Colombia | Fentanilo, guerra contra las drogas y el nuevo narcotráfico internacional – Por Andrés Lozano
Fentanilo, guerra contra las drogas y el nuevo narcotráfico internacional
Por Andrés Lozano
La guerra perdida contra las drogas se choca de frente contra un nuevo reto: El Fentanilo, un fármaco con un contexto complejo que las políticas antidrogas no pudieron controlar.
Se trata de un fenómeno tan único como la cultura de cada país, por lo que cada nación debe generar sus propias políticas para enfrentar los resultados de un medicamento que se esparce por los caminos del narcotráfico mientras se expande ilegalmente y se mezcla con otras sustancias.
La mal llamada “droga zombi” es un opioide analgésico y sintético, perteneciente a las anilidopiperidinas, con efectos 50 veces más fuertes que la heroína y 100 veces más que la morfina.
De acuerdo con el informe del Departamento de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC), “El fentanilo y sus análogos, 50 años después”, este fue sintetizado por primera vez en 1959 y se sometió a fiscalización internacional en 1964 al ser incluido como sustancia en la Lista 1 de la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes.
En la actualidad, esta sustancia cuenta con 86 tipos análogos con diferentes potencias. Según el informe de la UNODC, “entre el año 2012 y 2016 más de 12 análogos del fentanilo han entrado en el mercado ilícito de opioides, entre los que figuran el “acetilfentanilo, butirfentanilo, furanilfentanilo y el ocfentanilo”.
Además, se unen otras sustancias presentes en el mercado ilícito, como son los análogos del fentanilo de nuevo diseño, como es el caso del acrifentanilo o el para-fluo-roisobutirfentanilo, y remarcando que las innumerables posibilidades de crear nuevos compuestos introduciendo pequeños cambios en las estructuras químicas plantean un reto cada vez mayor para controlar el mercado internacional”.
Este medicamento es utilizado desde hace décadas en tratamientos médicos por su rápido efecto para calmar el dolor. En Colombia se sintetizó por primera vez en la década de los 90 y desde entonces se ha usado para el tratamiento del dolor agudo o crónico y la sedación de pacientes bajo anestesia general.
Se trata de una sustancia depresora del sistema nervioso con efectos con un alto riesgo de sobre-dosificación debido a su potencia.
Crisis de los opioides en Norteamérica
En Estados Unidos, se presentan más de 47.000 muertes anuales por sobredosis de drogas sintéticas como el fentanilo, según Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de ese país (CDC, por sus siglas en inglés), un fenómeno resultante, en mayor medida, del uso del mencionado fármaco por el sistema de salud.
“En Estados Unidos para el año 2012 se formularon 255.000.000 millones de recetas que tenían como base el sintético, entonces hay que hacerles un control y un llamado a las farmacéuticas porque se están ganando mucho dinero a través de este medicamento que, si bien tiene unos efectos positivos sobre la persona que está sufriendo algún dolor, también convierte a las personas en adictas luego de suspender su uso cotidiano”, dijo Manuel Rayran, especialista en Diplomacia y Resolución de Conflictos Internacionales.
De hecho, el 26 de agosto de 2023, un juez de Oklahoma condenó a la farmacéutica Johnson & Johnson a pagar 570 millones de dólares por perjurio a la población de ese estado norteamericano, donde murieron por adicción a estos medicamentos más de 6.000 personas, de acuerdo con el gobierno estatal.
Sin embargo, este no es un fenómeno del todo nuevo. Según el canal de televisión France 24, esta es una crisis que se inició a finales de la década de los 90, cuando los medicamentos a base de opio aparecieron como respuesta casi universal.
Como consecuencia de lo anterior, dicha crisis de los opioides se reforzó por la comercialización y fabricación ilícita del fármaco y sus análogos; un panorama reforzado por expendio ilegal y, además, por la fabricación ilícita a partir de precursores importados.
Fácil acceso y elaboración
Acorde a la Administración de Control de Drogas (DEA), “los materiales y aparatos utilizados en la síntesis y fabricación de comprimidos de fentanilo son baratos y fáciles de obtener de proveedores en línea, y la síntesis no requiere conocimientos avanzados de laboratorio”.
Acorde a la organización la mayoría de las incautaciones en los Estados Unidos no tiene un origen farmacéutico y se ha sintetizado ilegalmente utilizando el denominado método Siegfried, que se describió por primera vez en los años ochenta.
