Lecciones de los F-16 argentinos – Por Carlos de la Vega, especial para NODAL

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Lecciones de los F-16 argentinos

Por Carlos de la Vega*, especial para NODAL

La reciente adquisición por parte de Argentina de viejos cazabombarderos supersónicos F-16, presentada por su gobierno y la Fuerza Aérea Argentina (FAA) como el fin de la supuesta desinversión de décadas en la defensa del país y la recuperación de la capacidad de combate supersónico, es en realidad un tributo al nuevo vasallaje que el tercer país latinoamericano en magnitud comienza a rendirle a los Estados Unidos de América (EE.UU).

Se ha hecho ya alusión a las consecuencias y condicionamientos de la adquisición de estos aviones por parte de Argentina. Ahí están las muy recomendables notas recientes de Matías Caciabue (“Laura Richardson, la compra de los aviones F-16 y un nuevo 2 de abril”, Nodal, 02/04/2024), Roberto López (“Aviones de combate para la Fuerza Aérea: otra oportunidad perdida”, Ámbito Financiero, 23/03/2024) y Luciano Anzelini (“Milei y la compra de los F-16”, El Cohete a la Luna, 31/03/2024) en éste y otros medios de comunicación; por lo que no se abundará en el tema.

Nuestra intención es mostrar cómo una adquisición tan desafortunada fue posible por la falta de voluntad política y/o capacidad de los anteriores gobiernos de cuño popular y nacional, expresado en los tres gobiernos kirchneristas, para concretar inversiones cruciales en materia de defensa que obturaran la posibilidad de que gobiernos de derecha posteriores usaran esas oportunidades para la adquisición de material inadecuado que, a su vez, conllevara alineamientos geopolíticos e incorporaciones doctrinales contrarias al interés nacional argentino.

Esas omisiones ocurrieron, muchas veces, a contrapelo de los propios ministros de Defensa de los gobiernos en cuestión, entre los cuales se encuentran dos de los mejores del sector en toda la historia argentina, Nilda Garré (2005-2010) y Agustín Rossi  (2013-2015 / 2019-2021) y son una formidable lección para todos los movimientos y partidos políticos populares y nacionales de América Latina acerca de lo asertivos, veloces y eficaces que deben ser durante el tiempo que les toque gobernar para dejar sentadas bases que le resulten muy difíciles de eliminar a las alternativas de derecha que puedan sucederlos ya que estas últimas no titubean cuando llegan al poder.

Como contra ejemplo de lo mencionado, el desarrollo y fabricación de radares en Argentina, expone a las claras cual es el camino a seguir. Las inversiones no realizadas a tiempo, a las que se aludía anteriormente, pueden ejemplificarse, además de en los mentados F-16, con dos casos paradigmáticos: el de los patrulleros oceánicos multipropósito (POM), y el del Sistema Aéreo Robótico Argentino (SARA).

Patrulleros Oceánicos Multipropósito

El 20 de diciembre de 2007 el Ministerio de Defensa (MINDEF) argentino adquirió a ASMAR, astillero de la Armada de Chile, la ingeniería básica para la fabricación en TANDANOR de cinco patrulleros oceánicos multipropósito (POM). El contrato incluía también la asistencia de ASMAR en la fabricación de los dos buques iniciales. El diseñador de los POM no era ASMAR sino el astillero alemán Fassmer, el cual, había concebido toda la ingeniería del mismo, pero no había construido ninguno. Su negocio era vender esa ingeniería a algún astillero de producción, algo bastante difundido en el mundo de la industria naval, especialmente la europea. ASMAR había comprado esa ingeniería y construido en 2007 el primer POM, denominado OPV (Offshore Patrol Vessel) o Patrullero de Zona Marítima (PZM), para la vigilancia de su zona económica exclusiva en el mar. Como contrapartida de haber sido el cliente de lanzamiento del diseño del OPV de Fassmer, ASMAR obtuvo de aquél la licencia para comercializar por su cuenta ante terceros la ingeniería del buque.

