Bolivia en 2025: crisis y esperanzas – Por Tupaj García

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Bolivia en 2025: crisis y esperanzas

*Por Tupaj García

Bolivia atraviesa su bicentenario en un ambiente electoral marcado por una crisis del campo político y un deterioro acelerado de la economía. La combinación entre la fractura del MAS-IPSP y una derecha históricamente fragmentada muestra un campo político-partidario que se asemeja más a un collage de mosaicos que a una contienda entre dos grandes proyectos de país. Tal parece que los partidos políticos han elegido, por decisión u omisión, dejar atrás aquella polarización política y social que atravesó el país entre 2019 y 2020, marcada por la confrontación entre la defensa de la Wiphala y el Estado Plurinacional versus la Tricolor y el retorno a la Republica colonial.

Los partidos tradicionales de derecha eligieron reducir al famoso Movimiento Ciudadano a una serie de consignas y frases ensayadas para disputar lo que consideran en verdad importante, la candidatura presidencial. Por su parte, los partidos “nuevos” de derecha optaron por copiar líneas discursivas extranjeras, como la Libertaria o la Trumpista, dejando en el entierro la memoria de aquellos 20 días de Paro Cívico que unieron por única vez a la oposición antimasista. Sin embargo, la derecha tiene un historial extenso de olvidar sus movilizaciones e instrumentalizar sus consignas en beneficio de disputas internas.

Lo extraño aquí es que el MAS-IPSP haya abandonado aquella lucha colectiva que ofrendó al menos 38 vidas en la resistencia al Golpe de Estado y que después fue la impulsora de su retorno al gobierno en 2020.

La defensa de la Wiphala y la Pollera fue abandonada en detrimento de una disputa interna entre exministros y ministros vigentes que, con el tiempo, escalaron a un enfrentamiento entre Arce y Evo. Abandono tan explícito que, actualmente, el gobierno de Arce busca la reelección hablando de industrialización, gestión económica y meritocracia, mientras que Evo busca su retorno hablando de industrialización, verdadera gestión económica y antiimperialismo. En este enfrentamiento no cabe duda que Arce decide enterrar la reivindicación étnica en tanto le es imposible capitalizarla, mientras que Evo la omite, creyendo que su figura basta y encarna aquella lucha histórica.

Resulta imposible negar que el liderazgo de Evo sintetiza la lucha del mundo indígena boliviano que, en 2006, se objetivó en la posesión del primer presidente indígena. Sin embargo, pensar que aquel mundo indígena no se viene transformando desde hace casi 20 años sería ingenuo.

En 2005, la fórmula electoral Evo – Álvaro expresaba la combinación entre un mundo indígena sindical, rural y comunal con los cuadros urbanos, intelectuales y revolucionarios de clase media. Hablamos de una Bolivia donde los títulos profesionales, el Estado y la política eran propiedad de una clase media blanca mientras que las fábricas, el campo y la sumisión eran el lugar y rol de los indios. Aquello se rompió en 2006, cuando un indio asumió el cargo político más importante del país y un nuevo orden se empezó a construir desde 2009, cuando Bolivia se refundo como Estado Plurinacional.

Este nuevo orden permitió que las universidades se llenen de hijos e hijas de campesinos, obreros, empleadas, gremiales, etc. Ahora, encontramos miles de jóvenes indígenas profesionales que retornan a sus comunidades, pueblos o barrios para fortalecer las redes económicas construidas por sus madres y abuelas. Creando nuevas iniciativas económicas y productivas, esta generación no ha parado de impulsar aquella economía popular que es el motor principal de la economía nacional

Fue este nuevo rostro del mundo indígena, el de las hijas e hijos del Proceso de Cambio, el que salió a la calle a defender la Wiphala a fuego y sangre en 2019.

Desde entonces vienen emergiendo nuevas expresiones del mundo indígena, como David Mamani entre los aymaras o Andrónico Rodríguez desde el chapare. Ambos son jóvenes nacidos en el campo que migraron para estudiar una profesión y, al terminar, retornaron a la tierra de sus padres para comenzar su vida sindical. Marcados por la lucha contra el gobierno de facto de Añez, hablan de la necesidad de retejer a la gente, de unir a las organizaciones sociales y de honrar a quienes cayeron construyendo un Proceso de Cambio más fuerte.

Estos jóvenes nos muestran que el mundo indígena está cambiando, más ello no implica el abandono de las luchas pasadas. En idioma aymara, David recuerda las enseñanzas de Felipe Quispe “El Mallku” y las menciona en sus discursos como un ejemplo a seguir. Desde el chapare, Andrónico reconoce el liderazgo histórico de Evo y muestra la admiración y orgullo que siente hacia él, como la de un guerrero hacia su comandante.

Como vemos, parece que el bicentenario de Bolivia estará marcado por la profundización de la crisis de un campo político que, centrado en la pugna por los puestos de gobierno, se aleja de una sociedad atravesada por la polarización social y política previa. Sin embargo, al mismo tiempo se observa las primeras luces de un nuevo tiempo en los ojos de estos nuevos liderazgos y solo el tiempo nos ira mostrando su devenir.

Ante la incertidumbre de esta época, elijo confiar en quienes luchan por causas colectivas. Aquellas que en cada altar de Todos Santos nos recuerdan que nadie muere en vano y que, sin importar el tiempo, volveremos y seremos millones.

*Tupaj Garcia, Sociólogo por la UMSA (Universidad Mayor de San Andrés), Maestrante en Sociología Política en UNSAM (Universidad de San Martín).

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