Cuba, ante el desafío de frenar su larga crisis – Por Gabriel Vera Lopes
Cuba, ante el desafío de frenar su larga crisis
Golpeada por dos huracanes y tres apagones nacionales, la isla caribeña termina el año con una nueva recesión económica.
Por Gabriel Vera Lopes
Un año después de que el gobierno cubano presentara un «programa de estabilización» para hacer frente a la profunda crisis económica que atraviesa Cuba, el 2024 finaliza sin los “resultados esperados”. El programa había sido anunciado a fines del año pasado, luego de que el presidente Miguel-Diaz Canel declarase que el país se encontraba en una “economía de guerra”.
En su discurso ante la Asamblea Nacional del Poder Popular, el primer ministro, Manuel Marrero Cruz aseguró que “si bien se muestran resultados, tenemos la insatisfacción de que no se ha avanzado lo necesario, sobre todo en aquellas cuestiones que demanda nuestra población”.
Luego de haber aplicado un programa de recortes de gasto público con el fin de afrontar la grave crisis económica que sufre la isla, el primer ministro afirmó que varias de las medidas planificadas se han ido posponiendo con el fin de mantener “la premisa de no hacer nada que pueda afectar más el nivel de vida de la población”.
A pesar de que aún no se cuenta con cifras oficiales, se espera que el 2024 termine sin crecimiento en la economía según reveló el ministro de Economía y Planificación, Joaquín Alonso Vázquez. Esto sugiere que el país enfrentará un segundo año consecutivo de recesión, después de la contracción del 1,9% del PBI en 2023. A su vez, Alonso Vázquez afirmó que el gobierno proyecta un magro crecimiento económico del 1% para 2025.
Esta proyección contrasta con la opinión de la Cepal, en cuyo informe Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe calcula que la isla caribeña tendrá un nuevo decrecimiento de 0,1% el año próximo.
La economía cubana ha enfrentado múltiples desafíos este año. Además de la agresión sostenida del bloqueo estadounidense, que según la ONU ha generado pérdidas de 5.500 millones de dólares en el último año, el país ha sido afectado por dos huracanes y dos sismos. Estos desastres naturales han provocado pérdidas millonarias, incluyendo la destrucción de más de 46.000 viviendas y la pérdida de 40.000 hectáreas de producción agrícola.
A su vez, el 2024 fue el año de mayores dificultades para el sector energético. El país sufrió tres desconexiones totales del sistema eléctrico nacional, lo que ha dejado a Cuba completamente a oscuras. Los recurrentes cortes de luz, que en las últimas semanas afectan diariamente a más del 40% de la población, han perjudicado la actividad económica así como la calidad de vida de la población.
Una larga crisis
La economía de la isla atraviesa una profunda crisis que lleva ya cinco años. El punto de inflexión se produjo en 2020, cuando la política de «máxima presión» de Estados Unidos y la crisis del Covid-19 provocaron una contracción económica del 10,9%. Desde entonces, la economía cubana no ha logrado recuperarse, y el PIB sigue por debajo de los niveles de 2019.
La situación se ha vuelto cada vez más crítica. La profunda contracción económica ha hecho que los indicadores macroeconómicos se deterioren, afectando directamente las condiciones de vida.
La persistente inflación deteriora la capacidad adquisitiva principalmente de la población que trabaja en el sector estatal. A esto se le suma la escasez de alimentos y medicinas, que históricamente habían sido repartidos de manera prácticamente gratuita por el estado cubano, y la acuciante crisis energética. La combinación de estos tres factores hace que el país se enfrente una de sus peores crisis: una creciente angustia social que ha contribuido a la mayor ola migratoria en décadas.
Los resultados insatisfactorios del “programa de estabilización” se explican por el incumplimiento de un postergado programa con el que el gobierno aspiraba a empezar a “corregir las distorsiones económicas” que están afectando gravemente al país. Mientras tanto, el país aguarda el inicio de un 2025 que estará marcado por el comienzo de un nuevo mandato de Donald Trump, que todo indica que volverá a incrementar las hostilidades de Washington contra la isla caribeña.
Estancamiento de la actividad productiva
El economista Joel Ernesto Marill señala que el gran éxito de la gestión económica ha sido la estabilidad del tipo de cambio informal. Según afirma, aunque los niveles inflacionarios se mantienen altos, se han ido “controlando mediante el ajuste fiscal”, indicando que la desaceleración inflacionaria es una condición de posibilidad para la estabilización de una economía.
“En lo que respecta a la estabilización, este ha sido uno de los años en los que más se avanzó. Sobre todo en la reducción del déficit fiscal, lo cual ha permitido disminuir las presiones inflacionarias” asegura.
Marill asegura que la estabilización fiscal es una medida “necesaria pero no suficiente”. Se calcula que el déficit del país es uno de los más altos del mundo, siendo de aproximadamente el 10% del producto interno bruto (PIB).
“Vimos que la inflación se ha ralentizado en el segundo semestre del año. Esto es muy importante, porque permite alcanzar una estabilidad del tipo de cambio que es una de las grandes presiones para la alza de los precios”.
El régimen de alta inflación ha sido uno de los principales problemas de los últimos años. Desde el año 2020, los precios del mercado formal del país se han triplicado, mientras los salarios y las jubilaciones se han mantenido prácticamente en los mismos niveles. Esto ha provocado un enorme deterioro de la capacidad adquisitiva de la población. Una situación agravada por la disminución de los productos que el Estado reparte de manera prácticamente gratuita a la población mediante el sistema de la “libreta” -mecanismo de asignación de productos de consumo a cada núcleo familiar-.
Según la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), en noviembre la inflación interanual del mercado formal de Cuba fue del 27%: se trata de la cifra más baja de los últimos tres años.
Sin embargo, para el economista, persisten importantes problemas vinculados al “estancamiento de la actividad productiva” por lo que la economía se mantiene sumergida en una grave crisis.
Marill explica que la crisis que atraviesa Cuba es una combinación de factores que se han prolongado en el tiempo, la cual se vio acelerada por la crisis de la Covid-19 junto al endurecimiento del ilegal bloqueo que implementó el gobierno de Donald Trump.
“Algunos factores estaban presentes ya antes de la actual crisis. Sin embargo, esos factores son particularmente graves en este contexto, ya que lo que más está determinando el estancamiento de la economía, es la incapacidad de recuperar y aumentar los ingresos en divisas. Por ejemplo, la tendencia a la caída de las exportaciones es un fenómeno que viene apareciendo de manera paulatina desde el año 2014”.
En el período de 2019 a 2023, Cuba tuvo una contracción del 31.9% en la exportación de bienes y servicios. Esa caída sumada a la disminución de la producción agropecuaria hace que el estado, por un lado, consiga menos divisas en términos de exportación, a la vez que se ve obligado a gastar más divisas destinadas a la importación.
“Salir de la actual crisis que atraviesa Cuba es realmente muy complejo. Venimos de años de muchas limitaciones materiales de la población y eso disminuye los márgenes de maniobra. Y esto teniendo siempre en cuenta que el bloqueo no permite que el país acceda a herramientas, como el acceso a crédito, que en otros contextos facilitan los planes de estabilización” señala Marill.
*) Artículo publicado originalmente en Brasil de Fato