Minimizar los efectos negativos del desempleo tecnológico inducido por la IA – Por Eduardo Camin

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Minimizar los efectos negativos del desempleo tecnológico inducido por la IA

Eduardo Camin *

“La tecnología revela el modo de proceder del hombre con la naturaleza, el proceso inmediato de producción de su vida, y aclara así las condiciones de su vida social y las concepciones mentales que de ellas se derivan” . Karl Marx

La innovación es un proceso objetivo, cuyos efectos potencialmente progresivos están en permanente conflicto con la acumulación del capital. En realidad, y según la concepción ideológica que tengamos, podemos analizar que el cambio tecnológico equivale al desarrollo cualitativo de las fuerzas productivas, en un marco de relaciones de propiedad definidas a un marco específico del modo de producción dominante.Lo cierto es, que a medida que la IA reconfigura el panorama laboral, los temores a un desempleo generalizado chocan con el optimismo por potenciales aumentos de la productividad.

Un reciente blog de Janine Berg, Economista Senior de la OIT, examina la realidad de manera matizada y la necesidad de incorporar políticas proactivas para apoyar a las personas trabajadoras afectadas. A su vez resalta que los debates actuales sobre la Inteligencia Artificial (IA) y el empleo se han centrado en dos puntos de vista opuestos: por un lado, los pesimistas, que temen al desempleo generalizado y un futuro sin trabajo, y al otro los optimistas, que ven en las nuevas tecnologías el medio de liberar a los trabajadores de tareas abrumadoras, y en las que las enormes ganancias de productividad darán paso a un futuro más rico y glorioso

.Pero también hay espacio para una posición intermedia, que reconoce tanto los riesgos como las posibles recompensas. Llamémosles los realistas.

La visión realista, ante todo, reconoce que los resultados no son definitivos.  Las sociedades pueden decidir cómo se despliega la tecnología, cómo se distribuyen los posibles beneficios y qué ocurre con los afectados, para bien o para mal.Esta visión reconoce que la mayoría de los empleos no desaparecerán, ya que hay límites a lo que la IA puede hacer, y esos límites son aún mayores a lo que se puede hacer bien.

Pero también reconoce que se perderán algunos puestos de trabajo y que las consecuencias para los trabajadores que los pierdan no son nada bonitas, tanto en lo que se refiere a los efectos inmediatos del desempleo como al empleo y los ingresos futuros.

Lecciones históricas sobre el desempleo tecnológico

La historia económica está llena de historias de penurias sufridas como consecuencia de la innovación tecnológica.Al escribir sobre el desempleo tecnológico en la Revolución Industrial, el historiador Ben Schneider documenta los efectos negativos a largo plazo, tanto para las mujeres como para sus familias, causados por la mecanización del hilado a mano. En la década de 1770, el hilado a mano daba trabajo en Gran Bretaña a más del ocho por ciento de la población, principalmente mujeres y, en aquella época, niños.

La pérdida de este trabajo a domicilio, que comenzó en la década de 1780 y persistió durante medio siglo, redujo los ingresos rurales, ya que las mujeres no pudieron sustituir la pérdida de ingresos. Los nuevos empleos fabriles que surgieron se encontraban en los centros urbanos y eran mucho menos numerosos: en 1850, este tipo de empleo representaba menos del 1% de la población, y menos de la mitad de los puestos de trabajo estaban ocupados por mujeres.

La mecanización de las centralitas telefónicas es otro ejemplo. En la década de 1920, la industria telefónica estadounidense empleaba a más de 300.000 personas y era la quinta ocupación más importante para las mujeres jóvenes. La mecanización, que se produjo en gran parte durante las décadas de 1920 y 1930, provocó un descenso del empleo del 80%. Aunque la eliminación de estos puestos de nivel inicial no afectó negativamente a las mujeres que accedían al mercado laboral, las operadoras despedidas tenían más probabilidades de quedarse sin empleo que sus compañeras y, si encontraban un nuevo trabajo, era en general peor pagado.

Sobre las Consecuencias a corto y medio plazo de la IA en el empleo, Janine Berg, sostiene que, con el tiempo, estas innovaciones tecnológicas, pero también otros inventos en la navegación, el transporte, la digitalización y otros ámbitos, fueron beneficiosos para el crecimiento económico y la expansión del empleo en general, no debemos ignorar las consecuencias negativas del desempleo tecnológico a corto y medio plazo.