El proyecto POM no sólo estaba pensado para dotar a la ARA de un conjunto de buques imprescindibles para su misión, sino que permitiría, a su vez, montar en TANDANOR un departamento de ingeniería de desarrollo y otro de detalle de los que carecía el astillero por haberse especializado históricamente en la reparación de buques y no en su diseño y fabricación. Con los POM, TANDANOR, empresa del MINDEF argentino rescatada por sus trabajadores y por la gestión de Garré de una ruinosa privatización durante el gobierno de Carlos Menem (1989-1999); tendría la oportunidad de dar un salto cualitativo en cuanto a sus capacidades transformándose en un astillero constructor.

En medio de las idas y vueltas ocurrió algo inesperado y desafortunado. La fiscalía general de Munich, Alemania, acusó al conglomerado industrial germano Ferrostaal de haber repartido sobornos en varios países para obtener contratos y que en esas operatorias habría estado involucrado Fassmer como socio de aquella empresa.

En abril de 2010 el grupo mediático argentino Clarín, en abierta guerra con el gobierno de Cristina Fernández, comenzó a agitar el escándalo alemán de coimas intentando involucrar en él al MINDEF de Garré en relación con los POM. Lo cierto es que el MINDEF argentino no había tenido en aquellos años ningún negocio con Ferrostaal y la compra de la ingeniería de los POM se había realizado a ASMAR, no a Fassmer, aunque sí se había tenido que pagar a este último 500.000 euros en conceptos de “licencias de construcción”.

La acusación no prosperó pero el gobierno argentino, temeroso del asedio mediático que se había generado, canceló la fabricación de los buques. El desenlace de la historia fue que ocho años más tarde, en 2018, con Macri en la Presidencia del país, se firmó un contrato con la francesa Naval Group por 319 millones de euros por un OVP usado reacondicionado y otros tres nuevos. O sea, cuatro de los POM originalmente previstos, pero sin que un tornillo de ellos fuera construido en Argentina, ni el país se beneficiara con ninguna transferencia tecnológica.

Sistema Aéreo Robótico Argentino (SARA)

El 15 de noviembre de 2010 el MINDEF argentino emitió la Resolución MINDEF N° 1.484 por la cual se daba origen al Sistema Aéreo Robótico Argentino (SARA). Entonces, y aún hoy, el SARA era el proyecto de desarrollo y fabricación de drones militares voladores más ambicioso de América Latina. El programa contemplaba el diseño y producción nacional de aeronaves no tripuladas clase I, II y III (ver clasificación) y sus sistemas de misión. Los Clase I estarían a cargo de PyMES tecnológicas nacionales, y las dos últimas categorías, que integrarían el SARA propiamente dicho, tendrían a INVAP como contratista principal de su desarrollo.

El SARA había sido concebido por Mirta Iriondo, entonces subsecretaria de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico (SsICyDT) del MINDEF argentino y planificado con la asistencia de especialistas del Instituto Universitario Aeronáutico (IUA) que en aquellos años era una dependencia de la FAA (hasta la creación de la de la Universidad de la Defensa Nacional, UNDEF).

A fin de obtener una plataforma común, no sólo interoperable entre todas las fuerzas armadas, sino también configurable para distintas misiones, se formó una comisión encargada de redactar los requerimientos técnicos operativos (RTO) integrada por miembros de la FAA, la ARA y el Ejército Argentino (EA). Yendo aún más lejos, se sumó a las fuerzas de seguridad federales, con la idea de que ellas también hicieran su aporte en vista a conseguir un sistema autónomo volador de base común pero diferenciable según cada necesidad que evitara la tradicional práctica de que cada fuerza adquiera productos distintos a proveedores diferentes.

Iriondo se fue del MINDEF en octubre de 2012 luego de desencuentros insalvables con Arturo Puricelli, el ministro de Defensa que Cristina Fernández había nombrado en 2010 para reemplazar a Garré quien había pasado a Seguridad. Puricelli resultó una desafortunadísima decisión. Luego de tratar de reimplantar en el MINDEF argentino los cursos de adoctrinamiento para civiles y militares del Pentágono estadounidense, y una serie de otros problemas añadidos en su gestión, fue reemplazado por Agustín Rossi en 2013. Pero el SARA ya se había paralizado con la ida de Iriondo del ministerio.

