Factores de la política económica cubana: lo cultural y lo ideológico – Por Fidel Vascós González

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Factores de la política económica cubana: lo cultural y lo ideológico

Fidel Vascós González *

Primera parte

Entiendo por cultura el imaginario de los pueblos, sus ideas, conceptos y conductas manifiestas en los ámbitos económico y político-social. A su vez, el comportamiento de las sociedades humanas puede rastrearse hacia atrás en su desarrollo histórico y encontrar los antecedentes originales ocurridos años e incluso siglos antes.

En esta sesión pretendo argumentar que determinadas características formadas en la milenaria historia política y cultural de Rusia, donde nunca se aplicaron métodos republicanos, tienen su impronta en el modelo soviético de socialismo de Estado altamente centralizado implantado durante la época de Stalin y que continuó existiendo hasta la desintegración de la URSS en 1991.

Carlos Marx, Federico Engels y Vladimir Ilich Lenin subrayaron el carácter democrático y emancipador de la nueva formación económico-social a construir y que el Estado, una vez en manos de las clases revolucionarias, comenzaba a perder su carácter represivo y extendía la democracia y la libertad a todo el pueblo.

A la muerte de Lenin la práctica del ejercicio del poder en la construcción socialista en la URSS tomó otro rumbo. Stalin, junto a sus indiscutibles méritos en la dirección y defensa de la sociedad soviética, exacerbó los métodos represivos para alcanzar sus objetivos restringiendo la democracia y la libertad de los ciudadanos hasta límites insostenibles. Son diversas las causas de este comportamiento, así como la aceptación, en general, de estos métodos por sus contemporáneos en la URSS. Entre ellas destaco la cultura del despotismo zarista cuya impronta incidió decisivamente en los violentos métodos centralizados estalinistas.

El referente del poder omnímodo de los zares no fueron las monarquías occidentales al oeste de las fronteras rusas, sino el Estado extremadamente represor que provenía de las estepas del Este. Me refiero al Imperio Mongol fundado por Gengis Kan en 1206 en el cual el Gran Kan personificaba al Estado centralizado.

El modelo mongol de ejercicio estatal fue el que inspiró a los Zares en la aplicación de sus sangrientos métodos. El yugo mongol sobre Rusia comenzó en 1237 con la invasión de Batu Kan, nieto de Gengis Kan, y se extendió por unos 260 años. El primer Zar reconocido como tal fue Iván IV El Terrible entronizado en 1547. Stalin, en forma similar a los zares rusos y los kanes mongoles, suprimió la democracia en el proceso de toma de decisiones y adoptó un método personalista, verticalista y represivo que determinó el desarrollo de una degeneración burocrática en el partido y el Estado, la cual obstaculizó alcanzar los objetivos socialistas de la sociedad soviética y coadyuvó a su desaparición.

La cultura del despotismo extremo que reinó en Rusia por casi 700 años, primero mongol y luego zarista, incidió decisivamente en los métodos represivos del modelo soviético de socialismo. A partir de estas referencias históricas Stalin dispuso que el Estado soviético y las organizaciones sociales actuaran subordinados administrativamente al Partido Comunista de la Unión Soviética cuyo Secretario General rememoraba al Gran Kan mongol y al Zar ruso y mantuvo el carácter vitalicio en la ocupación de los más altos cargos partidistas y estatales en forma similar a los imperios precedentes.

La mayor aberración del régimen estalinista fue la intensa y cruel represión física, incluso contra personalidades soviéticas que luego fueron reivindicadas. Los fusilados y los fallecidos en los campos de trabajo y en las prisiones alcanzarían, según investigaciones, una cifra aproximada de 1,5 millones de muertos en el período 1930-1953.

En conclusión, la organización y funcionamiento del sistema institucional de la URSS, su restringida democracia y la conducción de la economía sujeta a un plan central de carácter administrativo que rechazaba el mercado y sus relaciones económico-financieras recogió la impronta de los regímenes despóticos del Imperio Mongol y del zarismo.

Segunda parte

En esta parte incursiono en la historia política y cultural de la nación cubana y la influencia de sus características en el desarrollo revolucionario actual. A diferencia de la historia de Rusia, donde se instaló y mantuvo el despotismo, en Cuba se luchó por una República constitucional, democrática y popular. El ideario independentista, patriótico y democrático de los cubanos está profundamente arraigado en la cultura popular fundamentada siempre en un texto constitucional, el respeto a las leyes y el rechazo a los métodos dictatoriales. Los patriotas cubanos que iniciaron la lucha revolucionaria en el Siglo XIX estaban inspirados en la independencia de las trece colonias norteamericanas de 1776, en la Revolución Francesa de 1789 y en el movimiento independentista latinoamericano del primer tercio del Siglo XIX.

Durante la República en Armas se promulgaron cuatro constituciones. En mi opinión resulta muy importante analizar el diferendo entre Martí, Maceo y Gómez en los trabajos de redacción de la Constitución que se preparaba en 1895. Maceo consideraba que el Gobierno debería estar constituido por una Junta de Generales con mando; el Presidente de la República sería el General en Jefe del Ejército Libertador; y el Vicepresidente, su Lugarteniente General. Martí proyectó una consideración bien diferente. Criticaba la idea de Maceo de querer convertir a la Cámara de Representante en una Secretaría del Ejército, cuando debería ser la instancia suprema del poder donde estuviera el país, al decir del Apóstol, “con toda su dignidad representado”, lo que significa, en mi opinión, que ninguna entidad puede estar por encima del parlamento cubano.

Como prueba del espíritu republicano y constitucionalista de los cubanos, durante el siglo XX el pueblo desató revoluciones sociales frente a dos violaciones de la Ley de Leyes. Una ocurrió en 1933 cuando el Presidente Machado pretendió la prórroga de poderes; y otra en 1952 ante el Golpe de Estado de Fulgencio Batista.

