Argentina | IMPSA: inicia la etapa privatizadora del gobierno de Milei – Por Lina Merino y Nicolás Malinovsky

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

IMPSA: inicia la etapa privatizadora del gobierno de Milei

*Por Lina Merino y Nicolás Malinovsky

Industrias Metalúrgicas Pescarmona S.A.I.C. y F (IMPSA) fue fundada en 1907 y es una empresa emblemática de Argentina, no solo por su trayectoria, sino por las obras y desarrollos en los cuales estuvo involucrada en su larga historia. Se dedica al sector industrial de soluciones para la generación de energía. Tiene una cartera diversa que incluye componentes para centrales nucleares y equipos para la industria de proceso. La empresa opera a través de varias unidades de negocio: Hydro, Wind, Nuclear, Servicios, Oil & Gas/Hidrógeno, Fotovoltaico, Inteligencia Artificial, Grúas y Defensa.

IMPSA es una empresa estratégica que se ha diversificado tecnológicamente. Diseña y fabrica reactores para la industria nuclear, turbinas hidroeléctricas, generadores eólicos y puentes grúa de gran porte. También, trabaja en el diseño de tecnología dual civil y militar. Esto no sólo le da una diversificación sino que desarrolla el entramado productivo local, con pymes que le proveen mano de obra, servicios y desarrollos tecnológicos para los proyectos de gran porte.

Además, la empresa cuenta con trabajadores altamente calificados. Actualmente, tiene más de 700 empleados, de los cuales el 35% son ingenieros, algo que muy pocas empresas en Argentina pueden igualar.

Situación Actual

IMPSA fue rescatada por el Estado argentino y de la provincia de Menzoza en el 2021 por su importancia estratégica. La empresa, por entonces, en manos privadas tenía dificultades.  Entre los años 2010 y 2014, enfrentó serios problemas financieros debido a que no pudo cobrar importantes sumas de dinero por proyectos energéticos en Brasil y Venezuela.

La crisis se agudizó con el colapso de su subsidiaria en Brasil, Wind Power Energy (WPE), que acumuló una deuda total de 850 millones de dólares, sumándose a los 250 millones de dólares que ya tenía IMPSA. Cómo consecuencia, tuvo que iniciar un proceso de reestructuración en 2014. Después de años de negociaciones, se llegó a un acuerdo para transferir el 65% de las acciones de IMPSA a bonistas, bancos y organismos internacionales. Este proceso fue aprobado en octubre de 2017 y finalizado el 25 de abril de 2018.

Actualmente, IMPSA registra pasivos por 500 millones de dólares. No obstante, las deudas se han reducido gracias al aporte de capital del Estado, y que la empresa ha mantenido y recuperado contratos de energía renovable.

Estatización, intento de privatización y Oferentes

El Estado es el principal accionista de IMPSA, controlando el 85% del paquete accionario. La Provincia de Mendoza posee el 21,2% de las acciones y una plaza en el directorio, habiendo invertido 5 millones de dólares, mientras que la Nación controla el 63,7% con tres lugares en el directorio y una inversión de 15 millones de dólares. El 15,1% restante está en manos de accionistas privados, principalmente bancos, que adquirieron un puesto en el directorio de IMPSA después de la reestructuración de la deuda. Estos últimos  controlan el 9,8% del paquete accionario a través de un fideicomiso, una estructura que también utiliza la familia Pescarmona, fundadora de la empresa, para conservar su 5,3% de participación.

El futuro de IMPSA, una empresa con una rica historia y una capacidad técnica reconocida internacionalmente, está en peligro. La privatización y reestructuración, aunque presentadas como soluciones para darle estabilidad financiera, podrían comprometer su papel como actor clave en el sector de la energía y la defensa.

En diálogo con Cristian Desideri, ex ministro de producción de Santa Fe y presidente de la Red Iberoamericana de reflexión, dijo: “IMPSA se capitalizó, con programas de negocios en el tiempo. Tiene un plantel de profesionales altamente calificados con años de experiencia en mecatrónica, tecnología de los materiales e ingeniería nuclear, lo que tiene un valor fundamental”.

Hoy no es casual la decisión de la privatización de IMPSA, empresa que no estaba incluida en la ley de bases y que fue un caso de éxito en su estatización, a diferencia del caso Vicentin, un conglomerado industrial de productos primarios de exportación argentino.  El rediseño de la política de desindustrialización que lleva adelante el gobierno de Javier Milei, con complicidad en este caso del gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, da claros indicios de una destrucción del entramado productivo local.

Dijo Desideri “la apertura, privatización y desregulación de la economía, no es nada nuevo, el gobierno de Milei está instrumentando un plan de negocios”. “Este es un gobierno antiindustrialista, en esto Milei fue sincero. Él quiere una economía financiera integrada al mundo, aunque eso signifique más de dos tercios del mundo del trabajo afuera”.

La explotación de los recursos naturales parece ser la única fuente de ingreso de divisas que el gobierno de Milei intenta conseguir. Con la aprobación del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones), las empresas extranjeras parecen ir más allá todavía. La oferta de compra de la estatal IMPSA la realiza ARC Energy, una empresa estadounidense que ofrece alquiler, diseño y producción de equipamientos para la industria del petróleo y el gas, como así también gestión de proyectos, equipos de procesos, plataformas de medición, reparaciones y suministros. No es casualidad que entre los principales tenedores de acciones de la empresa aparezcan nombres ya conocidos como el fondo buitre Vanguard Group y el JP Morgan, que hoy conducen el ministerio de economía de Argentina.

La privatización de empresas estratégicas como el caso de IMPSA, no solo implican una pérdida de protagonismo estatal en sectores estratégicos, sino que también dejan al país fuera de la carrera tecnológica en donde el desarrollo en I+D y energías renovables son la bandera en un mundo en transformación y cambio, abriéndose camino hacia la digitalización de la vida.

Para lograr un país industrial, federal y capaz de generar valor y bienestar social, es esencial que empresas estratégicas como IMPSA formen parte del plan de desarrollo nacional. Estas empresas destacan a nivel mundial por sus características tecnológicas únicas y su amplia diversificación.

La privatización de empresas como IMPSA, puede implicar desarticulaciones profundas con el sistema científico y tecnológico argentino afectando directamente el desarrollo industrial del país. Es una hipoteca al futuro de los y las jóvenes y un grave retroceso para la soberanía de nuestro país.

[*] Lina Merino es licenciada en Biotecnología y Biología Molecular, doctora en Ciencias Biológicas (UNLP), diplomada en género y gestión institucional (UNDEF), Profesora (UNAHUR), investigadora del Observatorio de Energía, Ciencia y Tecnología (OECyT) asociado a la plataforma Pueblo y Ciencia y al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE). Nicolás Malinovsky es Ingeniero Electricista (UNRC), Magíster en Gestión de la Energía (UNLa), Diplomado en Anticipación Estratégica y Gestión de Riesgo (UNDEF), Director del Observatorio de Energía, Ciencia y Tecnología (OECYT) asociado a la plataforma Pueblo y Ciencia. Docente en UNPAZ.

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