La primera gestión de Rossi en el MINDEF argentino estuvo afectada por una modalidad que era bastante frecuente en la segunda presidencia de Cristina Fernández, la partición de los ministerios en más de un grupo político. Así, la estratégica Secretaría de Investigación, Política Industrial y Producción para la Defensa quedó a cargo de Santiago Rodríguez, quien pertenecía a la agrupación La Cámpora, un espacio político distinto al de Rossi.

Rodríguez nombró en la SsICyDT a Leandro Navarro, quien lo había acompañado en su anterior rol como interventor de Fabricaciones Militares. Cuando Iriondo se retiró del MINDEF el contrato para dar inicio a la ejecución del SARA había quedado listo, sólo faltaban los pasos administrativos para la firma del ministro. Navarro, un economista académico que no tenía mucho conocimiento acerca del desarrollo de programas tecnológicos complejos como el SARA, volvió todo atrás y decidió revisar en forma íntegra el proyecto, aunque carecía de colaboradores idóneos para ello. Téngase presente que se trataba de diferentes grupos políticos de un mismo gobierno en donde unos frenaban las iniciativas de los otros. Para peor, Rodríguez y su gente decidieron prestar especial atención a los consejos de los sectores de la FAA que se oponían al SARA porque ya estaban en negociaciones con Elbit de Israel para la adquisición de los drones Hermes 450 y 900.

El tiempo pasaba y el contrato no se firmaba. INVAP comenzó a invertir recursos propios para construir un demostrador tecnológico inicial que convenciera a las nuevas autoridades a cargo del SARA de la importancia del mismo. Finalmente, el 2 de marzo de 2015 se aprobó el contrato en cuestión, pero ya era tarde. En diciembre de 2015 ganó las elecciones presidenciales Mauricio Macri (2015-2019), con una concepción de la defensa, la soberanía y el desarrollo productivo nacional muy diferente al kirchnerista. El SARA, un proyecto a más de cinco años, no tuvo tiempo de avanzar lo suficiente como para que fuera difícil su cancelación. Y de hecho no fue cancelado, las gestiones posteriores del MINDEF argentino simplemente lo desfinanciaron, quedando paralizado y perdiéndose la ventana de oportunidad para su concreción.

La demora en el inicio del SARA frustró su existencia y dejó abierta la puerta para que las fuerzas armadas argentinas salgan a comprar drones a proveedores externos. La propia FAA armó luego un proyecto con el que desarrolló dos UAV (aviones no tripulados por sus siglas en inglés) el Vigía y el Aukan, a una enorme distancia tecnológica de lo que estipulaba el SARA y sin una sustanciación técnica que permita su producción en serie. Pero además, cuando se conversa con el personal involucrado en el proyecto, ellos confiesan abiertamente que la única razón de la iniciativa es probar conceptos y elaborar doctrinas de empleo para después salir a comprar UAV “de verdad” en el mercado internacional.

Aviones Cazas

En el proyecto del presupuesto nacional argentino para el ejercicio 2022, en la planilla anexa al Artículo 39, se encontraban previstos U$D 664 millones para la compra de 12 aviones cazabombarderos JF-17 Thunder Bloque III nuevos de origen chino-paquistaní, más otros U$D 20 millones para acondicionar la infraestructura que se requeriría para operarlos. Restaban todavía dos años de la Presidencia de Alberto Fernández.