En esa misma medida, un informe del proyecto de la Corporación Acción Técnica Social Échele Cabeza: «El fentanilo fabricado ilegalmente (IMF, por sus siglas en inglés) recibe diferentes nombres en Estados Unidos, tales como: China Whithe, Apache, Jackpot, Dance Fever, Goodfellas, etc.”
Asimismo, Richard Candelaria, analista de la Administración de Control de Drogas (DEA), durante el primer Consejo de Seguridad Interior de los Estados Unidos, indicó que en ese país un kilo de opiáceos puede costar cerca de US$1.800 dólares, mientras que un kilo de cocaína puede comercializarse en US$35.0000 dólares en las grandes urbes de ese país.
Narcotráfico y fentanilo a nivel internacional
El mercado de los opioides ha crecido y se ha transformado en cada región. Por ejemplo, entre los años 80 y 90, Colombia era un productor de drogas como la cocaína y México, simplemente, era el lugar por el cual pasaban los cargamentos.
Sin embargo, esa lógica de producción, procesamiento y transporte de droga cambió con el tiempo.
Hoy en día se habla de una industria del narcotráfico más compleja en que participan grandes compañías sofisticadas, al tiempo que los narcotraficantes ganan cada vez más poder militar e, incluso, político a lo largo de todo el mundo. Este contexto apenas se compara al de hace unas décadas en que existían cárteles en algunos países señalados.
“Esa situación se ha ampliado en términos de actores y de países en maneras verticales, pues hay nuevos actores, desde el Estado, hasta el microtráfico, y horizontales, con la cantidad de países que están inmersos o que viven este flagelo de la guerra contra las drogas”, comentó Manuel Rayran, profesional en Relaciones Internacionales ya mencionado.
El fentanilo responde a otra lógica
Consecuentemente, el tráfico de opioides responde a unas lógicas distintas, pues muchos de estos se pueden producir en fábricas ubicadas en cualquier lugar, algo que hace que su producción sea algo mucho más sutil en comparación con los narcóticos de origen natural que requieren de grandes cultivos y un procesamiento diferente.
Asimismo, según el discurso dado por el presidente Gustavo Petro el sábado 12 de agosto de 2023 ante la ONU, la geografía y las rutas del narcotráfico han cambiado.
El mandatario explicó por medio de su cuenta de X que estas se definían en función del mercado estadounidense “con rutas hacia el norte, por el océano Pacífico o hacia el Caribe, pero estas, de manera progresiva, comienzan a cambiar y ahora van hacia el sur”.
Acorde a lo mencionado por Petro, el narcotráfico actual abandona las costas y penetra hacia la selva amazónica, dado que las mayores zonas cocaleras se desplazaron de Nariño y el Catatumbo, en la frontera con Venezuela, hacia la frontera del Ecuador.
“Se trazan las nuevas rutas por los ríos y van hacia el sur, específicamente hacia Brasil para llenar el mercado brasileño, o como país de tránsito para África y desde allí a Europa, y también hacia Ecuador y Perú para pasar al Asia oriental, Japón y Australia”, agregó el presidente.
Cambios en las rutas del narcotráfico y en el negocio de las drogas
Al respecto, Gloria Miranda, Directora de Política de Drogas del Ministerio de Justicia de Colombia dijo: “Las rutas del narcotráfico están cambiando, pero esto no implica que ya no se exporte a Estados Unidos. El mercado de la cocaína ya no crece a los mismos niveles de antes, sino que se ha estabilizado. A lo que el Presidente se refiere es que hay otros mercados emergentes a los que está ingresando cocaína en mayor proporción, como Europa y Asía. El mercado de la cocaína tiene el potencial de duplicarse y de llegar aproximadamente a unos 50 millones de usuarios en los próximos años”.
Adicionalmente, Kevin Murakami, director de la Sección de Asuntos Antinarcóticos y Aplicación de la Ley de Estados Unidos, dijo en entrevista al Tiempo: “Existe una narrativa muy reciente de que la demanda para fentanilo está reemplazando la demanda para cocaína. No estamos de acuerdo con este análisis. Para nosotros, en Estados Unidos, Europa y otras partes como Asia, la demanda de cocaína se ha sostenido y ha aumentado en unos casos”.
No obstante, el tráfico del fármaco, o de insumos para su fabricación, se ha presentado con fuerza hacia México desde el 2017. Según informes de la DEA, la Fiscalía General de la República (FGR) y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) de México, este solía enviarse desde China hacia Estados Unidos, pero la ruta cambió gracias a nuevos actores como el cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el cartel de Sinaloa que empezaron a elaborarlo en sus propios laboratorios.
