México | Orgullo LGBT; logros y retos – Por Luis Manuel Arellano Delgado

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Orgullo LGBT; logros y retos

Por Luis Manuel Arellano Delgado

En México la diversidad sexual ha impulsado un movimiento social bastante productivo; en tan solo cuatro décadas logró consolidar el basamento jurídico-político que sienta las bases para modificar la cultura binaria y los remanentes de intolerancia en contra de la población no heterosexual, que de acuerdo a diversos estudios constituye el 10% de la población.

Destacan los siguientes avances:

1) derecho al matrimonio civil;

2) acceso a la seguridad social para personas casadas;

3) existencia de un marco jurídico para combatir la discriminación y respeto a los derechos humanos;

4) acceso gratuito para tratamiento de VIH/Sida;

5) obtención de la credencial de elector con la identidad de género personal;

6) directrices para proteger a las víctimas de violencia;

7) protocolo para la investigación y la persecución de los delitos relacionados con dicha población;

8) incorporación de su oferta artística en las diferentes carteleras, centros de espectáculos y museos;

9) contenidos propios en los medios de comunicación;

10) desarrollo de una industria de consumo y disfrute del tiempo libre;

11) plataformas electorales con la agenda LGBT por parte de varios partidos políticos; y

12) existencia de un Día Nacional contra la Homofobia.

Son logros que adquieren plusvalía habiéndose obtenido en una sociedad de machos e incluso a pesar de las diferencias internas que el movimiento de liberación homosexual ha tenido desde sus inicios y hasta la fecha. Bajo mi perspectiva cuatro hechos soportan estos triunfos: la tenacidad de los activistas; el respaldo, casi siempre disimulado, de muchos gays y lesbianas desde dentro de las instancias que toman decisiones; la sensibilidad y visión solidaria de actores heterosexuales clave en los avances señalados; y sin duda el hecho de que el movimiento LGBT es una “revuelta” mundial.

Hace 15 años el profesor Peter Drucker advirtió la importancia de que el activismo LGBT tuviera avances no solo en lo político sino en lo laboral.

Y tenía razón, porque ningún estilo de vida y en general ningún movimiento social genera futuro si deja de vincularse con la economía y el desarrollo.

Durante la Marcha del Orgullo del pasado sábado 27 de junio, que nuevamente conjuntó unas 200 mil o 300 mil personas (la verdad en este caso resulta ocioso estimar cuánta gente asistió) pude observar cómo ya están sembradas varias células que allanan el paso a la dignidad laboral de gays y lesbianas, porque los directivos de algunos corporativos han alentado la comunicación interna de sus empleados e incluso el uso de sus marcas para que puedan manifestarse.

Quiero referir el contingente de Pride Connection donde se aglutinaron 12 empresas para desplegar la visibilidad de sus trabajadores no heterosexuales: Google, Microsoft, Accenture, Dow, Procter & Gamble, IBM, Banamex, American Express y Scotiabank JP Morgan y Pfizer.

Estos innegables avances son insuficientes, sin embargo, para permear en la visión conservadora que distintos sectores mantienen respecto a los usos del cuerpo.

En el ensayo titulado “La Sexualidad Prohibida”, el académico Édgar González Ruiz hizo un recuento de las expresiones de intolerancia, del sexismo y la represión que dichos sectores, cobijados por estructuras “civiles” afines, impulsaron en gran parte del Siglo XX no solo contra las expresiones de la diversidad sexual sino contra la sexualidad misma.

Y es que a los sectores conservadores no solo les ocupan las expresiones diversas de la sexualidad sino también que la población se masturbe, que haya vida sexual fuera del matrimonio, que las mujeres no conserven su virginidad antes del llegar al altar, que existan métodos anticonceptivos, que se interrumpa el embarazo, que se venda pornografía, que se defiendan los derechos de las mujeres y de los hombres dedicados al trabajo sexual, que se promueva la educación sexual y se regalen condones e incluso que se promueva una vida libre de infecciones de transmisión sexual.

Es gente a la que le aterra la libertad que provoca conjugar el derecho humano a disfrutar del propio cuerpo y particularmente de la sexualidad, porque saben que está en juego el paradigma restrictivo que construyeron en torno al sexo. En este momento la mayor resistencia a que la población se apropie de su cuerpo, y en consecuencia de su sexualidad, se orquesta a través de la Conferencia Episcopal Mexicana, empecinada en desafiar al Estado de Derecho.

Debe entenderse que los conservadores, más que oponerse a la diversidad sexual y a la elección de género, están en contra del desarrollo de la sexualidad asociada a las diferentes expresiones por las que una persona puede decidirse sobre ella misa, se trate de homosexuales, lesbianas, bisexuales o heterosexuales.

Esta realidad exige a la población LGBT, en consecuencia, la suma de esfuerzos para crear un frente general contra el conservadurismo.

Pero no es todo. Sin dejar de denunciar la homofobia así como los crímenes de odio, el movimiento LGBT también necesita entender la importancia estratégica de la emancipación laboral. El contingente de Pride Connection durante la pasada marcha, se quiera o no, constituye el mejor ejemplo de que pueden abrirse espacios laborales para todo el colectivo. Ninguna movilización social tiene futuro cuando sus integrantes actúan sin independencia económica. Para los líderes LGBT estos son los temas inevitables de su agenda en los siguientes años.

Referencias

Drucker, Peter. “Arcoíris Diferentes”, traducción Enrique Mercado. Ed. Siglo XXI, 2004, México.

González Ruiz, Edgar. “La sexualidad prohibida”. Editorial Plaza & Janés, 2002, México.

Excelsior

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