Podemos decir que nuestra investigación en la OIT sugiere pérdidas de empleo relativamente pequeñas como consecuencia de la IA generativa, pero estos efectos, no obstante, se concentrarán, en particular entre los trabajadores administrativos de apoyo, entre los que se encuentran trabajadoras administrativas de apoyo se incluyen profesiones como los de atención al cliente, recepcionista o secretaria, que han experimentado un descenso de los niveles de empleo en los últimos 10-15 años, y en las que los efectos de la IA están empezando a establecerse.

Muchos de estos empleos de apoyo administrativo están ocupados por mujeres. En consecuencia, las mujeres están 2,5 veces más expuestas a los riesgos de la automatización que los hombres. En conjunto, estimamos que el 2,3% del empleo (o 75 millones de puestos de trabajo) está en riesgo de automatización debido a la alta exposición a la tecnología de IA generativa. En los países de renta alta, la proporción es mayor, del 5,1% del empleo (o 30 millones de puestos de trabajo), ya que este tipo de trabajo es más frecuente.

Por otro lado, la experta señala, cómo afectan las infraestructuras a la difusión de la IA ya que es preocupante que no haya mucha protección frente a los riesgos de la automatización, ni siquiera en algunos países en desarrollo. Un estudio publicado recientemente por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Banco Mundial, realizado  Pawel Gmyrek y sus coautores, concluye que, en América Latina, muchas de las ocupaciones que podrían beneficiarse de los efectos de mejora de la productividad de la IA no utilizan actualmente una computadora en el trabajo, por lo que se perderán estos beneficios, mientras que los trabajadores de empleos con alto riesgo de automatización utilizan, en su mayoría, computadoras.

Así pues, una infraestructura inadecuada es un cuello de botella para el aumento de la productividad en algunas ocupaciones, pero no en las que corren riesgo de automatización.

En América Latina, es más probable que los empleos de riesgo los ocupen mujeres con una formación relativamente buena, que viven en zonas urbanas, tienen unos ingresos relativamente altos y un contrato de trabajo formal y asalariado en los sectores de la banca, las finanzas y los seguros, o en el sector público. En otras palabras, son empleos bastante buenos. Y aunque no se suprimirán todos los empleos, aquellos que los pierdan tendrán dificultades para recuperarse, especialmente en América Latina, donde el mercado laboral está compuesto por un elevado porcentaje de trabajo informal, en particular por trabajo a cuenta propia.

La bibliografía es clara al afirmar que el desempleo, ya sea por razones tecnológicas o de otro tipo, inflige una «cicatriz» a largo plazo en los trabajadores, tanto en la probabilidad de que se repitan los episodios de desempleo como en la disminución de los ingresos posteriores a lo largo del tiempo. Estos resultados son válidos independientemente del país, el ciclo económico o las características del/a trabajador/a. Un estudio tras otro, cada uno más sofisticado que el anterior, confirma el resultado.

Pero los estudios también muestran la importancia de los pagos de transferencia para reducir la pérdida inmediata de ingresos, así como para reducir los efectos cicatrizantes al dar tiempo a los trabajadores para buscar un nuevo empleo que sea de buena calidad. Por esta razón, los efectos cicatrizantes son menos graves, aunque todavía evidentes, en los países con instituciones del mercado laboral y sistemas de protección social más sólidos. De ahí la importancia de las políticas públicas.

Marx; el olvidado de siempre

A pesar de ser el olvidado de siempre en estos Informes o Blog el marxismo indaga la incidencia de la lucha de clases sobre la innovación, de una forma implacable.

El auge de la aplicación de la Inteligencia Artificial (IA) sintetiza y automatiza tareas para cualquier ámbito de actividades intelectuales humanas, mecanismos que abarcan campos genuinamente universales, pero innovar no supone necesaria e inexorablemente un «progreso» debido a sus consecuencias sociales.En la fase actual del capitalismo en innovar o perecer rige la dinámica actual de la acumulación capitalista, pero no es suficiente con comprender una tecnología aislada, sino el conjunto del dispositivo técnico y social contemporáneo que lo lleva a su nuevo destino en la explotación.