En Sudamérica, de acuerdo con los análisis de la UNODC sobre sustancias psicoactivas reportadas en 2022, solo el 6% estuvieron relacionadas con el opioide, una situación que contrasta con Norteamérica, donde el fentanilo ocupó el segundo lugar del informe acompañado de las catinonas sintéticas (o “sales de Baño”) en el primero.
¿Crisis de opioides en Colombia?
Julián Quintero, investigador sobre prevención de riesgos por consumo de sustancias psicoactivas de la Corporación Acción Técnica Social, afirmó que Colombia no tiene el contexto histórico y cultural de consumo que Estados Unidos y Canadá.
“En Colombia no tenemos el antecedente de la dependencia creada a la oxicodona por la farmacéutica Purdue Pharma en asociación con médicos corruptos, una política de publicidad abierta a medicamentos de este tipo, falsas clínicas del dolor y la falta de vigilancia por parte del Gobierno norteamericano”, mencionó Quintero.
A esto se suma que Colombia presenta un consumo de heroína por vía pulmonar e inyectada, con un estimado de 8 mil personas que se inyectan como una práctica corriente en las diferentes ciudades del país.
No obstante, de acuerdo con el investigador y su organización, en el país, el opioide en cuestión puede mezclarse con otros narcóticos para rebajarlos y hacer del narcotráfico un negocio aún más rentable.
La mal nombrada “droga zombi” puede conseguirse por medio del Fondo Nacional de Estupefacientes, pero ha circulado por el país de manera ilegal desde hace aproximadamente 10 años.
“Hace nueve años yo vi por primera vez fentanilo en las calles de Bogotá, en ampolletas. Es decir, medicamentos desviados desde los hospitales, como una morfina o un tramadol, que son de control”, comentó Quintero.
Asimismo, una fuente anónima comentó que su precio puede estar entre los 230.000 y 400.000 pesos colombianos por ampolleta (10 miligramos).
Ello se refuerza con que, según Échele Cabeza, el precio de un gramo de heroína con alto grado de pureza oscila entre los 15 dólares en México, mientras que en Colombia su precio es de: 10 dólares (40.000 pesos colombianos) en Bogotá, 8 dólares (31.000 pesos colombianos) en Pereira y 7 dólares (27.000 pesos colombianos) en Cali. En ese sentido, este no tendría un mayor impacto, pues es una sustancia costosa.
Si no hay un consumo cultural de fentanilo, ¿cómo se afectaría al país?
De acuerdo con la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos, el fentanilo también se mezcla con otras sustancias como la heroína, la metanfetamina y la cocaína para aumentar su potencia y puede venderse en ampolletas, en polvos o en pastillas.
A Colombia, este llega por medio de embarcaciones, pero es principalmente filtrado del sistema médico y aún no es manufacturado de manera ilegal.
Adicionalmente, el fármaco podría mezclarse, además de la cocaína, con el Tusi/Tusibi/Color, un cóctel de químicos muy popular en el país.
Sin embargo, a pesar de todo el impacto mediático que ha tenido el tema, aún no se han encontrado registros de muestras mezcladas con la mal nombrada “droga zombi”, ni por los Laboratorios Forenses, por el Monitoreo del Observatorio de Drogas o por la Corporación Acción Técnica Social en su último análisis.
Así mismo, el consumo del opioide sintético en Colombia aún es marginal y no constituye una crisis de salud pública para la nación, como ocurre en Estados Unidos.
De igual modo, “teniendo en cuenta que la lógica de producción de estupefacientes sintéticos es distinta, el riesgo de que el país se convierta en productor de fentanilo es bajo.
No hay información por parte de las autoridades colombianas que evidencie la producción química de esta sustancia o de la existencia sistemática de laboratorios clandestinos para su síntesis”, comentó Gloria Miranda, directora de Política de Drogas del Ministerio de Justicia.
Casos de fentanilo en el país
Como se dijo anteriormente, aún no se tiene registros de mezclas de Tusi con presencia del fármaco circulando por las calles del país de acuerdo con el Observatorio de Drogas y el proyecto Échele Cabeza.
No obstante, el jefe del Laboratorio Antidrogas de la Policía, Andrés Marín, dijo que el año pasado fueron incautadas 1.384 unidades de la droga que eran transportadas en siete departamentos de manera irregular.
