Ecuador. ¿Cómo explicar tanta canallada? – Por Xavier Lasso

EFE/EPA/SARAH YENESEL
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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Xavier Lasso *

La tragedia de mi país, Ecuador, que se cae a pedazos, se puede empezar a explicar en gran medida por la seguidilla de tres gobiernos neoliberales que han atacado al Estado, el gran demonio, para hacer mucho más fácil la subordinación al Fondo Monetario Internacional. Una elite, la de mi país, auténticamente mediocre, sin capacidad de seducción, sin mediaciones con la ciudadanía. Torpe, sin proyecto, desquiciada, hambrienta de dinero, con Miami, ahora también Madrid, como sus referentes, vitrinas en donde hacerse de los lujos que luego exhiben sin pudor en sociedades destrozadas por el crimen organizado.

Lenín Moreno empezó todo esto con su traición. Se entregó a los banqueros, principales beneficiarios del modelo del equilibrio fiscal. Sin inversión pública ni capacidad de recuperar empleo y poner dinero en los bolsillos de las familias para que consuman educación, salud y, porque no, diversión.

A Lenín Moreno, la historia de mi país, Ecuador, tendrá que juzgarlo y enviarlo al peor de los círculos por traidor, por indolente, por haberse burlado del pueblo. Lenín Moreno desbarató todo lo que se había construido para darle al Ecuador seguridad energética. Una combinación de fuentes hídricas y térmicas en generación de electricidad, 65 y 35 por ciento respectivamente. Los ciclos de la naturaleza siempre se repiten, a veces con más fuerza: después de las lluvias llega el estiaje, los ríos se secan y las centrales hidroeléctricas bajan su aporte y por eso es necesario tener las fuentes térmicas listas para operar y sostener el consumo siempre creciente.

Moreno, por instrucciones del Fondo, no hizo las inversiones necesarias para incrementar la oferta anual en 300 megavatios. Cero inversión, las centrales térmicas abandonadas y hoy aportan nada para cubrir la demanda de industria, comercio, hogares. Son 14 horas diarias en las que todo debe apagarse, iluminarnos con velas, de vuelta al oscurantismo y con periodistas pautados, que reciben dineros del gobierno para decir tamañas estupideces como que en la penumbra diaria las familias se reúnan a jugar naipes y conversar.

Después llegó Guillermo Lasso y sostuvo lo mismo: cero inversión en energía. Quizá estaban creando las condiciones para que, ante el clamor de la gente, la privatización sea el camino salvador. Se han pegado un tiro en el pie. La gente anda, más bien, muy cabreada.

Y estamos ahora en el momento del niño rico, que lo heredó todo, al que le gusta mucho “farrear”, que casi no habla, que miente por cada diente, que ha devaluado casi totalmente su palabra y que no gobierna, más interesado en su tiktokera campaña dizque para reelegirse. Y acorde con el trágico tiempo, sin luces, incapaz de dialogar con Petro en Colombia, a ver si nos vende un poco de energía y bajamos el altísimo nivel de la caída, oxímoron que no será suficiente para entender al Ecuador de estos días.

Son casi ocho años de utilizar la perversa receta del Fondo Monetario que, sin embargo, con enorme dosis de cinismo, premia a Daniel Noboa (foto), el presidentito ausente, por su exitoso cumplimiento del cruento recetario impuesto por esos burócratas dorados que nunca han transitado por las calles de los barrios pobres de mi patria grande, o por África, o por las regiones de la misma Europa que tiende a deslizarse al empobrecimiento.

Son tiempos de incertidumbre, sobre todo para los jóvenes, a los que les va a tocar vivir en un mundo muchísimo peor que el nuestro, y no es hipérbole, es el modelo que los Bezos, Musk, Trump, y otros sin alma, tan cortos de espíritu que han puesto al mundo al revés, como si la cuestión de sus inconmensurables fortunas materiales puedan explicar la verdadera riqueza de nuestra naturaleza.

Hemos sido atacados por la codicia, nos tienen a merced del bombardeo mediático que nos hace creer que ese minúsculo grupo, maldito sinécdoque, nos abarca. La casi totalidad solo sufrimos ese modelo, y va llegando la hora de reaccionar. Prefiero, como hace poco, prescindir, cancelando suscripciones de la canalla mediática, como El País de España, a ver si el silencio, el autismo, me trae algo de luz.

*Comunicador, cientista social y ex vicecanciller de Ecuador

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