La tecnología del capital juega un papel centralmente político en el proceso de producción, el capitalista, ejerce poder de mando sobre los trabajadores a partir del dinero, lo que Adam Smith llamó: “labour commanded”, mediante la compra de la fuerza de trabajo del obrero ejerce el poder de mando sobre los trabajadores a partir del dinero, el obrero no puede concurrir al mercado sino vendiendo como mercancía su propia fuerza de trabajo.

Marx lo analiza en el fragmento inédito del Capítulo VI de El Capital explicando las dos maneras de la “subsunción del trabajo”—la formal: cuando el trabajador vende su fuerza de trabajo deja de ser dueño de sí mismo y se enajena al patrón y formalmente deja de ser propietario de sí mismo, —la real en el puesto de trabajo, cuando del trabajo activo del trabajador, el capitalista consigue el aumento de la productividad laboral y el incremento de la tasa de plusvalía.

Ambas formas son específicas de la explotación capitalista, con la inserción del nuevo fenómeno tecnológico de la IA, también se vuelven a modificar las relaciones sociales y la lucha de clases, los sujetos están obligados a adaptarse y disputar la hegemonía dentro del proceso de cambio social.

Para el capital, las innovaciones en los procesos de cambio tecnológico crean un vasto dominio de posibilidades siempre cambiantes para mantener o aumentar la rentabilidad. La búsqueda de tecnologías genéricas que pudieran aplicarse casi en cualquier campo, como ha sucedido durante los últimos años con la computarización. Surge así un vasto territorio empresarial en torno a la invención y la innovación, lo que Brian Arthur en “The Nature of Technology” llama «nichos de oportunidad» que suministran por doquier nuevas tecnologías que inciden en la producción, circulación comercial, unidades militares de investigación que implican dominio geopolítico, vigilancia de individuos y trámites burocráticos.

Entre las nuevas configuraciones tecnológicas que Joseph Schumpeter denominó «vendavales de destrucción creativa», la innovación es esencial para la supervivencia competitiva entre empresas y la sociedad interioriza lo nuevo a expensas de lo antiguo.

Por su parte David Harvey nos muestra cómo las “contradicciones cambiantes” del capitalismo, es decir las crisis económicas cíclicas son esenciales para la reproducción del capitalismo y en ellas sus desequilibrios son remodelados y reorganizados para crear una nueva versión del núcleo dinámico que acapara el aumento de la tasa de beneficio a largo plazo. Mientras que individualmente representa un beneficio para un capitalista y/o empresa de un determinado sector, lo es a su vez contraproducente para el conjunto del capitalismo, la automatización plena del trabajo no es posible sin poner en riesgo al propio sistema.

¿Y a qué es debido? A dos factores: la flexibilización laboral y la destrucción de las fuentes de plusvalor: el estrago del trabajo asariado en grandes proporciones, ambos representan un riesgo para la supervivencia del capitalismo, en los países ricos se compensa con una mayor intensidad de explotación y expropiación en los países pobres de la periferia.

La consultora privada PWC muestra que hacia 2030 la IA alcanzaría una participación en el PIB de un 14% en América del Norte, 11,5% en Europa del 5,4% y un 26% en China. Frente a un escenario creciente de trabajadores descualificados, precarizados y sometidos al desempleo parcial o bien permanente de larga duración.

El cambio tecnológico recrea choques entre los empresarios que introducen innovaciones para incrementar su beneficio, y trabajadores que buscan evitar el impacto negativo de esta transformación sobre el empleo, el salario, y las condiciones laborales frente a los Estados occidentales capitalistas que muestran sus debilidades en la gestión de su política fiscal.

Por su propia estructura del reparto de la riqueza no consiguen revertir la creciente tendencia a la concentración de la riqueza y el traslado de ésta desde los trabajadores (secuestro de rentas) hacia el capital concentrado. El epicentro de la lucha de clases en la época contemporánea se encuentra en la brecha cada vez mayor entre los ricos y el resto de la sociedad. Los informes anuales de Oxfam sobre la desigualdad global revelan que sólo una pequeña fracción de la población mundial posee una parte desproporcionada de la riqueza. Esta concentración de poder económico es el caldo de cultivo para que a través de la acción colectiva se revierta el sistema hacia otro modelo de producción.

*Periodista uruguayo residente en Ginebra,  exmiembro de la Asociación de Corresponsales de Prensa de Naciones Unidas en Ginebra. Analista Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

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