25N: La lucha es la que libera mariposas – Por Paula Giménez

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25N: La lucha es la que libera mariposas

Por Paula Giménez*

El 25 de noviembre (25N), Día Internacional Contra la Violencia Hacia Las Mujeres, nos encuentra a los feminismos y transfeminismos populares del mundo en lucha, alzando la voz por las que ya no están y por quienes hoy sufren los atropellos del patriarcado.

Si bien esta fecha es reconocida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), conmemorando que en 1993 se aprobó la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, es necesario reivindicar la historia de tres hermanas que marcaron la memoria de los pueblos latinoamericanos. Más aún en tiempos donde los conflictos mundiales implican no sólo violencias explícitas sino también estrategias no convencionales, como el control mediático, la manipulación económica y el lawfare (guerra jurídica).

El 25 de noviembre de 1960, las Hermanas Mirabal, conocidas como “Las Mariposas» fueron brutalmente asesinadas por órdenes del dictador Rafael Trujillo en República Dominicana. Este triple femicidio desnudó la ferocidad del régimen y marcó el inicio del fin de su dictadura. Su valentía y resistencia contra la opresión patriarcal y capitalista las convirtieron en un símbolo eterno de lucha.

El legado de Patria, Minerva y María Teresa resuena en los tiempos actuales: ¿hasta dónde puede llegar el facismo contra quienes pretendemos revolucionar? Las “mariposas” lucharon incansablemente contra una dictadura que masacró civiles, persiguió, torturó y asesinó a más de 50.000 personas. La lucha de las hermanas Mirabal se ha convertido en bandera para el movimiento feminista, y esta fecha en particular permite, no sólo la reflexón sobre las múltiples formas de opresión que enfrentamos, sino también lo imprescindible que resulta la emancipación de las mujeres y disidencias para la verdadera libertad de los pueblos del mundo.

Este 25N nos encuentra con un movimiento feminista y transfeminista consolidado y ocupando un lugar central en la lucha de los movimientos populares en la región. Nos encontramos en un momento de guerra multidimensional propia de la nueva fase del capitalismo digital, donde las estrategias de acción van desde el control directo a través de la militarización hacia una combinación de presiones mediáticas, legales y económicas. Esta guerra propone un modelo de dominación basado en la hegemonía cultural y el control de la narrativa pública.

En América Latina las mujeres y disidencias, a pesar de los avances y las victorias,  nos vemos atravesadas por distintos tipos de violencias: femicidios, transfemicidios, crímenes de odio el lawfare, los discursos de odio amplificados en redes sociales, la persecución política a las lideresas populares, las desigualdades y la feminización de la pobreza. Frente a estos hechos, el desafío es construir un programa contundente y profundamente revolucionario desde los feminismos y transfeminismos populares.

Según datos del Mapa Latinoamericano de Femicidios, el patriarcado nos arrebata una vida cada dos horas. Si tomamos los datos de la CEPAL en 2023, al menos 3.897 mujeres fueron víctimas de femicidio o feminicidio en 27 países y territorios de América Latina y el Caribe y en particular en Brasil (durante el año 2023) se informaron 4 feminicidios por día. Si tomamos el caso de  Argentina en particular, el Observatorio «Ahora Que Sí Nos Ven» reportó 207 femicidios entre el 1 de enero y el 30 de octubre de 2024, lo que equivale a una mujer asesinada cada 35 horas. En Bolivia, se reportaron 78 femicidios desde el 1 de enero al 20 de noviembre del 2024. Como manifestamos en las calles, las cifras no son sólo eso sino qué detrás de cada número hay vidas arrebatadas, familias abandonadas y sociedades que claman basta de justicia patriarcal.

El sistema capitalista, con sus dinámicas de exclusión y explotación, utiliza a las mujeres como piezas desechables en un engranaje económico que prioriza las ganancias económicas sobre la vida. En América Latina y el Caribe, las mujeres cobran 70 centavos por cada dólar que cobra un varón. Lo mismo sucede con la precarización laboral: según la Organización Internacional del Trabajo, en el segundo trimestre de 2023 la brecha de género en la participación laboral persiste con una tasa de 51,8% para las mujeres y 74,4% para los hombres. Y a estos números resta agregar la sobrecarga del trabajo no remunerado de tareas domésticas y de cuidado que continúa recayendo desproporcionadamente sobre nosotras.