En la misma medida, Gloria Miranda dijo: “Los reportes más recientes evidencian que la mayoría de las incautaciones en Colombia se da en la presentación farmacéutica (ampolletas), por lo que se podría deducir que su consumo local proviene del desvío de canales lícitos al mercado de drogas ilegales, más que de una fabricación clandestina de la sustancia. Por ejemplo, el Sistema de Alertas Tempranas (SAT) del Observatorio de Drogas de Colombia (ODC) emitió en 2019 la primera alerta asociada a la incautación de 9 ampolletas de fentanilo en Cali y 90 tabletas de oxicodona incautadas en Pereira, lo cual dio los primeros indicios del desvío de opioides sintéticos al mercado ilícito”.
Adicionalmente, en 2022, el SAT emitió tres diferentes alertas:
• UF-17 impregnado en muestras de estampillas de papel “blotters” en el municipio de Soacha – Cundinamarca: hallazgo proveniente de una incautación por parte de la Policía Nacional.
• β-hidroxitiofentanilo en la forma de sólido en polvo de color blanco en la ciudad de Cartagena – Bolívar: hallazgo en centro hospitalario derivado de un paciente que presenta intoxicación posterior al consumo de una sustancia psicoactiva.
• Detección de una muestra que contenía mezcla de heroína – fentanilo y p-fluorofentanilo en forma de sólido en polvo de color habano: hallazgo en el aeropuerto El Dorado de la ciudad de Bogotá, en una encomienda procedente de Estados Unidos y con destino al municipio de Itagüí – Antioquia.
Según la Revista Cambio, en octubre de 2023, un hombre fue capturado por intentar vender fentanilo hurtado en Bogotá. En aquel momento, la Policía Nacional confirmó la captura de un sujeto que pretendía vender nueve ampolletas de fentanilo de 10 mililitros en Bosa. Este hombre le habría dicho a la policía que tenía acordada una cita con un comprador anónimo, el cual le entregaría la suma de 450.000 pesos, por este medicamento.
La droga fue hurtada aprovechando sus labores como operador en una bodega, donde llegan toda clase de fármacos controlados, ubicada en la localidad de Fontibón.
La política exterior antidrogas de Estados Unidos y la política interior colombiana
La política antidrogas surgió a causa del consumo de marihuana y cocaína que crecía en Estados Unidos para la década de los 70 durante la administración de Richard Nixon. Una vez se identificó a los narcóticos como una amenaza a la seguridad nacional, se abrió vía al uso de la fuerza.
Posteriormente, en la década de los 80 y bajo el mandato Reagan, tras el alza del consumo de heroína, se creó un plan de doble enfoque:
Por un lado, una política interna con programas de educación y sensibilización alrededor de la salud pública para evitar que los jóvenes consumieran.
De otro lado, una política exterior que se extendió de la mano de la militarización a lo largo de Latinoamérica, principalmente, en países como México, Colombia, Perú, Ecuador, y Bolivia.
Sin embargo, la intervención internacional no dio resultados oportunos. Por ejemplo, en países de la región andina como Colombia, para los años 2000 fue ejecutado el Plan Colombia para hacer frente al narcotráfico a través de un enfoque de mano dura, militarización y ataque directo al cultivador y al microtráfico. Este plan tampoco funcionó.
“Los resultados muestran que la militarización ataca más al pequeño traficante que vende que a los grandes narcos, algo que fortalece el mercado, tal como pasó en México luego del Plan Mérida en el 2006”, dijo Manuel Rayran, profesional en Relaciones Internacionales y docente investigador de la Universidad Externado de Colombia.
De acuerdo con Rayran, para comprender el efecto negativo de la guerra contra las drogas, hay que analizar los resultados, además, en términos de quién consume, según los estudios.
“Esta se ha caracterizado por el racismo y la xenofobia. Si vamos a ver las cifras de consumidores en Estados Unidos, encontramos que se posiciona a las personas negras, latinas e inmigrantes como gente adicta, consumidora y vendedora por encima de la gente blanca. Las cárceles, por ejemplo, están repletas de personas negras y son muy pocos los dealers o expendedores blancos que allí se encuentran”, agregó el investigador.
Asimismo, en Colombia, durante el Gobierno Barco, se generó un importante principio de comprensión del problema de las drogas ilícitas en 1990: El Principio de Corresponsabilidad, que reconoce una doble responsabilidad entre quienes producen y quienes consumen al no ser un problema solamente de oferta, sino también de demanda.
Además, se diseñó todo un entramado institucional para combatir el problema: El Consejo Nacional de estupefacientes, conformado por el Ministerio de Interior, el Ministerio de Justicia, el Ministerio de salud y una serie de agencias que dependen de esos ministerios a nivel nacional para diseñar una política antinarcóticos.
