Argentina | Rafael Klejzer, dirigente social, desde Cisjordania: “Hay un sentimiento consciente de que la resistencia palestina vencerá”

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Entrevista exclusiva a Rafael Klejzer, desde Cisjordania: “Hay un sentimiento consciente de que la resistencia palestina vencerá”

Por Laura Bitto

“Aquí hay un pueblo que, como cualquier otro pueblo, quiere vivir en paz, que sale todos los días a trabajar, que necesita proyectar su vida, reencontrarse con los suyos, que llora, naturaliza la muerte y convive con la muerte”, reflexiona Rafael Klejzer, desde Cisjordania, Palestina, en una entrevista exclusiva para El Argentino.

¿En qué contexto internacional se dan los acuerdos de alto al fuego entre Israel y Hamas?

En primer lugar, tener en cuenta que uno de los objetivos de Netanyahu cuando inició el asedio sobre Gaza era eliminar a Hamas como intermediario, como grupo, que efectivamente es el mayoritario, el más representativo en Gaza. Luego terminó negociando y sentándolo a la mesa porque era el único que podía garantizar los acuerdos. En función de eso es el mismo acuerdo que estaba en mayo del 2024. Lo que cambió ahora efectivamente es la asunción de Trump, no como alguien pro palestino, sino por el contrario, sumamente sionista y con un apoyo total al proceso de desarmar todo grupo radical en Medio Oriente. Lo cierto, es que lo que necesita es centrarse es en su propia política, mandar él, es decir, condicionar a diferencia de Biden, que era un muñeco de Israel en el conflicto de Medio Oriente. La intención de Trump es modificar esa ecuación y ser él quien ponga las condiciones, inclusive de alguna forma generando la política y condicionando al gobierno de Netanyahu. Hay un cambio claramente en la gestión y en la visión norteamericana de que no puede permitir una mundialización del conflicto, es decir, que necesita contener el conflicto en Medio Oriente, ya que debe centrar su política de hostigamiento defensiva y de contención a su enemigo principal, que es China.

 

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¿Cómo interpretas que los garantes del acuerdo sean Qatar, Egipto y Estados Unidos?

Estados Unidos, como gendarme mundial y representando los intereses del capital global en Medio Oriente, Egipto como país vecino, lo tienen que sentar a Egipto porque es por esa frontera por la que entra y sale la posibilidad de ayuda humanitaria, personal y hasta armas. Y Qatar, que es un nuevo jugador en la región, que tiene un buen diálogo con los hermanos musulmanes.

¿Por qué Israel aceptó este acuerdo ahora?

Es el mismo acuerdo, pero con Trump ganando las elecciones y condicionando la política israelí, es una ecuación que se invierte, el gobierno de Biden, era un gobierno muy débil, poroso a los intereses sionistas. Trump encabeza los intereses sionistas en la región, pero impone condiciones.

¿La presión internacional, la resistencia palestina, la debilidad de Netanyahu, las nuevas condiciones de Estados Unidos de la mano de Trump y el papel de Irán son factores a tener en cuenta?

Medio Oriente siempre es parte de una geopolítica tanto de enclave colonial occidental a través de Israel como una forma de contener a una región donde se disputa, entre otras cosas, desde hace 50 años, el petróleo. Y a partir de ahí, como un tablero de ajedrez donde se van cambiando las fichas, Siria cambia de bando, el Líbano permitiendo el crecimiento de las organizaciones pro iraníes. Irán siendo una potencia en franco crecimiento, como un contrapeso a Israel en la región y los muy fuertes emiratos y califatos ingresando a los BRICS.

En cuanto al gobierno de Netanyahu ¿Cómo analizás la amenaza de abandono de la coalición por parte de Bezalel Smotrich ministro de Finanzas de Israel y del ministro de Seguridad Itamar Ben Gvir, representantes de facciones ultra derechistas que construyen una mayoría parlamentaria?