Frente a una región donde los gobiernos neofacistas despliegan todas sus fuerzas y los feminismos se configuran como “el enemigo”, el feminismo y transfeminismo popular se organiza, construye consignas, avanza hacia la unidad de sectores heterogéneos, desafiando las formas tradicionales de organización. Como movimiento feminista y transfeminista popular hemos logrado la diversificación de la lucha, el trabajo colaborativo y en red local y global tanto en el ámbito social como en el territorio virtual, configurando redes de poder qué no sólo se expresan en las calles sino qué también logran imponerse en las redes sociales, logrando así unificar un mismo enemigo: el sistema capitalista patriarcal. Estos indicadores ubican al movimiento feminista y transfeminista popular como la fracción capaz de acaudillar y de cuestionar lo establecido, de ser quien toma la iniciativa y tiene la capacidad de organizar los intereses de la población oprimida, uniendo al conjunto disperso por medio de la lucha.

En un contexto mundial donde las élites financieras y tecnológicas se posicionan como las grandes personificaciones del sistema capitalista digitalizado y financiarizado, las mujeres y diversidades encarnamos la resistencia y la lucha. Las movilizaciones masivas en todo el mundo bajo la consigna “Ni Una Menos” y las luchas por el aborto legal, seguro y gratuito, no sólo desafían al patriarcado, sino que cuestionan las bases mismas de este sistema.

Desde las casas hasta las universidades, desde la ruralidad hasta los centros urbanos del mundo, desde las calles hasta las plataformas digitales, el feminismo y transfeminismo popular y revolucionario ha demostrado su capacidad para organizarse y articular demandas que trascienden fronteras, con profunda conciencia de clase, construyendo redes de sororidad que desafían la fragmentación social promovida por el avance de los gobiernos neofacistas.

Sin embargo, esta resistencia no está exenta de desafíos. En países como Argentina, Brasil o México, el lawfare o guerra jurídica se ha utilizado como una herramienta de criminalización a las mujeres y disidencias. Lideresas políticas enfrentaron y enfrentan persecuciones judiciales y mediáticas que tienen como objetivo debilitar su acción e influencia política así como también avanzar hacia la criminalización de la militancia. Paralelamente, el avance de discursos conservadores y reaccionarios intentan restaurar roles de género opresivos, reduciendo a las mujeres a la esfera doméstica y a las tareas de cuidado en un intento por reafirmar el control patriarcal sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas.

Frente a estas amenazas, la lucha feminista no solo resiste, sino que avanza. Los feminismos y transfeminismos populares no solo exigen igualdad, sino que disputan el sentido mismo de la libertad. En palabras de Simone de Beauvoir: “No hay muerte natural; nada de lo que le sucede al hombre es natural, puesto que su sola presencia pone en cuestión al mundo”. Esto aplica a nuestras vidas y a nuestras luchas: no aceptamos como natural la pobreza, la violencia ni la exclusión, porque sabemos que son construcciones sociales que podemos desmantelar.

“Los feminismos populares reivindican la acción directa, la desvergüenza de los oprimidos, el protagonismo de los cuerpos en las luchas” (Aguilera, 2022, p.161). Son cuerpos que luchan por la dignidad y que se encuentran completamente atravesados por las desiguales relaciones de poder y jerarquía.

En este 25N, honramos la memoria de las hermanas Mirabal que se levantaron para enfrentar la violencia hacia su pueblo. Las recordamos y reivindicamos en el recuerdo y en la continuidad de las luchas del hoy. No venimos por reformas superficiales, estamos disputando una revolución profunda, un cambio de sistema, una transformación de las relaciones humanas, de los valores y de la manera en que se concibe y se construye el poder.

Hoy los feminismos y transfeminismos populares se levantan como protagonistas de una revolución que busca derribar el capitalismo patriarcal y construir un mundo justo y libre. No busca la libertad vacía que promueven los neo fascismos, sino aquella que se materializa en solidaridad, justicia y dignidad. Porque, en respuesta al avasallamiento histórico sobre nuestras vidas, de nuestros cuerpos brotará el poder de transformar todo lo que deba ser transformado. Seremos crisálidas, sabiendo que no es la mariposa, sino la lucha, la que la libera.

*Giménez es Licenciada en Psicología y Magister en Seguridad y Defensa de la Nación y en Seguridad Internacional y Estudios Estratégicos, directora de NODAL.

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