Siete tesis para derrotar al partido colorado en Paraguay – Por Bernardo Coronel
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Bernardo Coronel *
La oposición paraguaya vive su peor momento. Como nunca antes el partido colorado está consolidado en el poder. De la mano de Horacio Cartes, recuperó su vocación totalitaria, controlando los tres poderes del Estado, sometiendo incluso a periodistas y políticos opositores. La ANR parece imbatible, y el desafío para la oposición son las elecciones del 2028. Acá proponemos algunas tesis para el debate y que se podrían tener en cuenta para enfrentar (y derrotar) al coloradismo. Son 7 tesis que iremos publicando semanalmente.
1° tesis, el error de apostar a la división del partido colorado
Hasta ahora hay sectores de la oposición que pretenden construir su estrategia electoral en base a la división del partido colorado, pensando en las fugas que podría generar. Error, la ANR nunca se divide, al contrario, se nutre de sus luchas internas para fortalecer su unidad. La única (y la última) vez que en la ANR se produjo una tímida división fue en 1993, momento en que todavía atravesaba por una crisis hegemónica, luego de la caída de Stroessner, que cayó justamente por la división entre militantes y tradicionalistas.
En las internas coloradas de 1993, una facción liderada por el Gral. Lino Oviedo fraguó el resultado electoral e impuso a un candidato de origen liberal (Wasmosy) como ganador, marginando a Luís María Argaña, el último heredero de Stroessner y vencedor de aquellas internas. El fraude electoral generó una división, llevando a un sector colorado a votar por el candidato independiente Guillermo Caballero Vargas. En esas elecciones la oposición (Laíno y Caballero Vargas) globalmente sumó 56% de los votos, mientras que Wasmosy solo alcanzó 39,9 %.
Las luchas internas coloradas hacen parte de su lógica hegemónica; son la dinámica que mueve su gigantesca maquinaria electoral que se desarrollan activamente y concluyen en las elecciones generales. Al terminar las internas las fuerzas “enemigas” se alinean para apoyar al candidato ganador, repitiéndose el ciclo de manera perpetua para controlar el poder. La división es la fuerza que une y fortalece al coloradismo. La “división” es su unidad, y una campaña electoral opositora que apueste en atraer votos de colorados “resentidos” es una tarea estéril.
La única (y la última) división colorada
La única vez que se generó una división real de la ANR fue luego de las elecciones de 1998, ese año, el oviedismo pactó una alianza con Luis María Argaña, quien tenía un gran apoyo popular. Con el pacto se acordó la candidatura del oviedista Raúl Cubas como presidente y Argaña vicepresidente. En esas elecciones el coloradismo obtuvo el 53.75 % de los votos, mientras que la alianza opositora sólo alcanzó el 42.61 %. La unificación colorada produjo un record electoral.
Llegado al poder, una de las primeras medidas de Cubas fue poner en libertad a Oviedo, quien estaba preso por el intento de golpe de 1996. Oviedo desarrolla una activa campaña preparando su candidatura para las siguientes elecciones, generándose un duro enfrentamiento con Argaña, su histórico enemigo. La abierta injerencia de Oviedo en las cuestiones de Estado, sería utilizada por Argaña para desgastarlo. A principios de 1999 el gobierno de Cubas, directamente tutelado por Oviedo, empezaba a debilitarse debido a las fuertes críticas de la oposición y la prensa.
El 15 de febrero, Argaña se reunía con Maura Harty, embajadora norteamericana y obtenía su aprobación para iniciar el juicio político contra el presidente. La destitución de Cubas, por la vía de la sucesión, llevaría a Argaña al poder, lo que significaría para Oviedo su fin como político. La situación ofrecía muy pocas alternativas. La disputa debía resolverse entre él y Argaña.
Pero el juicio político no prospera, porque Argaña es asesinado en extrañas circunstancias en marzo, generándose una indignación nacional, que provoca una crisis que salió del control partidario. La crisis deriva en el “marzo paraguayo”, un levantamiento popular que obligó a la renuncia del presidente Cubas. El parlamento nombraba a Luis González Macchi, presidente.
Con Cubas fuera del gobierno, Oviedo quedaba marginado de la ANR, viéndose obligado a fundar su propio partido, la Unión Nacional de Colorados Éticos (UNACE), atrayendo a sus filas una gran masa de resentidos colorados. La ANR queda seriamente debilitada por la división entre oviedistas y colorados. El oviedismo tendría su periodo ascendente entre 1997 y la muerte de Oviedo en febrero del 2013, dos meses antes de las elecciones presidenciales.
Horacio Cartes, candidato de la ANR en el 2013, se enfrentaba a Lino Oviedo, quien mantenía el 10% de fieles seguidores, suficientes como para volcar las elecciones hacía la alianza opositora. Oviedo se constituía en un peligro real y su eliminación allanaría el camino de Cartes hacia el triunfo. En febrero, Oviedo muere en extrañas circunstancias en un accidente aéreo. La Alianza Patriótica para el Cambio (APC), que derrotó al partido colorado en el 2008, y con el apoyo de Oviedo amenazaba reeditar la experiencia, quedaba diezmada.
Con la muerte de Lino Oviedo, UNACE se extinguía como partido, y sus adherentes retornaron a su antigua casa a engrosar los votos colorados que darían el triunfo de Horacio Cartes. Con la desaparición del oviedismo la ANR recupera su vocación totalitaria.
*Antropólogo paraguayo, consultor del Centro de Difusión de la Economía Solidaria