Tanto Smotrich como Ben Gvir, no está claro que vayan a abandonar el gobierno. El sistema político de representación en Israel se construye en las mayorías parlamentarias. El único garante de la continuidad de la guerra y de la radicalidad del proceso de expansión en Israel lo garantiza una ultraderecha unida. Por lo tanto, Ben Gvir y Smotrich, dejando esa coalición, atentarían contra sus propios intereses. Son los sectores, yo no diría más duros, sino que el proyecto de estas dos fracciones de la ultraderecha tienen que ver con el gran Israel. Ellos quieren expandir las fronteras de Israel más allá del Tigris y el Éufrates. Es decir, lo que plantean son zonas de contención, zonas para garantizar Jerusalén. Su expansión y su colonialismo va más allá de la frontera del acuerdo de Oslo.

 

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De aquí en más ¿De qué depende la perdurabilidad del acuerdo, planteado en tres etapas, y su cumplimiento?

El acuerdo al alto del fuego, aclarar que no es, ni por asomo, un alto a la guerra que ya lleva ochenta años, ni a esta batalla por Gaza y la destrucción de Hamas. Hay una especulación de que hay acuerdos bajo la mesa que no se saben, hay letra chica que se desconoce. La perdurabilidad tiene que ver con la apertura de frentes. Recordemos que a los dos días de haber iniciado la tregua en Gaza, se iniciaron las actividades al norte de Cisjordania, a través de Jenin, donde necesitan mantener un estado de guerra permanente, como tensionar a su sociedad e inclusive las relaciones con Hamas. Está claro que lo que busca Israel es mantener el estado bélico, controlar zonas, tener ese juego de intromisión, inclusive hasta la propia política interna de los palestinos, marcando la división entre Gaza y Cisjordania. Creo que el fracaso de Naciones Unidas, el fracaso de la Corte Penal Internacional en la resolución del conflicto, no solamente en Gaza, sino a nivel internacional, ha puesto sobre la mesa la falta de instituciones supranacionales para resolver los conflictos. Hay que ver qué países pueden llegar a ser lo suficientemente confiables para ser garantes de los procesos de paz. Hay que tener en cuenta que Medio Oriente tiene más de un actor permanente. Tiene que ver con Irán y sus organizaciones, tanto de hermanos musulmanes como de Hezbollah. Hay una red de organizaciones populares que van en aumento y que han planteado una nueva radicalidad política y a partir de allí construyen consensos en sus sociedades.

El acuerdo señala que se permitirá que los organismos de la ONU y otras organizaciones operen con libertad en la Franja de Gaza; que se comenzará a rehabilitar la infraestructura de energía, salud, alcantarillado; y que comenzarán las tareas de remoción de escombros y reconstrucción de viviendas. ¿Cómo se vive esto desde allí, está sucediendo efectivamente o hay impedimentos?

La reconstrucción de Gaza va a llevar muchísimos años y se tienen que generar las condiciones. Va a llevar su tiempo y tendrá sus costos, que efectivamente por lo que se ve, Qatar está atrás de eso. Es muy pronto todavía para evaluar esa hoja de ruta, ahora hay una emergencia humanitaria muy importante que tiene que ver con el saneamiento del agua, los depósitos de desalinización del agua fueron bombardeados durante el avance de la ofensiva israelí. Lo que recomienda Naciones Unidas para el consumo de agua, tanto para higiene como para tomar, son 40 litros diarios por persona y Gaza hoy tiene alrededor de 2 litros por persona, eso hace que se plantee una emergencia sanitaria y alimentaria muy importante.

¿Cómo caracterizas la situación política en Palestina?

