Frutas, una vocación del Semiárido en Brasil contra la pobreza
Frutas, una vocación del Semiárido en Brasil contra la pobreza
Mario Osava – IPS
Al inicio, en los años 70, se intentó cultivar arroz, frijoles, cebolla, tomate y melón en el tramo sub medio del río São Francisco, en la región Nordeste de Brasil, pero no resultaron, en buena parte debido a las plagas. Posteriormente, se consolidaron las frutas, especialmente los mangos y las uvas, como fuente de prosperidad.
El polo frutícola en esa zona ayudó a reducir la tradicional pobreza del Semiárido brasileño y a definir una de sus vocaciones económicas.
Separadas por el río, estas ciudades de Petrolina y Juazeiro, de dos estados distintos, Pernambuco y Bahía respectivamente, atrajeron a empresas y migrantes. La población de poco más de 61 000 habitantes en cada una, en 1970, ascendió a 387 000 en Petrolina y a 238 000 en Juazeiro, según registró el censo de 2022.
“Acá es un oasis, un lugar privilegiado, un microclima propicio a la fruticultura en general, con abundancia de agua, donde tenemos 2,5 cosechas al año”, celebró Lara Secchi, quien administra la empresa GrandValle Agrícola, junto a su padre y una hermana.
El área productiva supera las 1000 hectáreas, de las cuales cerca de 600 con mangos y 100 con uvas, una potencia iniciada en los años 70, cuando su padre llegó a la región.
“Empezamos con 10 hectáreas, hoy exportamos 70 % de la producción de mangos a 40 destinos por mar y aire”, declaró frente a periodistas extranjeros y brasileños que visitaron el polo frutícola del 20 al 22 de mayo.
Secchi destacó los cuidados ambientales de la empresa, que produce jugo de uva y aprovecha sus residuos para mezclar con salvado de maíz, también cosechado en la hacienda, para alimentar las ovejas que también crían en el predio.
La apicultura es otra actividad con la producción de miel, a la vez que se aprovechan las abejas para la polinización y mejorar así la productividad frutícola y la preservación de la vegetación local, del bioma Caatinga, característico del Semiárido brasileño.
La fruticultura tras frustraciones
Manoel Vicente dos Santos, de 81 años, fue de los primeros asentados en los proyectos de agricultura irrigada, en las orillas del río São Francisco, en 1973. Dos años antes, el gobierno creó el distrito de irrigación Mandacarú, con 445 hectáreas en la orilla derecha, a 10 kilómetros de Juazeiro.
“El mango exige menos trabajo, otros cultivos tienen costos más caros por emplear más mano de obra e insecticidas contra las plagas”, explicó dos Santos para explicar su decisión de que esa fruta sea su principal cultivo en sus 10 hectáreas de tierra, una pequeña parte destinada a la banana.
Hoy vive en una casa confortable en la agrovila construida para las familias asentadas en el distrito, donde hay 51 más. Pudo criar y asegurar la educación de sus cinco hijos hasta la universidad, uno de los cuales lo ayuda en los cultivos.
Un canal con agua del río São Francisco abastece los cultivos, irrigados por sistemas de bombeo y goteo por tuberías en casi todas las parcelas de tierra. La mayoría se dedica al mango, pero algunas familias siguen cultivando cebolla y melón, y agregaron banana, ciruela, coco y limón, en pequeña cantidad.
Son todos pequeños productores, con cinco o 10 hectáreas. Otro distrito irrigado, que lleva el nombre del fallecido senador Nilo Coelho (DINC), tiene un área 54 veces más grande en la orilla izquierda del São Francisco, la mayor parte en el municipio de Petrolina, y cerca de 20 % en el municipio Casa Nova.
El DINC tiene 24 050 hectáreas irrigables, pero efectivamente 22 800 ocupadas. “Es el proyecto de irrigación más grande” entre los siete del sub medio São Francisco, según Paulo Sales, su gerente operacional.
Implantado en 1984 e inicialmente administrado por la Compañía de Desarrollo de los Valles del São Francisco y el Parnaíba (Codevasf), el distrito tiene 2333 productores, siendo 84 % pequeños y los demás medianos y grandes. Desde 1986, la gestión pasó a los propios productores, que para eso eligen un Consejo de siete miembros, destacó Sales.
