Invento argentino con energía solar para comunidades de Humahuaca
Invento argentino con energía solar para comunidades de Humahuaca
Con la premisa de desarrollar tecnología para atender necesidades de la población del noroeste argentino (NOA), investigadores del Instituto de Investigaciones en Energía No Convencional (INENCO), perteneciente al Conicet y la Universidad Nacional de Salta (UNSa), diseñaron secadores solares para mejorar la producción de comunidades rurales de la quebrada de Humahuaca.
Se trata de equipos que sirven para deshidratar frutas y verduras a partir del uso de energía solar. Esta tecnología brinda otra alternativa a la producción, ya que prolonga la conservación de los alimentos y permite su comercialización fuera de temporada.
“Mucha de nuestra tarea de investigación tiene directa vinculación con cooperativas de pequeños productores de la zona. Toda ayuda que podamos aportar para mejorar su producción, aumentar volúmenes y reducir el gasto energético va a redundar en el beneficio directo de esos productores y también de todos los que consumimos esa producción”, dijo el físico Gonzalo Durán, investigador del CONICET y director del proyecto.
En el INENCO trabajan en el desarrollo de sistemas de generación de calor basados en energía solar térmica desde hace décadas. Con los años, el grupo se fue ampliando y sumaron otras líneas de investigación, como el diseño de sistemas de energía fotovoltaica e híbridos (que usan tanto la primera como la solar térmica). Además, empezaron a trabajar en aspectos relacionados con el concepto de pobreza energética, que está atravesado por numerosos factores, como ubicación geográfica de la vivienda, materiales de construcción, cantidad de habitantes, nivel de ingresos y consumo energético.
“Nuestro objetivo es diseñar sistemas que se puedan transferir a sectores productivos del NOA. La mayoría son pequeñas comunidades pero también hicimos desarrollo de secado solar a escala industrial. Si bien muchos sistemas comparten características similares en el proceso de deshidratación, cada diseño es como la elaboración de un traje a medida, donde hay que tener en cuenta los tiempos de producción, si es un producto estacional y el volumen, entre otras cosas”, explica Durán. Muchas veces, son los productores los que recurren a los científicos en busca de nuevas tecnologías, luego de conocer algún desarrollo hecho por ellos que se encuentra en funcionamiento en otras comunidades.
El proyecto más reciente de secadores solares fue llevado adelante con docentes y estudiantes de la Escuela Provincial Agrotécnica N° 3, y se enmarcó en la convocatoria “Ciencia y tecnología contra el hambre” del exMinisterio de Ciencia de la Nación. Tras construir los equipos en el taller de la escuela, los investigadores realizaron capacitaciones sobre secado solar con productores de la zona y seleccionaron tres comunidades (Coctaca, Rodeo y Ocumazo) para transferir los equipos fabricados.
Tecnología con fines sociales
Un secador solar es un sistema que usa la energía del sol para generar calor y se usa para deshidratar alimentos. Su diseño puede variar pero en general consta de dos partes: la primera se usa para captar la energía del sol y calentar el aire; y la segunda es la cámara de secado, donde se coloca el producto que se va a deshidratar. Este proceso permite almacenar el producto por más tiempo, manteniendo su valor nutricional.
Además, el uso de la energía solar permite aprovechar un recurso abundante en el NOA, que es económico y amigable con el ambiente.
“Estos deshidratadores solares tienen una cámara de secado opaca, construida en chapa galvanizada con aislación de lana de vidrio. El elemento que genera calor se llama colector solar de aire y está hecho del mismo material. Para diseñarlos, siempre tratamos de buscar el punto de equilibrio entre los costos y la eficiencia energética”, señala el investigador. Una ventaja de estos equipos es que son híbridos porque funcionan con energía solar y también disponen de un banco de resistencia eléctrica para calentar el aire. Esto permite que se puedan usar en períodos sin sol y así se puede ampliar la jornada de trabajo en las temporadas de mucha producción.
La construcción se realizó en un taller de la escuela agrotécnica, luego de capacitar a docentes y alumnos en la tecnología de deshidratación de alimentos y en el mecanismo constructivo de un modelo de secador solar. El acuerdo realizado con las comunidades de productores es que la transferencia de la tecnología y las capacitaciones se realizan con la única contraprestación de que un porcentaje de la producción de cada comunidad vaya al comedor de la escuela agrotécnica y al de una escuela primaria de Ucumayo.
Para seleccionar a las tres comunidades de productores, los investigadores buscaron que fueran agrupaciones o cooperativas de al menos diez o doce personas, para maximizar su utilidad. Una de las elegidas fue la de productores vitivinícolas de la quebrada de Humahuaca. “Ellos estaban interesados en esta tecnología porque querían hacer algo con el mosto –un subproducto de la producción de vinos– ya que puede aprovecharse para hacer harina de uva”, indica Durán.
La segunda comunidad está localizada en un pueblo que se llama Ucumayo, a 40 kilómetros de Humahuaca, en una zona más difícil de llegar. Son productores manzaneros y cultivan una manzana amarilla que tiene distintas variantes. Ellos venden el producto fresco –llamado primicia– y otros alimentos elaborados con los subproductos de la cosecha como sidra, cerveza, jaleas y mermeladas. A esos productos le quieren sumar manzanas deshidratadas, snacks similares a las papas fritas.
El tercer grupo de productores pertenece a la localidad de Uquía, un pueblo muy cercano a Humahuaca. En este caso, son productores frutihortícolas y están intentando darle más valor a la producción de durazno. “A diferencia de las anteriores, esta comunidad está constituida por mucha gente joven. Con este tipo de tecnologías buscan entregarle a los jóvenes distintas herramientas para evitar las corrientes migratorias que se producen hacia la ciudad de San Salvador de Jujuy en busca de trabajo”, resalta el investigador.
Circuito virtuoso
Los equipos ya están terminados y se encuentran en producción dentro de las tres comunidades. “Los resultados van variando según la época del año y el volumen de la producción pero la devolución ha sido muy satisfactoria”, afirma Durán. Además, cuenta que el proyecto tiene otra arista positiva: para poder construir los dispositivos, se puso a punto el taller de la escuela técnica y se lo equipó con maquinaria que les quedó instalada para seguir construyendo otros sistemas. La idea es que los estudiantes puedan replicar el modelo de secador solar para otros proyectos, como calefones y cocinas solares para usar en la escuela y para presentarse a nuevas convocatorias junto con los investigadores del INENCO.
Los científicos seguirán desarrollando tecnologías para transferir a las comunidades y ahora buscan desarrollar un sistema fotovoltaico-térmico que permita generar energía eléctrica y calentar agua al mismo tiempo. Sin embargo, Durán aclara que para que esto pueda llevarse a cabo es fundamental que haya una inversión sostenida en ciencia básica y aplicada. “Nosotros trabajamos en tecnologías de aplicación directa pero, para llegar a esta parte final, antes hubo personas que hicieron investigación básica, como ensayos de laboratorio y simulaciones.
Una cadena necesita de cada uno de sus eslabones. Además, como dice el logo de la UNSa, “la sabiduría viene de esta tierra” y por eso la vinculación con las comunidades es necesaria y virtuosa. “Para que el circuito funcione es importante que nuestro sistema científico tecnológico siga en pie”, finaliza Durán.