La travesía de ambientalistas en bicicleta que viajaron de Bogotá a Cali para la COP16 lanzando “bombas de semilla”

El Tiempo
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La travesía de ambientalistas en bicicleta que viajaron de Bogotá a Cali para la COP16 lanzando ‘bombas de semilla’

Por Sebastián David García Castro

¿Por qué no bajarnos en bicicleta desde Bogotá hasta Cali?”, se preguntó Andrés Acuña. Conociendo el reto que implicaba la travesía de 459 kilómetros, se reunió con sus amigos y compañeros en causas ambientales para concretar el plan. Días después estaban ingresando en ciclas a la Zona Verde de la COP16, la cumbre de biodiversidad, en medio de aplausos de los asistentes.

Acuña, quien es abogado, desde “muy peladito” se interesó por la labor con las comunidades y el medio ambiente. “Recorría los cerros orientales con mi papá. Y desde ahí hubo una necesidad muy grande por lo ambiental que lo convine con lo jurídico. ¿Por qué lo jurídico? Porque si resolvemos temas como aire y agua limpia, los elementales que permitan que la vida y la naturaleza subsistan, resolvemos el resto”, dice convencido en charla con EL TIEMPO.

Paralelo a su trabajo con entidades gubernamentales, cofundó la Corporación Colectivo CreAcción para promover acciones con miras a transformar la realidad social. A la iniciativa se le han unido otras organizaciones, como la Fundación Movilidad Activa y Cosmo-Ser. Estas participaron de ‘En bici por la biodiversidad’, la rodada que emprendieron desde las montañas de Bogotá hasta la denominada ‘Sucursal del cielo’.

“Pensamos que es consciente y coherente llegar a la Conferencia de las Partes del Convenio de Biodiversidad (COP) en bicicleta, es decir, sin emitir gases de efecto invernadero y para dar ejemplo”, añade.

‘Bombas de semilla’ de Bogotá a Cali

Acuña junto a cuatro ambientalistas —Gabriel Serrano, Natali Osorio, Carlos Bayona y Danna Castillo— se subieron a sus bicicletas, acompañados de un carro que los escoltaba para evitar imprevistos. Los apoyaron Eduardo Acuña, Leonardo Bayona y Gina Piza. Se aprovisionaron de alimentos, bebidas y una buena cantidad de Nendo Dango, o ‘bombas de semilla’, como se dice en términos prácticos.

La fecha de partida del viaje fue el 17 de octubre. La ruta los llevó por el Alto de Mondoñedo, La Gran Vía, La Mesa, Anapoima, Apulo, Girardot, Ibagué, Cajamarca, Calarcá, Armenia, La Tebaida, Tuluá y Buga. Pasaron por cuatro departamentos.

“La gente creería que el tramo más difícil sería el Alto de La Línea, pero lo más difícil fue dar el primer pedalazo, el impulso que muchos necesitan para arrancar”, expresa Gabriel Serrano, agricultor que lideró la producción de las 300 ‘bombas de semilla’.

Nendo Dango, lo que cargaban los cinco ciclistas, es un método de reforestación pensado por el biólogo japonés Masanobu Fukuoka. Se trata de unas bolitas de arcilla, dentro de las cuales hay semilla, abono, sustrato y fique. Durante la travesía por las carreteras que los condujeron hasta el sur del país, los ambientalistas las lanzaban en algunos sitios con la esperanza de que tiempo más adelante, al esparcirse, broten árboles de aliso, guayacán, cedro y chicalá.

“Son bolas totalmente impregnadas de nutrientes. Las dejábamos en lugares impactados, por ejemplo, debajo de un puente donde movieron tierra, tumbaron árboles y ahora hay pastos con plantas pequeñas”, describe Serrano.

“Una vez en el terreno, cuando empiecen las lluvias y la planta comience a germinar, los nutrientes se quedarán concentrados y la planta crecerá”.

De las 300 bolistas no surgirán 300 árboles, reconoce el agricultor, ya que por diferentes condiciones muchas no alcanzarán a convertirse en un conducto de vida: “Una que otra germinará. Esto es simplemente darle un poquito de fuerza a la naturaleza para que pueda equilibrarse sola sin necesidad de hacer una intervención humana tan fuerte”.

Una cicla equipada para medir la calidad del aire

A partir de proyecciones del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), para octubre de este 2024, las lluvias y la temperatura —esta última que propicia incendios— podrán repercutir en la calidad del aire de Colombia. Por lo tanto, el grupo de ambientalistas se cuestionó “¿qué aire estamos respirando entre Bogotá y Cali?”.

En una de las bicicletas que atravesó la cordillera central y parte de la occidental, aferraron un aparato especializado para medir la calidad del aire. Los datos serán analizados y compartidos con la ciudadanía en general en las próximas semanas, aunque Acuña y su equipo no esperan sorpresas.

“Seguramente nos dirán lo evidente: que hay mayor contaminación en las entradas y salidas de las ciudades y una menor contaminación en los lugares donde hay mayor cobertura vegetal. Pero a parte de eso veremos qué factor humano es el que más contaminación genera, ya sea las tractomulas, industria… Todos esos factores los observamos en el recorrido”, precisa para EL TIEMPO.

Tras alrededor de 100 horas en carretera, con las piernas desgastadas y ansiosos de cumplir la misión, los ambientalistas hicieron una entrada casi triunfal en la Zona Verde de la COP16 el pasado 21 de octubre.

“La gente se alborotó por vernos en bicicleta y nos preguntó qué más hacíamos. Al contarles que regamos ‘bombas de semilla’, se sorprendía. Eso genera admiración y que la gente escuche. En procesos de educación ambiental, siempre es bueno que las personas que van a compartir ideas puedan inspirar para poder ser escuchadas”, opina Serrano.

No era el Giro de Italia ni el Tour de Francia, pero sabían que debían celebrar por ser partícipes del evento más importante del mundo sobre biodiversidad que se desarrolla en Cali.

“Con esta iniciativa queremos promover a la bici como un medio de transporte amigable con el medioambiente y articulado con las ‘bombas de semilla’. Ojalá la gente nos vea y se anime a tomar la bicicleta como un medio de turismo ecológico. Tenemos el plan de visibilizar proyectos similares, para hacer que el país sea más consciente con su uso”, sentencia Danna Castillo, ingeniera sanitaria.

El grupo de la travesía también lideró un taller de asociatividad en la Universidad Ecci, donde alrededor de 50 personas se congregaron para escuchar su experiencia. Incluso, los asistentes se untaron las manos de arcilla para que con abono y semilla se pudiesen crear más bolitas del método Nendo Dango.

La tarea para ellos ya se cumplió en la COP16. Ahora esperan que los delegados de los 190 países, quienes están en negociaciones en la Zona Azul, concreten acciones macro para velar por la biodiversidad del planeta.

EL TIEMPO


 

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