Acciones contra el fentanilo en Colombia
Por un lado, el problema que se enfrenta en la actualidad con los opioides es una situación multimodal que requiere de diferentes frentes de acción. Según el docente investigador Rafael Piñeros.
“Es una situación tanto de salud pública, como de derechos humanos, en relación con las redes dedicadas al narcotráfico; también es un problema que implica relaciones de investigación y, por lo tanto, también debe haber participación de la fiscalía. Además, es un problema que implica a la ciudadanía y, en consecuencia, generar una gobernanza adecuada para enfrentar el problema desde múltiples instituciones y actores reunidos para combatir esa situación. Otra acción importante es destinar una gran cantidad de recursos que, en los últimos 30 años, se han destinado al aparato militar, pero eso ha privado a Colombia de desarrollar libremente otra serie de elementos”, dijo Piñeros.
Por el otro lado, el régimen internacional de drogas se creó en la década del 60 y son las leyes de esa época las que gobiernan, rigen lo que se conoce como sustancias ilícitas y no ilícitas. También son esas leyes las que definen lo que son usos medicinales y usos recreativos.
En materia del fentanilo, no hay como tal un régimen internacional desarrollado. Por lo tanto, las acciones siguen siendo muy dislocadas entre los Estados. Por el momento, podríamos señalar que cada uno tiene que “matar las pulgas como pueda” porque es un problema que aún estamos entendiendo y no hay unas leyes per se, ni internacionales, ni regionales, que puedan establecer una línea de acción más o menos clara, agregó Piñeros.
Nueva política antidrogas
Hoy en día, el país cuenta con la Política Nacional de Drogas 2023-2033: “Sembrando vida, desterramos el narcotráfico”. Dicha política tiene una serie de principios básicos:
1. El principio de interinstitucionalidad interna, que consiste en cómo distintas instituciones se tienen que poner de acuerdo.
2. Cómo enfrentar o contribuir al desarrollo de la economía local para evitar que los campesinos, que tradicionalmente se dedican a la producción de coca y de pasta de coca, pasen a otra serie de productos.
3. Una política de drogas con enfoque en salud pública y en derechos humanos. Es decir, a la persona que consume hay que ayudarla y acompañarla para que lo haga si no las puede abandonar y que no se afecte su salud. Se trata de una política controlada.
4. Una lucha frontal contra el crimen organizado transnacional, que es cuando las organizaciones delictivas se encargan de la distribución, producción y comercialización del producto a la par que controlan la economía desarrollada al interior.
Estamos hablando de cómo, a partir de la cooperación internacional, la diplomacia y la política exterior se puede interactuar con otros para desarrollar acciones conjuntas y tener un enfoque más o menos similar.
5. Buscar un cambio en la política, especialmente en el régimen internacional que se estableció por allá en la década del 60 con el régimen internacional sobre drogas ilícitas.
Dos grandes bloques de intervención
Según Gloria Miranda, directora de Políticas Públicas de Drogas: “Por un lado, es “Oxígeno” para las poblaciones y los territorios desproporcionalmente afectados por la economía de drogas ilegales e incluso por algunas estrategias antidrogas, tales como: los pequeños cultivadores de coca, amapola y marihuana; las madres cabeza de familia que han expendido en pequeñas cantidades; llos consumidores y, por supuesto, el medio ambiente. Por otro lado, “asfixia” para los objetivos de alto valor del narcotráfico, que son los que se lucran en mayor proporción de este negocio y generan violencia. Además, contempla unas estrategias transversales que son: la regulación justa y responsable de sustancias como el cannabis o los usos lícitos de la hoja de coca; el cambio de narrativas; y la diplomacia internacional”.
“Esta política contempla estrategias como la prevención del consumo con énfasis en niños, niñas, adolescentes y jóvenes. También apunta a la reducción de riesgos y daños, con herramientas como el análisis de sustancias en espacios de fiestas, pues permite identificar si lo que la persona va a consumir está mezclado con sustancias como otras sustancias como el fentanilo, lo cual los puede llevar a una sobredosis mortal. Esto último se complementará con el Sistema de Alertas Tempranas que funciona desde el Observatorio de Drogas del Ministerio de Justicia, el cual permite identificar rápidamente si hay una nueva sustancia de alto impacto en circulación”, agregó Miranda.
*Andrés Lozano es estudiante de comunicación social y periodismo en la Universidad Externado de Colombia. Periodista colaborador de Colombia Informa y otros medios de comunicación.