La guerra en Gaza fue la masacre más documentada en la historia de la humanidad. Una masacre en vivo donde la comunidad internacional no participó, quedó afuera, no se ha planteado la solidaridad, sólo la resistencia del pueblo. Eso genera una perspectiva de que la solución no es política sino militar, porque se ve como una victoria la resistencia. La resistencia gazatí permitió la constitución de una mesa de negociación con el enemigo sionista, sólo la resistencia. Por eso, otra vez aparece esto de lo que siempre hablamos, sobre todo en los procesos de liberación en la historia de América Latina, de las derrotas militares y las victorias políticas. Pude escuchar que me plantearan dos líneas, una es que los jóvenes no creen en la política y quieren ser de Hamas. Ven en la acción directa la posibilidad de liberar Palestina y enfrentarse al enemigo sionista. Otra, la de la autoridad palestina, los herederos de Arafat a través de Al Fatah plantean que ningún joven hoy se va a querer juntar con otro joven israelí para consensuar propuestas de buenos vecinos para garantizar dos estados independientes pero con destinos comunes que era un poco la apuesta por parte del gobierno de la autoridad palestina. Trabajar la conciencia del pueblo israelí en función de salidas humanistas, de respeto internacional a la autonomía de los pueblos. Todo eso ha estallado por el aire, no hay ninguna posibilidad de un trabajo en conjunto. La barbarización de la ofensiva israelí impide razonablemente poder planificar algo más allá de una negociación corta por el agua en la emergencia. No sé cómo se va a desarrollar. El protagonismo en la liberación de los presos y las presas claramente lo tuvieron los hermanos musulmanes en lo que es Hamas aquí y no la autoridad, producto que son los que han cargado con el mayor peso de la resistencia palestina.

Si tuvieras que describir la experiencia que estás viviendo en Cisjordania ¿Cómo lo harías?

Aquí hay un pueblo que, como cualquier otro pueblo, quiere vivir en paz, que sale todos los días a trabajar, que necesita proyectar su vida, reencontrarse con los suyos, que llora, naturaliza la muerte y convive con la muerte. En los cuatro días que llevo acá he ido a cuatro funerales diferentes, invitado por la comunidad, por los interlocutores aquí en Cisjordania. Hay un trato permanente con la muerte, hay una naturalización de la violencia, del enemigo colonial y de la opresión sionista. Eso no impide la voluntad de un pueblo que sale todas las mañanas a trabajar, que necesita nutrir su casa y mandar a sus chicos a la escuela. Lo que he podido escuchar es que está muy bien pago el trabajo manual, a diferencia del trabajo intelectual o universitario. Hay una demanda del trabajo manual muy importante, obreros y sobre todo calificados. Esto en detrimento de ingenieros, arquitectos, bioquímicos, que no tienen trabajo y generalmente los jóvenes emigran. Hay 250.000 trabajadores que hace 15 meses no pueden ingresar a territorio. El salario mínimo en Palestina es de 500 dólares. Pero, pagan tres veces más la nafta, mucho más el agua e increíblemente, bajo un país ocupado, teniendo estos niveles salariales, el alimento es más barato que en la Argentina. Los llamados campamentos, no son otra cosa que barrios populares o villas, como decimos en Argentina. Por supuesto, en Ramallah hay un nivel altísimo de calidad de vida que prejuiciosamente yo desconocía. El mayor sector de crecimiento productivo en Palestina es la construcción. Y con elementos y materiales propios de la zona.

¿Cuál es tu mirada de la resistencia del pueblo Palestino?

Hay un sentimiento consciente de que la resistencia palestina vencerá. Cuando me preguntaban por el tema de la producción rural y les comentaba que en la Argentina hay 850 mil hectáreas en manos de los Benetton, por poco se mueren, se les transformó la cara y prácticamente se ofrecieron a trasladar la experiencia de la lucha, la resistencia por la tierra y por la independencia de Palestina hacia nosotros. Cuando uno describe la situación, la tenencia injusta de la tierra, los procesos de endeudamiento, la concentración, la extranjerización de nuestra economía, la reprimarización de los sectores en detrimento de la industrialización y el proceso de empobrecimiento general, casi que me dicen vamos a pelear a la Argentina. ¿Por qué? ¿Qué significa esto? Que ellos creen en su resistencia. Su resistencia es el ordenamiento de su programa político, las diferentes fracciones políticas, tanto musulmanas como laicas, se rodean alrededor de la resistencia, planteando que la resistencia palestina no quiere la injerencia en ningún país.

 

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