Cambiar la estrategia para derrotar al bolsonarismo – Por Esquerda Online
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Esquerda Online
La coyuntura en el país presenta grandes desafíos. A pesar del cerco creciente del STF (Supremo Tribunal Federal) alrededor de Bolsonaro y de los demás golpistas, la extrema derecha mantiene una enorme fuerza política y vuelve a ocupar las calles. Aunque los indicadores económicos son positivos, con crecimiento del PIB y caída del desempleo, la popularidad de Lula disminuye, y revela una creciente insatisfacción popular.
Si bien la izquierda ganó las elecciones presidenciales, la dificultad para movilizar a la sociedad dentro de su propio campo es innegable. Aunque el proyecto de cambio progresista ganó la votación, hay muchos obstáculos para avanzar en un Congreso dominado por el centrão (nebulosa de partidos de derecha y de extrema derecha) y ante las limitaciones impuestas por el marco fiscal.
El hecho es que la receta adoptada hasta ahora por el gobierno se ha quedado corta y es incapaz de reducir la influencia de la extrema derecha en la sociedad e impulsar los índices de aprobación de Lula. El peligro del bolsonarismo sigue vivo, incluso con la derrota del golpe del 8 de enero y los procesos judiciales en curso. Fortalecido por el acto paulista de febrero, Bolsonaro convocó hace unos días una manifestación golpista en Río de Janeiro el 21 de abril.
El gobierno, rehén en el Congreso del chantaje de Artur Lira (Lira hizo campaña por Bolsonaro y se enfrenta al ejecutivo sobre la adopción del presupuesto, y pone en duda la facultad de iniciativa del gobierno federal), apuesta por la gestión económica conservadora de Fernando Haddad, que tanto agrada al mercado, y por la firme actuación de Alexandre de Moraes (presidente del Supremos Tribunal Electoral) contra Bolsonaro y los golpistas. Pero todo esto no es suficiente. Cabe destacar que el deterioro de la aprobación del gobierno, si no se revierte a tiempo, podría afectar negativamente a la izquierda en la batalla contra el bolsonarismo en las elecciones municipales. Consciente de la complicada situación, el gobierno debate internamente sobre como corregir el rumbo.
¿Qué rumbo tomar?
¿Cuál debe ser el nuevo rumbo del gobierno de Lula? Hay sectores de la izquierda que sostienen que, ante la adversidad, es necesario aumentar las concesiones al centro, al mercado financiero, a los militares y al agronegocio.
Esta evaluación es la base de algunas de las políticas del gobierno, que no contribuyen en nada a aumentar la popularidad del gobierno ni la necesaria confrontación con Bolsonaro. Por ejemplo, el ajuste fiscal, la propuesta de reajuste cero para los funcionarios, el silencio de Lula sobre el 60º aniversario del golpe del 64 y el fomento de las colaboraciones público-privadas, que se traducen en privatizaciones, van en contra del programa bajo el que fue elegido Lula. Esta estrategia de concesiones permanentes a la derecha desdeña la importancia de construir movilizaciones en defensa de medidas populares, contra las que el centrão de Lira y la extrema derecha actúan sistemáticamente en el Congreso.
Nosotros pensamos de forma distinta. Ante los peligros que plantea la situación, creemos que el gobierno de Lula necesita dar un giro en la dirección opuesta, una nueva estrategia. La primera y más importante línea de cambio debe ser la reorientación de la política económica, asfixiada por el marco fiscal.
Es necesario ofrecer mejoras concretas y sólidas al pueblo trabajador, para recuperar el apoyo popular y avanzar sobre la base de Bolsonaro. Necesitamos más medidas como el programa Pé de Meia (estímulo financiero para evitar la deserción escolar), anunciado esta semana, que favorecerá a los estudiantes pobres de secundaria.
El 1º de mayo, Lula podría anunciar un nuevo aumento real del salario mínimo, un ajuste de la Bolsa Família, un aumento salarial para los funcionarios en huelga y una exención del impuesto sobre la renta para quienes ganen hasta 5.000 reales. También sería muy importante un plan eficaz para bajar el precio de los alimentos básicos. Estas medidas serían muy bien recibidas por la clase trabajadora, especialmente por los que tienen ingresos más bajos.
El segundo aspecto del cambio tiene que ver con la adopción por parte del gobierno de Lula de una línea activa en la promoción de campañas de concienciación política e ideológica entre la población. Se trata, entre otras cosas, de fomentar la movilización popular para apoyar la aprobación de medidas sociales y democráticas progresistas. Uno de los desafíos en la lucha por la concienciación de las masas es, por ejemplo, mantener y ampliar la mayoría social a favor de la encarcelación de Bolsonaro y de los generales implicados en la intentona golpista. ¡Sin amnistía!
Movilizar al pueblo contra las ideas del bolsonarismo
Mientras que Bolsonaro trabaja para mantener su base social intacta, cohesionada y movilizada, el gobierno permanece completamente distante de la disputa en las calles. Solo actúa en el plano institucional, lo que acaba reforzando la desmovilización que reina en la izquierda y la falta de cohesión política de su base social de apoyo. Hasta ahora, Lula no ha convocado ninguna manifestación popular. Es más, mientras que la red mediática de Bolsonaro se extiende y es cada vez más eficaz, el gobierno se muestra tímido en la apuesta política e ideológica, con una política de comunicación débil y obsoleta.
El Brasil de hoy es muy diferente del periodo de los primeros gobiernos del PT, cuando la oposición estaba liderada por un PSDB flojo. Ahora existe una extrema derecha influyente y rabiosa, con una sólida base social y conexiones internacionales. Esta fuerza fascista moviliza a su base social en torno a banderas políticas e ideológicas bien definidas y la organiza a diario en las redes sociales, en las iglesias evangélicas y en los cuarteles.
El bolsonarismo actúa en el plano institucional y electoral, pero no renuncia a la disputa ideológica en la sociedad y a la lucha directa en las calles. Por eso, es un grave error creer que sólo con pequeñas mejoras económicas y la actuación del Tribunal Supremo será posible derrotar a la extrema derecha y garantizar la reelección de Lula. Es necesario un giro a la izquierda, con medidas concretas dirigidas al pueblo trabajador, una lucha ideológica intensa y la construcción de la movilización popular.