Un 25 de noviembre en el que se reivindique la vida – Por Gabriela Rivadeneira Burbano
Un 25 de noviembre en el que se reivindique la vida
Por Gabriela Rivadeneira Burbano *
Este 25 de noviembre, además de conmemorar la vida y legado de las Hermanas Mirabal, y de tantas mujeres que en nuestra historia marcaron y siguen marcando hitos para el avance de nuestros derechos y para la lucha en contra de las violencias, quiero invitarlas a ratificar nuestra vocación feminista y latinoamericanista.
Las cifras de violencias en contra de las mujeres son profundamente dolorosas y nos preguntamos el porqué, en pleno siglo XXI, tenemos que seguir lamentando que 11 muertes violentas por razón de género se registren cada día en América Latina, según el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la CEPAL. Así, como son graves los delitos contra la vida, lo son las violencias diarias, permanentes, sistemáticas, en contra de nosotras, que se producen en la familia, en el espacio público, en los espacios digitales, en la política, en las instituciones públicas y privadas, es decir, vivimos atravesadas por violencias normalizadas y cotidianas.
Y es que, lamentablemente, nuestra realidad mejora o empeora según los gobiernos de turno y su apuesta política ideológica. En América Latina, la región más desigual del planeta, los indicadores de los gobiernos de derecha y ahora los extremistas, ponen el negacionismo como apuesta discursiva generando violencias simbólicas y un uso del lenguaje que justifican acciones violentas, machistas, xenófobas, homofóbicas, retrocediendo en acceso de derechos y desapareciendo instituciones que garantizan desde el Estado esos derechos; retrocesos que no perjudican y matan solo a las mujeres, se trata de un retroceso y un aniquilamiento social.
A esto se suma el rol de los medios de comunicación corporativistas, que por privilegiar la venta y las ganancias económicas, sostienen en su parrilla programas sensacionalistas, violentos, grotescos, que alimentan la reproducción y sostenimiento de esa naturalización de las violencias. Los medios de comunicación son, en particular, un ámbito que debe ser analizado y denunciado; deben responder por lo que replican en los estereotipos y formas de relacionamiento social. Si nuestros hijos, hijas e hijes escuchan un chiste machista o discriminador en la televisión y no se sanciona, entonces se asume como normal y esto se sigue reproduciendo, por sistema básico de reproducción socio cultural. Por eso, las normativas de regulación de contenido mediático son importantes, así como la legislación de protección a las mujeres, niñeces y adolescencias en los espacios digitales de la comunicación, y no, no es censurar la libertad de expresión, es tener conciencia, un pacto civilizatorio, necesario para la convivencia armónica de la especie humana que, junto con el planeta, nos encontramos en peligro de extinción.
No quiero ser fatalista, me caracterizo por ser radicalmente optimista, pero tener clara la realidad nos permite una mayor visión de los caminos posibles para mejorar nuestra vida y la vida de las y los nuestros. Por eso, regresar a ver y estudiar los proyectos políticos de avanzada, como el Humanismo mexicano, ahora liderado por Claudia Sheinbaum, o el socialismo democrático de Xiomara Castro en Honduras, o el Pacto Humano de Gustavo Petro en Colombia, deben ser motivadores de acciones positivas y vanguardistas para defender la vida de nuestros pueblos. No solo se trata de poner presupuesto para la atención de violencias (que dicho sea de paso, en nuestros países son mínimos en relación a las violencias), sino de trabajar en sistemas articulados, integrales e integradores, que estén encaminados a construir sociedades de cuidados, es decir, Estado, sector privado y sociedad trabajando juntos en el mejoramiento de la calidad de vida de todas las personas y, en particular, de las mujeres. Esto es apostar por la prevención como parte sustancial del cambio de la matriz cultural, desechar las prácticas individualistas del capitalismo por nuevos paradigmas de desarrollo colaborativistas, solidarios y que, en la práctica, cierren brechas de desigualdad social y de géneros.
No es una tarea fácil, es un reto que le corresponde plantear a nuestra generación. Estamos caminando en una cuerda floja: o somos capaces de marcar un cambio ahora o no podremos garantizar un futuro. Cuando hablamos de concebir y proteger proyectos políticos de izquierda, radicalmente humanistas y profundamente solidarios, estamos defendiendo la vida presente y futura.
Como dice Claudia Sheinbaum, “si una niña puede caminar segura en las calles de nuestras ciudades, entonces la sociedad toda, está más segura”.
Hoy más que nunca, rechazar el fascismo y los discursos de odio es un imperativo ético. Por una vida libre de violencias: más amor al prójimo, más justicia social, más igualdad sustantiva.
*Expresidenta de la Asamblea Nacional del Ecuador y primera mujer en ejercer dicho cargo. Directora Ejecutiva del Instituto para la Democracia Eloy Alfaro (IDEAL). Fundadora del Grupo de Puebla y de la Internacional Feminista. Ha desempeñado distintos cargos de elección popular: concejala, vicealcaldesa, viceprefecta y gobernadora.