Roberto Salvarezza conversó con la Agencia de Noticias de Universidad Nacional de Quilmes

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Roberto Salvarezza: “El objetivo del organismo es resolver los problemas de la Provincia”

Por Nicolás Retamar

El recorte que afecta a la ciencia y la tecnología a nivel nacional impacta de múltiples maneras como la menor cantidad de becas, de investigaciones y de elementos cotidianos de trabajo, entre otras. En este sentido, ante la dificultad de concursar para pertenecer al Conicet, algunos científicos analizan opciones laborales fuera del país y otros optan por acudir a la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) de la provincia de Buenos Aires, algo así como “el Conicet bonaerense”. Por ejemplo, mientras las convocatorias para becas doctorales no superaban los 100 pedidos, en la actualidad superan las 300 solicitudes. Ante este panorama, la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes dialogó con Roberto Salvarezza, presidente de la CIC y exministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, sobre la actualidad de la Comisión y su labor en este contexto.

“Gran parte de los organismos nacionales y las universidades terminan acudiendo al sistema provincial para tratar de sostener su actividad. Hasta diciembre de 2023 había 80 pedidos de becas doctorales y la última convocatoria tiene más de 300. Aunque la Provincia no puede sustituir a la Nación, sí tenemos la instrucción de sostener los laboratorios en actividad a través de distintas ayudas. En lo que va del año ya dimos 200 becas para mantener el ecosistema en funcionamiento”, subraya Salvarezza.

-¿Cuál es el rol de la Comisión en este contexto?

-La Comisión de Investigaciones Científicas fue creada 1956, anterior incluso al Conicet, y en la actualidad el objetivo es resolver los problemas de la Provincia. En ese sentido, no se solapa con el Conicet ni con otras instituciones, sino que tiene que ser capaz de generar conocimiento para solucionar los inconvenientes que hay en Buenos Aires.

-¿Qué problemas son parte de la Provincia en la actualidad y que se abordan desde la Comisión?

-Iniciamos un relevamiento de las necesidades a través de la visita y la vinculación con los ministerios. Por ejemplo, en Salud los grandes problemas son el dengue, la producción pública de medicamentos y las adicciones peligrosas. A su vez, con Desarrollo Social trabajamos cuestiones vinculadas a la seguridad alimentaria y con Producción estamos con temas ligados a las pymes y la energía.

-¿De qué manera?

-Convertimos las necesidades de los ministerios en temas prioritarios para las convocatorias y orientamos los recursos a los pedidos de la Provincia. Esta articulación es un primer paso, pero después hay que elaborar los problemas y avanzar. Sin embargo, antes necesitamos atraer la atención de los investigadores hacia los temas que hoy en día están impulsados por el Estado provincial.

El proceso inverso

-¿Cuál es su análisis respecto a las políticas de ciencia y tecnología que lleva adelante el gobierno nacional?

-La situación es lamentable porque el gobierno ataca a su sistema de ciencia sin ninguna lógica. En un mundo que se disputa el conocimiento, donde China y Estados Unidos se pelean para ver quién fabricará los chips y quién dominará el 5G en medio de la transformación digital que sufre la economía, todas las naciones desarrolladas invierten más y Argentina va a contramano. El gobierno tiene de modelo a Estados Unidos, Israel y la Unión Europea, pero su proyecto es absolutamente opuesto al que plantean estos países.

-¿Por qué cree que llevan adelante este programa?

–Argentina impulsa un proyecto neocolonial cuyo núcleo económico pone el foco en lo extractivo, como la minería, el gas y el petróleo, y en la explotación agraria. De esta manera, deja de lado los procesos industriales y el agregado de valor donde intervienen las capacidades de las universidades nacionales y los organismos de ciencia.

-Sin embargo, el presidente se reunió con los principales líderes tecnológicos.

–Hay una contradicción evidente si se piensa en Argentina como un centro para inteligencia artificial, porque lo primero que habría que hacer en ese caso es fortalecer los recursos humanos. De hecho, la industria del software y el desarrollo de plataformas como Mercado Libre, Despegar y Globant padecen la falta de recursos. Entonces, hay que armar un grupo de universidades y organismos de ciencia que generen recursos humanos e investigación científica porque nadie va a instalar un centro de IA donde no hay personal capacitado.

Un Estado que apueste

El actual gobierno impulsa una mirada científica que invita a los investigadores a emprender y a realizar aquello que solo genere rédito económico y permita el autofinanciamiento como fuente de ingresos. Bajo esta premisa, el Estado se corre de su rol como ordenador político y deja que sea el mercado quien ordene las actividades de los científicos locales.

Roberto Salvarezza fue ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación. Créditos: Julián Álvarez / ARGRA / Télam.

 

-¿Qué rol debería jugar el Estado y las empresas privadas en Argentina?

–El Estado debe ser el emprendedor, aquel que ponga el capital de riesgo y financie el sistema de ciencia, como pasa en Estados Unidos. Cuando el desarrollo ya tiene un grado menor de riesgo, aparece el capital privado y lo transforma en un bien o un servicio. A contrapelo de lo que pasa en los Estados desarrollados, la inversión de los privados en Argentina es mínima.

-Pareciera que los privados no toman la iniciativa en cuanto a la inversión.

-En este contexto tenemos dos jugadores débiles ya que el gobierno invierte poco y la participación de los privados para demandar ciencia y tecnología es todavía menor. Por eso, en la gestión anterior pusimos en marcha la ley de financiamiento de ciencia para llegar al 1 por ciento del PBI en 2030 y la ley de promoción de la economía del conocimiento, que intentaba a través de mejoras impositivas que el sector privado invirtiera más.

 AGENCIA UNQ

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