Mango y uva son los principales cultivos con 70 % del área cultivada, buena parte destinada a las exportaciones. Coco, guayaba y banana son otros cultivos importantes en el distrito que generan 120 000 empleos directos e indirectos, según sus administradores.
El 53 % de la producción de los distritos se destina a la exportación, encabezada por el mango, informó Fernando Marins, presidente del Sindicato de Productores Rurales de Casa Nova.
Uva emplea más
La uva es clave para el empleo, cada hectárea de su cultivo emplea cinco personas, contra solo 0,3 trabajadores para el mango. Por eso la uva es responsable de más de 80 % de los empleos en el polo, destacó Jailson Lira, presidente del sindicato en Petrolina.
Pero los mayores productores y exportadores de mango y uva, que dominan el polo frutícola, están fuera de los siete distritos implantados por la Codevasf, también llamados perímetros o proyectos públicos de irrigación.
Agrodan, empresa con sede en Belém do São Francisco, municipio a 235 kilómetros al este de Petrolina, se presenta como “la mayor productora y exportadora de mangos de Brasil”, que desde 1987 trata de convertir el Semiárido en una gran zona hortícola.
El 97 % de su producción de 32 000 toneladas al año se destina a la exportación, aseguró Paulo Dantas, director y presidente de la empresa que posee 1380 hectáreas en siete haciendas, cuatro de las cuales en islas dentro del río São Francisco. Cultivadas son 1050 hectáreas.
La responsabilidad social orienta sus acciones. Además de distribuir parte de las utilidades entre sus 1400 empleados, fundó dentro de su hacienda matriz una escuela que actualmente atiende a 371 estudiantes, con “buena enseñanza” desde la guardería a la secundaria (enseñanza media, en Brasil).
La escuela, que acoge hijos de sus empleados y niños y niñas de los alrededores, cuesta un millón de euros (unos 1,1 millones de dólares) al año, en parte financiado con donaciones.
Por otra parte, la energía solar fotovoltaica cubre 80 % del consumo en la matriz y 5 % en las demás haciendas, mientras las huertas se irrigan por goteo, un sistema de mangueras que limita al mínimo el desperdicio de agua y de fertilizantes.
Special Fruit, empresa del inmigrante japonés Suemi Koshiyama, con 1100 hectáreas divididas en cinco haciendas, es otra gran exportadora de mangos y uvas.
Procedente de Nagasaki, Koshiyama llegó a Brasil en 1960, con cinco años de edad, y su padre quien escapaba de la bomba atómica lanzada por Estados Unidos en agosto de 1945, cuando se encontraba fuera de su ciudad, como soldado en la guerra.
En 1983 dejó la horticultura en Mogi das Cruzes, cerca de São Paulo, para hacerse un gran fruticultor, en Curaçá, a 20 kilómetros de Juazeiro. Sus exportaciones alcanzaron 300 millones de reales (60 millones de dólares) en 2023. Eso exige estrictos cuidados sanitarios, impuestos por los países importadores.
La producción de uvas atrajo a la industria de vinos al valle del São Francisco. La bodega Miolo, proveniente del sur de Brasil, produce 100 000 litros de vinos y espumantes, en sus 200 hectáreas de uvas.
Pero el aparente éxito de la fruticultura irrigada no genera unanimidad.
Se trata de un modelo traído desde afuera, de “colonización”, que no contempla la autonomía de los “colonos”, como se denominan a quienes se asentaron en la región, emplea muchos agroquímicos contra plagas y lograr cosechas fuera de época, y no se excluye la repetición de las frustraciones iniciales, criticó José Moacir dos Santos, presidente del Instituto Regional de la Pequeña Agropecuaria Apropiada.
Ese instituto no gubernamental, con sede en Juazeiro, busca soluciones para un desarrollo, especialmente del campo, en convivencia con el Semiárido, que comprende un millón de kilómetros cuadrados y 27 millones de habitantes en el noreste de Brasil.