Las debilidades del halcón – Por Rosa Miriam Elizalde
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Rosa Miriam Elizalde *
Aunque parece salido de un notable esfuerzo demócrata, fue el equipo de campaña de Donald Trump el que ha elaborado el más exhaustivo y sucio expediente de Marco Rubio, el halcón más conocido como un escalador político que como un legislador, alguien cuyas opiniones han cambiado para adaptarse a los cambios dentro de su partido, según el prontuario.
El periodista estadunidense Ken Klippenstein ha filtrado (https://acortar.link/DGXuhf) el documento de 551 páginas que evalúa las vulnerabilidades del senador de Florida, inicialmente en la lista de candidatos a vicepresidente de la administración republicana. Finalmente J. D. Vance resultó escogido por Trump como su compañero de fórmula y dejó a Rubio el puesto de futuro secretario de Estado.
Entre los puntos claves del dosier se encuentran las inconsistencias ideológicas de Rubio, quien ha modificado sus posiciones en asuntos como inmigración, comercio y política exterior, lo que es señal de claro oportunismo político, según el informe. Parte de estos vaivenes tienen que ver con su relación oscilante con Trump, a quien criticó durante las primarias de 2016, para luego apoyarlo en 2020 y 2024, mientras por el camino condenó el ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021. A la gente loca de MAGA, como denominó Rubio en algún momento a los seguidores más entusiastas de Trump, no le ha hecho mucha gracia la denominación del senador como secretario de Estado y, cuando se filtró la noticia, hicieron notar su cólera en redes sociales aireando la etiqueta #NoRubio.
El dosier menciona cuestiones éticas y financieras que oscilan entre investigaciones sobre el uso de tarjetas de crédito del Partido Republicano de Florida para gastos personales y préstamos hipotecarios obtenidos en condiciones cuestionables, hasta relaciones con un narcotraficante convicto, nada menos que su cuñado. Orlando Cicilia, casado con la hermana de Rubio, Bárbara, que fue arrestado en 1987 por dirigir una red de contrabando de cocaína valorada en 75 millones de dólares desde su casa en West Kendall, Florida, donde Rubio vivió cuando era adolescente. The Washington Post, recuerda el dosier, catalogó a Cicilia como el protagonista de “uno de los casos de drogas más importantes de la era barroca de los cowboys de la cocaína en Miami”.
En el acápite de las mentiras no le ha ido mejor. Alguna vez echó a andar la historia de sus padres como exiliados cubanos que huyeron de la isla tras la revolución de 1959, leyenda que resonaba muy bien entre su electorado en Miami, pero, según reveló The Washington Post en 2011, era una versión embellecida. Ni salieron de Cuba en esa fecha –lo hicieron tres años antes– ni la política motivó la decisión familiar de emprender una nueva vida en el Estados Unidos donde nacerían sus hijos, entre ellos Marco Rubio en 1971.
Pero Marco no miente sólo para embellecer su pasado, sino que hace de ello un instrumento de intensa amoralidad. Las primeras noticias sobre los ficticios ataques sónicos al personal diplomático estadunidense en la isla surgieron en agosto de 2017 a través de soplos a la prensa. En ese momento no se identificó públicamente a la fuente de estas filtraciones, pero Rubio intensificó sus declaraciones al respecto a sabiendas de que eran mentiras, lo que llevó a observadores a responsabilizarlo con la divulgación de esta falacia que justificó el cierre de la embajada estadunidense en La Habana y la imposición de más sanciones contra Cuba.
En cuanto a su fachada de benefactor latino, es célebre por utilizar los derechos de los inmigrantes en sus talking points, mientras vocifera por la inmediata cancelación de un programa que protege a decenas de miles de niños y jóvenes indocumentados en Estados Unidos.
Asegura el dosier que cuando aspiraba a la presidencia de EU en 2015, Rubio expresó su apoyo para una solución legislativa al problema de los llamados dreamers (soñadores), sabiendo que no existían los votos en el Congreso para apoyar una normativa que beneficiara a los jóvenes inmigrantes que llegaron al país siendo niños, llevados por sus padres sin autorización legal. Mientras, se opuso ferozmente al programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), impulsado por el gobierno de Obama, con el argumento de que el presidente no tenía potestad para proteger a esos niños con una orden ejecutiva. Si hubieran cancelado el programa, miles de menores habrían sido deportados.
Hay mucha información en este dosier que prueba con fuentes fiables y prisma republicano el atropello, la tergiversación, la perversión de la ley, el abuso, la manipulación descarada y las pésimas prácticas del próximo secretario de Estado. Como datos al margen aparecen que apoyó la guerra en Iraq y Libia, la guerra contra Yemen y los golpes de Estado en América Latina, y que tiene una obsesión enfermiza con la tierra donde nacieron sus padres. Peccata minuta para los trumpistas que, sin embargo, ven con reservas, a juzgar por este dosier, la camaleónica personalidad y el narcopasado del halcón que tendrá la tarea de susurrarle a Trump la política exterior del imperio.
* Periodista y escritora cubana. Doctora en Ciencias de la Comunicación y autora o coautora de los libros “Antes de que se me olvide”, “Jineteros en La Habana” y “Chávez Nuestro”, entre otros