Contradicciones y tensiones sobre la Amazonía – Por Marcelo Valverde Morales
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Marcelo Valverde Morales*
El ejemplo de la Amazonía resulta corresponder con las contradicciones y tensiones que los gobiernos de izquierda en América Latina enfrentan ante el tema ecológico.
Durante el 2019, en pleno gobierno del derechista Jair Bolsonaro, la Amazonía brasileña fue noticia a nivel global por los incendios que provocaron la destrucción de miles de hectáreas. Desde las imágenes satelitales se podía observar el desastre en una de las regiones con la mayor biodiversidad del planeta.
El escenario infernal coincidió con las arremetidas de Bolsonaro por desaparecer la institucionalidad del Estado relativa al medio ambiente, el cambio climático y el resguardo de los territorios de los pueblos originarios. Impulsando en su lugar iniciativas planteadas para explotar la naturaleza, con un especial interés precisamente en la Amazonía.
Pero los incendios no fueron la única problemática que se agudizó durante el gobierno de la extrema derecha en Brasil. Junto a ellos avanzó la deforestación para la ampliación de la frontera agrícola y el sector ganadero. Según datos de Global Forest Watch para el 2018 se perdieron cerca de 12 millones de hectáreas de vegetación en las regiones tropicales, siendo Brasil el país que encabezaba la lista de deforestación con una pérdida de 1,3 millones de hectáreas en dicho año.
Ante el escenario de guerra y ecocidio que dejó Bolsonaro la tarea de reforestación y restauración ecológica de Lula Da Silva ha sido imperante, para esto el presidente propuso adoptar una política de “deforestación cero”. Esto condujo a que, entre enero y julio de 2023, la deforestación cayera un 42,5 % en comparación con el año 2022, porcentaje que ha ido creciendo en el último año.
Además, los esfuerzos conjuntos entre Lula y Gustavo Petro condujeron a la realización en 2023 de la “IV Reunión de Jefes de Estado de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA)”. Cumbre de la que surgieron acuerdos que han conducido al surgimiento de la Alianza Amazónica de Lucha contra la Deforestación, el establecimiento de un centro de cooperación en seguridad y mecanismos financieros para el desarrollo sostenible.
Nos obstante, fue en este mismo foro de la OTCA donde se anunció el interés de Brasil en realizar iniciativas de exploración y explotación petrolera, específicamente en las cercanías del delta del Río Amazonas. Ante esta iniciativa la posición de Colombia en la representación de Gustavo Petro ha sido crítica.
Este interés que ha demostrado Brasil pone en riesgo no solamente el equilibrio ecológico de uno de los espacios primordiales para mermar las emisiones de CO2, si no que se podría expresar como una afrenta a los pueblos originarios. En este sentido es importante recordar que dentro de los aproximadamente 7 millones de kilómetros cuadrados que comprende la Amazonía, se encuentran 500 pueblos originarios, quienes representan una diversidad cultural tan rica como la diversidad ecológica en este lugar. Lideres de estas comunidades ya han expresado al gobierno brasileño su negativa ante dicho interés petrolero.
En este escenario, Alexandre Silveira, ministro de Minas y Energía de Brasil se ha expresado a favor de la iniciativa utilizando como argumento el que la exploración en dicha zona puede conducir a la explotación de millones de barriles de petróleo. En su perspectiva, esto aportaría al pujante crecimiento económico con el cual actualmente cuenta Brasil. Para esto Petrobras ya cuenta con la licencia para la exploración.
El ejemplo de la Amazonía resulta corresponder con las contradicciones y tensiones que los gobiernos de izquierda en América Latina enfrentan ante el tema ecológico. Este escenario resulta el reflejo de la dificultad que representa conducir las naciones de la región con un sentido crítico en un mundo que opera desde la lógica capitalista de explotación de la naturaleza y los bienes comunes.
En este sentido, resulta fundamental que los gobiernos de izquierda mantengan un dialogo y una relación política abierta y directa con las organizaciones sociales de base, quienes representan en un sentido amplio a los llamados “nuevos movimientos sociales”. Solamente desde una posición de comunicación y reflexión integral las izquierdas de la región pueden seguir siendo consecuentes con un sentido profundamente contrahegemónico. Por supuesto que esta tarea no es menor, considerando el escenario geopolítico global donde las tensiones políticas, comerciales y militares están a la orden del día, y donde la derecha capitaliza con su discurso de odio y crecimiento infinito.
¡Apropiémonos las izquierdas del resguardo ecológico, dejemos a las derechas su obsesión por la destrucción!
*Investigador y docente del Instituto de Estudios Latinoamericanos, Universidad Nacional, Costa Rica.