¿De qué hablamos cuando hablamos de estudiantes extranjeros?

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¿De qué hablamos cuando hablamos de estudiantes extranjeros?

Por Julio Longa, Andrea Romero y Damián Ierace

En medio del conflicto por el financiamiento del sistema universitario, el gobierno nacional salió a agitar el tema de los recursos que se van a causa de los estudiantes extranjeros que asisten “gratis” a la universidad. Se estima que los estudiantes extranjeros representan apenas el 4 % de los estudiantes que cursan en las universidades nacionales, una proporción mínima que no impacta mayormente en el presupuesto total. Pero, además, cabe preguntarse cómo está compuesto ese grupo de estudiantes de otras latitudes que asisten a las universidades púbicas argentinas.

En la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ), los estudiantes que nacieron en el extranjero representan el 2% de la matrícula. Y 8 de cada 10 de estos estudiantes tienen residencia. Es decir que la mayor parte residía en el país con anterioridad a su ingreso a la universidad. Estos datos surgen del estudio realizado por Ana Mallimaci Barral y Mariano Ameghino, en su trabajo titulado “Estudiantes extranjeros/as en la Universidad Nacional Arturo Jauretche. Entre la internacionalización y la migración”, donde recurrieron a fuentes de dicha universidad y a una encuesta online para elaborar un diagnóstico de la situación de los estudiantes extranjeros en la institución, analizar su trayectoria en la universidad y construir una tipología acerca de quiénes son y por qué llegaron esos estudiantes a la UNAJ.

El interés por el tema surgió en 2015, cuando durante el gobierno de Mauricio Macri, “empezaba a aparecer en la escena pública la idea del estudiante migrante como alguien sospechoso que, en épocas de crisis, viene a usar y abusar de los recursos del Estado argentino”, explica Mallimaci, docente de la UNAJ e investigadora de CONICET quien, junto a Ameghino, también docente y director de Relaciones Internacionales de la UNAJ, comenzaron a ver la necesidad y el interés de trabajar sobre esta población.

“Se cuestiona la plata que se gasta en atender al extranjero como si fuera alguien que no está de dentro del género o de la especie humana. Como si no fuese un par. Ese otro que no debe estar”, destaca Ameghino. Según el estudio, 7 de cada 10 estudiantes que nacieron en otro país hicieron la secundaria en escuelas argentinas y más de la mitad posee un empleo y tiene la mayor parte de los miembros de su familia residiendo en el país.

¿Cómo está compuesto el grupo de los estudiantes extranjeros?
Ameghino detalla que “el nivel de internacionalización de una universidad se mide según la cantidad de estudiantes que van al extranjero a estudiar un cuatrimestre y volver, o la cantidad de estudiantes que vienen aquí a pasar un cuatrimestre y volver a su país. Lo que se llama estudiantes de intercambio. Pero tenemos otros grupos. Por eso es importante remarcar cuánta interculturalidad transita por nuestras aulas por la cantidad de estudiantes que no nacieron en Argentina, que eligieron este país para vivir y la UNAJ para estudiar. Algunos son cadenas migratorias de distintas generaciones familiares, otros son adultos que vienen especialmente a la Argentina porque les ofrece un sistema de educación superior gratuito y democrático. Según sus datos en el 2019 había en la UNAJ un 2,5 % de estudiantes que no nacieron en la Argentina. Ese número hoy se ubica en el 4 %.

Mallimaci agrega que “es el mismo nivel del sistema universitario argentino. Por eso llama la atención la hiper-visibilidad que hay en estos discursos”.

Uno de los aportes de esta investigación es desarmar el significante “estudiante extranjero”. A partir de una encuesta online y una serie de entrevistas los autores se propusieron complejizar esa categoría. El estudio define tres categorías: primero, quienes se desplazan en edades tempranas con sus familias por diversos motivos sin que el estudio haya sido la motivación principal del movimiento. “Este grupo complejiza la noción de estudiante extranjero porque son aquellos que vinieron siendo chicos, hicieron casi todo su recorrido académico en Argentina y terminan estudiando en la universidad”, explica Mallimaci.

Otra categoría es la de las personas que migran con el propósito de estudiar en las universidades nacionales. “Es un porcentaje bajo en comparación con los otros dos tipos. Es gente que, por determinados problemas en sus países de origen, deciden venir a estudiar a Argentina y específicamente a la UNAJ”, aclara la docente.

La última categoría está conformada por las personas que se desplazan por múltiples motivos en edades adultas y que una vez en el país, encuentran la oportunidad de acceder a la universidad. “Son aquellos migrantes que llegan con un perfil más laboral, que vienen a trabajar y se encuentran con la universidad. Que exista la Jauretche hace que les surja la posibilidad de estudiar”, agrega.

Gratuidad, financiamiento y derechos
Mariano Ameghino también relativiza la idea de que los estudiantes extranjeros estudian gratis: “La gratuidad es un derecho que tenemos todos los ciudadanos que habitamos la Argentina y se financia con nuestro consumo, cada vez que compramos un paquete de cigarrillos o le ponemos nafta al auto. Bueno, todos esos extranjeros también consumen y aportan al erario público Después la pelea está en cuánto de ese erario público va hacia la educación superior”.

Sin bien ninguna universidad nacional lo implementó, el polémico decreto de necesidad y urgencia con el que inauguró su gobierno Javier Milei habilita a las universidades a arancelar los estudios de los extranjeros. Incluso a los estudiantes de intercambio que vienen por un cuatrimestre.

“Es cómico porque cuando Patricia Bullrich en campaña planteaba que el 50 % eran extranjeros, desde sectores cercanos a Rodríguez Larreta recolectaron estadísticas (que tenemos) sobre cuánto aporta un estudiante de intercambio que viene a la Argentina por cuatro o cinco meses y es entre 1000 y 1500 dólares que ese estudiante deja en la economía nacional porque hace turismo, se toma un avión, alquila, consume”, agrega Ameghino, quien sostiene el mismo argumento para alguien que vive en la Argentina, que hizo la secundaria aquí y eligió la universidad nacional para cursar sus estudios superiores: “que haya que cobrarle un arancel por el sólo hecho de que la cigüeña lo dejó del otro lado de la frontera es una argumento que hay que desarmar y discutir”, sostiene.

Mallimaci vincula estos discursos con “una representación de invasión que está muy instalada y que no existe. El último censo indica que hay un 4,5 % de migrantes a nivel nacional. Ayer una periodista volvió a decir que hay 30 % de estudiantes extranjeros en la universidad, no sé de donde viene ese número pero claramente hay una sobre-representación en la que se mezcla la discriminación racial y clasista y en la que a ciertos cuerpos se los define como extranjeros”.

UNAJ

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