Inversiones chinas en México, ¿en el ojo del huracán? – Por Enrique Dussel Peters

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Inversiones chinas en México, ¿en el ojo del huracán?

Enrique Dussel Peters*

Hemos examinado el concepto de security-shoring, considerando las estrategias múltiples de Estados Unidos hacia China a partir de 2022-23. Desde entonces y en forma novedosa, Estados Unidos subordina todos los aspectos bilaterales con China a su seguridad nacional; el nuevo enfoque incluso se ha generalizado hacia otros países (véase por ejemplo el caso de la posible adquisición de US Steel por Nippon Steel y múltiples argumentos en torno a su impacto en la seguridad nacional estadunidense).

La nueva estrategia de Estados Unidos también ha tenido efectos en América Latina y el Caribe, y específicamente en México. Con la visita de Janet Yellen, Secretaria del Tesoro de Estados Unidos, en diciembre de 2023, se definieron pautas para un grupo de trabajo en el que México pudiera adherirse a la estrategia en contra de China, específicamente en cuanto a los flujos de inversión de empresas chinas a Estados Unidos y terceros países. La expectativa creciente de Estados Unidos es explícita: queremos que se sumen a la estrategia en contra de empresas chinas por sus vínculos con el ejército y el Partido Comunista de China; estas empresas no tendrán oportunidad de invertir en Estados Unidos y tampoco acceso a tecnologías de punta estadunidense (y de terceros países); existe incluso una creciente discusión en Washington sobre no permitir inversiones chinas en general, más allá de su propiedad (véase el caso de TikTok).

¿Cuál es el estado de las inversiones chinas en México?

Existen diversas metodologías para medir los flujos de inversión extranjera directa (IED), tanto por fuentes internacionales, oficiales en China y en México. La Red Académica de América Latina y el Caribe sobre China (Red ALC-China) realiza una publicación anual ( Monitor de la OFDI china en América Latina) desde 2017 en la que se compilan estadísticas de flujos de salida de inversiones chinas (u OFDI, por sus siglas en inglés) en América Latina y el Caribe, en su versión última hasta 2023 (pueden ser consultadas gratuitamente en el portal de la Red). Las diferencias son muy significativas (y resultado de metodologías de registro diferentes): mientras que la Secretaría de Economía registra inversiones chinas en México por 2 mil 495 millones de dólares hasta 2023, el Monitor registra por las 166 transacciones chinas hasta 2023 22 mil 470 millones de dólares. La mayor discrepancia, aunque no la única, se refiere a que en muchos casos la IED requiere de países intermedios y, usualmente, los países registran el último país de procedencia: si la IED china fue intermediada vía las Islas Caimán se considera de este país y no de China (no es el caso en el Monitor). Según la información oficial de México, China se posiciona en el número 18 según las principales fuentes de IED hasta 2023; con la información del Monitor sería el séptimo país en importancia y creciendo rápidamente en la última década. Desde Washington, las estadísticas de la Red ALC-China seguramente generarían mucha mayor preocupación.

¿Cuáles son algunas de las características de la inversión china en México hasta 2023? Invitamos a la revisión del Monitor y sólo destacaríamos cuatro aspectos (con base en el Monitor).

Primero. La inversión china en México ha ido en constante aumento en la última década (y no a partir del security-shoring en 2022): desde montos menores a 500 millones anuales hasta la primera década del siglo XXI hasta su máximo en 2022 (con 2 mil 197 millones de dólares) y una caída de 10.1 por ciento en 2023. Adicionalmente, hasta 2023 la inversión china había generado más de 225 mil empleos.

Segundo. Durante el periodo 2000-2023, 55.32 por ciento de la inversión china en México se orientó hacia nuevas inversiones (a diferencia de las fusiones y adquisiciones); la participación fue de 76.22 por ciento en el periodo más reciente 2020-2023; las participaciones fueron muy inferiores para América Latina y el Caribe (45.40 por ciento en el mismo periodo). Estas tendencias reflejan, entre otras cosas, el rápido proceso de aprendizaje de las empresas chinas en México, por lo que las fusiones y adquisiciones se hacen crecientemente innecesarias.

Tercero. A diferencia del resto de América Latina y el Caribe –durante 2000-2023 las inversiones chinas en materias primas concentraron 52.46 por ciento del total–, en México apenas lo hicieron con 12.28 por ciento. Los principales destinos en México fueron las manufacturas (70.63 por ciento) e inversiones dirigidas hacia el mercado doméstico mexicano (15.54 por ciento). México destaca por una creciente participación de inversiones chinas en electrónica y telecomunicaciones (con 33.89 por ciento del total durante 2000-2023) y en autopartes y automotriz (32.32 por ciento).

Cuarto. La propiedad pública –por parte del gobierno central, provincias, ciudades y municipios– es un elemento central de la economía política china actual y también de sus inversiones: si en América Latina y el Caribe el sector público participó con casi 70 por ciento de las inversiones en la región, en México, por el contrario, 76.71 por ciento de las inversiones chinas fueron de propiedad privada.

Desde esta perspectiva, el reciente security-shoring y la creciente exigencia antichina de Estados Unidos hacia terceros países no ha comprendido, por un lado, que las inversiones chinas llevan más de una década de integrarse al aparato productivo mexicano, tanto de empresas mexicanas y estadunidenses como de las propias chinas. Por otro lado, se han convertido en un factor indispensable de proveeduría para el mercado nacional y las exportaciones desde México. Sustituir la proveeduría china, al menos en el corto y el mediano plazo, pareciera imposible, más allá de su atractivo político e ideológico. ¿Será?

Profesor del posgrado en economía y coordinador del Centro de Estudios China-México de la Universidad Nacional Autónoma de México

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