Las dos rutas de América Latina en relación a Palestina – Por Paula Giménez y Matías Caciabue

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Las dos rutas de América Latina en relación a Palestina

Por Paula Giménez y Matías Caciabue *

Como el resto del mundo, en los últimos tiempos, América Latina ha vivido un giro significativo en sus posturas respecto al conflicto árabe-israelí, adoptando dos rutas claramente diferenciadas. Por un lado, algunos gobiernos en la región, como el de Javier Milei en Argentina, han adoptado un alineamiento incondicional con Israel, abrazando la narrativa sionista y sus políticas de ocupación, que han desembocado en el genocidio investigado por la Corte Internacional de Justicia. Por otro lado, gobiernos como el de Gustavo Petro, en Colombia, han roto relaciones diplomáticas con Israel en respuesta a los graves crímenes contra la humanidad, adoptando -no sin costos para la política doméstica- una postura de solidaridad con Palestina y su lucha por la autodeterminación.

Este artículo explora cómo América Latina se enfrenta, hoy más que nunca, a un cruce de caminos con respecto a Palestina: un camino de complicidad con los crímenes del ultra sionismo de Netanyahu, y otro de solidaridad con un Pueblo que vive los peores horrores de este siglo XXI.

La ruta del sionismo a ultranza: El caso de Argentina bajo Javier Milei

Con la llegada al poder de Javier Milei en Argentina en diciembre de 2023, el país ha experimentado un viraje hacia una postura dogmáticamente alineada con los intereses de la fracción ultrasionista que gobierna el Estado de Israel. Milei, un firme defensor del accionar israelita, que hasta incluye el uso de argumentos místicos y religiosos, ha renovado los lazos diplomáticos con el Estado israelí y ha expresado un apoyo desvergonzado a las políticas de apartheid implementadas por Netanyahu y el ultrasionismo gobernante.

A nivel discursivo, el gobierno de Milei ha adoptado una retórica que se aleja de la postura históricamente construida por la tradición diplomática argentina, que incluye la fijación por una Ley del Congreso de la Embajada Argentina en Tel Aviv, y no en Jerusalem, reconociendo con ello la alternativa de los dos Estados.

En ese marco, Milei ha utilizado el argumento de la “lucha contra el terrorismo” para justificar el apoyo a las políticas de Israel en Gaza, ignorando todas las denuncias internacionales de genocidio y violaciones de derechos humanos. Esta narrativa de alineación con los intereses sionistas implica también una ruptura con la tradición de solidaridad con Palestina que ha caracterizado, desde larga data, a muchos sectores de la sociedad argentina. Es que el país tiene una descendencia árabe estimada en 3,5 millones de personas. La misma es, públicamente, “sirio-libanesa”, y allí se mimetizó la perseguida diáspora palestina.

Gerardo Werthein, el nuevo canciller de Argentina, proviene de una familia con profundas raíces en la comunidad judía argentina, compuesta por unas 300 mil personas asentadas, centralmente, en la Ciudad de Buenos Aires (un 85% de los mismos). El nuevo canciller, conocido por su fortuna, su larga trayectoria de gestión en el deporte olímpico y su protagonismo en el lobby sionista en Argentina, es bisnieto de León Werthein, un inmigrante judío que llegó al país desde Europa Oriental en 1904, huyendo de los pogroms. Con un origen en el sector agropecuario, el “Grupo Werthein” es un muy buen ejemplo de ese sector de la oligarquía que supo diversificar su cartera de negocios al emparentarse con el capital financiero estadounidense. Con más de 90 años de historia, hoy es uno de los holdings más grandes del país, siendo propietario de empresas de distintas actividades, tanto en la Argentina, como en el Reino Unido y Estados Unidos.

Fue parte de la comitiva de Milei en su gira a Estados Unidos como presidente electo. Allí consiguió (¿y pagó?) un almuerzo de Milei con Bill Clinton, al tiempo que tegió los puentes para reunirse con Chris Dodd, el representante de Joe Biden para América Latina, entre otros. Con eso aseguró su puesto de Embajador en el país del norte, cargo que ejerció hasta su nombramiento como Embajador.

En esas giras, además, acompañó a Milei en su visita al sepulcro del “rebe de Lubavitch”, el séptimo líder de la dinastía de Jabad Lubavitch, de gran influencia para un sector judío profundamente conservador y sionista de los Estados Unidos.

Por supuesto, su nombramiento en este gobierno como Canciller ha reforzado la ya densa presencia sionista en la coalición gobernante.

Sin embargo, hay que decir que el apoyo explícito de Argentina al sionismo bajo el gobierno de Milei no es un fenómeno aislado. En éste último tiempo, en toda América Latina, se refuerza la división entre quienes abrazan los valores de la autodeterminación y la justicia social, y quienes se alinean dogmáticamente a los intereses de las potencias extranjeras.

