. Aunque la AP lo haya justificado como un accionar destinado a prevenir la intervención directa israelí en Cisjordania, su accionar rompió una línea roja que se mantenía desde hace años en dichos territorios. Esto ha significado un gran golpe a su legitimidad, ya históricamente mermada por la ocupación Israelí.
¿Cuáles son los escenarios a futuro para la lucha de liberación palestina?
El camino a la paz en los territorios palestinos sólo se podrá construir desde la justicia, y eso sólo puede pasar por el reconocimiento de un Estado Palestino, por el fin de la ocupación militar y por el desmantelamiento del régimen de Apartheid. Ninguno de éstos puntos han sido abordados por Israel. Al contrario, la dirección hacia la cual se dirige el proceso actual parece configurar un escenario de avance del proceso de colonización. En efecto, por un lado, a nivel regional los EEUU, la OTAN e Israel han ampliado su influencia en Siria y Líbano. Por otro lado la sociedad israelí ha vivido un proceso de radicalización, al igual que algunos de sus sectores políticos que empujan cada vez más hacia un proceso de colonización agresivo. En este marco es poco probable que se configure en el marco de este cese al fuego un escenario donde el bloqueo al que se ha sometido desde hace años a Gaza pueda ser levantado, y al contrario es muy probable que la ocupación militar se fortalezca a mediano plazo.
En este escenario, aún es incierto si los bombardeos masivos podrían retomarse luego del intercambio de rehenes o no. Sin embargo lo que parece perfilarse como una continuidad es el genocidio y el proceso de limpieza étnica. En efecto, la crisis humanitaria generada por Israel no puede ser enfrentada en el marco de un bloqueo como el que sufre Gaza actualmente y que data del 2006. La permanencia del bloqueo implicaría la continuación del proceso genocida. Sin duda sería un genocidio mediante otros medios diferentes a las bombas, y que permitirían a Israel generar una alternativa a la narrativa actual que ha desgastado su imagen a nivel internacional. En este contexto el trabajo de los periodistas en Gaza, al igual que las redes alternativas de información será crucial para poder generar una contra narrativa a la normalización de este nuevo modo de despliegue del genocidio.
Igualmente, en este escenario el apoyo estadounidense parece ser hoy igual de fuerte a pesar del cambio presidencial. En efecto, Trump ha demostrado desde hace meses que la única diferencia entre su predecesor y él sólo radica en la forma de construir las narrativas. En el fondo el rol geopolítico de Israel para EEUU se mantiene intacto en tanto piedra angular de defensa de sus intereses en Medio Oriente. La estrategia respaldada en múltiples ocasiones por Trump para fortalecer los lazos de normalización entre Israel y otros estados de Medio Oriente, va exactamente en ese sentido. De cierta manera, mientras Biden deseaba aparecer como aliado incondicional de Israel, Trump desea aparecer como un aliado absoluto, pero demostrando una postura de fuerza capaz de influenciar la orientación de la política de su aliado en función explícita de los intereses estadounidenses. Esto es algo que Biden no asumió del todo en su narrativa, aunque haya estado claramente presente. Sin embargo, más allá de las narrativas, en ninguno de los dos casos se vislumbra un cambio de política de EEUU hacia Israel, que podrá seguir fortaleciendo su proceso colonial.
Es en este contexto que la resistencia palestina, que ha dado una demostración evidente de que no será erradicada a través de estrategias militares, deberá enfrentar grandes desafíos, por un lado, con el debilitamiento del eje de la resistencia en Medio Oriente, como resultado de los cambios políticos en Líbano y Siria, y por otro lado con un cambio de estrategia de colonización que buscará generar menor fricción a nivel internacional.
En este contexto el rol del movimiento de solidaridad internacional con Palestina será fundamental para que la indignación y el apoyo que ha generado este genocidio no pueda diluirse en medio de nuevas estrategias de ocultación y normalización del mismo. Campañas como las del Boicot, Desinversiones y Sanciones cumplen un rol fundamental en este sentido al poder evidenciar los mecanismos concretos mediante los cuales se asienta el proceso colonial. De igual manera la vinculación entre los procesos de emancipación locales y el proceso de liberación palestino parece encontrar un campo de fortalecimiento frente al recrudecimiento de la criminalización de la solidaridad hacia palestina en todo el mundo. La limitación de libertades en torno a la solidaridad con la causa Palestina ha puesto de realce la conexión global entre el sionismo, los intereses capitalistas de EEUU y sus aliados europeos en Medio Oriente, pero también en todo el Sur Global donde cada vez más se evidencian las mismas prácticas y actores que lucran de la guerra por los recursos naturales. De igual manera se ha evidenciado la estructura racista de supremacía blanca y colonial que conecta muchas de las luchas del Sur Global.
Hoy más que nunca en la causa palestina convergen movimientos políticos, sociales, y culturales que hacen de la lucha palestina un laboratorio de convergencias y de articulaciones globales sin las cuales no será posible enfrentar el horizonte de guerra que proponen los EEUU a todo el planeta, en este momento de la historia, para defender su hegemonía decadente.
Todavía es difícil distinguir si la liberación de Palestina será la consecuencia de un cambio de correlaciones a nivel global, o si será una semilla para que este pueda construirse. Pero sin duda la humanidad entra en una fase de guerra cada vez más explícita en la cual la defensa de la vida y la paz estará marcada por la toma de posición sobre la causa palestina y por su resolución concreta. La impunidad o la condena real del genocidio en contra del pueblo palestino será una de las grandes disputas de la próxima década; y de su resultado decantarán dinámicas que tendrán repercusiones en las luchas sociales de todo el planeta
[1] Última estimación de víctimas entre el 7 de octubre de 2023 y el 30 de junio del 2024, efectuada por la revista especializada en investigación en ciencias de la salud, The lancet: [2] https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(24)02678-3/fulltext[2] Estimación realizada por el informe lanzado por la organización social palestina “The Sabar Project”, a finales de 2024 [3] Estimación de muertes indirectas hecha por The Lancet: https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(24)02678-3/fulltext [4] https://www.aljazeera.com/news/2024/4/17/palestinian-prisoners-day-how-many-palestinians-are-in-israeli-jails*Eduardo Meneses es politólogo, y educador popular. Durante más de tres años trabajó en Palestina con varias organizaciones de la sociedad civil y desde hace más de 15 años es parte del movimiento de solidaridad con Palestina.