Colombia | Edwin Palma Egea, viceministro de Relaciones Laborales e Inspección: “La reforma laboral busca atacar la inestabilidad laboral y garantizar derechos de asociación, negociación colectiva y de huelga”
Por Elisa García, de la redacción de NODAL
Edwin Palma Egea es Abogado laboralista y constitucionalista, y viceministro de Relaciones Laborales e Inspección de Colombia. Además es integrante de la Junta Directiva de la empresa Ecopetrol, principal empresa de petróleo del país. En diálogo con NODAL, analizó los aspectos más relevantes de la reforma laboral propuesta por el presidente Gustavo Petro, analiza las reformas impulsadas en otros países y el impacto de la cuarta revolución industrial en el mundo del trabajo.
¿Cuáles son los aspectos centrales de la reforma laboral impulsada por Gustavo Petro?
Respecto a los aspectos centrales de la reforma laboral, hay una parte individual y una parte colectiva. En cuanto a lo individual, es eliminar algunas medidas que fueron impulsadas por el entonces gobierno de Álvaro Uribe Vélez en lo que tiene que ver con el recargo dominical y el recargo nocturno, que fueron objeto de muchas discusiones desde hace más de un año. Y en el proyecto que está en discusión actualmente en la Cámara, hay un acuerdo para que se pague el recargo nocturno a partir de las 7 de la noche y el recargo dominical con el 100% de una forma gradual. Otros objetivos son atacar la inestabilidad en el empleo; formalizar trabajadores que están por fuera del mundo del trabajo como los trabajadores de plataformas, trabajadoras de casas particulares, del sector agropecuario y reducir la brecha de género.
En la parte colectiva, se trata de armonizar nuestra legislación con recomendaciones internacionales en materia de derechos de asociación, negociación colectiva y de huelga. En materia de asociaciones sindicales, positivizar las garantías que ha concedido la jurisprudencia y los tratados internacionales que encabezan las organizaciones o que garanticen el derecho de asociación sindical. En cuanto a la negociación colectiva, ampliar este derecho más allá de la empresa, es decir, desarrollar la negociación colectiva sectorial. Y en relación a la huelga, se busca positivizar lo que señala nuestra jurisprudencia, pero también recoger recomendaciones internacionales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en esta materia.
¿Qué relación encuentra usted entre la reforma laboral prevista por Colombia y las reformas laborales impulsadas en otros países de Latinoamérica?
Los gobiernos de derecha, conservadores, totalitarios, plantean reformas laborales para flexibilizar y abaratar costos laborales y debilitar al sujeto colectivo. Entonces, siempre que se habla de reforma laboral, aparece esa amenaza. Con la llegada de gobiernos progresistas a países como Chile, México, Brasil, España y ahora Colombia, proponer una reforma laboral en la discusión pública y política es recuperar derechos perdidos, es ampliar, modernizar, avanzar, y estandarizar de acuerdo a normas internacionales. Lo hizo México con sus dos reformas laborales, la de democracia sindical y los límites a la tercerización. Lo está planteando Chile, lo planteó el gobierno español al reducir la temporalidad, al formalizar a los trabajadores de las plataformas, lo está planteando en este nuevo gobierno al plantear la reducción de la jornada de trabajo y el aumento de la indemnización por despidos de injusta causa.
Esa es la diferencia entre un gobierno enemigo de los trabajadores, conservador, de derecha y un gobierno progresista que entiende que el trabajo genera riqueza, que es un derecho humano, que debe ser digno, y que es un vehículo para materializar otros derechos, que entiende que el trabajo en países como el nuestro está consagrado. En nuestra Constitución es un principio fundante del Estado social de derecho y, por lo tanto, tiene que ser trabajo digno y en términos de la OIT, trabajo ejemplar.
Esas son las diferencias y hay que ponerlas en términos políticos e ideológicos, porque el derecho al trabajo fue construido precisamente por movimientos revolucionarios, por movimientos de izquierdas que nos llevaron posteriormente a los partidos obreros, a los estados de bienestar, y luego, a los estados sociales de derecho, que quieren ser arrebatados por gobiernos de derecha que pretenden que en el mundo del trabajo no intervenga el Estado, consideran que debe regularse por las normas de la oferta y la demanda y al libre albedrío de los mercados. Esa es la diferencia política ideológica entre gobiernos progresistas y gobiernos conservadores.
En función de la cuarta revolución industrial o revolución tecnológica, ¿de qué manera la reforma laboral tiene en cuenta estos cambios y transformaciones?
Hay un par de disposiciones en la iniciativa de la Reforma Laboral, que tienen que ver con la transición energética y tecnológica. Honestamente considero que son tímidas, pero son las posibles en este contexto tan difícil, porque a pesar de que hoy tenemos el gobierno, como lo ha dicho el presidente Gustavo Petro, no tenemos el poder, no tenemos mayoría en el Congreso. Es un debate que en países como el nuestro, generalmente países en vía de desarrollo, todavía es muy incipiente el asunto.
Más allá de lo que se está discutiendo sobre el trabajo en plataformas, que como lo señala también el estudio de la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo, no debería salir de las dos categorías clásicas sobre trabajo subordinado y trabajo independiente, y no deberían crearse otras guías como se están creando en otras partes del mundo. El trabajo en plataformas, la irrupción de la inteligencia artificial, la transición tecnológica y la transición energética, vienen siendo abordados por la doctrina internacional del trabajo, por la OIT. Pero en su momento también serán analizados seguramente en las legislaciones nacionales. No es esta la oportunidad, salvo disposiciones que sólo consagran la necesidad, como lo ha dicho la OIT, de que cualquier transición que implique la destrucción de empleo tenga en cuenta la voz de los trabajadores. Es simplemente una aplicación de principio democrático y obviamente sobre la base de que los trabajadores no han creado estas condiciones y, por lo tanto, no deben pagar las consecuencias de las mismas.
Si tuviera que pensar en una reforma laboral sería ideal para la región de América Latina, ¿qué otros aspectos incluiría la misma?
Un buen punto de partida es un modelo de código laboral que se plantea desde el movimiento sindical, particularmente desde la Central Sindical para las Américas (CSA), obviamente aplicado a cada país. Pero los aspectos individuales son propios de cada país, de cada región, de cada idiosincrasia, de cada modelo de surgimiento de los derechos en el trabajo, y dirigiría una reforma laboral que fortalezca los actores colectivos. Es decir, orientada al diálogo social tripartito, al fortalecimiento del actor sindical; al fortalecimiento y ampliación de los niveles de negociación colectiva y a la protección y ampliación del derecho a la huelga, que ha avanzado muchísimo en la doctrina internacional del trabajo y en la jurisprudencia del sistema interamericano de derechos humanos, y la doctrina de la OIT.
Comparto con distintos autores del mundo del trabajo que habiendo actores o instituciones propias del derecho laboral colectivo, fuertes y claramente definidas, son ellas y el diálogo social tripartito, el intercambio de información entre empleadores, gobiernos y trabajadores, los que deben crear las normas propias del derecho laboral individual.