La ruta de la solidaridad con Palestina: Colombia y la ruptura con Israel

En un giro diametralmente opuesto, el gobierno de Gustavo Petro en Colombia ha adoptado una postura de firme condena hacia las últimas acciones del sionismo en los territorios palestinos. La masacre en Gaza recrudecida en 2023, que está dejando una devastación sin precedentes y la muerte de más del 2% de la población gazarí, llevó a Petro a sumarse a las condenas latinoamericanas contra Israel y romper las relaciones diplomáticas con Tel Aviv.

Esta decisión es un claro reflejo de su compromiso con los derechos humanos, la autodeterminación de los pueblos y la justicia social. Petro, a diferencia de otros líderes latinoamericanos, no ha dudado en alzar la voz en favor de Palestina, exigiendo el fin de la ocupación israelí y el reconocimiento del derecho del pueblo palestino a vivir en libertad. Hay un trayecto histórico que también lo explica: el largo conflicto social y armado colombiano. Mientras el uribismo, particularmente durante la gestión de Iván Duque, estableció una “relación especial” con Netanyahu, el heterogéneo movimiento social colombiano, base actual de Gustavo Petro, es de los que más comprenden y asumen la causa palestina.

La ruptura de relaciones con Israel por parte de Colombia no es solo una cuestión de política exterior, sino también un acto simbólico que refleja los principios históricos de solidaridad de América Latina con los pueblos oprimidos. De hecho, en la década de 1970 y 1980, varios gobiernos latinoamericanos rompieron relaciones con Israel debido a su apoyo al régimen de apartheid en Sudáfrica. En este contexto, la ruptura de Petro con Israel puede verse como una continuación de esa tradición de solidaridad, esta vez dirigida hacia Palestina, en un contexto geopolítico completamente diferente, pero igualmente marcado por las dinámicas de opresión.

La decisión de Petro también subraya el papel cada vez más activo de América Latina en la defensa de la autodeterminación de los pueblos palestinos. Países como Bolivia, Brasil, Chile, Cuba, Honduras, Nicaragua, México, y Venezuela han expresado con contundencia su solidaridad con Palestina a lo largo de este tiempo. Esto, por supuesto, refleja el interés de una parte muy importante de los movimientos sociales, organizaciones populares y partidos políticos de la región que luchan contra el imperialismo y el neocolonialismo, principios que siempre han estado en el centro de la política latinoamericana.

El escenario actual: América Latina frente a Palestina

América Latina se encuentra dividida, al día de hoy, entre dos grandes bloques frente a la situación de Palestina. Por un lado, países como Argentina bajo Milei se alinean con la narrativa ultrasionista, abrazando la política de apoyo a Israel en nombre de la lucha contra el terrorismo y la seguridad global. Por otro lado, gobiernos como el de Colombia bajo Petro se posicionan en el campo de la solidaridad internacional, defendiendo el derecho de Palestina a la autodeterminación y condenando las políticas genocidas del gobierno de Netanyahu.

Esta polarización no sólo responde a la política exterior de cada país, sino también a sus dinámicas internas. Mientras que el apoyo incondicional a Israel refleja una adhesión a los intereses de las potencias occidentales y el capitalismo global, la postura solidaria con Palestina es una expresión del compromiso de América Latina con la justicia social, los derechos humanos y la lucha contra un orden internacional injusto.

Las actuales posturas de países como Argentina y Colombia frente a Palestina también está influenciada por las presiones internacionales, especialmente de Estados Unidos. Sin embargo, la creciente postura crítica en América Latina hacia las políticas israelíes refleja una gran voluntad de desafiar las narrativas dominantes en la política exterior global. En este sentido, la solidaridad con Palestina ya se ha convertido en una bandera de lucha de una parte muy importante del movimiento popular latinoamericano.

En conclusión, América Latina se enfrenta en la actualidad a un dilema geopolítico: el camino del sionismo y la alineación con las potencias imperialistas, representado por el gobierno de Milei en Argentina, y el camino de la solidaridad con Palestina y la lucha por la autodeterminación, que adoptan gobiernos como el de Petro en Colombia, muy bien “secundado” por Brasil, Bolivia, Chile, Cuba, Honduras, México, Nicaragua y Venezuela. En otras palabras, Palestina refleja las tensiones internas de la región, entre quienes buscan alinearse acríticamente con los intereses globales del poder y quienes pretenden defender, aún con grandes contradicciones y matices, los derechos de nuestros propios pueblos.

La postura de Colombia bajo Petro es un ejemplo a seguir para quienes defienden la justicia social y la autodeterminación, mientras que el alineamiento de Argentina con Israel representa una retrocesión en los principios de solidaridad histórica de la región. El futuro de la política latinoamericana hacia Palestina dependerá, en gran medida, de cómo se resuelvan estas tensiones internas y de la capacidad de los pueblos latinoamericanos para influir en sus gobiernos y continuar la tradición de solidaridad con las luchas de liberación en el sur global.

* Giménez es Licenciada en Psicología y Magister en Seguridad y Defensa de la Nación y en Seguridad Internacional y Estudios Estratégicos, directora de NODAL. Caciabue es Licenciado en Ciencia Política y ex Secretario General de la Universidad de la Defensa Nacional UNDEF en Argentina. Ambos son investigadores del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).

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