Brasil | Por una nueva política comunicacional – Por Emir Sader

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Emir Sader

El escándalo que salpica al titular del Ministerio de Comunicaciones –que, de confirmarse, debería llevar a un cambio de ministro– es una buena circunstancia para cambiar la política de comunicación del gobierno.

Lula hace un buen gobierno, pero el gobierno pierde la disputa estratégica en política de comunicación. Como uno de sus resultados, a pesar del excelente gobierno, en las encuestas el líder de izquierda tiene una ventaja relativamente pequeña sobre los bolsonaristas.

Bolsonaro es derrotado, pero el bolsonaroísmo sobrevive a esta derrota. Una situación que no es fácil de explicar. El prestigio de Lula se debe al buen gobierno que dirige. Nunca hubo tantas políticas sociales en Brasil. Nunca las desigualdades sociales se habían reducido en tan poco tiempo. Con una disminución del desempleo, con un aumento de los salarios.

Lula mantiene un gran prestigio nacional e internacional. Brasil recuperó su imagen. La situación de la masa de la población mejoró.

Es difícil entender cómo el bolsonarismo mantiene un apoyo relativamente alto. No están en el gobierno, no tienen políticas concretas que ofrecer al pueblo. Se renuevan los procesos contra Bolsonaro, sin reducir mucho su apoyo.

Evidentemente la política de comunicación del gobierno no ha funcionado. No existe una masa consistente de apoyo al gobierno, que no realiza manifestaciones populares con una gran participación.

Todos estos son aspectos de la debilidad de la política de comunicaciones del gobierno. La situación política, económica y social del país ha cambiado. No hay impactos significativos a nivel cultural.

Pero, principalmente, en términos de consenso general, la vigencia de los nuevos valores no se nota. No se puede decir que el país viva en condiciones generales muy diferentes a las que ha tenido recientemente.

Una nueva política de comunicación significaría proponer y poner en práctica una visión del mundo y de la sociedad, del país, basada en la democracia, la pluralidad, la diversidad, la transparencia y el respeto mutuo.

Hasta ahora no hemos tenido una política de comunicación de estas características. En lugar de ser un ministerio fundamental, con ministros que expresan estos valores, tuvimos un ministerio mediocre.

Hasta que desembocó en acusaciones de corrupción en el mismo ministerio que debería haber representado los valores de transparencia y democracia. Días atrás, la Policía Federal acusó al titular de Comunicaciones, José Juscelino Rezende Filho, de haber participado en una trama de desvíos de dinero público en 2021, cuando ocupaba un escaño como diputado. El resultado de la investigación será analizado por la Corte Suprema, debido a la condición de aforado del ministro.

Se abre una excelente oportunidad para que demos un giro radical a un tema trascendental para la construcción de la democracia en Brasil.

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