ARGENTINA. PROYECTO PRESUPUESTO 2022

Extracto. Planilla crédito público para adquisición de los JF-17

La transacción nunca se llevó a cabo. Es más, cuando se hizo pública la noticia de la inclusión de la partida presupuestaria para los aviones, el gobierno trató de desmentir la situación trasuntando cierta culpa por preferir a los equipos chinos. En aquel momento era prácticamente unánime la opinión entre los integrantes del Estado Mayor General de la FAA de que los JF-17 eran por lejos la mejor oferta recibida por Argentina para aviones de combate. Esta evaluación no sólo surgía por tratarse de cazas de cuarta generación nuevos, sino porque China ofrecía junto a los aviones un paquete de armamento que incluía misiles hipersónicos. Aunque el número de aeronaves de ese contrato inicial era reducido, si se cumplía con todas las capacidades prometidas, Argentina iba a pasar a tener la fuerza aérea más poderosa de la región, incluyendo en la comparación a la dotación de Eurofighters británicos estacionados en las Malvinas.

La indefinición sobre la compra de los cazas trascendió a la segunda gestión ministerial en Defensa de Rossi, quien fue el autor del Fondo Nacional para la Defensa (FONDEF), un atinado instrumento para garantizar el financiamiento de grandes inversiones en el sector. En realidad, era un problema que se arrastraba desde el segundo mandato de Cristina Kirchner cuando se dieron de baja los viejos Mirage de la FAA. El Poder Ejecutivo kirchnerista venía subestimando la necesidad de realizar grandes inversiones en defensa, salvos casos puntuales como los radares, la recuperación del rompehielos ARA “Almirante Irizar” y alguno más, a pesar de que los recursos económicos estaban disponibles y había buenas oportunidades para transformar a aquéllas en instrumentos del desarrollo nacional.

Esta omisión también fue la oportunidad para que la ARA se embarcara en la ruinosa compra de cinco aviones de ataque naval franceses Super Etendard durante el gobierno de Macri que nunca volaron porque la Dirección Genera del Armamento francés no proveyó los repuestos y los asientos eyectables que precisaban, algo que los galos habían advertido por escrito que sucedería desde que comenzaron las negociaciones para la adquisición.

Una historia muy diferente a los desaciertos relatados fue lo ocurrido con los radares.

El buen ejemplo

El hito constitutivo del desarrollo de radares en Argentina como política estatal partió del Decreto PEN N° 1407/2004 por medio del cual el entonces presidente Néstor Kirchner creó el Sistema Nacional de Vigilancia y Control Aeroespacial (SINVICA). En 2011, el SINVICA tuvo una derivación trascendental, el Sistema Nacional de Radares Meteorológicos (SINARAME). En la confluencia de estas vertientes, la Argentina se transformó en las últimas dos décadas, y gracias a la compañía estatal rionegrina INVAP, en uno de los no más de 20 países que disponen de tecnología propia para la concepción y producción de radares de diferentes tipos: secundarios de empleo civil, meteorológicos, de apertura sintética y primarios tridimensionales de medio y largo alcance de uso militar. La exportación a Nigeria del primer radar realizada en abril de 2023, marcó la madurez de ese desarrollo. Dicha operación, a su vez, se llevó a cabo mediante la asociación de INVAP con la compañía emiratí Jampur, dedicada, entre otras cosas, a la provisión de equipamiento para el control del tráfico aéreo. La sumatoria de estas circunstancias muestra el reconocimiento, ya a escala internacional, de la tecnología y los productos radar de Argentina.

El logro relatado fue posible por una decisión política valiente, precisa y oportuna a la que le siguieron más de una década de inversiones sostenidas que hicieron caso omiso de los numerosos lobbies, internos y externos, para que el programa de radares, primero no existiera, y luego se cancelara. La derecha intentó ponerle fin, el gobierno de Macri suspendió la inversión en radares durante su período, pero el programa ya estaba tan consolidado que esto sólo causó una demora remediable, no su desaparición.