En tiempos de la Revolución Cubana se proclamaron dos constituciones: en 1976 y en 2019. En el primer artículo de ésta última se define que “Cuba es un Estado socialista de derecho”, concepto que no está presente en las constituciones de otros países socialistas.

También hay que señalar que la Revolución Cubana recogió parte de la organización política y estatal antes descrita de la URSS, si bien hay que anotar positivas innovaciones de carácter democrático en su aplicación y la ausencia de los crímenes que caracterizaron al régimen estalinista. En la proyección socialista cubana considero que se debe trabajar por dejar atrás plenamente los aspectos de extrema centralización registrados en la URSS aún presentes en Cuba y avanzar hacia un socialismo democrático y de mercado que establezca una democracia directa mediante la cual el pueblo decida con carácter vinculante los asuntos públicos de mayor incidencia en su vida.

En este empeño tengo en cuenta que se mantiene el recrudecido bloqueo que el gobierno de los Estados Unidos ha impuesto a Cuba desde hace mas de 60 años, así como la inclusión de Cuba en la lista de países que supuestamente patrocinan el terrorismo, todo lo cual constituye el obstáculo principal para el desarrollo económico y social de la nación. Nuestro Gobierno no puede decidir el levantamiento de este bloqueo; pero si puede remover las trabas internas basadas en el altamente centralizado sistema de dirección y planificación de la economía y la sociedad las cuales también obstaculizan el desarrollo económico y político-social del país. Al respecto y teniendo en cuenta las características de la historia política y la cultura popular de la nación, considero necesario realizar una reflexión para repensar la construcción del socialismo en Cuba con vistas a promover la ampliación del mercado como regulador de la economía y desarrollar aún más la democracia en la toma de decisiones en las instituciones del país.

Tercera parte

Considero que son muy importantes los debates públicos sobre el diseño y control de la política económica en nuestro país. El desenvolvimiento de la economía tiene repercusión directa en el nivel de vida material y espiritual del pueblo y los ciudadanos deben tener la oportunidad de participar en las decisiones que enrumban el desarrollo económico de la nación. Un especial referente en este sentido lo encontramos en el pensamiento y la obra de Che Guevara, principal impulsor del ejercicio de la cultura del debate. El Che defendía sus ideas con firmeza; pero respetaba las consideraciones de los demás aunque discreparan de las suyas. El ejemplo que el Che nos dejó de polemizar en las ideas, fundamentándolas con argumentos, sin ataques personales contra quien discrepaba y sin convertir la polémica en un torneo literario, tiene gran importancia para la Cuba de hoy.

Los debates públicos en materia económica no pueden concebirse de manera aislada, sino deben insertarse en un ambiente general de franco y libre intercambio de ideas en otras materias políticas y sociales. Las nuevas tecnologías de información y comunicación facilitan alcanzar este objetivo. Mi criterio es que el socialismo está llamado a crear una nueva forma de democracia: la Democracia Directa, donde se reconozca definitivamente y en la práctica que el pueblo es el soberano y que no lo son sus representantes electos. La Democracia Directa se constituye así en una institución superior a la “democracia representativa” inaugurada por las revoluciones burguesas de fines del siglo XVIII. No basta que la ciudadanía sea consultada por sus representantes para que luego sean éstos los que tomen las decisiones finales. La nueva democracia socialista debe caracterizarse porque sea el pueblo quien decida directamente los asuntos públicos y sus acuerdos sean vinculantes para toda la sociedad.

La transición socialista en la que nos encontramos y la complejidad del mundo contemporáneo requieren del concurso de diferentes ideas para encontrar el camino más adecuado para el desarrollo económico y social del país. El debate de ideas y el tratamiento respetuoso en la polémica están a la orden del día en nuestro proceso revolucionario.

Comprendo que no hay consenso acerca del contenido y las formas que puede adoptar la Democracia Directa. Hay quienes la rechazan aduciendo la incompetencia y la falta de responsabilidad cívica de los participantes, que no superan los conocimientos y responsabilidades de sus representantes; la influencia de demagogos y populistas que pueden desviar negativamente la acción de los votantes; sobrecarga y fatiga de los ciudadanos por la cantidad de veces que deben acudir a las urnas; la redacción de las preguntas puede ser manipulada y engañosa. Estas y otras desviaciones pueden ser evitadas con una estricta vigilancia sobre ellas y, sobre todo, con una labor de preparación y formación política para elevar la conducta cívica de la ciudadanía.

Ya en Cuba se aplican varias modalidades de esta nueva democracia socialista. Se destaca el referendo popular de carácter vinculante mediante el cual el pueblo aprobó las Constituciones de 1976 y de 2019, así como el Código de las Familias. Es un ejemplo cubano para el mundo la aplicación de la Democracia Directa Electoral en el caso de los delegados municipales del Poder Popular, donde los propios electores no solamente elijen sino que también postulan los candidatos a incluir en la boleta de votación, sin interferencia de otras instancias.

En mi opinión, lo que corresponde en nuestro país es el perfeccionamiento de todas las modalidades de la Democracia Directa que ya se aplican, pues no todas cumplen plenamente sus objetivos ni son expeditas en sus procedimientos, así como avanzar en el ejercicio de otras modalidades a nivel nacional y local. Los métodos de la Democracia Directa no pueden limitarse al ámbito del Estado y deben abarcar también al partido político único y a las organizaciones sociales.

*Doctor en Ciencias Económicas; Profesor Titular; Miembro de Número y Miembro de Mérito de la Sociedad Económica de Amigos del País.

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