Compras virtuosas

La compra de sistemas de armas mayores, como aviones cazabombarderos supersónicos, son una excelente oportunidad para que el comprador negocie con el vendedor mucho más que los productos que está adquiriendo. En la actualidad, es un estándar mundial que los grandes contratos de adquisición de armas vayan acompañados de offset, acuerdos mediante los cuales el comprador obtiene del proveedor transferencias tecnológicas o la fabricación en suelo local de buena parte de lo comprado. Con ambas estrategias, que generalmente se combinan, el adquirente obtiene la posibilidad de establecer nuevas cadenas de valor en su matriz productiva. En el presente, las compras significativas en defensa son tan onerosas y los beneficios sociales son tan mediatos, salvo un conflicto bélico inminente, que se impone el otorgamiento al adquirente de beneficios que vayan más allá de los bienes o servicios comprados. Esto es lo que hizo Brasil con la incorporación de los cazabombarderos supersónicos JAS-39 Gripen de la sueca SAAB.

En 2014 el gobierno de Brasil firmó un contrato con SAAB para la adquisición de 36 Gripen por un costo de U$D 4.550 millones. El contrato original, ampliado en 2022 a 40 aeronaves, contemplaba, además, que 15 de esos aviones fueran construidos en Brasil y que SAAB realizara una serie de transferencias tecnológicas para que el gigante sudamericano adquiriera capacidades propias en el diseño y fabricación de aeronaves supersónicas de guerra y adicionalmente fuera la plataforma de exportación de los Gripen a toda América Latina. Como resultado de ello se vieron beneficiadas también empresas privadas como EMBRAER y una miríada de PyMES tecnológicas. Desde el 9 de mayo de 2023, EMBRAER alberga en sus instalaciones de Gaviâo Peixoto (San Pablo) la línea de montaje de los F-39 Gripen E (versión que empleará la Fuerza Aérea Brasilera), junto a un centro de diseño y desarrollo (Red de Diseño y Desarrollo Gripen -GDDN) y otro de ensayos en vuelo (Centro de Pruebas de Vuelo Gripen – GTRC). Previamente, en mayo de 2018, SAAB había instalado en Sâo Bernardo do Campo (San Pablo) una planta de fabricación (SAAB Aeronáutica Montagens – SAM) de los conjuntos del Gripen que se hacen en Brasil (fuselajes delantero y trasero, cajón de alas, frenos aerodinámicos y cono de cola).

Aunque los offset no son sencillos de negociar e implementar, Argentina, en materia aeronáutica posee a FAdeA y varias PyMES privadas, que bien podrían haber sido las receptoras de un acuerdo de este tipo asociado a la compra de aviones cazabombarderos supersónicos. Claro, para ello habría que haber comprado unidades nuevas. No obstante, aún adquiriendo aviones usados se podría haber negociado con el fabricante, en el caso de los F-16 es la estadounidense Lockheed Martin, la transferencia del know how y los herramentales para transformarse en un centro de servicios de mantenimiento. Nada de eso se hizo, ni siquiera considerando que FAdeA ya es uno de los once Lockheed Martin Service Center a nivel mundial para los aviones de transporte militar C-130 Hércules, certificación que ostenta desde hace casi 30 años.

Para el futuro

La lección para las fuerzas políticas que aspiren a ser promotoras del desarrollo de sus países, no sólo de Argentina, sino en cualquier lugar de América Latina y el mundo, es que cuando tienen la posibilidad de gobernar se debe actuar rápido, con determinación e idoneidad. El sentido de la urgencia no debe menguar en ningún momento porque los componentes reaccionarios de los sistemas de poder social, especialmente en naciones como las latinoamericanas, articulados con fuerzas internacionales que operan diariamente para mantener los esquemas de vasallaje entre países, cuando llegan al gobierno no tienen pruritos, son audaces y veloces, y vienen con planes preconcebidos muy claros y efectivos para obturar las posibilidades de progreso de sus países.

Los gobiernos kirchneristas en Argentina tuvieron logros extraordinarios que hasta los voceros de la derecha más radical suelen reconocer cuando se permiten un instante de honestidad. Sin embargo, los titubeos y debilidades acaecidas en algunas cuestiones fundamentales dieron lugar a grietas en donde han calzado las cuñas que le están infringiendo a la sociedad argentina enormes pérdidas.

*De la Vega. Abogado, Licenciado en Filosofía, Magíster en Economía Política de Argentina.

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